Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla. En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se había hecho, por algo sería. Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura fresca. (Eduardo Galeano)
Hoy traje un cuento de Eduardo Galeano. “El Banquito” se llama. Uno de los motivos por los que traje este cuento, es porque, desde su simpleza, nos permite pensar sobre nuestras prácticas, sobre lo que hacemos, sobre las órdenes que nos dan y cómo las acatamos. Puede que todos los días estemos haciendo algo y ni siquiera sepamos por qué lo hacemos. Puede que una empresa o que una organización siga haciendo las cosas mal y nadie se pregunte el por qué.
El cuento nos hace ver que es posible naturalizar hasta la cosa más absurda, que se puede naturalizar la mala práctica, práctica que quizás, en su origen, tenía razón de ser, pero que, con el tiempo, naturalizamos su degradación y su sin sentido. Nadie pregunta, nadie interpela.
Yo soy una persona que hace bastantes preguntas, no por curiosidad sino por querer saber y, sobre todo, por querer entender. La mayoría de las veces en las que indago, la respuesta es porque sí o porque siempre se hizo así. Eso está lejos de ser una respuesta, más bien es una descripción, y lo que yo quiero entender cuando pregunto es el motivo, es la razón por la que tal cosa se hace de tal manera. En definitiva, si alguien no sabe explicar ese motivo o esa razón, es porque no lo/a conoce, o, tal vez, porque ni siquiera la haya. Ahora, si la persona no se pregunta ese motivo, prefiere insistir en el error y no se plantea la posibilidad de estar actuando de manera automatizada por los designios de alguna otra persona, transformar la realidad se vuelve imposible. Saber es poder, y, en ese caso, la situación se revierte. Si la persona que repite lo que se le está diciendo, empieza a replanteárselo y comienza a querer saber, pasa a tener un poder, el poder de la búsqueda y del conocimiento.
¿Chequeado se asocia con quienes buscan la verdad en la Argentina? No, se alían con la comunicación concentrada, con Clarín, La Nación, Techint y Farmacity.
Cuando vemos algo que no nos cierra o no encaja, algo hasta ridículo, como eso de hacerle guardia a un banquito, lo que tenemos que hacer es preguntar, no seguir de largo junto con la indiferencia. En vez de decir que tal cosa siempre fue de una manera o que tal otra nunca va a cambiar, debería llamarnos la atención ese acostumbramiento automatizado. Las cosas nos tienen que llamar la atención, deben sorprendernos, porque sino las naturalizamos, y, una vez que las naturalizamos, las normalizamos, y normalizarlas tiene dos acepciones: una de ellas es tomarlas como algo normal, es decir, algo que no sorprende ni llama la atención, y la otra es normativizarlas, transformarlas en norma.
Quiero reflexionar sobre esto por la semana de la vida política, económica, social y educativa que tuvimos en nuestro país, semana en la que hubo muchas guardias del banquito que, en definitiva, no se vieron así por el hecho de no preguntar.
Habrán escuchado y sido partícipes de la polémica que hubo en torno de la toma de deuda por parte de los gobiernos kirchneristas y macristas.
Aquí, en La990, informamos que Vidal declaró que el gobierno de Alberto Fernández tomó más deuda medida en dólares que Macri en promedio, justo con el gobierno de Macri tenía que compararlo, gobierno que nos endeudó a niveles inéditos y en dólares a 100 años. De más está decir que no es lo mismo tomar deuda en dólares, moneda que no fabricamos y que escasea en nuestro país, que tomar deuda en pesos argentinos.

Una organización privada, llamada Chequeado, que se dedica a decir qué es verdad y qué es mentira en la Argentina, y que pretende validar buena parte de los discursos que selectivamente fijan y ponderan como falsos o verdaderos, dijo que las declaraciones de María Eugenia Vidal eran verdaderas. Luego de escuchar la respuesta que el ministro de economía, Martín Guzmán, emitió en relación a las declaraciones de Vidal, Chequeado hizo una publicación relativizando el hecho con la intención de lavar su imagen.
Las preguntas de la agenda mediática luego de este suceso, no giraron en torno a por qué la organización Chequeado se atribuye la potestad de decir qué es verdad y qué es mentira. Chequeado es una de esas organizaciones que surgieron, supuestamente, para combatir las fake news, noticias falsas que, mediante la inteligencia artificial se diseminan rápidamente con el objetivo de desestabilizar a las democracias del mundo.
Cuando uno se fija cuánto dinero maneja Chequeado, se da cuenta que no se trata de uno o dos pesos, maneja más de 75 millones de pesos al año, ¿saben lo complicado que es conseguir 75 millones de pesos en la Argentina para realizar publicaciones periodísticas?
Siguiendo con la dinámica investigativa, cuando uno se fija quién pone el dinero para financiar esta organización, no se encuentra precisamente con carmelitas descalzas. Te encontrás con empresas que forman parte de la comunicación concentrada, entonces, ¿Chequeado se asocia con quienes buscan la verdad en la Argentina? No, se alían con la comunicación concentrada, con Clarín, con La Nación, con Techint, con Farmacity, ¿Saben quién es el fundador de esta cadena farmacéutica? Mario Quintana, mano derecha de Marcos Peña, los ojos y los oídos de Mauricio Macri. Pero esto no termina acá, siguiendo con los financistas de la organización Chequeado, y yendo al plano internacional, te encontrás con Google, con Facebook, con la Embajada de los Estados Unidos, con la Embajada de Gran Bretaña, con la cámara que reúne a las empresas estadounidenses en la Argentina y con la Fundación NED (National Endowment For Democracy).
En el plano internacional, Chequeado es sostenido por Google, Facebook, las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña, la cámara que reúne a las empresas estadounidenses en la Argentina y la Fundación NED (National Endowment For Democracy).
¿Nadie se pregunta cómo es posible que en la Argentina, Chequeado, una organización bancada por todas las corporaciones que nombré anteriormente, tenga la potestad de decir qué es verdad y qué es mentira en nuestro país?
¿Cómo puede ser que una organización privada, financiada por conglomerados empresariales con intereses marcados, sea la encargada de combatir el mal de las fake news? Noticias falsas que, por otra parte, son diseñadas con recursos económicos de esos mismos conglomerados empresariales y diseminadas desde las plataformas de sus propios medios concentrados de comunicación.
¿Por qué nos parece natural que una organización privada de estas características tenga la potestad de decir qué es verdad y qué es mentira en nuestro país, mediante el financiamiento de las mismas corporaciones que frenan la posibilidad de una co-regulación tan necesaria en la Argentina y en el mundo? De hecho, en Europa están procurando limitar a estas corporaciones, mientras que aquí les damos vía libre.
Necesitamos tener una mirada crítica que interpele estas realidades que vienen dadas como si fueran normales y naturales. ¿Por qué nos parece normal y natural que la Embajada de los Estados Unidos destine dinero a una organización argentina que dice tener como objetivo primordial la búsqueda de la verdad? ¿Qué verdad busca? ¿Cuáles son esas verdades que tanto buscan? ¿Buscaron la verdad sobre quién impulsó, promovió y acompañó el golpe de estado en Bolivia? ¿Están buscando esa verdad? ¿Realmente buscan saber quién fue el mayor endeudador serial de la Argentina? ¿Buscan saber quién hundió a la Argentina en una crisis económica de la que todavía no podemos salir, generada por la deuda tomada en dólares y la fuga de capitales? ¿Están buscando cuáles son las empresas que fugan capitales en la Argentina? Porque en el hipotético caso de que las busquen, hay grandes posibilidades de que las tengan muy cerca.
¿Qué verdades están buscando? ¿Cuáles son las verdades que no están buscando? ¿Buscan saber cuáles son los verdaderos conflictos estructurales de la Argentina? Quiero saber qué verdad buscan. ¿Buscan la verdad en torno de los discursos de las empresas estadounidenses que se reúnen en la AmCham (Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina)? Porque si buscan esa verdad, quizás sería bueno entender cómo, desde allí, hacen lobby y presionan, por ejemplo, para impedir la ley de etiquetado frontal en la Argentina, norma que tiene como objetivo principal prevenir la malnutrición en la población, mediante la advertencia de los excesos de azúcares, sodio y grasas saturadas de los alimentos. Ya habíamos dicho que Chequeado cuenta con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos, entonces, ¿Cómo es la cosa? Por un lado, la AmCham presiona para que no salga la ley de etiquetado frontal, es decir, presiona para que no se diga la verdad de cada producto en sus etiquetitas, pero, por otro lado, pone plata para fijar qué es verdad y qué es mentira a través de esta organización. Hay algo que no me cierra. ¿Desde qué paradigma sentencian qué es verdad y qué es mentira?, quizás sea desde el paradigma mercantilista de un grupo de privados sostenidos por corporaciones trasnacionales, ahí sí tendría más sentido. ¿En serio creemos que un grupo de periodistas que recibe apoyo institucional de las corporaciones concentradas, que se oponen a pagar impuestos y a cumplir la legislación vigente, están buscando la verdad? ¿En serio creemos que estos periodistas, asociados a las máquinas propaladoras de mentiras a grandes escalas, pueden determinar qué es mentira y qué es verdad?
Empresas que no han querido pagar el Aporte Solidario y Extraordinario diseñado para morigerar los efectos de la pandemia son las que financian organismos como Chequeado para, supuestamente, buscar la verdad.
Desde una perspectiva filosófica y periodística, ¿dónde está la verdad y la mentira? ¿Cuáles son las deontologías periodísticas? ¿Cuáles son las metodologías reales en un escenario en las que las corporaciones no contribuyen a la búsqueda de la verdad, a la erradicación de las violencias, a la erradicación de los discursos de odio, al pago de impuestos para redistribuirlos en políticas públicas efectivas?
Este es un país en el que muchas de esas empresas, mejor dicho, quienes tienen las acciones de esas empresas, no han querido pagar el Aporte Solidario y Extraordinario diseñado para morigerar los efectos de la pandemia. Esas son las corporaciones que financian organismos como Chequeado para, supuestamente, buscar la verdad.
¿Dónde está la verdad y dónde está la mentira en un contexto en el que son los propios candidatos del escenario electoral los que no quieren firmar un compromiso ético para no mentir? Desde distintos medios de comunicación y desde varios espacios sindicales venimos promoviendo esto, les pedimos simplemente que no mientan. Y ni eso quieren firmar.
Es cierto que, a veces, la Argentina pareciera ser una gran mentira, un país de mentirosos, de negacionistas, y ahí, la verdad, es donde transcurre la peor de las mentiras.

Esta semana supimos que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nombraron director de una escuela a un hombre que está acusado de apologista de la dictadura, de apologista de la violencia institucional y de misógino. ¿Qué responden desde CABA? Que el nombramiento es automático, por ende, que no pueden hacer nada. ¿Cómo no van a poder hacer nada?. El hombre designado como director de la Escuela Nro. 2 Tomás Santa Coloma de Parque Chacabuco, se llama Gustavo Albonico. Las acusaciones hechas por padres y madres de los chicos que estudian allí, señalan que en redes sociales Albonico defendió a la dictadura cívico militar, empresaria y eclesiástica, también pidió el cierre del INADI, el cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, y como frutilla del postre, adhirió al hashtag “Abran las escuelas”, adjuntando al reclamo una foto de la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los mayores centros de detención, tortura y exterminio de la Argentina. Sumado a todo esto, fue acusado de reírse de una violación.

Este señor fue repudiado por la comunidad educativa de Parque Chacabuco, pero, anteriormente, había sido repudiado en la Escuela Nro. 6 Manuel Dorrego, ubicada en Saavedra. ¿Qué había dicho el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respecto a esa situación? Que el sistema de asignación es automático. Parece la guardia del banquito, ¿no? Dijeron, textual, que legalmente no podían hacer nada. De más está decir que no le abrieron un sumario ni una investigación. ¿Por qué? Porque dijeron no estar habilitados a abrir sumarios por expresiones producidas por fuera de las aulas.
En la Argentina, hay una enorme confusión en torno a la libertad de expresión. La libertad de expresión no quiere decir que cualquiera puede decir cualquier cosa, porque no se puede discriminar a las personas en ningún ámbito, porque no puede haber violencia contra las mujeres en ningún ámbito.
Hace falta un plan de alfabetización gigantesco en la Argentina. En general, no se conoce ni el alcance de la legislación vigente y se replican discursos alrededor de un montón de periodistas, que, en su mayoría, no pueden explicar la legislación vigente.
Algunas cosas deben quedar claras. No se puede ser negacionista, no se puede reivindicar a un genocidio. Existen límites para los discursos de odio, y está bien que así sea.
Decir que, fuera del aula, un director de escuela puede ser negacionista no es una respuesta válida. Hay una profunda gravedad institucional en el hecho de que un director de escuela defienda el terrorismo de Estado. ¿Cómo no pueden ver semejante daño a la democracia? ¿Cómo van a decir que esta situación no amerita un sumario?

No es el primer hecho de estas características que ocurre en CABA, y tampoco me sorprende que no tenga tanto revuelo mediático, porque esas tapas de diarios, tanto en papel como digital, y esas largas horas televisivas, están cubiertas con noticias del tipo: “Escándalo por adoctrinamiento en tal escuela”. Sin ir más lejos, La Nación pone: “Se viralizó la arenga de una profesora en La Matanza a favor del gobierno y en contra del macrismo”. Luego de que el video fuera pasado por los medios en incontables oportunidades, la profesora fue suspendida de inmediato, y la oposición pidió interpelar a la Directora de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, Agustina Vila.
La realidad de la educación argentina es mucho más compleja de lo que quieren hacernos creer desde los sectores concentrados de la comunicación. Tan compleja es que, ¿sabés que hacía un docente de CABA según la denuncia de sus alumnos, alumnas y sus padres en 2018? Les tiraba del pelo, les tiraba de las orejas y les metía papel en la boca, entre otras prácticas horribles. Seguramente te estás preguntando por qué no te enteraste de esta noticia. La respuesta está en el blindaje mediático del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Saben qué pasó con este docente? Fue denunciado en 2018 y lo volvieron a designar en el mismo colegio. Una alumna de nacionalidad venezolana denunció que este docente le dijo que sus padres le sacaban trabajo a los argentinos. ¿Eso no es discriminación? Es el mismo que le metía papeles en la boca a los chicos. Y lo volvieron a designar. Entonces, si en la era mediática no hay video, ¿no existió el hecho? O lo que ocurre es que hay mucha gente que estaría de acuerdo con los dichos discriminatorios efectuados por el docente. ¿Cuál es el tema de fondo? ¿Por qué no se habla de las violencias que atraviesan a esta sociedad? ¿Por qué nadie quiere hablar de eso? La conflictividad de fondo es que esas violencias atraviesan el aula, la televisión, el espacio público y a las familias.
El neoliberalismo quiere que nos quedemos haciéndole la guardia a un banquito.
Desde ya les digo, estos hechos que estoy relatando no son tapa de la comunicación concentrada, esa misma que supuestamente pone dinero para buscar la verdad. Chequeado no está chequeando esto. Qué bueno sería que lo hagan ¿no? Porque, refiriéndome específicamente al negacionismo, no se trata de un hecho menor ni de un hecho aislado.
Hemos denunciado sistemáticamente que, durante el gobierno anterior se multiplicaron los discursos de negacionistas. De hecho, funcionarios de alto rango y el entonces presidente, Mauricio Macri, niegan el genocidio y relativizan el número de los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica-empresarial. Jamás repudiaron los hechos vandálicos en contra de los memoriales que pretenden recuperar, justamente, la memoria, la verdad y la justicia. Cuando borraron y tacharon los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo,no repudiaron. Estigmatizan a quienes fueron detenidos-desaparecidos y a sus familiares. Siguen alzando como bandera la nefasta frase del “Algo habrán hecho”. Y lo peor de todo es que no juzgan a los civiles que formaron parte activa de la última dictadura.
Muy por el contrario, nombran a un negacionista como director de escuela, vuelven a designar a un maestro que le ponía papeles en la boca a sus alumnos, y se escandalizan por el “adoctrinamiento” de una maestra en La Matanza porque lo que verdaderamente les molesta es su discurso, es lo que dice.
Durante el gobierno de Macri se multiplicaron los discursos negacionistas. El propio expresidente negó el genocidio y relativizó el número de desaparecidos.
El neoliberalismo quiere que nos quedemos haciéndole la guardia a un banquito. Las prácticas neoliberales y depredatorias son las que están normalizadas en las aulas, por eso no les llaman adoctrinamiento. Las violencias que atraviesan las aulas no les interesan para nada, no les interesa hablar de eso, porque esas violencias solo te van a atravesar si caes en la escuela pública.
En CABA promovieron a un director de escuela apologista de la dictadura, mientras todos nosotros seguimos buscando a los nietos, porque el terrorismo de Estado solo habrá terminado cuando sean reparadas al 100% sus consecuencias. Sin ir más lejos, el negacionismo es una consecuencia del terrorismo de Estado.
Vivimos en un país en el que todavía no conocemos la totalidad de los nombres de los responsables del terrorismo de Estado. Vivimos en un país en donde todavía hay personas que no tienen una tumba a donde ir a llorar a sus hijos, hijas, nietos y nietas. Vivimos en un país donde todavía no sabemos a dónde fueron a parar los bebés robados. Vivimos en un país en donde todavía los responsables no se dignaron a pedir perdón.
A esos que reclaman que la docente de La Matanza pida perdón, ¿por qué no le piden a los genocidas que pidan perdón? ¿Será una de esas verdades que no vale la pena buscar? Quizás haya que chequear algunas de las barbaridades que se dicen vinculadas con el negacionismo.

Argentina es un país en el que todavía, la USAL – universidad de la que egresé y en la que ejerzo como docente actualmente – no le retiró el profesorado honoris causa al genocida Emilio Eduardo Massera. Esta semana, con motivo del día del Detenido Desaparecido, se le está solicitando a la Universidad del Salvador que le retire el profesorado honoris causa a Massera. Esta iniciativa es llevada adelante por el Espacio Interreligioso Patrick Rice, y en la misma, se le pidió directamente al rector Carlos Ignacio Salvadores de Arzuaga que retire esa distinción académica. Somos muchas las personas y las organizaciones del campo de los derechos humanos que adherimos a este pedido. De manera textual se le explicó al actual rector de la USAL, por si no lo sabía, que Emilio Eduardo Massera fue uno de los principales responsables del genocidio perpetrado en nuestro país, y que no buscó otro objetivo que instalar un régimen social, político y económico de dominación y sometimiento, que todo lo hecho fue al servicio de una minoría. ¿Saben qué dijo el rector? Que no encuentran antecedentes administrativos para retirarle el profesorado honoris causa a este genocida. Me hizo acordar a la respuesta del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respecto a la designación del director de escuela negacionista, esa respuesta que decía que la designación era automática, por ende, no podían hacer nada. Lo cierto es que existe hasta una filmación que corrobora que Massera recibió un profesorado honoris causa. ¿Qué más hay que demostrar para retirarle la distinción académica a un genocida?
En la primera carta, los solicitantes del reclamo advirtieron: “A quienes pudieran pensar que los efectos de una decisión institucional de este tipo ya no tiene repercusión sobre el presente, habrá que recordarles que así como los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, el compromiso por la Memoria, la Verdad y la Justicia no cesa nunca, constituyendo el mejor legado que las generaciones que hemos sido víctimas y testigos de tanta atrocidad podemos legar a las generaciones actuales y venideras, y haciendo presentes, una vez más, ahora y siempre, a los 30 mil desaparecidos”.
Con argumentos similares a los que usa Larreta, la Universidad del Salvador se niega a retirarle el honoris causa al genocida Emilio Eduardo Massera.
Bregamos para que Carlos Ignacio Salvadores de Arzuaga reciba a los referentes del Espacio Interreligioso Patrick Rice, y retire esta vergüenza, esta mácula que tiene nuestra Universidad del Salvador.
En el año 2014, la Defensoría del Pueblo presentó un proyecto de ley en la legislatura porteña, que pedía declarar sitio histórico el edificio donde funcionó el Batallón de Inteligencia 601, lugar que está en manos de la Universidad del Salvador. Para datos más precisos, el inmueble fue vendido por el ejército en 2003, para luego ser adquirido por la USAL allá por el 2014. Actualmente, en ese edificio funciona la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la USAL, lugar que, durante la última dictadura, fue uno de los sitios de planificación y operaciones más importantes del genocidio, donde se planearon y dirigieron, en el marco del Plan Cóndor, intervenciones represivas que involucraban a varios países de la región. Además, en ese edificio, estuvo secuestrado y desaparecido de manera clandestina, el cadáver de Eva Perón, luego del golpe de Estado de 1955.
Lo que se está reclamando en este caso es el cumplimiento de la ley 26691, que habla de la preservación, señalización y difusión de sitios de memoria del terrorismo de Estado. La Defensoría del Pueblo considera que este inmueble entra en esa categoría, y que se establece en el artículo Nro. 6, que allí se deberán promover actividades educativas, de investigación, de capacitación y de difusión relacionadas con lo sucedido en ese sitio.
De esto tampoco hablan en los medios de comunicación, tampoco va a la tapa de los diarios de la comunicación concentrada. Esta verdad tampoco la buscan.

Los temas centrales de nuestro país, ocupan poco y nada de tiempo y espacio en los medios de comunicación. Como ejemplo de esta apreciación, aparece el caso del dirigente Miguel Arias, quien fue baleado durante un acto de cierre de campaña en Tabepicuá, en la provincia de Corrientes. En la tapa del diario La Nación, aparece la noticia del escándalo de adoctrinamiento de la profesora de La Matanza, mientras que la noticia del dirigente baleado ni es mencionada.
La nota de La Nación termina diciendo que la oposición pidió interpelar a la titular de Educación de PBA, y yo me pregunto, ya que pudo ocuparse de este tema, ¿la oposición no tuvo tiempo de rechazar la agresión al dirigente y exigir que se clarifique lo ocurrido en Corrientes? ¿No tuvo tiempo de repudiar el balazo que recibió un dirigente en plena campaña electoral?. En el diario La Nación, esta noticia no solo no aparece en la tapa, sino que es un pirulito ínfimo hecho casi adrede. ¿Lo que no pasa en Buenos Aires no existe? ¿Por qué la oposición no se manifiesta ante un hecho tan aberrante?
Al lugar fue la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, e inmediatamente declaró que lo ocurrido en Corrientes fue un hecho inadmisible de violencia política a tres días de las elecciones.
Parafraseando a Galeano, ¿cuándo vamos a dejar de hacer lo que nos dicen los poderosos de siempre?
Tabepicuá es un pueblo de 900 personas, en el acto había entre 70 y 90 personas, y, debido a que la bala corresponde a un calibre 22, se supone que fue disparada desde el público. Pero todavía no sabemos qué pasó. ¿En qué está la oposición nacional? Porque el radicalismo en Corrientes gobierna hace 20 años. En definitiva, se trató de un hecho gravísimo ocurrido durante un acto de campaña electoral que no debemos naturalizar ni normalizar, aunque en la Argentina seguimos como si nada. Hechos como este demuestran que los niveles de violencia son cada vez más altos en nuestro país. Venimos señalando el alza de los discursos de odio, las agresiones concretas, los gritos constantes en los medios de comunicación, la descalificación y el desprecio por quienes no adoramos al neoliberalismo. Políticos que hacen campaña diciendo que hay que desterrar a los K y que califican como zurdos de mierda a quienes piensan distinto.
Advirtiendo esta escalada de violencia, ¿Ni siquiera somos capaces de preguntarnos cómo podemos vivir en un clima de demolición permanente?
Parafraseando a Eduardo Galeano, ¿cuántas guardias del banquito estamos haciendo todos los días? ¿Cuándo vamos a empezar a reclamar explicaciones? ¿Cuándo vamos a pedir que, mínimamente, digan por qué dejan que esta realidad siga su curso y que cada vez se profundice más? ¿Cuándo vamos a dejar de hacer lo que nos dicen los poderosos de siempre?, esos que se creen dueños de todo, incluso de nuestra libertad, ¿Cuándo les vamos a reclamar que dejen de hacer esta bendita guardia del banquito?
Lo que necesitamos verdaderamente en este país es democracia, y, por ende, libertad.
*Editorial en Volver A Las Fuentes, Sábados de 8 a 11 hs en la AM990
* Producción: Camilo Caballero