El Grupo Clarín lo hizo de nuevo, el pasado viernes. Ese día instalaba en la tapa de su buque insignia, el diario, a la vez que bombardeaba en todos los zócalos y comentarios de TN, que el gobierno de Alberto Fernández estaba incurriendo en un caso de corrupción. De inmediato, al conocerse la pseudo información, nos permitimos decir que seguramente estaban desempolvando el viejo tema de la corrupción porque la campaña no les estaba rindiendo llevándole la contra a la vacunación y a la vida. Tanta militancia e insistencia a favor de la muerte, finalmente los estaba perjudicando. Y se dijeron: “¿Che, y si volvemos a la corrupción?”.
En esa obsesión por el mal, alguien encontró un dato (como siempre sucede), que tenía muchísimas debilidades y que era, en sí mismo, una inmensa falsedad. Pero igual, como suelen hacer en Clarín, se lanzaron sin límites, pensando que el gobierno se iba a apichonar. O que se iba a equivocar otra vez, como en tiempos pretéritos sucedió con los gobiernos de los Kirchner, quienes dejaron prosperar cualquier mentira que lanzaba el Grupo, porque justamente eran mentiras. Pero lo terminaron pagando muy caro. Porque esas mentiras anduvieron dando vueltas, cinco, siete, ocho, diez años… Y el público, lo que llamamos la gente, creyó o jugó a creer que todo eso era posible. Entonces, el viernes pasado salieron a acusar brutal y falsamente sobre la corrupción de Alberto Fernández en la tapa. Un título grandilocuente. Una foto. Un espanto.
El Gobierno reaccionó con celeridad frente a esta nueva mentira del diario Clarín.
Nosotros ese día hablamos del tema. Nos permitimos insistir que alguna aclaración debía venir desde el gobierno, si es que tenían algo para explicar. El argumento era que si la dejaban pasar, iban a dar la sensación de que efectivamente había un caso de corrupción. Nuestras expectativas se cumplieron rápidamente. El gobierno reaccionó con celeridad. Incluso conversamos con un muy indignado y afligido Alberto Fernández en mi programa radial de la mañana.
Ahora, 72 horas después, una nueva semana. Lunes. Transitamos el primer día hábil, tras la horrenda nueva maniobra que se mandaron. Con naturalidad total, la mafia de Clarín pasó de la acusación de corrupción al gobierno, a una pobre cobertura de su propia mentira. No hay nada en la web, por estos momentos.
Pero en el devenir de estas horas hay tramos (que serían graciosos si no fueran un disparate mayúsculo, un espanto inconcebible) de lo que dijo el grupo del “Diario Mentir”. Primero aseguró que el gobierno expresó, en un comunicado del viernes por la noche, que en vez de 19 contratos por 120 millones de pesos, eran 6 por menos de 7 millones, una cifra que, nada más de lo que cuestan las cosas que eventualmente hubiera vendido el ciudadano taiwanés, qué ganancia le hubiera quedado, qué tipo de corrupción podía haber. Me permito ironizar que se asemeja a alguno de los sueldos de los que Mauricio Macri abona tranquilamente…
La mafia de Clarín pasó de la acusación de corrupción a una pobre cobertura de su propia mentira.
Pero luego, el sábado, Clarín acusaba que el gobierno “no había admitido que ‘el chino’ tuviera una empresa que hacía negocios con el Estado nacional”. ¿El gobierno debe decir eso? Si el tema no se planteó hasta que salió la falacia de Clarín. Hay miles de empresas que hacen negocios con el Estado. Y no, claro, el gobierno no lo admitió… Cómo iba admitir algo si ni siquiera estaba todavía la denuncia mafiosa de Clarín sobre la mesa.
Señores, son demasiados obvios. No tienen ninguna lógica. Hacen mucho daño.
Dijo Clarín que “el gobierno hizo saber que la empresa del ‘chino’ participó de 26 procesos de compra y concretó sólo seis. Clarín –dice el diario- ratifica que 19 de los procesos en que se presentó el chino fueron después de ir a Olivos…“. En “los que se presentó”, ya no dicen “los que había firmado”, ya no dicen “19 contrato por 120 millones de pesos”, que era lo que estaba en la tapa del viernes. Y sostienen que no fueron 6 y no 7. Y no por 7 millones sino por 8.
Mafiosos. NI mencionan la brutalidad de su mentira. Son hampones mediáticos sin ningún pudor.
Para tener un poquito más de razón, Clarín insistió en que hubo contratos pre-adjudicados que llevarían la cifra “a 8 millones… y a 16 en el peor de los casos”. No tienen razón, por eso borraron todo, ni el cronista que escribió la primera nota, ni el segundo, ni Magnetto, nadie dice nada… Pero si tuvieran razón, estaríamos hablando de 94 mil dólares: he ahí la corrupción en la que el mafioso diario de Magnetto involucró al gobierno de Alberto Fernández.
No mencionaron el comunicado del gobierno que aclaró que el Poder Judicial había sido comprador de los productos del ciudadano taiwanés.
Este diario llegó al colmo de mencionar contratos que, luego asumen sin ruborizarse, fueron falsamente anunciados por el fallecido ministro Mario Meoni: los ganó otra empresa, los perdió ‘el chino’, pero falsamente incluyen la cifra de 26 millones de pesos para agrandar la mentira. Ya no tenía sentido, ninguna arista de la denuncia. Pero igual la ponen, con insistencia, con maldad, para alimentar la brutalidad de la mentira que habían arrojado. El error que asumen es casi cuatro veces la verdad de contratos irrelevantes en la relación del Estado con las empresas.
Y así llegamos al domingo, 48 horas después de la perversidad original. Una engorrosa nota sobre lazos familiares, un hombre que fue como un padre para Alberto Fernández, un hermano que entra a Olivos… Eso denuncian: ¡un hermano que viene a mi casa y pasa! No, claro, además, no pueden ofrecer ninguna prueba, nada de lo que acusaban.
Ni siquiera mencionan (porque ya no había nada que discutir) el comunicado que con mucho énfasis sacó el gobierno, señalando que el Poder Judicial había sido comprador de los productos del ciudadano taiwanés. Se volvían a aproximar al colmo de la maldad. Una locura. En un párrafo escriben: “Fernández involucró a un ministro nacional fallecido en un accidente como un posible convocante de (Chia Hong) Chien a Olivos”. Vean que el esperpento periodístico sugiere que el presidente, en su defensa, fue capaz de introducir en este embrollo a una persona que ya no podía defenderse, a un ministro que despidió con lágrimas en los ojos. Incluso, para embarrar más el terreno, redoblaron la perversión: “El Frente Renovador estaba enojado con el presidente”. Mentira.
Lo tremendo es que el nombre de Mario Meoni apareció en la primera nota de la mafia. La del viernes. Ellos mismos lo pusieron. Daban horarios y detalles del supuesto encuentro, el miércoles 11 de noviembre. Y el artículo decía que, meses después de esa reunión, el empresario se había presentado a dos licitaciones en el ministerio.
Finalmente se esconden en una pésima ironía, sin poder insistir en su denuncia original de los 19 contratos en una sola línea. Con la acusación de corrupción, su viejo y brutal caballo de batalla, el grupo de Magnetto, sólo buscaba una pobre salida a sus mentiras.
Una inmundicia. Otra más. Los hampones ya habían concretado su salvaje acción golpista, siniestra, desvergonzada.