
“Reina” es la traducción de królowa, aunque “drag queen” sería el término más adecuado. La serie polaco-francesa de cuatro capítulos, ofrecida por Netflix, es la historia de un “exiliado sexual” que deja en un pueblo minero del sur de Polonia a toda su familia para vivir su orientación sexual e identidad de género sin las persecuciones nacional-católico-conservadoras de partidos como el actual gobernante “Ley y Justicia”, que propone instalar la pena de muerte, entre otras delicias de la derecha.
“Loretta” es el nombre de la drag que en París, su país de exilio, dirige una famosa sastrería y un bar gay supuestamente famoso en esa ciudad. Por el pedido de su nieta, “Loretta” vuelve a su pueblo natal para donar un riñón a la hija que abandonó y a partir de allí se dispara una comedia entretenida pero imposible, ya que la “homosexualidad” es perseguida en todo el territorio de la “democrática” Polonia, que hoy se arma al ritmo de la OTAN.
Creada por Lukasz Kosmicki y Árni Ásgeirsson, las actuaciones son buenas, la música es propia de la himnología de boliche LGBT y la fotografía es excelente. Para maratonear un domingo de rock embole.