Todo lo que teníamos de mentiras locales, se ha potenciado. El panorama internacional que trajo la guerra, hizo más fuerte ese mundo de falsedades. El trabajo de desinformación. Esa cantidad abrumadora de fakes, el miedo, las complicidades de los que sacan ventaja en el manejo de los medios, provocan una ola de disparos que se hace insoportable. A veces uno siente que no se puede más. Este componente local que siempre subyace pero ahora se hace muy evidente.
El esfuerzo por asociar al gobierno argentino y a CFK con Vladimir Putin, más que con Rusia todavía, nos lleva a un escándalo histórico de animaladas y acusaciones en la que la falsedad siempre está vigente. Y subleva.
Pero hay una cosa con la que no se puede. La invencibilidad de los Estados Unidos en el poder de la información. Es algo muy evidente ya y parece que definitivo. Esa guerra la tiene ganada hace rato, apropiados, como están, de la mente de millones de personas. Es insólito. Nos están matando con el Fondo Monetario Internacional y Estados Unidos es el responsable más grande, casi absoluto, pero aun así, la gente está a favor de ellos. Es incomprensible, verdaderamente. Ellos y los empleados locales de cada país, sobre todo los latinoamericanos: nos han llenado la cabeza.

Después está la tragedia de la OTAN, la gran provocadora y al mismo tiempo la gran lacaya de los Estados Unidos en ese suceso de implacable dolor para los involucrados directamente en las operaciones militares. Va de suyo. Esa postura agresora, de invasora implacable, en nombre de Estados Unidos, de la OTAN es presentada al mundo como lo bueno y noble del status internacional. Avanzó hasta más no poder. Esto puede asegurarse con los mapas de hace 25 años comparados con los actuales. Pero siempre quiere más y siempre lo quiere a nombre de los Estados Unidos, para poder apostar a Moscú, desde el patio más cercano. En este caso, desde la frontera con Ucrania. Rusia, naturalmente, qué puede decir o hacer frente a esto.
Muchos recuerdan aquél lejano episodio de la reacción de los Estados Unidos ante las ojivas nucleares rusas… Muchos de ustedes no habían nacido y yo era un muchachito: me acuerdo el susto que tenía en mi pueblo uruguayo de Cardona, al comienzo de los ’60, porque decían que se venía otra vez la guerra mundial. Estaban esas ojivas nucleares instaladas en Cuba por la Unión Soviética. Es conocido el episodio aunque no se haya podido vivir. Por eso, entonces, la reacción de John Fitzerald Kennedy y las consideraciones que ofrecía para ponerse tan cerca de la III Guerra Mundial. Pues, bueno, todo es muy parecido a las razones que está utilizando Rusia en este conflicto tremendo con Ucrania. Aun cuando mantiene notables diferencias, Ucrania para Rusia, podría ser lo mismo que Cuba representó para los Estados Unidos.
En esa lucha feroz de las informaciones, conversé con gente bien intencionada, muy equilibrada, muy sensibilizada, durante todo el fin de semana. Muy alejada de quienes realizan lecturas sin el mínimo resguardo de la verdad histórica que habla sin saber nada y no hace el esfuerzo por conocer. Como para decirles: “Pero, pará, lee un poco, qué estás diciendo…”.
Como Putin habla de desnazificar a Ucrania, haciendo alusión a un tema que también se conoce muy poco y el que escasamente se divulga. Yo ví alguna vez la película Baby Yar –hay varias circulando por las redes-. Se trata de un barranco en las afueras de Kiev, donde mataron a 34 mil judíos. Y los mataron los nazis que iban a avanzado. Pero también lo hicieron con la colaboración de alguien que es héroe para ciertos sectores de Ucrania: Stephan Bandera. Estamos hablando de la mitad del siglo pasado. Claro está que Ucrania también tenía sus motivos porque Stalin condenó al país a una hambruna cruel, los mandó a morir de hambre en los años ‘32, y esto quedó como un motivo de generación de odio descomunal. Un sentimiento de extremo rechazo a lo ruso. Pero luego mataron a 34 mil judíos en esos barrancos…
Los destinatarios de la mentira le pasan por encima a una verdad tremenda, olvidada y tapada por los voceros occidentales.
Con todo esto conocido, uno se da cuenta que no se puede hablar a la ligera, ni mucho menos, sobre esta cuestión. Como que no debería hablarse a la ligera de ninguna otra. Porque aquí también las aristas son muchas. Y que la verdad y las motivaciones son verdaderamente complejas. Toda aquella acusación se vuelve contra Rusia, ahora, en el manejo hábil de la ignorancia sobre estos y tantos otros episodios. Y entonces, a la ligera, Putin es Hitler. Un ruso es Hitler. Una locura.
Los destinatarios de la mentira le pasan por encima a una verdad tremenda, olvidada y tapada por los voceros occidentales. Al nazismo lo venció, fundamentalmente, Rusia. Primero, cuando se defendió y detuvo a los alemanes en su propio territorio. Y después cuando atacó a Berlín, llegando primero que nadie y regando de sangre a toda Europa Occidental. ¿Saben cuántos rusos murieron en la II Guerra Mundial? ¿Cuántos ofreció ese país en el enfrentamiento con el nazismo? Casi 24 millones de muertos entre soldados y civiles. ¿Saben cuántos dejó Estados Unidos en el tendal de las batallas? 116 mil. Es muy grande la diferencia como para que ahora digan, con una soltura de cuerpo que espanta, que Rusia podría estar comportándose como un nazi.
Terminar con la guerra sería llegar a un pacto definitivo. Pero para ello la OTAN y los Estados Unidos se deberían comprometer, con hechos y evidencias concretas, a no involucrar a Ucrania con la OTAN. Ni más ni menos. Ahí se termina la historia, si de verdad quieren terminar con la guerra. Pero no: quieren jugar, sin tapujos, con que Ucrania esté en la OTAN y en el momento que se les antoje, aniquilar a Rusia. Un misil tirado desde Alemania llega en mucho más tiempo que uno enviado desde Ucrania. Se sabe. Es muy distinto.
Por eso se debe confrontar con tanta mentira que uno de siente abrumado. Igual que en la política local, por supuesto, se da en el panorama internacional.
O que lo digan: ¿está bien acaso, matar un millón de iraquíes…?
Por caso, anoche recibí una nueva lección sobre lo que es la mentira y la infamia del mundo que habitamos. En las últimas horas vi la película 11-M, sobre los atentados en Madrid del 11 de marzo del 2004. Ese día se van a recordar las 192 muertes que produjo. Pero seguramente España entera y los que vean esta película se van a interesar por las falsedades del gobierno de José María Aznar. Es un aprendizaje, porque el tipo de mentiras que padecieron los españoles, son similares a los que ahora debemos soportar con el tema de la Guerra del este europeo. La primera pregunta que me surge es cómo este lacayo de George Bush, puede estar mínimamente vigente en la vida política de España, y lo está. Al mismo tiempo, me provocó mucho orgullo, porque lo admiro, cuando advertí en el film sobre el papel del doctor Baltasar Garzón, quien fue el primero que dijo, en absoluta soledad, que el atentado no era de ETA, como mentía Aznar. Lo dijo a las horas del atentado. Tuvo el enorme coraje de ir contra la corriente.
¿Está bien acaso, matar un millón de iraquíes…?
Es un tremendo ejemplo en medio de un tremendo drama, como el que vive la humanidad actualmente.
Es por eso que urge entender la necesidad de investigar, de preguntar, de saber de qué se trata en realidad. De todos nosotros. Los periodistas, los investigadores, y fundamentalmente, los hombres y las mujeres de a pie… Más que nunca debe evitar dejarse llevar por la información hegemónica, mentirosa, mafiosa, vil. Más que nunca debemos trabajar de ciudadanos.