Dice Leopoldo Moreau: “En las causas de espionaje y también en las causas de corrupción que involucran al macrismo, siempre intentan que vayan a Comodoro Py cuando no están allí. Porque allí tienen a los cómplices, a los compinches que están dispuestos a proteger a Macri, a los que llevaron adelante el espionaje ilegal y también a protegerse a sí mismo a sí mismo”
A lo que el presidente Alberto Fernández agrega que “responden a sus mandantes políticos”.
Se refería a los jueces Mariano Borinsky y Javier Carbajo, quienes propiciaron el pase de la causa de espionaje, desde los tribunales de Lomas de Zamora a Comodoro Py. Pero además con un agregado bastante grave: quien está reclamando la competencia es María Eugenia Capuchetti, quien el año pasado estaba de turno con el fiscal Carlos Stornelli. Nada menos. ¿Se entiende cabalmente lo que eso significa? Para ser investigada, esta causa quedará en manos de un fiscal que está procesado en otra jurisdicción, justamente por espionaje.
“En Comodoro Py tienen a los compinches que están dispuestos a proteger a Macri” (Moreau).
No podemos dejar de sorprendernos, aun cuando la sucesión de escándalos sea interminable.
Volvamos por un instante a Leopoldo Moreau: “Están saliendo todas las visitas que le hacían ellos a Macri (entonces, presidente)… Lo hacían antes de tomar alguna decisión judicial contra Cristina Fernández o contra cualquier opositor. Están los listados de entrada y salida de casa de Gobierno. Jueces que entraban y se quedaban cuatro horas con el Presidente, que no era otro que Mauricio Macri, y tres o cuatro días después salía una denuncia contra Cristina o un procesamiento. Contra ella o contra cualquier otro opositor”.
Habla de las visitas del presidente de la Cámara de Casación, Gustavo Hornos, a quien el jueves de la semana pasada denunció el diputado Martín Soria. Fueron registradas seis visitas a la Casa Rosada. Dejaron las huellas personales pegadas por todos lados. No le importaba nada. Esas visitas significaban un despreciable contubernio.
La causa quedará en manos de un fiscal que está procesado en otra jurisdicción, justamente por espionaje.
Borinsky también estuvo en Casa de Gobierno. Y consta que también se reunía allí con Durán Barba. La consagración de la impunidad. Una orgía de la conjura. Una vergüenza. O mejor dicho, una absoluta desvergüenza.
Si eso no es lawfare, ¿qué es? ¿Hasta dónde lo seguirán implementando? ¿Quién le pone freno, un límite ante semejante espanto?
Mi compañero de “La Mañana”, Fernando Borroni suele preguntar quién ‘puede’ ponerle límite. Y yo agrego quién ‘debe’ poner límite a ese avance y consolidación. La coincidencia, el punto en común, es que se trata definitivamente de la política. No queda otra. Es la única que tiene los instrumentos para barajar y dar de nuevo.
Dice José Emanuel Ubeira: “Se acaban de tragar un Caballo de Troya que no tiene nombre. No hay nadie de los jueces de primera instancia de Comodoro Py que esté contento con estas medidas. Saben que los querellantes no nos vamos a quedar con los brazos cruzados, de que esto se va a poner muy complicado, y de que es muy probable que la doctora Capuchetti dure poco en el cargo”.
La política es la única que tiene los instrumentos para barajar y dar de nuevo.
Ubeira, el doctor Maximiliano Rusconi, ni qué hablar de Eugenio Raúl Zaffaroni. Han luchado, han remado contra una corriente de delincuentes de la Justicia, o de indiferentes, de los que no se quieren meter, los que ven que el asunto es demasiado feo. Porque tenés a Clarín y La Nación, orquestando absolutamente todo, además del poder real, la atroz derecha.
Dice el jefe de gabinete Santiago Cafiero: “La Justicia necesita reformarse. Lo dijimos en campaña y lo decimos hoy. Las reformas más avanzadas que se encararon están en la Cámara de Diputados porque la oposición se niega a debatirlas. Un fiscal que está imputado por espionaje: claramente estamos hablando de irregularidades”.
Un dato para tener en cuenta: apenas un 4 por ciento de la población tiene mucha confianza en la Justicia; un 7,5%, bastante; un 48,8% tiene poca confianza y un 39,1%, nada… ¿Esos casi 9 de cada 10 que no tienen confianza, no indican que existe una base social para llevar a cabo este cambio imprescindible?
Pensar que el poder judicial se va a autodepurar es un sueño absurdo.
“El poder Judicial se tiene que autodepurar, le escuché decir al Jefe de Gabinete hace poco. Si piensa que el Poder Judicial va a ir al Llao Llao a hacer un curso de autoayuda, para mirarse en el espejo de la República y decir, ‘caramba, vamos a cambiar’ y ese tipo de cuestiones… Esto así no funciona. Tienen que activarse todos los poderes de la República y tener una decisión política mucho más profunda”. Con ironía y con crudeza lo plantea José Manuel Ubeira. Brillante.
Se justifica, se entiende. Pensar que el poder judicial se va a autodepurar es un sueño absurdo. Un sueño demasiado loco. Hay que depurarlo con una enorme autoridad y con una enorme capacidad de denuncia. Igual a la que tienen los grandes bandidos de los medios que ahora hablan de una embestida del gobierno.
Es imposible la autodepuración. Es una corporación muy hermética, fuerte desde adentro, desde el corazón, que se constituye desde las familias y amigos de las familias que se van encadenando y entrecruzando. Es inmanejable si no se lo maneja desde afuera. Están todos muy comprometidos con ese todo que integran. La depuración la tiene que hacer la democracia. Esto es, el gobierno elegido para que tome medidas con respecto a cómo hacer que la Justicia sea creíble.
Porque a la Justicia no la elige el pueblo.
Apenas un 4 por ciento de la población tiene mucha confianza en la Justicia; un 7,5%, bastante; un 48,8% tiene poca confianza y un 39,1%, nada.
Son pertinentes, necesarias, urgentes, estas reflexiones en días están atravesados por el horror de la Justicia argentina. No puede perderse una hora sin dejar de pensar en esas barbaridades cometidas por Casación. Porque en Comodoro Py estaban las centrales de inteligencia mafiosa. Si hubiera un crimen en Jujuy ordenado desde Córdoba, ese crimen sería investigado en Córdoba, según ellos. Un disparate descomunal. Un absurdo. La obviedad del procedimiento. Todo eso nos acerca a una forma de terror que no debemos dejar de enfrentar. Mientras, por supuesto, Clarín y La Nación con un enorme desparpajo titulan con una falsa embestida del gobiernos sobre la justicia…
Sobran los ejemplos de la manipulación a la que nos tienen acostumbrados. El domingo pasado, la gente de TyC que transmitió para Fox el partido de River, evitó tomar el cartel de vacunación de la provincia de Buenos Aires, en el momento en el que posaban los equipos. Son capaces de cualquier agresión a la verdad y al decoro. Y no debemos ni podemos ser indiferentes.
Asusta el accionar de esta mafia.
Es el gobierno elegido por el pueblo el que debe tomar medidas con respecto a cómo hacer que la Justicia sea creíble.
En medio de este carnaval, si tuviéramos un curso temático nos estaría mostrando una carroza llamada “Los ‘90”. Tendría máscaras de los presidentes de la Argentina y Estados Unidos, del FMI con los cheques de una deuda cuantiosa, de sindicalistas que traicionaron a los trabajadores en un altísimo porcentaje y de CEOs de las AFJP metiéndole la mano en el bolsillo a un jubilado.
También tendría una figura fatal que simbolizaría el indulto a los comandantes.
La carroza incluiría una máscaras de Stornelli abrazado a D’Alessio, de Lorenzetti con un cartel de Pami, de Rafaela como sponsor, de los fiscales Pollicita y Marijuán con una excavadora, con una campera roja y a la cuadra una campera azul que se van cambiando mientras miran a las cámaras.
También estaría Bonadío con una peluca de CFK, Ercolini con muñecos sangrientos de Papel Prensa, Taiano con un memorándum gigante y un mapa de Irán, Raúl Plee con una foto de Milagro Sala con agujas clavadas y Moldes abrazado a Nisman.
Magnetto, con presidentes a la rastra en una mano y una factura de Cablevisión en la otra. Santoro, con una gorra rusa de invierno. D’Alessio, Fariña y Vandenbroele, en la puerta de un hotel. Rosenkrantz, con un cartel que dice “Vivan las corporaciones”. Borinsky, Hornos, Gemignani, Irurzun, y tantos otros, con una marioneta que representa a la Justicia, con ojos de vidrio y una risotada que se repite cada 10 metros.
Todos ellos con disfraces de diablos, haciendo cabriolas por la avenida de Mayo.
Carnaval neoliberal de los ’90. Carnaval mafioso del 2020. La vida, un tristísimo carnaval.