“Lo que le veo a la oposición, es dar golpes. No se aportan soluciones. Acá tenemos una serie de problemas que son graves. Frente a eso veo una oposición irresponsable, con un discurso de odio. Ante la serie de frustraciones que generan todos los problemas que estamos padeciendo, lo que quieren es encausar esas frustraciones contra el gobierno. No sólo empobrece la política sino que genera un clima de odio”.
El doctor Eugenio Zaffaroni habla de la oposición. Se entiende que incluye a la oposición mediática, la verdaderamente importante, la que corta grueso. Los candidatos que acompañan desde la derecha, podrían ser cualquiera. Simplemente siguen el juego. Aprovechan la circunstancia. Los que marcan el camino son los diarios hegemónicos, por ejemplo, con sus tapas. Por estas horas, lo demuestran con el odio que insuflan por aquello del “vacunatorio vip”, que les dio un resultado excepcional a Héctor Magnetto y a toda esa gente.
Le sacaron buen jugo y ahora lo hicieron reaparecer a través de Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, dos personajes completamente ajenos a cualquier espíritu de justicia. No tenían que estar en la Cámara Federal y los pusieron: desde allí hicieron un enorme daño. Se procuró que no estuviesen más. Pero la Corte Suprema avaló que se quedaran hasta que eligieran a los nuevos integrantes, una manera de darles varios meses para que cometan todo tipo de tropelías. Una de las cuales fue cuando, por estas horas -acto seguido a lo que sucedió el fin de semana con Ginés González García-, la Cámara que integran junto a Mariano Llorens determinó que ahora se reavive judicialmente lo que estaba muerto: el caso “vacunatorio vip”.
Es muy difícil soslayar los discursos del odio, porque se trasladan a casi todas las conductas de la derecha.
No hay allí una discusión jurídica para determinar, sino una cuestión ética. Y bien que se saldó. Y bien que lo pagó Gines González García, debiendo renunciar a su condición de ministro. No fue poca cosa. Ahora va a comer a un lugar y un grupo de gente no le permite sentarse donde él quiera con su mujer. Y esto ocurre ante la indiferencia de otros que no participan, pero tampoco actúan para evitar lo que se le provoca a una persona de bien, que solamente podría ser señalado como autor de un error en el gobierno, y que lo pagó. Es una expresión de odio. Es una victoria de la gente que echa espuma por la boca.
Y, encima, los diarios Clarín y La Nación, mancomunados en el esfuerzo del odio, sacan como tapa lo que los irresponsables y desvergonzados jueces decidieron en las últimas horas.
Es el discurso del odio. No debemos engancharnos, pero al mismo tiempo es muy difícil soslayarlo, porque se traslada a casi toda la conducta de la gente de derecha. No hay una provocación desde el lado opuesto. No la hemos detectado. ¿Usted les dice algo que sea hiriente a personas que piensan diferente? Consiguieron que estemos a la defensiva, en el peor o en el mejor de los casos. Pero no se aplica esa agresividad que la derecha va construyendo en una permanente provocación, en querer llevarse todo por delante a todo.
Hace pocas horas estaba en un teatro, en el Border, viendo a un grupo joven muy empeñoso, muy entusiasta. Y alguien me pidió una foto y otra persona hace un comentario, de esos que solamente dicen los que tienen cobardía, porque se expresan como mordiendo las palabras. Uno sabe que conllevan una provocación. Ocurre muchas veces. Ese hombre estaba solo. ¿De dónde saca coraje, ganas, alguien que va a divertirse, a pasar un buen rato para generar algo así? Algo lo empujó a estar allí y molestar a otra persona que no le provocó ningún daño. Es el hábito de llevarse todo por delante. No pasa nada porque uno se lo banca, porque uno está como entrenado.
Atacan cualquier tontería que a ellos les parece vulnerable, como la frase de Victoria Tolosa Paz.
Es un hecho aislado. Pero es una tristeza lo que pasa.
Hay que ayudarlos. Entre la familia, los amigos. Hablarles, cuando se ve una conducta así. No se puede vivir de esa manera. Son cobardes: las personas que le gritaron a Ginés, es probable que no se animaran a recorrer ese camino mano a mano, cara a cara. Como aquello que pasó con Axel Kicillof, hace ya varios años en un barco, uno de los ataques más viles, promovidos por los diarios. Pero es importante recordarlo, ahora que vuelven esas tapas. Las de ayer, las de mañana, las de siempre. Son unos criminales mediáticos los que determinan ese tipo de conductas, los que dan ínfulas, los que están dispuestos a proteger todo desliz del odio y atacar cualquier tontería que a ellos les parezca vulnerable, como esa frase de la candidata Victoria Tolosa Paz que ha generado un torrente de comentarios, en un tema que tranquilamente podría haber pasado inadvertido.
Pero insisten con el odio. Lo mandan a la tapa. Lo dan en sus canales ya maldecidos por quienes queremos un periodismo serio, responsable, que no sea tan cruel.
Con 55 millones de vacunas, con millones de personas vacunadas; con la producción extraordinaria que ha tenido este país en comparación con el resto del mundo; con el exceso de mortalidad de la Argentina, que está muy por debajo de los países más importantes… ¿El tema es volver al “vacunatorio vip”, luego de que una jueza determinara que ya no tenía qué ver jurídicamente y lo cerró…? Son demasiado obvios. ¿Les parece que Bruglia y Bertuzzi hayan tenido un resquicio de vergüenza para proceder como lo hicieron, reavivando una causa que jurídicamente no tiene nada? Lo hacen reaparecer para permitir que vaya a la tapa de los diarios. ¿De qué les sirve? ¿Qué puede pasar? Nada. Tiene que ver con la campaña. Da la impresión de que no les resulta nada lo que estaban buscando y que, es su desesperación, se llevan todo por delante.
“El odio de los medios de comunicación que siempre estigmatizan a sectores políticos es el cando de cultivo de la violencia” (Máximo Kirchner).
Ni siquiera les alcanzó el buen triunfo de Corrientes: un dato interesante, porque era esperable, pero no por tanto, y entonces habrá que ver si las encuestas que arrojan que el gobierno está arriba de la oposición, se corresponde con la realidad. Ciertamente sería formidable para el oficialismo que ha tenido que luchar contra la situación que dejaron los neoliberales, y contra la pandemia que ha devastado al mundo.
Pero no les alcanza con eso. De ninguna manera. Van por más todos los días, y van siempre con la bandera del oído. Agitándola con todas sus fuerzas.
Dice Máximo Kirchner: “El odio de los medios de comunicación que siempre estigmatizan a sectores políticos es el caldo de cultivo de la violencia. A esa Argentina no hay que ir (…). Respondamos con más trabajo, con más voluntad, con más dignidad, con más amor, con más deseo por el futuro para poder salir de esta situación”.
Está bien, pero a veces da miedo que efectivamente, un día haya una reacción ante semejante provocación, que siempre viene de un solo lado. He visto decenas de actitudes de llevarse todo por delante, de hablar con voz alta ofensivamente donde hay gente que puede pensar distinto… Es como que los medios con su odio quieren empujar a una situación bien desgraciada. Que algo grave pase, justamente, por todas estas polémicas. Y así volver a echar las culpas para este lado. Porque nunca reconocerán que son los francotiradores, los instigadores de esta conducta terrible, tremenda, peligrosa, que se da en la Argentina del odio.