Desde “Contraeditorial” conversaremos con distintos referentes del movimiento obrero sobre la importancia que tienen las organizaciones de trabajadores en los procesos políticos y en el logro de un sistema democrático plural e inclusivo. El eje disparador de cada nota será la elección del presidente Ignacio Lula da Silva. Desde allí pensaremos cuestiones ligadas al lawfare y las acciones realizadas por la derecha para el debilitamiento de la democracia latinoamericana.
En esta primera entrega dialogamos con Agustín Lecchi, secretario general de SIPREBA, sindicato al que el Ministerio de Trabajo de la Nación le acaba de otorgar la personería gremial en Buenos Aires.

-¿Qué desafíos abre la elección del presidente Ignacio Lula da Silva como representante del movimiento obrero a cargo de uno de los principales estados latinoamericanos?
-Primero hay que remarcar que tanto desde el contexto internacional y regional como particular de Brasil éste representa un momento histórico muy distinto que la primera presidencia de Lula. El principal desafío es enfrentar el avance del neoliberalismo y la derecha más desenfrenada que pretende un retroceso general en materia de derechos para los sectores populares de todo el continente y allanar el avance del FMI en toda la región.
Lula puede encabezar un nuevo reagrupamiento general que tenga como banderas la soberanía en América Latina para que los trabajadores y trabajadoras recuperemos protagonismo y derechos concretos.
En ese sentido la clase trabajadora deberá jugar un rol de movilización para imponerse frente a la derecha pero también entre los sectores heterogéneos de la alianza que llevaron a Lula a la presidencia. Esta experiencia es central para toda la región y la miramos con mucha expectativa, confiando en el liderazgo de alguien cómo Lula de extracción obrera, popular y sindical. Obviamente lo urgente es derrotar al bolsonarismo, consolidar la victoria de las urnas con políticas que transformen la realidad efectiva de la gente. En ese sentido el conjunto del movimiento obrero argentino demostró que lo apoyará completamente.
-Ignacio Lula da Silva fue uno de los presidentes latinoamericanos afectados por la manipulación de la justicia y las operaciones mediáticas combinadas. En nuestro país ello se extendió a la persecución y criminalización de la vicepresidenta Cristina Kirchner y a dirigentes y a delegados sindicales y sociales. ¿Qué importancia tiene la organización del movimiento obrero en desarmar estás operaciones?
-La organización de la clase obrera es central e incluso agrego que más allá de que, a grandes rasgos, pertenecemos a un mismo espacio o sector político (nacional, popular, latinoamericano) la organización de la clase trabajadora tiene que tener autonomía y que su movilización debe ser permanente. Además, en nuestro caso, SIPREBA/ FATPREN somos un gremio de la comunicación, con lo cual entendemos cómo operan de conjunto los grandes conglomerados mediáticos con los poderes económicos y judiciales.

Lo de Cristina en nuestro país fue el caso más grave desde el retorno de la democracia que está cumpliendo 40 años y al intento de asesinato de la vicepresidenta, la figura política más importante del país, se llega con un clima generado por un bombardeo mediático de años y por una causa armada que tiene un fallo de primera instancia proscriptivo, que nos recuerdan los 18 años de proscripción del peronismo donde la clase trabajadora tuvo que organizarse y pelear en las calles sin tregua para recuperar sus derechos democráticos más elementales, sufriendo intervenciones, caída del salario, entre otros retrocesos. Yo creo que aunque pasaron más de 50 años y hubo enormes transformaciones sociales esa memoria colectiva está en nuestro ADN. Pero cuidado porque también está la memoria del 2001 y de las luchas de los noventa contra él saqueo.
Sin movimiento obrero a la cabeza sería muy difícil imaginar una America Latina que pueda hacerle frente de manera duradera a esos poderes que con sede en el Fondo Monetario pretenden tener maniatada a la región para explotar y enriquecerse con nuestros recursos mientras nuestros pueblos se sumergen en la pobreza más extrema.
Creo que nuestro desafío, como movimiento obrero, es tener una mirada que supere el corporativismo y el cortoplacismo. Y además tener una mirada regional. Dejar de estar a la defensiva para construir programa propio, priorizando los intereses nacionales y de la clase trabajadora.
–Las manifestaciones violentas contrarias al desarrollo del ejercicio democrático en nuestro país, el intento de asesinato a la vicepresidenta, los escraches a Roberto Baradel, tienen una dimensión en la promoción de discursos de odio por parte de sectores políticos y medios concentrados. ¿Cuál es, para vos, el rol de los sindicatos en la defensa de las instituciones democráticas y que acciones y políticas deberían realizarse desde las distintas escalas del Estado?
-Los sindicatos debemos participar en todas las instancias políticas y democráticas posibles y no delegarlas a la “política profesional”.
Sin ánimos de plantear una antinomia con otros sectores de la militancia creo que los sindicatos tenemos mucho para aportar en la construcción de sentido, en la batalla cultural desde la formación, pero también desde lo social y cultural más llano. Los sindicatos nucleamos afiliados y contenemos a familias que opinan distinto políticamente o que tienen diferentes recorridos y extracciones sociales, aunque se encuentren en el mismo gremio en un momento particular. Esa experiencia que desarrollamos en el día a día tiene un enorme potencial para dialogar con toda la sociedad con mucha más territorialidad que casi cualquier otra institución.

La estigmatización que sufren compañeros como Roberto Baradel, Pablo Moyano o Pablo Biro, por nombrar solo algunos ejemplos, es el resultado lógico de ser exponentes de luchas que afectan a determinados intereses del capitalismo más concentrado , que hoy tienen una estrategia continental que es la del FMI y las derechas como expresa en Argentina la alianza Cambiemos o en Brasil el bolsonarismo. Hay que apoyar a esos compañeros de manera incondicional pero también discutir cómo construir nuestra propia agenda y dialogar con todos los sectores de la sociedad que hoy son bombardeados permanentemente por los grandes grupos mediáticos, llegarles de manera directa sin intermediaciones.
-¿Cuál debe ser el rol del movimiento obrero en la coyuntura actual? ¿Cómo debe desarrollarse la participación de las representaciones obreras en el marco del proceso eleccionario en curso?
-Para mí es deseable que haya presencia de dirigentes de extracción sindical y de los movimientos sociales en las listas y en cargos ejecutivos, el movimiento obrero y los movimientos sociales debemos ser parte del programa de gobierno, esas demandas deben ser una prioridad. Si eso no sucede, si los gobiernos que dicen representar los intereses de los sectores populares, no priorizan los planteos de este sector más que para contenernos en las campañas, si siguen siendo concesivos a los sectores que luego operan contra el Estado y las políticas públicas, esos gobiernos lamentablemente serán responsables de los avances de la derechas. Creo que lo central es construir programas de gobierno donde el movimiento obrero sea un actor protagónico y sus demandas sean un eje central, porque son las demandas de las mayorías y de los que peor la están pasando.