María Pía López lo describe con precisión en el comienzo mismo del prólogo: “Este folletín comienza un 1 de febrero de 2016 y termina el 7 de marzo del mismo año (…) El día de inicio, su autor iniciaba la entrega de una lectura de coyuntura en diez capítulos, al borde mismo de la asunción presidencial del gobierno de la alianza Cambiemos, mientras asistíamos con no poco azoramiento al brutal ataque de ese gobierno a las instituciones”.
Se trata de “Derrota y Esperanza, un folletín argentino” (2003/2015), la recopilación de una serie de escritos realizados por Horacio González. Son diez capítulos elaborados en su momento, justamente, para La Tecl@ Eñe, Revista Digital de Cultura y Política, que ahora los reúne y compila en un Libro/Cuaderno que es editado por el Grupo Editorial Sur.
El título y la referencia a la fecha de su confección son más que elocuentes del tenor de este trabajo que, en una nuevo ocasión y como en pocas otras, pretende, dejar constancia de una época, verdaderamente muy reciente, a la vez que traumática para la historia argentina. El autor la vivió como protagonista principal y la relata con su modo de pensar la política, con una estética propia, con un férreo pensamiento latinoamericano, con su fina y precisa visión. Así como lo hizo con toda su profusa producción periodística, literaria, política, en sus clases, en sus charlas, en sus escritos, en sus columnas, en su gestión como director de la Biblioteca Nacional –la última de relevancia nacional-, en todas sus profusas actividades que excedieron largamente su currículum de sociólogo, escritor, ensayista, investigador, militante.
“Derrota y Esperanza, un folletín argentino” (2003/2015), son diez capítulos elaborados para La Tecl@ Eñe, Revista Digital de Cultura y Política,
Trascurrió apenas un lustro desde que esas tan particulares pinturas de la realidad argentina vieron la luz. Años que sobrellevaron realidades controvertidas y que devinieron en una pandemia que también fue implacable con el autor. Horacio González falleció el pasado 22 de junio a los 77 años, y si bien había superado la afección por el virus, fue alcanzado por una infección intrahospitalaria. Por esos días, Vicente Muleiro confió: “Es duro asumir semejante final porque la época, herida por la represión y la derrota, carga con indelebles marcas de emancipación, irrenunciables aspiraciones de reparación e intentos de belleza a contramuerte. En ese punto está la onda expansiva, eso que prevalecerá entre las generaciones que sobreviven y sobrevivirán a Horacio: el afán por encontrar el paso. Y por abrazar un lenguaje tan trabajado por el tiempo que, al aparecer por sorpresa, sea -paradójicamente- intempestivo. En ese cruce crepita el legado de González”.

La onda expansiva. Por estas horas, hay dos libros que dilatan su perenne estimulación al pensamiento crítico. “La palabra encarnada. Ensayo, política y nación” (Clacso) y este folletín argentino, que al decir de María Pía López, realza la triple intención del autor sobre el momento que se vivía por entonces: “Por un lado, dar cuenta del ritmo y modos del ataque; por otro, de revisar críticamente la experiencia del kirchnerismo; y por último, la de dejar indicios de un programa político del porvenir. Triple movimiento o pliegues del mismo, que es el de producir una interrogación del presente. O un análisis de coyuntura”.
Alguna vez el dramaturgo Mauricio Kartun acotó sobre Horacio González: “Es como un relámpago, en un instante breve ilumina un territorio”.
En el prólogo, López, también puntualiza con acierto: “El folletín, es la afirmación de esa pertenencia, la elaboración de los obstáculos (internos y externos) que tuvo esa experiencia y el esfuerzo por reabrir un horizonte emancipador. Son, en muchos tramos, palabras urgidas y amargas, palabras que se arrojan a comprender lo que estaba ocurriendo, su trajinada velocidad y su capacidad de daño. No podrían haber sido escritas, de ese modo, fuera de la tensa coyuntura en la que surgieron, pero su relevancia no se esfuma con los acontecimientos que narraban los periódicos del día, sino que funcionan como una interpretación acerca de los modos de construir política y gobernar. Especialmente sobre los modos en que los movimientos populares y democráticos lo hacen, no para desdeñarlos sino para seguir, orgullosamente, integrando sus filas”.
“Es como un relámpago, en un instante breve ilumina un territorio” (M. Kartun).
El propio Horacio González pergeñó el trabajo como “mi balance de época”. Lo iniciaba un caluroso 1° de febrero de 2016, el día preciso en que cumplía 72 años, el día que Letra Eñe publicaba la primera de esas entregas, que se llamó “La Batalla”. En ese texto, aunque admite rápidamente la derrota, el autor explica que se enfrentaron “núcleos políticos y culturales, provistos de distintas amalgamas de ideas –no digo ideologías- que se expresan en el interior de otras fuerzas (…) de índole ‘cultural’, pero en verdad expresadas en términos de grandes aparatos comunicacionales y empresariales”. El foco amplio, crítico, desmenuzando el accionar del Grupo Clarín en todos esos años, es indispensable. Así como lo es su visión sobre el rol del periodismo. También son muy elaboradas las referencias históricas (el proceso de la llamada Ley de Medios y sus pujas, o el conflicto del gobierno kirchnerista con el campo, por ejemplo), como muy manifiesta su admiración por Néstor Kirchner y por Cristina Fernández.
En ese emblemático primer capítulo termina exponiendo, con un dejo de amargura: “Hoy leo en los diarios que el nuevo Ministro de Cultura dice que ‘echar gente es espantoso, pero necesario’”.
Horacio González prometía continuar esa historia. Así lo hizo y así se refleja en esta “Derrota y Esperanza, un folletín argentino”.