En el mundo se calcula que hay más de 100 millones de personas refugiadas por diversas causas. Si a ese número le sumamos los desplazados/as por motivos económicos, la cifra redobla el horror. Para imaginar el primer dato: significa que un poco más de dos veces de la población argentina se fue de sus países de origen porque sus vidas corren peligro.
Por historia nacional, sabemos que Suecia supo ser, en las épocas en que la socialdemocracia aún defendía el Estado de bienestar, un país receptor de quienes escapaban de persecuciones en sus naciones de origen.
En el mundo se calcula que hay más de cien millones de personas refugiadas por diversas causas. Si a ese número le sumamos los desplazados/as por motivos económicos, la cifra redobla el horror.

Entre esos cien millones de personas refugiadas, la mayoría son niños/as. Así como toda Europa está sobregirada a la derecha, Suecia endureció los criterios de otorgamiento de asilo. Y esas familias se ven sometidas a un proceso tortuoso, primero de aceptación, que suele resolverse en repatriaciones. En los grupos donde hay niños/as comenzó a observarse una “enfermedad”: el “síndrome de resignación”, que consiste en una desconexión total con el exterior, que puede llegar hasta el estado de coma.
La derecha facha de Folkpartiet liberalerna y Centerpartiet, siempre pronta al insulto y la brutalidad, dijo que esa enfermedad era producida por la propia familia, para no ser expulsados/as de la gélida nación. Sin embargo, el sistema médico tomó nota y comenzaron investigaciones que hasta el momento caracterizan a este síndrome como el resultado del trauma que sufren niños/as al no soportar la desesperación de sus familias.
En esas familias donde hay niños/as comenzó a observarse una “enfermedad”: el “síndrome de resignación”, que consiste en una desconexión total con el exterior, que puede llegar hasta el estado de coma.
Les piebes “se apagan” hasta morir. La recuperación es un complejo y lento proceso de “revivir” vidas casi inertes por la brutalidad de una distribución inhumana de la riqueza y las posibilidades de vivir dignamente.
Estrenado en 2019 y con la dirección de John Haptas y Kristine Samuelson, “La vida me supera” es un documental de 40 minutos disponible en Netflix donde se sigue la historia de varios/as niños/as en Suecia, sus biografías y los avatares de una enfermedad que ya se declaró en otros países a los que nadie fue por motivos propios.