Unos minutos antes había pasado una persona de 80 años, llamada Tomás, llorando, emocionado de que el periodista que tanto admiraba se estaba recuperado. El movilero Lautaro Maslin esperaba en la puerta de la clínica Alcla, en Palermo, especialmente conmocionado. La cámara apuntaba al interior del hall central y enfocaba en la hilera de ascensores. Luli Trujillo y Diego Iglesias, intentaban disimular su nerviosismo y alargaban los segundos en su charla con Cherquis Bialo. Toda la pantalla de C5N parecía emitir chispazos, captados de la gente que se había agrupado en la vereda esperando su salida.
Se produjo a las 10:33. Víctor Hugo Morales emergió de ese ascensor y lo primero que hizo fue sonreír con ternura. Se le notaba en los ojos, en todo el espectro gestual, aún bajo un amplio barbijo. Se arrimó al movilero y le dio un muy afectuoso puñetazo, leve y con el descargo del cariño de un abrazo prohibido. Fue en el hombro. Fue con el alma.

“Qué placer… Gracias por tanto acompañamiento. A toda la gente de C5N, a Nicolás Bocacce, a cada uno de los periodistas, al Gallego Fernández Llorente que ha hecho un trabajo absolutamente increíble en El Diario. A todos, muchas gracias por haber estado tan cerca”.
Incluso un inoportuno corte de la trasmisión retardó la palabra de Víctor Hugo, la primera en vivo en TV desde que el coronavirus lo derrumbó. Reapareció a los pocos segundos, ya en la vereda, bajo el sol tibio de la mañana.
-Te hemos escuchado con una voz un poco más complicada, con oxígeno. Ahora te escuchamos perfecto.
-Lo único que respetó el Covid es la voz. Perece mentira porque a muchos les afecta enormemente, pero a mí por ese lado, no. Me ha provocado todo tipo de perjuicios. Ha sido verdaderamente traumático, todo lo que pasa y a mí me gustaría transmitirlo mucho, para la gente que tuvo Covid, o para la que no se está cuidando lo suficiente. Es tremendo. Yo siempre pongo el ejemplo de haber sido el rancho de paja en medio de un tornado. Que se llevó de mí, todo. Se llevó músculos, capacidad para respirar… En este momento estoy caminando normal porque tengo unas prótesis (se señala el pie). Esto es muy interesante, porque el pie no levanta solo. Entonces, con esta prótesis, me permite caminar con normalidad. Esta es sólo una parte del deterioro.
“Siempre pongo el ejemplo de haber sido un rancho de paja en medio de un tornado”.
-¿Cómo fue la rehabilitación?
-Maravilloso. Esta gente (del Alca…) hace una tarea maravillosa. Yo llegué devastado. Y me voy, en condiciones que, si soy prudente y hago las cosas que tengo que hacer en mi casa, todo lo que son los ejercicios, la cantidad enorme de remedios que tengo que tomar, voy a ir saliendo poco a poco…
Se tomó un pequeño respiro y eligió el momento para una broma. “Me voy a quitar los lentes, porque si no, no se ve nada de mí… Tengo miedo de tener cara de cansado, que me vean un poco deteriorado”, dijo entre risas. Lo que provocó que su interlocutor, siempre emocionado, le dijera: “Te veo fantástico, un poco más flaco, eso sí…”. Y Víctor Hugo, en el mismo tono, comentó: “Si, claro, siempre queriendo adelgazar… Mirá de qué manera lo logro… Ya recuperé como cinco kilos. Porque no tener el peso suficiente también era un problema muy serio”.
Luego sí, volvió al tono reflexivo y prosiguió: “Es increíble lo que sucede con el Covid. Quiero volver inmediatamente al canal. No se puede hoy, mañana, porque todavía tengo una intervención quirúrgica que hacerme, que me va a llevar dos o tres días… De las cosas que debo complementar para más o menos estar en forma. Todo lo que ha pasado en este tiempo se relaciona con el Covid. Todo el deterioro de la persona. Te ataca por todos lados

Su expresión era la exacta mixtura de la alegría y el deseo de transmitir la gravedad del momento. “El Covid es de una crueldad tremenda. Me pregunto cuántas vidas estará salvando el personal sanitario. Se habla tanto de la cantidad de muertes. A mí me han salvado la vida. Entre el Hospital Perón que detectó lo que tenía. La clínica Los Arcos y ahora esta clínica Alcla, me han recuperado, me han devuelto como persona. Pero, ¿a cuántos han salvado? Yo creo que deben ser miles de personas a las que ha salvado el heroico personal sanitario que trabaja en la Argentina. Lo que hicieron conmigo es sencillamente increíble. En detectar, en curarme, en sacarme el Covid de adentro. Y después eliminar poco a poco, todo lo que el Covid te deja.
-Escuché decir que el Covid te puso 15 años más y que aquí te lo quitaron. ¿Cómo fue el momento de la terapia intensiva? ¿Tuviste miedo? ¿Cuándo te enteraste de la complejidad de tu caso?
-Me enteré cuando, más o menos, la situación estaba bajo control. No supe que estaba tan grave. Lo sabía mi familia, lo sabían algunos allegados muy directos, pero en el momento a mí nadie me dijo. En algún momento charlando con los médicos, cuando dijeron la palabra ‘intubar’ me pegué un susto muy grande porque yo sé lo que significa eso, en cuanto al riesgo que estás corriendo. No porque necesariamente te mueras, pero ahí tomé conciencia de que la cosa era un poco más complicada de lo que yo me pensaba. Yo me fui de mi casa con esta ropa y con un bolsito, con dos o tres cosas, pensando que volvía. E inmediatamente, desde el Hospital Perón, todo este recorrido, que marca esta etapa final de recuperación…
“El Covid es de una crueldad tremenda. Me pregunto cuántas vidas estará salvando el personal sanitario”.
-Antes decías todo el tiempo que caminabas con un hombro (adelantado) para ver si te chocabas con la vacuna… ¿Te vas a vacunar?
-Salgo con anticuerpos, habrá que determinar cuántos. También determinar cuándo me puedo vacunar. Me parece que deben pasar dos o tres meses, por lo que me han dicho. Naturalmente quiero tomar todas las previsiones que sean necesarias. Como vos decís: yo vivía diciendo que me quiero vacunar. Camino así para que me ataje una vacuna. Y sin embargo no llegué a tiempo… Ocurrió esto que, insisto, se convierte en una experiencia humana formidable. Lo que yo he aprendido en estas clínicas, lo que sé del personal sanitario, de su heroísmo, lo que conozco del trabajo de los enfermeros, de los médicos intentando caminos, para recuperarme a mí, a tantos otros. Desde el punto de vista humano un aprendizaje muy pero muy grande. Salgo fortalecido, además de profundamente agradecido.
Luli: -¿Cómo hiciste para mantenerte informado todo este tiempo, porque lo hemos escuchado al día de todas las noticias?
-La música en la computadora y la televisión haciendo zapping permanentemente para informarme fueron una compañía a las que tuve que recurrir. He tenido que ver mucho de la televisión. De lo bueno, de lo malo, de lo horrible, de lo que es esa lucha tan absurda contra la salud y la vida de la gente. Me da la impresión que desde el punto de vista de la información, no perdí nada. Mantuve un poco el vicio de querer estar bien informado. Y además hace dos semanas empecé a hacer mi programa de radio y eso también (N.deR.: lo dice con especial pasión) me potenció, en lo que informativamente tenía para compartir con la gente.
“Patricia Bullrich es una Bolsonaro con pollera”.
-Te ayudó psicológicamente poder estar en contacto con la gente de la radio.
-Me hizo mucho bien. Es como que empezás de nuevo. Y cuando vuelva al canal, ni te digo… Estoy ansioso. A lo mejor hago algo desde mi casa. Me lo tienen que decir Nico y Vero. Veremos. La disposición es la mejor. Ya tengo ganas de participar.
Por un momento bajó el tono y el ritmo. Su voz se hizo especialmente grave. Tal vez para decir algo que salía desde el fondo de su alma. “Si me dieron un ratito más aquí, debe ser para para que sigamos en esa lucha por valores en los que yo creo fervorosamente. Bueno, si me dejaron estar un ratito más en la vida, lo tengo que aprovechar”.
-Te deberían llegar muchos mails. Yo no quería molestarte…
-Vos sos un amigo increíble. Vos, Anabella Sánchez, nuestra productora de la columna… Han estado todos tan cerca. Hay que contarlos por cientos. De amigos directos que conozco, otros no tanto y de la gente del común, ha sido impresionante. Las cartas que he recibido. Increíble. Eso te da mucho ánimo, te fortalece espiritualmente. Te hace sentir mimado, querido, Y en estas circunstancias eso es muy, pero muy especial.

Invariablemente, llegó el momento de la reflexión política. Primero, una referencia a Mauricio Macri y su vacunación en Estados Unidos. “Es increíble. Miente por gusto. Nadie le pidió que se hiciera el héroe diciendo ´yo me voy a vacunar después de todos los argentinos´. Es insólito cómo se porta. Tiene una tendencia a la mentira tan pero tan fuerte… Macri, con la gente, es como ese amigo mentiroso que tenemos en el boliche, donde vamos, sabemos que está mintiendo, lo dejamos que mienta, nos reímos de las mentiras y él, mientras habla, sabe que nosotros sabemos que está mintiendo. Es una especie de código raro el que establece con la gente. No se puede mentir más. Esta es una mentira innecesaria, absurda. Yo creo que en medio de la impunidad, el hecho de tener un canal propio, ahora, con los Saguier en La Nación+; de haber gastado dos mil millones de pesos para regar al periodismo de atenciones, lo hizo pensar que él puede hacer cualquier cosa. Y a mí me parece que no. Ahí está Patricia Bullrich reconociendo que quiere ser candidata a presidenta. Esa es la lucha. Han sido tan crueles en esta ciudad… ¿Cómo puede ser que por las ambiciones de ellos, hayan sido tan crueles como lo fueron? Bullrich, ahora que quiere ser presidenta pelea contra Larreta, contra Quiroz, pero a la vez hay una sórdida pelea con Macri. Ella se hace la macrista porque piensa que Macri no llega a volver a ser candidato, porque está absolutamente devaluado. Se lo ha creído. Una Bolsonaro con polleras”.

Luego, sobre la sanción de la Corte Suprema en el caso presencialidad, enfatizó: “No me sorprendió. La Corte es una vergüenza. Un grupo de mamarrachos que vienen jugando lo que la política les dictan. Por lo tanto no son creíbles. No son responsables, Nada que pueda partir de ellos puede llamar la atención.
Por supuesto quedaba un último mensaje, emocionado y agitado: “Estoy mucho mejor gracias a Dios, gracias a médicos, enfermeros… Voy a decir una palabra, ‘enfermeres’, voy a decir… que me llena el corazón… Lo que yo he vivido, lo que han hecho por mí, lo que me han mimado, cuidado, lo que hacen con todos los enfermos, es algo que conforma la parte más fuerte emocionalmente de mi vida. Amo a los enfermeros…
En eso, desde estudios, Cherquis Bialo le recordó que el domingo se jugará un superclásico… Víctor Hugo se rió a la vez que se mostró exactamente lo que sentía: “Para que lo pueda transmitir, eso espero… Aunque ya estoy agitado… Eso. El oxígeno. Es muy fuerte la falta. Controlar cuánto oxígeno me daban para poder sostener, para darme la vida, para que no me fuera. Fue impresionante”.