La convocatoria a una nueva protesta de La Bonaerense para el 11 de febrero se realizó en una página de Facebook denominada “Policía Reclamando”. Su viralización hizo que, desde el momento mismo del anuncio, toda la prensa se ocupara del tema con entusiasmo. Ese interés fue potenciado por una sorpresa: el pase a disponibilidad de casi 500 uniformados vinculados al piquete del año pasado en torno a la Quinta Presidencial de Olivos.
En medio de semejante clima clareó ese jueves tan temido. Pero no más de 50 manifestantes (entre efectivos retirados y en actividad) llegaron al sitio de la concentración, en Puente 12. Llovía a cántaros.

Dicho gentío se topó allí con un dispositivo de Gendarmería y un grupo táctico de la mazorca provincial. Sus integrantes pedían los DNI a quienes se acercaban para parlamentar. Eso ahuyentó a la concurrencia.
El “rechifle” –así como en la jerga canera se les llama a los motines– había llegado a su fin. Y la lluvia persistía.
Lo cierto es que la génesis, el desarrollo y el epílogo de este episodio fueron diametralmente distintos al conflicto que sacudió a La Bonaerense seis meses atrás. Pero hubo entre ambas rebeliones un personaje en común.
En este punto es necesario retroceder al 6 de septiembre.

En la noche de aquel domingo ocurrió el primer signo anticipatorio de la crisis policial. Fue cuando una ex asesora de Patricia Bullrich, la doctora Florencia Arietto, dijo en un programa de TN que La Bonaerense “está por hacer alguna clase de movilización”. Y agregó: “Sé que hay una reunión para pedir mejoras salariales y el respaldo que no tienen, porque hay un discurso anti-policía; o sea, tenemos un problema grave”. En ese preciso instante, al comprender que había metido la pata hasta la cintura, se deshizo en balbuceos. Aquel día sus palabras pasaron desapercibidas.
El “rechifle” de los uniformados se desató en la mañana del lunes.
El 5 de febrero pasado ocurrió algo similar, cuando Arietto, entrevistada por Daniel Santa Cruz en la señal LN+, supo predecir otro conflicto con La Bonaerense. Y su arranque fue: “El personal pide apoyo político para actuar. Porque este gobierno es pro-delincuente y anti-policía”. Entonces explicó que las actuales autoridades “justifican el delito por origen social”.
La rebelión inconclusa de los “Pata Negras” ocurrió seis días después. En ese lapso, ella repitió una y otra vez este último juicio de valor.
No siempre pensó así.

En octubre de 2008 fue asesinado en su casa de Acassuso el ingeniero Ricardo Barrenechea durante una entradera cometida por tres pibes chorros. El caso fue memorable porque puso al descubierto el uso de menores como mano de obra delictiva por parte de La Bonaerense. Los policías hasta trasladaban en patrulleros a los forzados asaltantes desde la villa de San Petesburgo, en La Matanza, hasta la zona norte del Gran Buenos Aires. Esa vez fueron detenidos los tres autores del hecho; uno de ellos –Brian, de 15 años– fue defendido por la entonces joven abogada Arietto. Ella –además de desenmascarar este modus operandi– dijo sobre su cliente: “Se lo imputa por ser niño, pobre y vivir en un barrio humilde”. Vueltas de la vida.
¿Qué fue lo transformó a esa mujer en una operadora policial? En rigor, su historia contiene una metáfora sobre la flexibilidad de las creencias. Pero hay que reconocer que siempre mantuvo un principio en particular: figuración o muerte. Lo prueba su vasta trayectoria en toda clase de paneles televisivos.
En la etapa fundacional de su carrera profesional también representó a sobrevivientes de la última dictadura. Incluso se la puede ver en el documental Milagros no hay, rodado por Gaby Weber en 2003, sobre los desaparecidos en la planta local de Mercedes Benz, donde Arietto testimonia como abogada de obreros que trabajaron en aquella automotriz.

Aquel fue uno de sus pasaportes para acercarse al kirchnerismo. Y ya a fines de la primera década del siglo solía practicar su puntería discursiva con Mauricio Macri, recientemente instalado en la jefatura del gobierno porteño. “No olvidemos –dijo entonces en el programa 6 ,7 ,8– que ese hombre está muy flojo de papeles; tampoco olvidemos su procesamiento por integrar una red de escuchas que violentó la intimidad de las víctimas de la AMIA.”.
A continuación se produjo su etapa –diríase– deportiva al ser contratada como jefa de seguridad de Independiente. Aquello ocurrió durante el período de Javier Cantero al frente del club de Avellaneda. No es exagerado decir que fue calamitosa la experiencia de Arietto en el cargo, puesto que con el loable propósito de combatir los barrabravas con la táctica de “divide y triunfarás”, no hizo otra cosa que fomentar la creación de dos violentísimas facciones. Eso ocurrió en 2013, cuando, para colmo, Independiente descendió a la B. Desde entonces los hinchas del rojo la consideran un pájaro de mal agüero.

Tras tamaño logro regresó a la política pura.
Y Sergio Massa resultó otro de sus blancos predilectos. Cuestionando la política de seguridad que éste desarrolló en Tigre, no vaciló en denostarlo por el uso de “un mecanismo peligroso para instalarse como opción en 2015, al asustar a la sociedad deformando el genuino debate del Código Penal”.
¿Qué hizo semanas después? Se sumó al Frente Renovador (FR).
Al tiempo, ya con Macri en la Casa Rosada, comenzó a disparar sobre la ministra Bullrich. Al respecto no está de más exhumar una frase acuñada por ella en su cuenta de Twitter, cuando el crimen de Santiago Maldonado sacudía al régimen macrista: “Gendarmes desbocados, armados, la ilegalidad con la que se manejaron. Noceti dando la venia y Bullrich… ¿aún en funciones?”

¿Qué hizo meses después? Se sumó al equipo ministerial de Bullrich.
Ahora, otra vez desde el llano –y con la buena de Patricia por amiga– la ex asesora ministerial atiende los reclamos de los policías bonaerenses.
Y repite por TV: “El personal policial pide apoyo político para actuar. Pero el gobierno de (Axel) Kicillof primero se victimiza y después te emboca.
¿Cuál sería su verdadero compromiso con los rechifles en esa fuerza?
Claro que las acciones de Arietto están ligadas a los anhelos de Bullrich. Es en este contexto donde adquiere significado el pintoresco episodio de Villa Gesell, cuando un grupo de policías bendijo con la venia a la ex ministra.

Porque el truco consistía en la defensa posterior a esos efectivos por parte de la homenajeada ante el probable enojo del ministro de Seguridad provincial, Sergio Berni.
La propia Arietto lo reconoció en la entrevista para LN+, al diferenciar la empatía de los uniformados hacia Patricia del recelo que Berni les provoca.
La ex asesora también aprovechó esa velada televisiva para desmentir segundas intenciones en su revoloteo alrededor de las rebeliones policiales.
“Berni dice que esto lo está agitando la oposición… lo dice por Arietto –afirmó, refiriéndose a sí misma en tercera persona– Yo no tengo contacto con La Bonaerense… yo no organizo nada”.
Recién al concluir la frase pudo clavar los ojos en la cámara.