
Netflix decidió crear una categoría: “telenovelesco”, que aparece junto con “comedia”, “thriller”, “drama”, “terror”. En esta plataforma todo puede devenir “telenovelesco”. ¿En qué se diferencia una telenovela pura de una de ciencia ficción telenovelesca? En el uso de recursos como la infaltable historia de amor, los diálogos de gestos, los enredos de tríos o cuartetos, las charlas melosas y/o de autoflagelación de tango porteño o fado portugués.
“La inclemencias del amor”, una producción incluida dentro del movimiento Haillu de la industria cultural coreana, cuenta con los elementos propios de esta estrategia de marketing que articula su Ministerio de Turismo, Cultura e Idioma: recetas de comida (resaltan las colaciones del arroz), los paisajes urbanos y agrestes, y las bondades de las estaciones climáticas cada vez más extremas debido al cambio climático.
La trama telenovelesca se articula en un cuarteto amoroso de compañerxs de trabajo de la AMC (Agencia Metereológica Coreana) que ven enredados sus amores con el “recato” conservador de la familia ampliada coreana. En cada capítulo, que lleva el nombre de un fenómeno climático, se van hilvanando los avatares de toda relación amorosa: celos, traiciones, masoquismo, individualismo y drama familiar como metáfora de un clima que sufre los mismos dramáticos cambios producto del calentamiento global. Amor y clima son presentados como toboganes con final a descubrir.
Dirigida por Cha Young-hoon e interpretada por Jin Ha-kyung como la meteoróloga principal, esta serie es producida por la poderosa corporación surcoreana JTBC y mantiene la tensión de su trama, enseña sobre climatología como “peldaño de la seguridad pública” e invita a seguir conociendo a este país a cuyos habitantes les seguimos diciendo “chinos”.