
El guion de la serie japonesa “El embarazo de Kentaro” no tiene muchas vueltas. Kentaro Himaya (Takumi Saito, en la vida real) es un hombre japonés que se suma a una larga lista de hombres cisgénero que se embarazan en Tokio desde hace décadas.
Kentaro es un importante ejecutivo en una empresa quien, enterado de su embarazo, comienza a vivir en carne propia todo el periplo de una mujer cisgénero: pensar en cómo seguirá su carrera, quién se hará cargo de las tareas de cuidado, quién elegirá la guardería, cómo combinar la planificación de la atención médica y la elección de donde parir. No es novedad que todas estas tareas suelen recaer en las mujeres cisgénero y que hoy ya se habla de “cuerpos gestantes”, pues varones que no cisgénero también pueden parir. Pero la serie de Netflix apunta al corazón del patriarcado cuando pone a un “varón hecho y derecho” en la tarea de asumir un embarazo y las obligaciones que requiere ser gestantes.
Esta serie japonesa apunta al corazón del patriarcado cuando pone a un “varón hecho y derecho” en la tarea de asumir un embarazo.
Esta tira fue ante un manga (historieta nipona) de Erik Satai, luego producida como serie dirigida por Yüko Sakoda. Entre el humor y la deconstrucción de las xaternidades (hablar de maternidad o paternidad deja por fuera otra formas de lazo social no binario), “El embarazo de Kentaro” se convirtió en el blanco de las flechas de la “nueva” derecha que, como sabemos, no es liberal, sino fascista y autoritaria, porque el único modo de instaurar un modelo del 1 % ganador requiere formas de marcaje, control y eliminación cruzado donde pobres se enfrentan contra pobres en un marco autoritario en que una minoría goza de los bienes comunes.