Después de 21 años, un presidente peronista volvió al Coloquio de IDEA. En sí, es toda una noticia. Sin embargo, el hecho no ha sido retratado de ese modo, desde su excepcionalidad. Los medios de comunicación de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) utilizaron la noticia del evento para descargar sobre la figura del presidente Alberto Fernández una serie de reclamos y definiciones. Algunos, de mal gusto y peligrosos. Otros, en tanto, repudiables.
Estamos hablando del 56º Coloquio de IDEA. En criollo: de un evento al que acuden grandes empresarios -el establishment- y en el que entre ellos “se dan manija”. Se autoperciben como los dueños del país, y es sabido que los dueños de la riqueza suelen confundir el tener fortuna con tener la razón.
Mientras el presidente de la república hablaba, comentaba cuáles son los propósitos del Gobierno y llamaba a construir un capitalismo solidario… en el muro de los lamentos y las quejas de los empresarios iban surgiendo diversos comentarios. El diario La Nación, miembro de AEA, recogió muchos de estos comentarios. Algunos fueron off de record, fuera de micrófono, porque se ve que algunos de los participantes no querían decirlo públicamente.
Se autoperciben como los dueños del país, y es sabido que los dueños de la riqueza suelen confundir el tener fortuna con tener la razón.
“El lado B del discurso de Alberto Fernández: qué dijeron los empresarios en el muro”, reza el título de La Nación. Allí dice que Alberto Fernández “ha perdido el rumbo”, que “su palabra está devaluada”, que el Gobierno “no tiene un plan y es insostenible lo que está haciendo”. Estamos hablando de un núcleo de gente, muy enriquecida, que añora el gobierno de Mauricio Macri. Porque ayer, el Presidente asistió a un cónclave donde los que predominaban eran los macristas con nostalgia de macrismo.
Sin embargo, lo que sorprendió fue la aridez y la sequía en términos de ideas que había en el Coloquio de IDEA. No se les cayó una idea que no fuera siempre la misma: ajustar, que el Estado no intervenga, bajar impuestos, afirmar que si el gobierno cuenta con un presidente peronista per se es malo porque la tragedia del país es el peronismo, y autoafirmarse en la idea de que Argentina no tiene destino porque el país ‘precisado’ en el siglo XX perdió el rumbo y desde ese momento viene a los tumbos.
Lo vamos a decir una vez más. Cuando se aplicaron las ideas que estos empresarios defendieron ayer en el muro de los lamentos de IDEA, pasó lo que pasó. Argentina se fue al tacho. En los cuatro años de la gestión de Mauricio Macri al frente del Ejecutivo nacional no hubo un solo año donde no se hiciera un plan, que luego fue sistemáticamente alterado, corrompido e inutilizado. Fue todo un ‘bleff’. Fue un cúmulo de ideas inaplicables, en una realidad como la de la República Argentina. Tienen el corazón offshore.

Ellos no pueden pensar el país porque se sienten fuera de él. La plata bien que la hacen acá, pero miran al país desde afuera. Pero, claro, no lo miran en sus complejidades, en sus bajos relieves, en su total dimensión.
Uno de los más duros fue Héctor Alfredo Poli (foto de apertura), director de Pluspetrol. Lo que dijo sería hasta gracioso si no se pagara con millones de argentinos que dejan de tener acceso al alimento y pasan a vivir en la pobreza extrema, y si no fuera porque 25 mil pequeñas y medianas empresas -de empresarios nacionales de verdad- tuvieron que cerrar durante el neoliberalismo macrista. Poli planteó: “El Presidente dice cosas que Cristina contradice. El problema de desconfianza es que él no se planta frente a Cristina Fernández. Parece que manda ella. Por eso no le puedo creer”. Una suerte de ultimátum donde le quiso decir al Presidente lo que ellos inventaron como problema, el supuesto doble comando: “Cuando estaba Cristina, mandaba Néstor; cuando estaba Néstor, mandaba Cristina; Duhalde era el que mandaba y Néstor era chirolita”. Siempre esta idea de que tiene que haber un monarca que defina todo, aunque después hablan de democracia. No entienden de qué se trata. Y, sin ofender, son políticamente ignorantes. La expresión más clara es el propio Mauricio Macri: balbuceo, ideas erráticas, una tendencia natural al saqueo… y una cabeza offshore.
Héctor Alfredo Poli dijo que el problema es que al Presidente no se le puede creer porque no sabe si gobierna él o lo hace Cristina, por lo que debería sacarse de encima a la Vicepresidenta. Estamos frente a un planteo del establishment. Lo dicen en los quinchos, lo toman los diarios de la AEA y lo devuelven como noticia o análisis de los analistas políticos de los fines de semana, que le dicen al mundo político cómo debe pensar. Estas que eran charlas de sobremesa son tomadas por los empresarios como si fueran análisis certeros, objetivos, imparciales y serios. No lo son. Cualquier análisis serio debe estar hecho sobre la base del desapego. Si uno hace un análisis desde el amor a la plata, probablemente va a ser errado. Si lo hace basado en el amor excluyente de tal o cual figura, lo más probable es que sea parcial.
Cuando se aplicaron las ideas que estos empresarios defendieron ayer en el muro de los lamentos de IDEA, pasó lo que pasó.
Toman lo que les nace de sus vísceras, fundamentalmente de la más sensible, el bolsillo, y pasan a creer que es cierto. Creen que Cristina maneja todo y Alberto Fernández debe convertirse en lo que consideran que debe ser. Llevando al extremo el pronunciamiento de Poli, ¿si Alberto se peleara con Cristina, el país estaría mejor o peor? Cualquier persona sensata, que vive del trabajo y tiene los pies en la tierra, no querría que se peleen porque sería sumar una crisis a la que ya existe en materia económica y pandémica. En cambio, ellos creen que todo estaría mejor.
Este no es un gobierno antiempresario. Desde la época de Menem, un presidente peronista vuelve al Coloquio de IDEA. Si Alberto Fernández fuese antiempresario, no hubiera ido. Además, también están los ATP, las líneas de crédito a tasa subsidiada que ha brindado el Gobierno, el sostenimiento del dólar oficial para que puedan importar y producir las empresas. ¿Dónde está el Gobierno antiempresario? No lo encuentro.
Poli – además de ser familiar del arzobispo de Buenos Aires Mario Aurelio Poli – es uno de los cincuenta ricos más ricos de la Argentina, según la lista de Forbes. Tiene declarados 850 millones de dólares. Es dueño de Pluspetrol junto con Edith Rodríguez, la mujer más rica del país. Ellos están tallando abiertamente contra el Gobierno porque, entre otras cosas, se niegan a pagar el aporte solidario extraordinario. Son los que hacen el mayor lobby para que esto no ocurra. Pero además, Poli fue el tercer mayor aportante individual de la campaña electoral de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, con tres millones de pesos. Quería que Macri volviera a ser presidente. Definitivamente, en el Coloquio de IDEA hay ideas raras.

Parece que a algunos hay que recordarles que el pueblo argentino repudió en las urnas una posible reelección de Macri, a pesar de los millones de dólares que puso el Fondo Monetario Internacional (FMI) por instrucción del presidente estadounidense Donald Trump. ¿Qué mundo está leyendo Poli?
Cada vez que las ideas locas de este sector del establishment llegan al Gobierno, deciden en contra de las mayorías populares. Hunden al país en la miseria y lo sobreendeudan por una simple razón: viven offshore.
Poli se sacó las ganas de castigar al Presidente en público porque es gratis. Y así debe ser. Porque no hay que negarle la libertad de expresión a la derecha. Es una lástima que la use tan mal.
Volviendo a Poli, su familia es dueña de Pluspetrol y cuenta con el mayor emprendimiento gasífero en el suelo de Perú, el Consorcio Camisea. Han sido denunciados por destruir el medioambiente, pero fundamentalmente, porque todas sus empresas están radicadas en paraísos fiscales. Pluspetrol tiene su sede en las Islas Caimán, mientras que las otras empresas que integran el grupo empresario las tienen en Bahamas y en las Islas Vírgenes Británicas. Tienen el corazón offshore.
El presidente Alberto Fernández asistió a un cónclave donde los que predominaban eran los macristas con nostalgia de macrismo.
Poli aparece en el Paradise Papers, en los 13,4 millones de documentos desclasificados de estudios de abogados de Singapur y Bermudas, especialistas en crear sociedades offshore en paraísos fiscales para evadir impuestos o blanquear dinero. Son los trucos fiscales de las grandes fortunas los que utiliza Poli. Este tipo de empresarios son los que hoy están haciendo negocios en Vaca Muerta, emprendimiento que hizo Cristina Fernández de Kirchner, a la que Poli quiere echar del Gobierno.
El empresario y su familia están comprendidos dentro del pequeño grupo de suertudos, de multimillonarios, que van a tener que pagar el aporte solidario extraordinario. Siempre y cuando sea ley, por supuesto. Y que quede claro que están haciendo hasta lo imposible para que eso no ocurra.

Es una verdadera paradoja que el propio FMI, en la voz de uno de sus principales funcionarios, planteó que los Estados se ven obligados, en el marco de la pandemia, a aplicar tributos a las altas fortunas para disminuir el impacto de la crisis económica producida por el Covid-19. Lo dijo el Fondo Monetario Internacional, un organismo internacional que está lejos de ser sospechado de tener ideas soviéticas en la cabeza.
Ni Van der Kooy, ni Carlos Pagni, ni Joaquín Morales Solá te lo explican así. Ellos responden a esa sobremesa del establishment, a la que traducen en prosa para que esos grupos vuelvan a retroalimentarse de esas ideas. Este mecanismo es una tragedia para la Argentina. Necesitamos una élite que sea más seria. Que use el coraje que usó Poli – para criticar al presidente y sugerirle que se pelee con Cristina Fernández de Kirchner – no sólo para generar fortuna, sino para invertir y reinvertir. Para que Argentina sea grande y, finalmente, cumpla con algún destino de grandeza.
No puede ser que lo único que haya en Argentina sean grandes fortunas. Argentina es mucho más que eso. Es un sueño colectivo de millones y millones de personas, cuya riqueza es la diversidad. En este caso puntual, les sugeriría: menos corazoncito offshore y más corazón en la tierra profunda que habitamos.
*Editorial de Roberto Caballero en “Caballero de día”, en La 990.