Mucha gente va a reunirse hoy en la Plaza de Mayo para celebrar el 17 de octubre. Hay consignas variadas para animar la convocatoria que van desde el no pago de la Deuda que reclaman las Madres, hasta la libertad inmediata de Milagro Sala que exige toda la militancia kirchnerista. Pero nada hace perder de vista lo esencial de esta jornada: reivindicar la “lealtad” como valor constituyente del peronismo, columna vertebral del movimiento nacional, popular y democrático que gobierna la Argentina.
Lealtad del pueblo con el conductor y lealtad del conductor con el pueblo. Es de ida y de vuelta el asunto. Porque el líder está obligado a cumplir con el mandato popular para ser considerado líder, y es más líder cuánto más cumple del contrato establecido entre las dos partes.
Perón no era un general más en un país lleno de generales que soñaban con ser presidentes. Casi todos estaban a un golpe de Estado de serlo, esa es la verdad. Perón fue distinto, llegó a presidente por el voto democrático, aunque primero se ganó el corazón de la patria descamisada a través de la secretaría de Trabajo y Previsión, lugar desde el cual comenzó a cumplir cotidianamente con las promesas de dignificación obrera.
Lealtad del pueblo con el conductor y lealtad del conductor con el pueblo. Es de ida y de vuelta el asunto.
Por eso el 17 de octubre las bases se adelantaron incluso a la CGT y salieron a pelear por su liberación. Fue en tumultuosa gratitud al cumplimiento de la palabra empeñada. Cosa extraña de ver en un país de sucesivos gobiernos farsarios y cipayos. Aquella jornada es el origen del peronismo. No el 4 de junio de 1943, fecha del golpe nacionalista, sino el 17 de octubre. No la sublevación cuartelera, sino la sublevación obrera, plebeya y orillera, de característica plural y diversa donde se fundió en un abrazo de lucha el radical con el anarquista, el comunista con el nacionalista, el judío con el musulmán, el católico con el ateo, el inmigrante interno “cabecita negra” y el que vino de Europa con una mano atrás y otra adelante.
Ese día nació el peronismo, ese día nacieron los peronistas.
Cuando Perón llegó a presidente, no dejó ninguna de sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Cumplió cada vez que pudo con los que habían cumplido, con los que siempre estaban, se lo decía Evita. Lealtad, de ida y de vuelta.
Néstor Kirchner no estaba preso en 2003, pero ganó las elecciones presidenciales con el 22 por ciento de los votos. Cuando le entregó el mando a Cristina Kirchner, la adhesión al peronismo del siglo XXI había trepado al 45 por ciento de los votos. Cuando Néstor murió, millones se movilizaron para despedirse ganados por el llanto. En su mayoría jóvenes. ¿Cómo hizo en tan poco tiempo para meterse en esos corazones? Aceptando el papel de líder peronista. Materializando cada promesa para devolverle la dignidad y la autoestima al pueblo. Cristina en 2011 sacó el 54 por ciento de los votos. Haciendo lo mismo que Néstor y haciendo lo mismo que Perón, impulsando políticas que garantizaran una mejor calidad de vida para el pueblo, porque el pueblo eso le pedía.
Perón umplió cada vez que pudo con los que habían cumplido, se lo decía Evita. Lealtad, de ida y de vuelta.
Ella lideró, nada menos, que los “años felices” del peronismo en este siglo.
No hay una escuela de liderazgo. No existe eso. Nadie se levanta un día y se autopercibe líder. Un líder es elegido por el pueblo para serlo, pueblo que a su vez lo mandata para que asegure la felicidad de sus hijos y la grandeza de la patria, misión inexcusable de todo liderazgo popular de verdad. Ahí se acaba el misterio.
No se es líder porque Clarín lo diga. Ni la Embajada ni el FMI dan diplomas de líder. No se es más líder por achicar el déficit fiscal, con todo lo importante que es eso. Ni por cerrar simposios con la AmCham, con todo lo importante que representa esa bendita cámara.
Presidentes hubo muchos. Algunos buenos presidentes. Pero un líder democrático es aquel que hace lo que su pueblo quiere. Siempre.
En definitiva, el que es leal con sus leales. Como Perón, como Néstor, como Cristina.
Feliz día de la lealtad.