¿Qué entendemos por “erotismo”? Según la definición clásica se podría definir como “amor sensual exacerbado”. Los griegos utilizaban la palabra Eros para referirse a la pasión aplicada al amor y al deseo de tipo sensual. En el psicoanálisis freudiano el deseo sexual se rige por el principio de placer. Es un deseo salvaje e imperioso, una energía que recorre todo el cuerpo, pero se concentra en una zona erógena.
El erotismo también es considerado como género cinematográfico. Las escenas eróticas en el cine han existido desde la época del cine mudo. Muchos de los actores de cine de cualquier género, en algún momento de sus carreras, han mostrado como mínimo partes del cuerpo con o sin ropa, de forma sexualmente provocativa según los estándares actuales. Algunas películas que contienen escenas sexuales han sido criticadas por grupos religiosos y/o han sido prohibidas por gobiernos. Las escenas sexuales se han representado en muchos géneros de películas; mientras que en algunos la sexualidad ha sido raramente representada.
La película erótica se debe distinguir de una película sexual, que por lo general se refiere a una película pornográfica, y a veces a una película de educación sexual. También debe distinguirse de la desnudez en el cine, aunque la desnudez en este género suele representarse en un contexto sexualizado. Por ejemplo, la desnudez en el contexto del naturalismo no se considera únicamente como algo sexual. Algunos cinéfilos separan el «sexo grato» y las escenas sexuales que representan la parte integral de la trama de una película. Las escenas sexuales son la característica principal de una película pornográfica. En las películas blandas, la sexualidad es menos explícita. En las películas eróticas la sexualidad es sugestiva, pero no necesariamente contiene desnudos.[1]

Desnuda en la arena. Éxtasis tropical. Intimidades de una cualquiera. Insaciable. Fuego. Fiebre. Carne. Furia infernal. Una viuda descocada. La tentación desnuda. Una mariposa en la noche. Días calientes. La diosa impura. Sed de amor. La viuda insaciable. Son algunos de los nombres que conforman la filmografía de Armando Bó. Con solo recorrer los títulos podemos observar que no solo lo erótico es transversal a todas sus películas sino, además, podemos pesquisar lo cursi.
El diccionario de María Moliner define lo cursi así: ‘Se dice de lo que pretende ser elegante, refinado o exquisito, pero resulta ser afectado, remilgado y ridículo’. Hasta que, en 1869, el Diccionario de la Real Academia Española admitía por primera vez este vocablo. Poco después, en 1875, el novelista Pedro de Alarcón intentó dilucidar el significado de dicha palabra en la novela El Escándalo. Pero ni la Academia ni Alarcón definen lo cursi, solo se acercan a ello.
En 1920, Jacinto Benavente escribió la comedia Lo cursi. Éste no comprendió lo cursi, tanto es así que le parece que ese concepto es dañino a la sociedad. Se necesitaba de un espíritu más sensible, más abierto, más fino para situar y comprender lo cursi. Fue Federico García Lorca quien decía, confidencialmente, a un amigo: «No lo digas, pero me encanta la mala música». En su obra Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores, con ternura, simpatía y gran comprensión vital, describe lo cursi. Todo cuanto dice Rosita y las tres solteras cursilonas es lo cursi. Podríamos decir que algunos parlamentos son la exacta transcripción poética de esas tarjetas postales tan de moda a principios del siglo XX, puesto que son la suma y el zumo de lo cursi. Pero si García Lorca maneja lo cursi en la poesía, el escritor y filósofo Antonio Gómez Robledo, con profundidad filosófica, lo define así: «exquisito fallido».
Veamos algunos ejemplos, tomando en cuenta que esa falla de lo exquisito es la sinceridad, y extraigamos sus consecuencias. Cursis son todas las tarjetas postales de amor o felicitación y el grado más alto lo encontramos en las tarjetas para felicitar a las mamás en esa fiesta de colosal cursilería: el Día de la Madre, las tarjetas de Primera Comunión, donde Jesucristo es siempre rubio, parece más bien un joven monarca; por pudor, en ocasiones, rueda a su lado la verdadera corona de espinas. Los santos son siempre hermosos, pero, a su vez, honestos, así sean ancianos, y con mayor razón si son jóvenes. Las tarjetas de los niños comulgantes, en general vestidos a la moda, pero en blanco, pueden ir vestidos también de acólitos o monjes, las niñas son una copia en absoluto fallida del estilo Luis XV. Aún se prescribe, en otras latitudes, vestirlos cursilmente de marineritos, no sé por qué. En estas tarjetas, el niño que recibe la comunión tiene una expresión de azoro y felicidad que llega al hastío, pero estos niños siempre tienen una expresión boba. Cursi son muchísimas cosas que van desde el dormitorio hasta la fachada de la casa.[2]
Ella, semidesnuda, con pieles blancas, mira a la cámara y seduce. Mueve sus labios, baja sus párpados, se toca. Tez blanca, cabellos negros, figura voluptuosa y pechos. Enormes tetas desbordando vestidos, pezones que escapan para ser vistos. La des-COCA-da Sarli repite la misma escena película tras película. Podemos elegir cualquiera, al azar, de las antes mencionadas, y en todas nos encontraremos con al menos una escena replicada. Es ella quien representa con toda su corporeidad a la “erótica” pasando del erotismo a la cursilería. Mujer bella e imponente, quien con pocas líneas argumentales, representa el erotismo popular de su época.
Las similitudes surgen, necesariamente, entre Alberto Migré y Armando Bó. La formación de la cursilería se va construyendo en cada uno de sus personajes, en sus diálogos, en los primeros planos de la cámara y enérgicamente en sus comportamientos. Al respecto, Liliana Viola, autora del libro “Migré”, El maestro de las telenovelas que revolucionó la educación sentimental de un país. En un artículo periodístico publicado por Página 12 relata:
Es así, en los testimonios de las fanáticas –donde siempre aparece cómo y por qué adoraban ese género vapuleado por cursi, pero sobre todo por femenino o afeminado– se revela toda una zona de vida cotidiana en las sombras. Las telenovelas, plagadas de abortos, hermanos separados al nacer, divorcios imposibles y casamientos fallidos, constituyen un reservorio de aquello personal que es político; la telenovela, sobre todo las de Migré, no es la fiesta del amor romántico que siempre termina en boda sino la exposición del derecho de familia en clave de melodrama.[3]
Inicia la escena con música, la letra en su estribillo dice: “buenas noches mi amor”. Transcurre en una habitación con baño. Carmen se encuentra vestida con transparencias en telas de color rojo. La cámara enfoca a su marido durmiendo y en su mesa de luz una revista con una mujer semidesnuda. Ella, intenta seducir a su marido dormido sin obtener respuesta, por consiguiente, comienza a acosarlo. Al no poder concretar el acto sexual esperado, comienza a soñar… fuego, brazas quemándose y ella bailando entre las llamas. Con flores en sus orejas y manos, comienza a tocarse y a masturbarse. Se escuchan los ronquidos fuertes de su marido a quién finalmente despierta para lograr el contacto carnal. La escena finaliza junto con el acto sexual y la caía de una lámpara. Pero como el argumento trata de una mujer que padece ninfomanía, diagnóstico producido por un colega de su marido. Este tipo de escenas se va a repetir constantemente con diferentes hombres. El film de referencia se llama “Insaciable”, fue realizada entre 1976 y 1979 pero se estrenó en 1984.

Los comportamientos cursis surgen cuando lo erótico aparece. Se replican en cada una de sus películas. Las miradas a la cámara, primeros planos con música de fondo que muestran pezones o labios, pieles blancas, telas traslucidas rojas o negras, poses seductoras y cuerpo semidesnudo. Siempre, el cuerpo semidesnudo es el de ella. Los paisajes naturales que muestran la belleza de nuestro país.
Si Alberto Migré construyó a través de sus telenovelas la educación sentimental de su época con; “Rolando Rivas taxista”, “El hombre que amo”, “Piel Naranja”, “Esos que dicen amarse”, visibilizando una cultura popular e introduciendo temas como el aborto, el divorcio, el amor entre un joven y una mujer mayor, entre otros temas escabrosos para la época. Podría afirmar que Armando Bó también fue un gran productor nacional abocado al cine, sus películas mostraron la violencia de género, la “infidelidad” femenina, la mujer con el perfil opuesto al de la tradicional ama de casa. Se ocupó de mostrar a través de su protagonista el erotismo cursi. Ambos fueron grandes espectadores del amor. Amores románticos y amores eróticos. Crearon ficción de amores prohibidos, sus personajes fueron y son amados por todo el público argentino.
- [1] Wikipedia. La enciclopedia libre. Artículo: Película erótica.
- https://es.wikipedia.org/wiki/Pel%C3%ADcula_er%C3%B3tica
- [2] Prensa Libre, Guatemala. Irma de Luján. DIFERENCIA ENTRE LO CURSI Y LO KITSCH
- https://www.fundeu.es/noticia/diferencia-entre-lo-cursi-y-lo-kitsch-4487/
- [3] https://www.pagina12.com.ar/201355-realidad-y-ficcion-un-solo-corazon