Como si la crisis de esta pandemia fuera un tema irrelevante y no tuviera al mundo en un estado de alerta y preocupación permanente, en los últimos días hizo su aparición en la Argentina un inclasificable elenco de personajes al que podríamos bautizar “los disparateadores”. Miguel Ángel Pichetto, Patricia Bullrich, Alfredo Cornejo y Felicitas Beccar Varela eligieron ser los primeros voceros de este grupo de dirigentes desesperados por arrastrar al país al reino del disparate en el que ellos, y el sector al que representan, parecen vivir.
Para cumplir sus objetivos, apelan a todas las mentiras y calumnias imaginables, sin preocuparse que en cuestión de minutos sus palabras puedan ser desmentidas. No les interesa. Cuentan con la complicidad de medios hegemónicos que jamás les marcarán sus contradicciones, y difundirán sus fake news, como se dice ahora, con la más absoluta irresponsabilidad.
Ellos van contra el gobierno, pero en realidad van contra todos nosotros. Porque rechazan a un gobierno popular y pretenden hacerlo volar. Basta que se anuncie cualquier medida contra la pandemia que los disparateadores salen a criticar todo lo que se les cruza a su paso, con argumentos falsos y creativas interpretaciones de las declaraciones de los funcionarios. Es enloquecedor.
“Hay que volver a la normalidad, las estadísticas no se pueden contradecir con el discurso médico de los muertos imaginarios, los muertos que van a venir que por ahora no han venido”, afirmó Miguel Ángel Pichetto, ex candidato a vicepresidente de Mauricio Macri. Según su particular razonamiento, para darle la razón deberíamos esperar a ver cuántas personas mueren por el Covid-19. ¿Acaso Pichetto sabe cuántas vidas se salvaron en la Argentina por las medidas que se pusieron en marcha desde el comienzo de la pandemia?
Salen a criticar todo lo que se les cruza, con argumentos falsos y creativas interpretaciones de las declaraciones de los funcionarios.
Siguiendo en el reino del disparate, Pichetto criticó con ligereza la formación profesional de los médicos cubanos: “No me gusta el ingreso de médicos cubanos porque no hacen falta. Los argentinos son muy buenos al lado de ellos. Los cubanos son médicos de familia que dan un geniol, los médicos cubanos son muy malos”. Evidentemente, se olvida que esos profesionales están ayudando en más de cien países del mundo, dando una mano generosa en medio de una crisis sanitaria global. Porque además de buenos médicos, son personas hechas para la solidaridad, acostumbradas a asistir enfermos en lugares inhóspitos a los que no suele ir nadie.
Pero Pichetto fue por más y se animó a expresar sus coincidencias ideológicas con la ocurrente senadora Felicitas Beccar Varela, autora de una de las más delirantes teorías conspirativas de los últimos años. “El plan de los presos liberados son futuras patrullas que amenazan jueces y que van, te los largan de las cárceles de distintos sectores y te van patrullando, y te van tomando tu capital y te van amenazando. No es joda”, planteó la legisladora sin ponerse colorada.
El camino de Felicitas sobre el inexistente plan oficial para liberar presos también fue recorrido por Alfredo Cornejo, ex gobernador de Mendoza y actual presidente de la UCR y diputado de Juntos por el Cambio. Estamos hablando de uno de los líderes de lo que quedó del radicalismo de Yrigoyen, Illia, Balbín y Alfonsín, de un dirigente que se permite repetir cualquier cosa que lee por ahí y dice barbaridades ante periodistas que se la dejan pasar o que directamente están desinformados. Hasta que encuentra a alguien que sí conoce el tema, lo confronta y desnuda toda su maniobra.
La pregunta es porqué un hombre que tiene responsabilidades como Cornejo, en su afán de criticar al gobierno niega los miles de presos que fueron liberados en Estados Unidos, el Reino Unido y otros países. Es simple, porque está acostumbrado a ir a lugares donde sus mentiras tienen premio. Y cuando tropieza con alguien que lo confronta y le dice que miente, se mantiene en su reino del disparate y termina en un verdadero papelón.
La lista de disparateadores se completa con la inefable Patricia Bullrich y la fake news que difundió para atacar a la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. Como si no hubiera sido parte del gobierno que dejó al país al borde del precipicio, la actual presidenta del PRO salió a tergiversar los dichos de la funcionaria: “No me parece bien lo que dice Gómez Alcorta cuando afirma que es mucho más brutal liberar a un preso de lesa humanidad que a un violador, me parece que esa categorización de que uno es ideológicamente incorrecto y el otro, bueno es un violador, es una concepción ideologista”.
Las fake news sobre una liberación masiva de presos tuvieron en Patricia Bullrich a una de sus más encendidas exponentes.
Bullrich miente como siempre. Pero, como era previsible, los medios que defienden a esta derecha enloquecida jamás difundieron una refutación que estaba hecha de antemano. Porque las declaraciones que había realizado Gómez Alcorta al canal de noticias TN constituían la más categórica desmentida: “Ustedes saben que muchas madres se encuentran privadas de su libertad junto a sus hijos. Si metemos todo en una misma bolsa, hay muchos que por ejemplo están a favor de que los genocidas que están privados de su libertad salgan por esta situación. Entonces hay que distinguir. No es lo mismo un genocida y un violador, a una madre que está con su hijo. Entonces compartimos que es una situación tremenda la que está viviendo en las cárceles”.
¿Qué es lo que no quieren entender? ¿Por qué transitan un camino tan fácil de desmentir? Estos personajes tienen que estar muy confundidos, parece que se hubieran vuelto más locos en su caprichoso ataque a funcionarios que han hecho de la corrección un estilo.
El gobierno se cansó de aclarar que no existía un plan de liberación generalizada de presos y que la eventual disposición de prisiones domiciliarias era una facultad exclusiva del Poder Judicial de la Nación. El presidente Alberto Fernández, la ministra de Justicia Marcela Losardo y el gobernador bonaerense Axel Kicillof, entre otros, debieron desmentir públicamente lo que fue una de las mayores campañas de manipulación desde el 10 de diciembre.
A través de un tuit, Alberto Fernández fue claro sobre el origen de la maniobra contra el gobierno: “Formuló estas aclaraciones tan sólo ante la malintencionada campaña que se ha desatado en redes y medios de comunicación induciendo a hacer creer a la ciudadanía que el gobierno prepara una salida masiva de gente detenida en virtud de procesos penales”.
En efecto, es una campaña que arrastra a la gente a la locura, a través de información falsa que luego es rápidamente desmentida, aunque sabemos que las aclaraciones no suelen tener el impacto de las grandes denuncias. Los casos recientes de un femicida que había salido en libertad por una resolución previa al coronavirus y un hombre excarcelado por problemas mentales son buenos ejemplos.
Como dice el Papa, “hay un poco de linchamiento cotidiano, que trata de condenar a la gente, de crear mala reputación, de descartarla y condenarla. Este es el linchamiento diario del chisme, que crea opiniones, noticias falsas, calumnias, que van encendiendo al pueblo y piden justicia. Un verdadero linchamiento, y así se lo llevan al juez para que le de una apariencia de legalidad, pero ya venía juzgado y hay que ser muy valiente para ir en contra de un juicio de este tipo….”
Que lo digan los disparateadores.