Si algo nos mostró esta pandemia es que tenemos, entre otras, la tarea de aprender y enseñar los valores del cuidado del ambiente, para evitar así tanto éste como otros problemas que afectan a la sociedad y a nuestro entorno. Este problema sanitario global no es más que una muestra del impacto que generamos como humanos en este planeta y cómo nos afecta. Nuestra salud está íntimamente relacionada con el ambiente y producto del deterioro que en él generamos, en este caso provocamos el aumento de poblaciones animales que pueden albergar enfermedades zoonóticas y que hoy en día, el SARS-CoV-2 se ha llevado consigo más de un millón de vidas humanas.
El uso indiscriminado de los recursos naturales, los cambios en el uso del suelo y la contaminación son parte y consecuencia de lo que por mucho tiempo llamamos desarrollo humano. Hoy sabemos que este desarrollo solo se logra si es sostenible y civilizatorio, respetando al ambiente, a las generaciones futuras y contemplando las desigualdades y diferencias dentro de la sociedad. Nuestra Constitución Nacional trata este tema en el artículo 41, en el que establece que “todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo” .
Es preciso incorporar las 7 R como un hábito: reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar.
En este marco se presenta la Ley General del Ambiente (Ley N° 25.675) que “establece los presupuestos mínimos para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable”. Pero para alcanzar ese desarrollo debemos comenzar aprendiendo y enseñando a respetar el entorno y a todas las formas de vida. El artículo 14 de esta ley dice que “la educación ambiental constituye el instrumento básico para generar en los ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado, propendan a la preservación de los recursos naturales y su utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la población”. También se contempla en la Ley de Educación Nacional (Ley N° 26.206) en su artículo 89, que establece que se debe “proveer la educación ambiental en todos los niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional, con la finalidad de promover valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado y la protección de la diversidad biológica; que propendan a la preservación de los recursos naturales y a su utilización sostenible y que mejoren la calidad de vida de la población”. Actualmente existe un proyecto de ley de educación ambiental en cuyo artículo 3 dice que “el logro de una gestión adecuada del ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y el desarrollo sustentable, requieren de educación ambiental tanto en el sistema formal como en el no formal e informal”.

Nos planteamos entonces la necesidad de reconstruir, transformar y recuperar valores: todo un desafío desde el rol docente. Incorporar las 7 R como un hábito: reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar. Se trata de formar ciudadanos responsables y con capacidad de crítica.
Ante la constante y masiva generación de residuos, debemos enseñar:
– Nuevos hábitos de consumo responsables: Todo lo que se consume tiene relación directa con lo que desechamos. Parte de estos residuos tardan en degradarse cientos de años. Debemos reducir el consumo y rechazar aquellos productos con envoltorios plásticos de un solo uso.
– Evitar el derroche y utilizar solo lo indispensable: Reducir el uso de servicios y recursos (agua, electricidad, gas) en la medida en que sean necesarios. Apagar las luces si no las usamos, cerrar la canilla al lavarnos los dientes, etc. Evitar la compra de prendas de vestir innecesarias y de moda. No desperdiciar alimentos.
Se trata de crear conciencia y derribar hábitos, entender sobre nuestra relación con el planeta.
– Dejar de buscar siempre la comodidad: Fomentar el transporte más amigable con el ambiente, ya sea transporte público, bicicletas y a pie, reduciendo nuestras emisiones.
– Ser solidarios: Reducir las desigualdades y evitar problemas en la distribución de recursos y alimentos. Todos tenemos los mismos derechos.
– Ser críticos y reclamar por nuestros derechos: Dar las herramientas para que cada ciudadano y ciudadana pueda generar su opinión y decida y pueda reclamar en base a la información que aprenda a obtener y no solo lo que se le inculca. Se trata de crear conciencia y derribar hábitos, entender sobre nuestra relación con el planeta, lo que producimos y cómo lo producimos, lo que consumimos y su procedencia, entre otras cosas.

Consideramos la importancia de instituir contenidos a niños/as y juventudes sobre recuperar valores que consideramos perdidos, olvidados o desacertados. Como educadores debemos transmitir, enseñar, comunicar, esa toma de conciencia sociopolítica y económica, en materia ambiental, implementando aún más la producción de conocimientos creativos, interesantes y al alcance de nuestros jóvenes, qué sabemos en medio de una pandemia cuentan muchos/as de ellos/as con sus familias.
Es aquí, en este momento atípico, inusual, en la Educación, donde estamos comprometidos/as con la herramientas que contamos, de crear conciencia en la comunidad educativa, para la producción de bienes sustentables con el fin de la autosuficiencia y soberanía alimentaria. Sabemos que, tal vez, en algunas comunidades faltan conocimientos elementales de educación ambiental, pero estamos convencidos/as que las juventudes, niñas/os cuentan con una capacidad inaudita para adquirir, transformar, incorporar hábitos conocimientos y educar con distintas propuestas a sus familias, de ello no nos cabe duda, experimentada como docentes.
La concientización ambiental se debe promover en todos los niveles educativos, comenzando con los jardines de Infantes.
Debemos ser “creadores de conciencia social en materia sustentable” con el rol que tenemos, elegimos dentro de las políticas públicas. Contamos con experiencias de diferentes educadores/as, pero sabemos que aún no nos alcanza, que podemos ser un fuerte punto de partida, incentivador, promotor y ejemplificador para una mejor calidad de vida.
Esta concientización ambiental se debe promover en todos los niveles educativos, comenzando con los jardines de Infantes. En el Jardín de Infantes Integral N°3 “La hormiguita viajera”, de la localidad de Rafael Castillo, su directora Claudia Beduino lleva a cabo proyecto institucional en este año 2020 titulado “El cuidado del medio ambiente y la salud”. Ella asegura que separando los residuos orgánicos e inorgánicos, disponiendo los reciclables como corresponde, y reutilizando algunos para todo aquello que sea de utilidad a los niños/as y sus familias, es una alternativa entre tantas para comenzar a solucionar el problema de la contaminación y los focos infecciosos que esto ocasiona.

Algunos aportes que nos transmite la comunidad educativa:
-“En cada esquina, habilitar recipientes con etiquetas, clasificando, ya sea Plástico, Materia Orgánica, Vidrio o Cartón”
-“Realizar talleres de huerta agroecológica, en los distintos niveles educativos para que los/as niños/as y adolescentes se asocien a la propuesta de crear espacios verdes, ya que son el futuro de nuestro planeta”.
-“Distintas organizaciones sin fines de lucro, podrían realizar charlas de concientización en las escuelas”.
-“El proyecto Ecoladrillo, para el uso que se le puede dar al plástico, como realizar bancos, sillas, juguetes, etc.”
Concluimos en afirmar que la educación es la base para lograr el desarrollo sostenible. Reafirmamos el compromiso de todas y todos como docentes para crear conciencia y ayudar a construir ciudadanos y ciudadanas responsables, solidarios/as, críticos y comprometidos en materia ambiental.
*De la Comisión Educación y Tecnología (Grupo Artigas): Cinquemani Damián, Zapata Ana María, Rodriguez Adriana, Arrendal Matías, Legrini Catriel, Beduino Claudia, Goncalvez Madrid Antonio y Valenzuela Graciela. De la Comisión Ambiente (Grupo Artigas): López Amaya Melissa