Dice Miguel Ángel Pichetto: “Hay mucho discurso, pero poca información de cuáles son los niveles de avance de las negociaciones y cuál es la propuesta que el gobierno argentino le va a hacer al directorio del Fondo”.
Dice Luciano Laspina: “La política económica es un resorte exclusivo del gobierno nacional. No le corresponde a la oposición ni la negociación con el FMI ni establecer cuál debe ser el programa económico”.
Dice Cristina Fernández de Kirchner: “Teníamos el endeudamiento en moneda extranjera más bajo que se recuerda (…) Que no se hagan los giles, esos que van a los canales de televisión a dar números a la bartola”.
Es una síntesis de lo que pasa en el país. La impunidad para mentir y sesgar versus la impotencia de tener razón pero no conseguir imponerlo. Y en el medio, el sueño eterno de la frustrada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la 26522 que despedazó el macrismo apenas tomó el poder, como un símbolo inequívoco de para qué llegaba a la Casa Rosada.
Hasta el más fanático de los seguidores del PRO saben el desastre que hicieron. Con la ley y también con la deuda que contrajeron, que es lo peor que le sucedió a la Argentina. Aunque pocos de ellos, en un estadio de complicidad y desfachatez pocas veces visto, se animan a sostener semejante barbaridad como que ellos no tuvieron nada que ver. Aunque, en realidad, sí, la cara les da para todo.
La impunidad para mentir y sesgar versus la impotencia de tener razón pero no conseguir imponerlo. Y en el medio, el sueño eterno de la frustrada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Podemos, en principio, volver a hacer un recorrido irrefutable de cómo los economistas ortodoxos, los serviles o los vivarachos del sistema, según cómo se los quiera ver, están todo el tiempo en la televisión con un discurso homogéneo, granítico, facilista, mentiroso. Surge de un trabajo excepcional de mi compañera de las tardes en la televisión, la brillante Estefanía Pozzo. Miles de veces pasan por la pantalla. Todos ellos tienen un nombre, un cierto prestigio, hace mil años que van y van, y le hacen la cabeza a la gente. No hay forma de no verlos. Van y explican, y mienten, y ofenden. Y hablan de la inutilidad del gobierno, de las bondades del mercado, de la maravilla del FMI. Cualquier cosa. Todos los temas le vienen bien, siempre y cuando sea denostar al gobierno, a favor de lo establecido y en contra de la democracia. Apostando para las elites para las que trabajan. Son unos bandidos y al mismo muy peligrosos.
Así construyen candidatos. Les ha salido muy bien. Javier Milei, por caso, es una construcción aviesa y vergozosa de un legislador. Un líder absoluto de esos personajes que pulularon por los estudios de tv desde hace dos años: en el 2018 lo llevaron 253 veces para reportajes que sumaron 53 horas, nada menos. Ese es el fiel ejemplo de la creación de un monstruo. Es imponérselo al votante. Es imponérselo a la democracia.
Y por el contrario, el gobierno ya no tiene la cadena nacional. Ganaron hasta en eso los mafiosos del grupo. Con todos los medios bajo control directo o indirecto, la cadena nacional era lo único más o menos masivo que explicaba los argumentos y la obra del gobierno. Consiguieron estigmatizarla de tal manera que ahora nadie tendría el coraje de ponerla en marcha.
Entonces, cómo se sabe qué es lo que pasa: por lo que dicen ellos, por los economistas que salen militando permanentemente, en los medios que no tienen contra, siquiera la cadena nacional.

En ese sentido, no dejo de sorprenderme de las mentiras de la mafia de Clarín y La Nación. Deliberadas, de ningún modo puede considerarse como errores. Hace pocas horas se supo la falsedad de la denuncia de los “dólares termo sellados”, una de las infamias dichas por Clarín y por sus diputadas pocas horas antes de las últimas PASO, en este caso las impresentables y mentirosas Mariana Zuvic y Paula Olivetto. No sé cuál de las dos más estigmatizadora y más viva para aprovechar estas circunstancias, sin nada, porque no tienen el mínimo talento para vivir en el mundo de la política con propuestas serias. El tema es una canallada de la gente de Magnetto. Salió en tapa y en todos los programas de televisión, incluyendo el tristemente famoso almuerzo-Legrand. Allí había un emblemático periodista del grupo hablando de los “dólares termo sellados”, incluso con una amanuense que le hacía coro y que le agregaba que estaban “sucios de tierra y barro”. Ese señor contó con desfachatez que habían ido a buscar a una señora de apellido López y que en esa búsqueda fueron a una casa en la que vivía un novio, ex compañero, pareja, no se sabe, y que ahí nomás se toparon con cajas de las que se caían los dólares. Nunca tuvo la más mínima seriedad. Se sabía que era mentira, pero asociaron el nombre de los Kirchner con un presunto crimen de alguien a la que habrían matado, porque habría visto algo que no tal vez debería haber visto. Todo en potencial y a tres días de las PASO. A la vez, un periodista con predicamento dentro del grupo, le advirtió a ellos mismo en un tuit del 4 de setiembre, que “no se entusiasmen” (blanqueando de algún modo, cómo cualquiera de estas chanchadas los “entusiasman”) porque “parece que es pescado podrido”. Y les escribió concretamente: “Olor a gente embarrando la cancha”.
Sin embargo el día 5, Clarín sacó el tema en la tapa… Después se supo que eran unas cajas que estaban forradas con billetes del juego “El Estanciero”…
Acá uno pierde la esperanza de que los Magnetto y los Saguier, junto con sus cómplices, puedan recapacitar. No hay manera. De esto no se puede volver. Es no tener límites. Es tener la intención aviesa y tan antidemocrática de involucrar falazmente a los líderes de un partido político con el robo de 75 millones de dólares. Les advirtieron desde adentro que no era así, que se les notaba demasiado, pero ya no podían admitir que la verdad les arruinara el plan mafioso.
Ahora archivaron la causa. Pero por supuesto: ellos, ni mu…
Dice Darío Grandinetti: “Ningún país del mundo existe con el poder que tiene el grupo Clarín en Argentina. En ninguno. Necesitamos esa Ley de Medios que ampliaba el espectro, que apuntaba a que hubiera producciones locales. Se trata de abrir el juego. No quise, no quiero ni querré que desaparezca Clarín. Lo que tampoco quiero que sea lo único que se escuche, que se vea o que se lea. La ley de medios no quitaba, sumaba”.
Ya no tienen necesidad de los militares. Ganan con los medios y la injusticia, como dice Cristina Fernández de Kirchner.
La democracia es atacada en muchos sentidos. Cómo hace un ciudadano para optar cuando le dicen que hay un ladrón y un asesino, y del otro lado la bondad, la caridad, la voluntad de ir contra “vagos”, “planeros”, “los que no aportan nada”. El ciudadano, así, está muy mal informado, pero se queda sin posibilidades de elegir. Es crucial para la democracia. El papel de los medios es terrorífico: por eso algunos integrantes del gobierno (aunque no todos) le tienen tanto miedo. Hace poco entrevisté a una persona que estimo, del oficialismo, pero me daban ganas de terminar con la charla cuando minimizaba el papel de los medios.
No los enfrentan. De vez en cuando tiran una patadita. Pero no surge algo que sea mancomunado, colectivo en el esfuerzo. Una manera de decir “defendamos a la democracia”. Qué democracia va a haber en el futuro si todos los días ellos ganan terreno con los medios de comunicación.
Son sonsos, es una forma de vivir acobardados. Colaboran con su dormidera a que cada día puedan ser peores.
Pongamos de ejemplo, simplemente, lo que es este momento de Córdoba. ¿Alguien puede creer que no gravita La Voz del Interior, que es un diario de la capital de la provincia y de los intereses de Clarín allí…? Lo mismo que Cadena 3. ¿Alguien puede pensar, que en Mendoza, Los Andes no es el que fija la agenda? ¿Se dan cuenta que han tomado los lugares más importantes del país, aunque no pueden, todavía, con el conurbano, que de este modo se convierte en cierto sentido en defensa de los valores de la democracia?

¿Se puede votar entre un asesino y una persona de bien aunque todos sepamos que es una falacia?
Dice Raúl Eugenio Zaffaroni en su libro “La nueva criminología”: “El colmo del vaciamiento de la democracia lo alcanza la eliminación de topes a los aportes corporativos a las campañas electorales, con lo que la lucha política se convierte abiertamente en una puja de corporaciones”.
Dice finalmente el ex juez de la Corte: “A lo largo de Latinoamérica lo que tenemos son monopolios mediáticos. No generan desinformación sino que crean realidad. Uno vive por la realidad que le transmite la comunicación. No sabemos lo que está pasando en Estados Unidos por vía directa, sino por intermedio de la comunicación. Tampoco sabemos lo que pasa en nuestro barrio, en una de ésas… Mientras exista este monopolio, los medios hegemónicos cumplen la función de partido único. Canalizan en la opinión pública lo que en una democracia plural debería hacer los partidos. Pero lo hacen ellos y se convierten en un partido único, en lo que otrora fue el Pravda de Stalin o el Völkischer Beobachter de Hitler”.