La síntesis de Axel Kicillof es muy apropiada: “Están en una dificultad. Quieren apretar el botón de reset: que aquí no pasó nada, que la pandemia limpia estos cuatro años de neoliberalismo, la deuda, el FMI. Esos son los problemas reales que hoy tiene la Argentina: lo estructural más lo que generaron ellos. Pero lo que surge como campaña, es la agresión, la acusación, las críticas falsas”.
Tal vez en este invierno crudo, la pelea entibie un poco la vida. La pelea por mantenernos con la esperanza latente. Con la certidumbre de que lo que ocurre pertenece a una vieja, viejísima convicción personal que alimenta esa pelea. Una pelea por la verdad. Que hoy se traduce en una pelea por la vacunación.
La oposición cree que la pandemia limpia cuatro años de neoliberalismo. Cuando se hacen las cuentas de lo que pasó hasta diciembre del 2019, se advierte que es imposible superar en incapacidad, o en capacidad para el daño, lo que realizó el gobierno en el que estuvo a cargo Mauricio Macri. Ese personaje al que no le importa si estuvo en contacto con alguien con coronavirus, si debía cuidarse o no… No, el tipo viaja, hace lo que se le antoja… Es un símbolo de ese poder que se lleva todo por delante.
¿Pueden ser hinchas de la muerte porque especulan que les puede venir bien desde el punto de vista político?
De ese poder que nos maneja. Son incapaces, muy ladrones, pero tienen el respaldo que los hace sumamente poderosos, casi impunes. Lo saben. Lo ejecutan. Eso que tanto desvela en el lado bueno de la política: hacer valer el poder político en toda la dimensión que tiene, aun teniendo menor peso específico que el poder real. Pero ellos, en el otro lado, no tienen ningún inconveniente.
“La enorme mayoría de nuestro pueblo cumple con los cuidados. Por eso, los casos bajan. No por el piripipí sino por los sacrificios y la conciencia de nuestro pueblo”, remarca el gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien participó, junto al presidente Alberto Fernández, del homenaje a las víctimas del Covid-19, en el Centro Cultural Kirchner. Un delicado acto, con música y poesía, para el que convocaron a representantes de distintos sectores políticos y sociales. La presentadora fue la actriz Laura Novoa, con una ternura y una delicadeza sublimes. Una conmemoración muy emotiva, sentida, en el que se remarcó la labor del personal sanitario, que en todas sus modalidades e instancias, estuvo presente en el acto. Hubo canciones, hubo Bach, hubo folclore, hubo Charly, hubo algo que nos acercó espiritualmente en forma notable a quienes están todavía en el duelo de la pérdida de miles y miles. Vamos a llegar pronto a los 100 mil muertos en la República Argentina. Es muy doloroso.

Alguien dijo: “Vengo a rendir homenaje por los equipos de salud a los queridos compañeros que ya no están”. Se llama Alicia. Otra señora, Paola, aseguró que el acto era necesario porque “la pérdida de seres queridos es una de las cosas irrecuperables que nos deja la pandemia. Y como sociedad, debemos tener en cuenta todo lo mucho que llevamos aprendido en este año y medio”. Uno de sus hijos, Francisco Néstor, le mandó una carta al presidente en la que remarcó la responsabilidad de su cargo. Ella la llevó y se la dejó. Adentro, una niña y un niño se encargaron de encender 24 velas blancas, en medio de la estremecedora Zamba para no Morir, interpretada por Nadia Szachniuk con Juan Falú en la guitarra. Hubo otros artistas de enorme valor.
Para rendir ese homenaje. Para sumar al mejor de los homenajes que es, como sugería Axel Kicillof, “que ya no queden casi personas de riesgo sin vacunar… Es la mejor forma: luchar, poner el hombro. Dejarse de embromar…”
La oposición cree que la pandemia limpia cuatro años de neoliberalismo.
Luchar, poner el hombro. Lo contrario a esa oposición y los medios de comunicación que juegan permanentemente en contra. Provocan patetismo. “La oposición se enoja cuando llegan las vacunas. En ningún diario alemán fue tapa conventillera y sensacionalista, que la canciller (Merkel) se hubiese aplicado en una vacuna diferente en la segunda dosis”, remarca con acierto Daniel Gollán.
Mientras que acá, cuando llegan millones de vacunas, la oposición se enoja. ¿Cómo puede ser un gol en contra que lleguen 24 millones de vacunas? ¿Cómo puede ser que no lo festejen? ¿De verdad dependen que la gente se muera para que les vaya bien en las elecciones? ¿Funciona en ellos, la necesidad de 15 o 20 mil muertos más, que el número de víctimas sea cada vez más impresionante, y que se lo puedan endilgar al gobierno?
¿Pueden ser hinchas de la muerte porque esto les va a venir bien desde el punto de vista político?

Deberían desprenderse de eso. Dejar de poner palos en la rueda con opiniones absurdas. Como la de Miguel Ángel Pichetto, quien, no olvidemos, pudo haberse convertido en vicepresidente y que fue con Macri en la fórmula: “Le tuvieron que mandar jeringas a Cuba. Cuba es una pobreza infinita. El gobierno argentino no tiene derecho a decir que te van a poner una vacuna cubana. Ni el tiro del final te va a salir… Te tenés que suicidar”. Es indignante. Como lo es el coro de malandras que tienen haciendo claque.
“Peor no se puede”, le complementó el periodista con su morbosa sonrisa. Con su infinita ignorancia. No saben -o lo ignoran adrede, lo que es mucho peor- que Cuba produce vacunas desde hace cuatro décadas. Cuarenta años. Que la Argentina vacunó a los pibes contra el sarampión con dosis cubanas: que el último caso de sarampión en la isla fue en 1963.
¿Cómo se puede estar en contra absolutamente de todo? ¿Cómo se puede hacer desde los medios diabólicos, una constante campaña infernal contra la vacunación? Una campaña de horas y horas de todos los canales, en los títulos, en los diarios, por los radios.
“En ningún diario alemán fue tapa conventillera y sensacionalista, que la canciller (Merkel) se hubiese aplicado en una vacuna diferente en la segunda dosis” (Gollán).
Es un infierno al que nos someten, mientras Gollán nos recuerda que en dos o tres meses vamos a estar cerca de la inmunidad de rebaño. Lo asegura un tipo serio, aun cuando las estimaciones fallaron en el mundo entero, porque todo resulta nuevo en el mundo del Covid-19. Pero así será salvo que las nuevas cepas le ganen a la vacunación.
Todo es un aprendizaje en este año y medio que llevamos de lucha contra el bicharraco. De todas maneras, son muchos los aciertos. Se ha encaminado la situación que debería dar alegría y no esta tristeza infinita, este reclamo airado, sin un verdadero porqué de sectores de la oposición. Avalados en parte del periodismo que debería estar para ayudar, para hacer cultura a favor de la vacuna, para hacerlo a favor de las necesidades que tiene el ciudadano en la argentina. Y no en contra, siempre, como se escucha en esos medios.
“Cada una de esas personas tenía un nombre, una vida, tenían hijos, hijas, madres, padres, familiares, amigos. Todos y todas tenemos afectos que han perdido su vida en este tiempo. Ausencias que provocan vacíos en nuestra sociedad. Ausencias que provocan desasosiego y desconsuelo”, dijo en sus palabras en el CCK, Alberto Fernández.

Pero esta mañana, el principal diario de Héctor Magnetto, poco menos que le achaca esos casi 100 mil muertos al gobierno nacional, sugiere sin disimulo que el homenaje fue una copia y resalta una ausencia (la de CFK) y una presencia (claro, la de Rodríguez Larreta).
Para ellos, es lo importante.
En definitiva, lo que no van a faltar en la argentina son las vacunas. Como tampoco la oposición, la política y la de los medios, mafiosa, descarada y dañina.
*Fuente: AM750