En la última semana del año de la peste, la Argentina entró definitivamente al siglo XXI sancionando dos leyes que tratan nadas más y nada menos que de la libertad: la de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la llamada de los “Mil días”.
Saliendo de la trampa de la futbolización de los temas trascendentes que proponen los abordajes hegemónicos, la verdad es que cuando todo hacía suponer que éramos un país vanguardista en materia de derechos, gracias a la inmensa lucha feminista descubrimos cierto día que el Estado propiciaba sólo un tipo de aborto, el clandestino.
Es decir, teníamos naturalizada la barbarie como un hecho cotidiano sin darnos mucha cuenta y sin que nos duela demasiado, hasta el 29 de diciembre pasado, porque desde entonces, desde la sanción de estas leyes, la democracia recuperó algo del aliento perdido en su tránsito de décadas.

Ahora, las mujeres que no quieran ser madres podrán hacerlo sin ser juzgadas y las que sí, dispondrán de las herramientas económicas indispensables para concretar su decisión. El Estado, que antes era policial, pasó entonces a garantizar esa libertad de decidir.
El país es mejor de lo que era.
Se le debe reconocer al presidente Alberto Fernández la decisión que tuvo en 2020 para adelantar el reloj de la Historia, como Perón en 1954 para consagrar el divorcio por primera vez, o Alfonsín en 1987 para sancionarlo de manera definitiva, o Cristina Kirchner para convertir en realidad efectiva la ley del matrimonio igualitario.
Fernández encabezó una batalla que lo paró en la vereda de enfrente de sectores oscurantistas, reaccionarios, integristas, fundamentalistas, en definitiva, todos sectores a los que les cuesta asumir el carácter plural y diverso que tiene la democracia en su ADN, como un sistema alejado del totalitarismo que debe representar al conjunto y no solo a una parte.
El presidente eligió resolver un problema. Que no era menor.
Desde la sanción de estas leyes de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la llamada de los “Mil días”, la democracia recuperó algo del aliento perdido en su tránsito de décadas.
En una Argentina donde no sienten culpa los endeudadores seriales, ni los que le bajaron 20% de poder adquisitivo a los jubilados y las jubiladas, ni los ministros que aceptaron ver rebajadas su áreas de ministerios a secretarías y ahora dan consejos por TV como si tuvieran soluciones que aportar a los problemas que provocaron; en este país donde hubo un presidente que mandó al tacho la economía y tiene el tupé de seguir hablando de lo bien que estábamos cuando estábamos peor, en este país, decíamos, donde nadie parece sentir culpa por nada, ni siquiera por el Lawfare, hasta el 29/12 las mujeres eran las únicas que sentían culpa por abortar clandestinamente. Eso se terminó.
Fue también este el año donde vimos trabajar al Parlamento cómo hacía rato no sucedía. Fueron 66 las leyes sancionadas en el marco de la pandemia del Covid 19. El promedio histórico era de 22. El Congreso Nacional dejó de ser una escribanía. En un año se trabajó por tres.

Entre esas leyes, se votó la Movilidad Jubilatoria, por lo que vuelve a regir una adecuación trimestral de haberes que así como funcionó en el pasado, con otras políticas distintas a las del macrismo, va a volver a funcionar ahora si, como todos –o la mayoría, para ser más exactos- apostamos, la economía comienza a reactivarse en el 2021.
La discusión sobre la fórmula Cristina/Boudou, que es la repuesta en este diciembre sin conflictos, y la de Macri no resiste análisis. Con una, el poder adquisitivo de los beneficiarios del sistema creció y con la otra cayó 20 puntos. Y solo a los neoliberales, además neoliberales bastante brutos, se les puede ocurrir que la solución para la Argentina es bajar salarios. El mercado interno, el cebador de la economía productiva, se asienta en salarios robustos, capaces de generar demanda.
Solo a los neoliberales se les puede ocurrir discutir la ley de movilidad jubilatoria llevando piedras al recinto, situación que fue muy bien manejada por el presidente del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, que les recordó la cantidad de balas de goma que tiraron sobre los manifestantes en 2017 cuando eran gobierno y votaron bajar los haberes jubilatorios. En realidad, se las mostró.

Pero de esa jornada hay que destacar algo que no es muy habitual: al referirse a la oposición, Máximo Kirchner la señaló como la representación del poder real de la Argentina.
Esa caracterización, que es evitada por los modos consensuales que dominan el escenario de las disputas, nos ahorra años de psicoanálisis político.
El Kirchner que habla le dijo en la cara a Mario Negri, titular de la bancada macrista: “Como sabía que iban a traer una piedra, porque se han vuelto muy previsibles y su electorado no les pide más insultarnos a nosotros, les traje las balas de goma, estas son las balas de goma que ustedes dispararon contra la gente en el 2017, y las muestro solamente porque trajeron las piedras. Ustedes representan el poder real de la Argentina, no son resistentes, los que resisitieron de verdad fueron los compañeros y compañeras en la plaza durante aquella jornada represiva. Esta fórmula va a recuperar paulatinamente la calidad de vida de los jubilados y las jubiladas, porque los que venían a hacer la reparación histórica, los hundieron históricamente. Hoy este proyecto será ley por los jubilados, por las jubiladas y por el compañero Daniel Cantieri, que cuando se lo llevaban detenido le preguntaron sobre sus familiares y contestó ´que se vayan a la puta que los parió, son todos gorilas´ mientras la gorra se lo llevaba”.

Se lo llevaban sangrando a Cantieri. Aquel fue un día de salvaje represión. Las piedras son la anécdota: la violencia policial, la cantidad de detenidos, sin embargo, son la prueba de la impopularidad de aquella reforma.
Kirchner usó la sesión para describir el comportamiento tóxico del espacio político que lideran Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta en tiempos de crisis: “La ANSES durante la pandemia morigeró de manera inteligente, sensible y humana, el pago de intereses por el que jubilados y jubiladas se habían endeudado durante el gobierno de Mauricio Macri, inclusive para pagar servicios públicos, pago que algunos decían que se trataba de dos pizzas, al final fueron un poquito más que eso, más que dos pizzas podemos hablar de toda la cadena Kentucky pagada por los jubilados y jubiladas. Imaginensé aquellos jubilados y jubiladas sostenidos por la moratoria previsional no tuvieran una jubilación en el medio de esta pandemia, no hubieran habido 8 millones de IFE, hubiera habido 12 millones. En los canales de TV son muy bien tratados y salen a decir Cristina esto o Cristina aquello, ¿Saben lo que son? Esto que se ve, gente que no escucha, están llenos de odio y ojalá algún dia reflexionen por el bien de nuestro país”.
Y hasta se dio tiempo para la ironía: “Durante este año sufrido debido a la pandemia, todavía más dificil para las personas de riesgo, tenemos que escuchar como algunos medios de comunicación, con tal de oponerse al gobierno actual, empiezan a criticar algunas vacunas por su país de origen, cuestionando por si viene de acá o si viene de allá, y quiero decirles algo, la vacuna, así la hiciera Héctor Magnetto, yo me la pongo, la puede hacer Clarín que me la voy a poner igual. Lo único que logran los medios con esos planteos es desanimar a la población”.
Máximo Kirchner usó la sesión para describir el comportamiento tóxico del espacio político que lideran Macri y Larreta en tiempos de crisis.
Para finalizar con varias preguntas retóricas que iluminaron una verdad que Juntos por el Cambio no parece asumir: “¿Por qué perdieron, si tenían al FMI dándole 44 mil millones de dólares? ¿Por qué perdieron, si los dos diarios más grandes de la Argentina decían que su gestión era la más exitosa de la historia y en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires había una ‘Leona’? ¿Saben qué? 20 puntos de diferencia le sacamos a la leona en PBA, todo esto ocurrió por su falta de gestión y de sensibilidad respecto a lo que le pasaba a la gente. Griten todo lo que quieran, insulten todo lo que quieran, esa es la mayor certeza de que la próxima elección se la vamos a volver a ganar, carecen de argumentos y les sobran los insultos”.
Perdieron porque las gente que dicen representar hasta el hartazgo en sus generosas intervenciones mediáticas los hizo perder.
No son custodios de nada. Son los mariscales de la derrota.
Máximo Kirchner utilizó al parlamento como lo que verdaderamente es: el lugar para decir lo que hay que decir sin miedo, para eso tienen fueros, reglamento, micrófonos. Es ahí y no en la TV, donde las lógicas no son las de la política democrática, sino las del espectáculo que alienta la concentración de la riqueza.

Al filo del cierre del año, mientras Cristina Kirchner y Sergio Massa recibían el escandaloso informe de la Comisión Bicameral cuyo contenido confirma que la Corte Suprema de Justicia, a través de la DAJUDECO (la oficina de escuchas telefónicas), no solo estaba al tanto del Lawfare sino que lo avaló, el Poder Judicial conservador, en un fallo dictado a las 21 horas del 30 de diciembre, decidió que Amado Boudou, ex vicepresidente de la Nación, actual preso por razones políticas, debe volver a un calabozo bajo la criminal excusa de la causa Ciccone.
La noticia resulta intolerable. Lo que sigue es una revelación del periodista de El Destape Ari Lijalad, que la vuelve aún más indigesta: “Emiliano Blanco, ejecutor del espionaje a presos políticos durante el Gobierno de Mauricio Macri, trabaja aún hoy en el Ministerio de Justicia que encabeza Marcela Losardo. Entre los espiados cuando estaba en el penal de Ezeiza estuvo Amado Boudou e incluso sus abogados. El dato de que sigue trabajando con el actual gobierno lo dio él mismo al ser indagado en la causa de espionaje. El Destape pudo confirmarlo a través de documentación y diversas fuentes (…) El rol de Blanco en el lawfare no fue menor. Era el director del Servicio Penitenciario Federal (SPF) durante el reinado de la Doctrina Irurzun, mecanismo utilizado por el gobierno de Macri y Clarín para encarcelar ex funcionarios kirchneristas sin condena. Varios de ellos contaron los maltratos constantes a los que fueron sometidos por el personal que dependía de Blanco. Luego, cuando se destapó la caja de pandora del espionaje ilegal, se supo además que Blanco y sus subordinados desplegaron un aparato de espionaje que incluía a los presos y a sus abogados, donde se violaba tanto la intimidad de los primeros como la relación abogado-cliente (…) El espionaje en las cárceles es uno de los capítulos en la causa por las operaciones de inteligencia ilegales desplegadas en la era Macri. El rol de Blanco fue detallado en varias notas de Franco Mizrahi en El Destape. Todo se hizo a través del programa penitenciario “Intervención para la Reducción de Índices de Corruptibilidad” (IRIC), que manejaba Blanco (…) El IRIC era manejado por Blanco y funcionaba bajo la órbita de otros dos engranajes del lawfare: el ministro de Justicia Germán Garavano y el Subsecretario de Asuntos Penitenciarios Juan Bautista Mahiques, hoy cobijado por Horacio Rodríguez Larreta como fiscal general de la ciudad. Debajo de Blanco estaba Cristian Suriano, jefe de inteligencia del SPF que oficiaba de vínculo con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Un convenio entre Blanco y Gustavo Arribas daba la cobertura (…) A finales de noviembre, en su declaración indagatoria, fue el propio Blanco el que informó que trabaja para el Ministerio de Justicia. Dado que es una instancia de defensa podía mentir, pero El Destape pudo reconstruir que dijo la verdad. Blanco está actualmente contratado en relación de dependencia por el Ministerio de Justicia a través de el Convenio Marco MJYDH- Acara Automotor”. La nota completa pueden leerla en El Destape (www.eldestapeweb.com).
En la medianoche del 31, cuando termina el año viejo y comienza el año nuevo, es costumbre lanzar deseos al aire para verlos concretados en el tiempo por venir.
Mientras haya presos por razones antijurídicas o extrajurídicas en la Argentina, es la política en su conjunto la que corre el riesgo de convertirse en rehén de las corporaciones.
Desde esta columna vamos a pedir uno solo. Que con la misma energía que arrancó de la barbarie del aborto clandestino a una sociedad anestesiada por las prácticas patriarcales y conservadoras, el gobierno promueva urgente justicia y garantice también la libertad inmediata para las víctimas de los criminales responsables, no importa su rango, de haber quebrado el Estado de Derecho en plena “democracia” durante el oscuro periodo 2016/2019.
Mientras haya presos por razones antijurídicas o extrajurídicas en la Argentina, es la política en su conjunto la que corre el riesgo de convertirse en rehén de las corporaciones y su principal grupo de tareas, la judicatura entregada a la arbitrariedad y el prevaricato.
Esta situación, en los hechos, es la negación misma de la democracia y la república.
Que la política no tenga miedo. Nunca más.