La pregunta la hace el enviado de La Voz del Interior (Córdoba) y Los Andes (Mendoza): “Al señor Pichot, le quiero preguntar: ¿Qué lleva a la compañía a traer su plan de negocios a la Argentina, a pesar de los problemas macroeconómicos que existe, las proyecciones que hay, la crisis y demás?”. La respuesta de Agustín Pichot empezó siendo: “Hay veces que autoboicoteamos muchísimo al país. Nos castigamos demasiado y perdemos mucho tiempo y nos vemos… “. Pero la voz de estudios en el Grupo del Mal no lo pudo soportar y cortó la emisión para ir a otro tema. No podía soportar la buena noticia.
En un día de niebla y llovizna en la Argentina, no obstante hay sol. A quién se le hubiera ocurrido que de pronto el país fuera el destino de una inversión de 8,4 mil millones de dólares de una empresa australiana, que es la cuarta productora de mineral en el mundo, y que produce en la Argentina la mayor inversión en los últimos 20 años. Justamente a un país que se quiere levantar a la salida del país de Macri y sus inútiles, y de la pandemia y su mensaje de muerte. Tengamos en cuenta que son incesantes las diatribas contra el gobierno y que debe pelear contra la calumnia y contra la derrota electoral reciente.
Y contra el periodismo más corrupto de la tierra: no hay nada peor, enviciado en la mendacidad, depravado a la hora de hacer daño, putrefacto en su esencia. No para un segundo en atacar al gobierno. Por estupideces, como que Alberto Fernández se rasca la cabeza ante Joe Biden. O se saca foto con otros presidentes y lo tratan de punga que se roba esas imágenes. O no va a la foto “más importante”…
En realidad, lo hacen porque consigue el apoyo del G-20
O porque habla amistosamente con los líderes de otros países.
O porque no cierra con el FMI, como le gustaría al poder real.
Sin embargo, de pronto, aparece una inversión colosal en este país que el periodismo mafioso revela como “ahuyentador de inversionistas”. Por eso, ellos van, se enojan y le preguntan a Pichot: “¡Cómo puede ser, oiga, que inviertan en la Argentina con todos los problemas que hay acá, habiendo países en los que les va mejor! ¿Son tontos ustedes, australianos?”.
Sólo faltó que le dijeran que estamos punto caramelo para un golpe blando y ustedes vienen a apostar por el país. “Pichot, ¿sos ahora kirchnerista? Dedícate a otro deporte…” Lo expresa un periodista de un diario que se llama La Voz del Interior porque no se anima a blanquear que es La Voz de Clarín.

Se quedaron con ese diario al cabo de lo que hoy cumple 45 años. Podríamos recordar la voz de la locutora oficial que hablaba del presidente de la Nación, que no era otro que Jorge Rafael Videla. El 2 de noviembre de 1976, en las oficinas del diario La Nación, en la calle Florida 343, un grupo empresario que tenía una fábrica de papel para diarios fue obligado a ceder (por así decirlo) sus acciones a los tres diarios más importantes del país aliados a la dictadura militar más sangrienta de la historia de la Argentina. Una historia escalofriante de robo, de tortura y de muerte que dio origen a esa hegemonía. El robo sangriento de Papel Prensa a la familia Graiver-Papaleo. Ahí empezó todo. Dominan toda la industria de diarios con el papel. Ese robo determinó que los demás dependieran de ellos, se endeudaran, tuvieran que pedirle fiado y un día cambiaran la deuda por una parte de la empresa, luego otra más y finalmente se quedaran con todo. Pasó con La Voz del Interior y pasó con otros. Hoy en día es de la gente de Magnetto. O sea, es influyente y muy corrupto. No es nada nuevo, pero el ejercicio del poder lo ha puesto fuera de madre. No disimulan ni un poco.
Todo esto nos demuestra que tenemos que ir más a fondo con la batalla cultural que hay que dar contra estos diarios, contra estos fenómenos económicos respaldados en la comunicación, que falsean permanentemente, a través de la fake-news. No se puede tolerar. Se acabó el periodismo en la Argentina si nos lleváramos por lo que hacen estos sectores dominantes. Nos humillan con su imbecilidad. Nos llevan por delante con sus mentiras y siguen tan campantes. Eso es el poder.
Lo hacen todos los días. Lo hacen con el viaje del presidente. Lo hacen como en un “nado sincronizado del ridículo” ejercido por la mafia de Magneto y de la mafia de Saguier. “Fernández, sin la moneda en la Fontana di Trevi”, decía un diario. “Un cierre con dudas y un faltazo”, decía el otro. El presidente que tenía que hacer tres discursos y que se quedó trabajando en ellos en su habitación del hotel es despreciado por esos medios, que por otro lado, dijeron que estaba robando fotos: justo no lo hizo con la más simpática, con la más linda, la que dio la vuelta al mundo en todos los diarios… Pero ellos, en otro de los medios, lo tratan como un “presidente punga en los pasillos del G-20”, “tocando espaldas”, “robando fotos”.

La mafia se está volviendo más idiota todos los días en su afán de hacer daño. Pobre gente la que cae en estas cosas: son los periodistas que dan la cara ante cámaras, los que deben cumplir lo que ordena un mandamás. Una pena que deban responder como trabajadores a esos designios enloquecidos de poder. Si son desobedientes a lo que les dictan, pues entonces los congelarán, o no tendrán más carrera. Pero el personaje central es ese que, como vemos en las películas, tiene un botón ahí, al alcance de la mano, y está a punto de apretarlo para que explote todo el mundo, porque el odio ya lo ha superado.
Lo que no está en la tapa de esos mafiosos es que el G20 recomendó al FMI revisar su política de sobrecargos para los países endeudados con el organismo.
Tampoco está el tuit de Tedros Adhanom Ghebreyusus, el director general de la Organización Mundial de la Salud, que dice: “Me reuní con el presidente Fernández en el G-20 y lo felicité por la respuesta de la Argentina al COVID-19, con más de 50% de vacunados y adherencia a las política sanitarias. Hablamos sobre un pacto internacional sobre preparación y respuesta a la pandemia y a la necesidad de fortalecer la OMS. Gracias”. No, esto no lo publican, porque son los que criticaron, atacaron, vilipendiaron el procedimiento que llevó a cabo la Argentina durante toda la pandemia. Estos personajes que dominan al periodismo son el enemigo del pueblo. ¿Usted cree que puede serlo algunos de los patéticos personajes que se reúnen en los partidos de la derecha? No. Estos son los que verdaderamente matan. Los que tienen poder.
Los que obligan a un periodista a hacer la crítica sobre Alberto Fernández, porque el presidente, al conversar con Joe Biden se tocó la cabeza, se pasó levemente la mano por la testa. “Expresa otro tipo de cosas. La improvisación de este gobierno”, dice ese pobre lacayo.
Son los medios de comunicación de los miserables de Héctor Magnetto y los Saguier. Digamos los nombres de quienes lo único que han hecho en todo este tiempo es robar.
Son los medios de comunicación de los miserables de Héctor Magnetto y los Saguier. Digamos los nombres de quienes lo único que han hecho en todo este tiempo es robar. Y que ahora mismo lo están haciendo. Con los titulares, con lo que dicen en sus canales o en las boletas de Cablevisión. Es un asalto. Es el ejercicio del poder real. Es doloroso que nadie le pueda poner el cascabel al gato. Las herramientas que tiene el gobierno para hacerlo siempre son insuficientes.
Y mientras tanto omiten decir que esa empresa australiana va a invertir 8,4 millones de dólares. Una noticia tan fuerte, tan impactante, tan reconfortante, mientras la oposición se la pasa diciendo que las actitudes del gobierno evitan las inversiones. Pues, cuando las hay, los medios hegemónicos no las mencionan: dicen que el presidente se rasca la cabeza, que roba fotos, que no quiere ir a la foto turística. Le van a pegar por una cosa, le van a pegar por lo otro.
Este es un gobierno sin inversiones, acusan. No lo debe estar haciendo tan mal si nos regimos por la llegada de esta inversión de parte de gente que sabe la Argentina es uno de los pocos países que, en términos relativos, creció en pandemia. No lo hacen como una donación. Sí, la Argentina conviene. La empresa se lo dice a millones de personas. Pero la mafia no quiere que eso suceda. Un tsunami de desvergüenza es lo que nos tiran permanentemente por la cabeza.
“Habiendo trabajado este último año, podemos decir que la Argentina está entre los cinco mayores proyectos de la compañía, después de haber visto 150 proyectos. Yo estoy en el equipo de liderazgo de todo el mundo. Hemos viajado todo el año pasado en medio de la pandemia, a más de 70 países. El proyecto de Argentina se llama Pampas. Va a estar localizado en Río Negro. Una inversión cercana a los 8 mil millones de dólares para crear en una primera etapa más de 4 mil puestos de trabajo en la región”.
Pero no, la mafia se queda con otra cosa y lo corta a Pichot cuando da la buena noticia.