Estos días lluviosos nos arrojan temas como la resistencia de las grandes fortunas a pagar un pequeño impuesto, que se va a expresar judicialmente esta semana, porque no quieren aflojar un centavo. Tenemos a las grandes multinacionales que descaradamente están estafando al fisco. O el final del Reddit que hizo trastabillar a ese capitalismo tan bien organizado y, para mí, invencible. También está lo del robo del cable, en una pelea dura que hay que dar y en la que el gobierno está haciendo las cosas bien, aunque sin el énfasis -salvo de la gente del Enacom- que nosotros quisiéramos del Poder Ejecutivo. Porque lo que está haciendo Cablevisión es reírse del gobierno.
Todo esto que nos pasa se puede relacionar con una película que revela el crimen organizado financiero de los EE.UU. Se llama “Inside Job” (también conocida como “Trabajo confidencial” o “Dinero Sucio”). La crisis del 2008 es contada con detalles estremecedores, que muestran que el capitalismo financiero es invencible y aseguran un dominio absoluto sobre los poderes políticos. Aunque se trate de gente que nos cae un poco mejor que George Bush o Donald Trump, también Bill Clinton o Barack Obama sucumbieron. Ambos pusieron en los puestos fundamentales del gobierno a delincuentes económicos de los bancos, los fondos de inversión, las aseguradoras y la peste de las calificadoras. Los pusieron al frente de la Reserva y de todo lo que controlaba la economía de Estados Unidos. Se condenaron de antemano. Obama prometió de todo y cuando llegó el momento, no pudo… Porque no se puede con el poder real, porque tienen todo, porque manejan todo.
La película de Charles Fergusson habla sin hablar de la Argentina que conocemos y padecemos.
Es imposible contar una película que muchos hombres y mujeres del gobierno, de la política, harían muy bien en verla.
El capital de la información no se puede sustituir con nada. Es valiosísimo conocer el entramado que empieza en las universidades, que no paran de vomitar economistas que se reparten entre grandes depredadores del mundo. Sólo se salvan los periodistas que denuncian los abusos. Nadie, salvo ellos, queda a salvo. Pero en la Argentina tenemos el problema que el que domina, es el peor de todos ellos.
La película de Charles Fergusson habla sin hablar de la Argentina que conocemos y padecemos. La de los economistas pagos que viven desfilando por los canales de televisión y los centros de poder. La desvergüenza de las consultoras y el trabajo incesante que realizan para establecer un mundo sin regulaciones. Son la clave del desastre de la ola de desigualdad que sacude el mundo.
Desregularon todo a partir de Ronald Reagan y, del otro lado, Margaret Thatcher. Pero la terrorífica realidad vino de 1980, hasta que en 2008 todo estalló por el aire. Por eso es menester preguntarse cómo hizo la Argentina para recomponerse en 2009 y en 2010: un Premio Nobel merecerían quienes pudieron salir de esa trampa brutal del mundo y consiguieron que la Argentina viviera los mejores años hasta el presente.

En treinta años, el 1 por ciento de los ricos metió en la pobreza a millones y millones de personas, ganando billones de dólares para el sector concentrado del mundo financiero. En “Inside Job” consultan a un sociólogo con clientela importante entre los ricos de Wall Street: ¿Por qué no pueden parar de acumular dinero? ¿Qué los arrastra a querer cada día más? Como ejemplo, se muestra cómo es una casa fantástica que se compraba a dos horas de New York. La vivienda es inimaginable y es tomada con un dron. Pero no les alcanza con una, querían cinco.
Inmediatamente pensé que en la Argentina proceden igual. ¿Por qué no pueden parar? No hay modo de que tengan un mínimo control. Ya no del Estado, que casi es indefenso e impotente en estos casos. ¿El motivo? En estos días, unos doce mil ricachones argentinos están lanzados a promover a los cabilderos de la televisión, a esos repugnantes lobistas, a promover la desregulación de absolutamente todo. Cuando en la película se le preguntó al profesional por qué no podían parar de ganar dinero, respondió que ese dinero así ganado le provocaba una emoción que ocupa los mismos lugares del cerebro que aquéllos donde va la cocaína. Así nomás. El mundo es una locura: en cada uno de los grandes ricos, la cocaína y el ganar dinero así provocan lo mismo. Cada uno de los grandes ricos que mandan a los editorialistas de los canales y de los diarios a que hablen mal de gobierno, viven así… Es la excitación con lo mucho que ganan cada día.
En la Argentina se puede ver “Buitres”, la obra maestra de Joe Goldman que muestra el rostro salvaje del capitalismo.
Estados Unidos a veces revisa sus ideas, particularmente en el cine. Acá también pasa. Por estos días se puede ver “Buitres”, la obra maestra de Joe Goldman, que muestra magistralmente el rostro salvaje del capitalismo. Y el comportamiento de eso que llamamos “buitres”, esa despreciable punta del iceberg de un mundo injusto, saqueado y cínico.
Esto nos lleva, invariablemente, a la brutalidad informativa de Clarín y a su empeño en robarnos a cuatro millones de personas, frente a la cara de todo el mundo. Reúnen cuatro mil millones de pesos en dos meses, por encima de lo muchísimo que ganan siempre. Una locura por ganar y por el poder. Y de ahí vienen todas las mentiras. Cruzan a La Cámpora y dicen en la tapa: “Crece la polémica por el uso político de la vacunación”. Pero también juegan con la inflación. No se guardan nada. Cuando se lee y se relee el diario se internaliza aún más el tamaño disparate de una animosidad que no es nueva. Son las condiciones que quiere imponer el monstruo mediático: para trabajar en él deben saber escribir este tipo de notas, ser antiperonistas, demostrarse anti-CFK o aseverar que se vacuna en locales de La Cámpora.

Lo cierto es que no se vacunan en esos locales. Se organizan a vecinas y vecinos, se milita, se debate, se discute. Pero no se vacuna. Se dan clases de apoyo. Pero no se vacuna. Se prepara una jornada solidaria. Pero no se vacuna. Se abraza la patria que soñamos. Pero no se vacuna.
Lo que sí están haciendo, y seguirán haciendo, es informar del modo más rápido y eficiente para cuando haya vacunas para todos. Para que retomar la escuela presencial no signifique un riesgo para nadie. “Los grandes medios de comunicación a raíz de no asumir su derrota, que fue la de Mauricio Macri, tratan a como dé lugar de sumir en el desconcierto, el miedo y el enojo a la gran mayoría de la sociedad para satisfacer sus necesidades económicas y políticas. Estimulan de manera irracional el agobio que causa en todos, las restricciones sociales que causa la pandemia”, respondieron desde la organización. “Tan es así que aumentan las tarifas de internet, telefonía celular o tv por cable, sucios regalos del tan protegido Macri sin la autorización debida, dado que son un servicio público. Actúan para sus intereses bajo la fachada de la libertad de prensa”, continuaron.
Una verdad sobre otra. Ojalá los invitaran al templo del mal, en TN, para decírselas en la cara. Es necesario tratar de paliar el efecto de tanta maldad del grupo de Magnetto. Hay gente con capacidad de daño asombrosa, aunque no se suban al ring. El que sí los subió al ring fue Néstor Kirchner.
Que Alberto Fernández vea “Inside Job”. Es necesario el conocimiento de lo que él ya sabe, pero visto de esa manera. Para que no le pasen por arriba como le ocurrió a Obama.
Esto es lo que mata al país. Detrás de Clarín hay personas que hacen mucho daño. Héctor Magnetto, José Aranda, Lucio Pagliaro, tremendos personajes. Y los mayordomos: los que ejecutan poniendo sus voces a lo que los popes quieren decir. Los que se rieron de Carlos Menen y Fernando De la Rúa; los que metieron a Domingo Cavallo, los que volvieron a ponerlo; los que consiguieron todo de Eduardo Duhalde; incluido Néstor Kirchner, en su momento, hasta que pudo enfrentarlos.
Hay que ponerlos en el ring. Sino son una entelequia. Horacio Verbitsky denunció que Magneto fugó 400 millones de dólares durante el macrismo. Estos tipos tienen que dar la cara. La gente tiene que saber quiénes son. Hay que publicar su foto, como ellos dan la de La Cámpora, o las de las personas que fueron cruelmente llevadas a prisión sin que fuera lo que correspondía, y encima, en pijama y descalzo.

Hagamos algo. Que Alberto Fernández vea “Inside Job”. Es necesario el conocimiento de lo que él ya sabe, pero visto de esa manera. Para que no le pasen por arriba como le ocurrió a Obama, que no es la porquería de Trump. O a Clinton, que lo único que hizo fue prolongar lo que había hecho Ronald Reagan. Es indispensable que los que tienen una responsabilidad para determinar las políticas públicas, los que tienen que ver con las regulaciones, los que deben luchar por una mayor injerencia del Estado, vean hasta qué punto deben lidiar con los enemigos del pueblo, del trabajador, del hombre común.
Vean la película: de algún lado tenemos que sacar recursos que nos permiten mantener por lo alto la indignación que nos provoca tanta infamia.