En la última década una nueva categoría recorre el mundillo de las letras: la “cultura de la cancelación”. La pregunta que nos hacemos como latinamericanxs es qué interpela “cancelación” en un país en el que, como bien escribe Fernando Esteche en su tesis de doctorado Los proscriptos, existe una clara relación no casual, sino causal, entre exclusión social e impedimentos de participación. Y que esa relación es la que se actualiza no como idiosincrasia nacional, sino como obstáculo y prácticas materiales, en distintos momentos de la historia de manera específica. A partir de esa reflexión los reflectores apuntan hacia la posición de crítica de lxs intelectuales que, también según Esteche, autojustifican sus prácticas en un abanico que van desde las elucubraciones de Gerard Althabe y su autopercepción “entre varios mundos” que se resuelve en un mirar lo que ocurre desde un balcón (o por encima de la pared mientras se tenga cabeza tal como escribió Trotsky en su Historia de la Revolución), hasta la posición anfibia de Maristella Svampa que deja sin resolver la politicidad de las prácticas teóricas al proponer otras dos que no se contaminan: la de intelectual y la de militante. Frente a estas opciones surge la postura walshiana de “militar la verdad”, como intelectuales militantes, periodistas militantes, sin temerle a la palabra: no existe existencia que no sea activista de alguna causa.
La relación entre exclusión social e impedimentos de participación y modos de identificación se actualizaron a lo largo de la historia de la Argentina y en el propio discurso histórico criollo ¿Por qué el progresismo histórico de nuestro país utiliza las aulas de Puán, La Plata, Mendoza, etc. para releer Fragmento preliminar al estudio del derecho de Alberdi o Bases y puntos de partida para la constitución política de la República Argentina de Juan Bautista Alberdi y no se produce un contrapunto con Cuestiones argentinas y La organización del Crédito de Mariano Fragueiro? Esta es la práctica común del ahora llamado Club Político y antes Club de Cultura Socialista y de la “benditas” Academia, como la de historia, que premió a un hijo pródigo del mitrismo como Romero hijo con un sillón que huele vetusto.
Luego de la masiva movilización del último 24 de marzo, las domiciliarias a represores y los pedidos de Casación de reabrir causas, desde Contraeditorial y “Rubicón” les proponemos se tomen algunos tiempos de “atención plena” y recorran estas páginas en las que Carlos Ciappina recorre las prácticas de proscripción en nuestro país. Angela Urondo Raboy nos sacude con su relato del asesinato (la proscripción como anulación) de Sebastián Moro durante el golpe de estado y la dictadura de Jeanine Áñez. Fernando Esteche vuelve a recordarnos que no nos olvidemos de Milagro Sala. Mariano Pacheco escribe un exquisito ensayo sobre peronismo y República de las Letras y Luciano Guiñazú recupera de la grandiosa biblioteca de Caburé Libros Indignación Total de Laurent de Sutter y ¿La rebeldía se volvió de derecha? de Pablo Stefanoni para comprender los modos en que la cultura de la negación conservadora hoy se expande. Alejo Álvarez Tolosa asegura que el que prejuzga, pierde y se pierde de un sinfín de escritores que están allí, al alcance pero ocultos, porque el meollo o la censura, o lo publicitario y comercial, así lo dictaron. Que allí está todo lo que podríamos aprender, si no nos dijeran qué tenemos que aprender. O si, mejor aún, nos ayudaran a ver más allá y nos inculcaran la búsqueda y no la comodidad.