“20 millones de vacunas. Con todas las inmensas dificultades que tenemos, que son tal vez producto de una desigualdad, no en el seno de una sociedad, sí entre las naciones. Hay países que han acaparado millones de vacunas. ¿No sería mejor que todos los argentinos unidos le pidiéramos a esos países que sean solidarios?”. Hace unas horas lo recordaba Cristina Fernández de Kirchner en su aparición pública en La Plata. Suele ocurrir. Sus frases sirven, sin duda, de notable disparador para reflexionar sobre estos tiempos tan contradictorios que nos tocan vivir.
Es increíble lo que ha pasado en la Argentina. A veces da la sensación de que ya no hay nada por hacer. Sea ella, Alberto Fernández, Axel Kicillof, el que sea, el que sugiera, el que ruegue, el que les diga “reflexionemos a dónde vamos a ir a parar”, lo hará como si propalara gritos en el desierto. Es que la oposición política ha hecho un enorme daño y no se detiene: segundo a segundo horada los cimientos de la sociedad argentina. Machaca con su veneno y enferma. A veces, casi como una necesidad visceral, llegamos a la conclusión de que, al final del camino, accionando de este modo, no habrá sacado un rédito político. Tal vez sea una expresión de deseo concluir que pierden jugando así, contra todo lo que el gobierno quisiera hacer, jugando a que le vaya mal al país porque de esa manera a ellos les iría mejor. Y que eso se demuestra cuando la realidad muestra cómo se pelean, cómo se están enfrentando.
En el nombre de la libertad, la oposición enferma y mata.
La esperanza apunta a que efectivamente pierdan confiabilidad y consenso habida cuenta las sandeces que la propia presidenta del partido, Patricia Bullrich van hilvanando día a día; o en el nefasto y sin sentido bombardeo contra las vacunas. Que al menos en este aspecto, vayan a perder. Que alguna vez se comprenda la real dimensión de lo que generan y que hayan desperdiciado la gran posibilidad de estar codo a codo con los argentinos.
Son, en cambio, los que se llenan la boca hablando de la libertad para justificar la desobediencia civil que propugnan, en un coro junto a los enloquecidos, delincuenciales y mafiosos medios de comunicación, con un asqueante sentido de extorsión y de presión ante el gobierno. Lo tratan de poner contra la pared. Que se encuentre en la disyuntiva: o les entrega todo lo que le piden, atado de pies y manos, a Clarín, a Techint, a la UIA, al campo, o lo van a voltear poco a poco. Se desvelan por deteriorarlo. No les está saliendo bien, pero no cejan en su cometido, en ese golpe de estado que intentan en cada jornada, que afortunadamente no siempre termina con un alto puntaje en la consideración de la gente. Habrá que ver si en el transcurso del año, todo lo que sucede con la vacuna no termina con estos versos, con estas historias disparatadas.

“Hay que seguir con la campaña de vacunación. Más de 21 mil colaboradores hay en la provincia: 16 mil son jóvenes, muchos de ellos ad honorem. Trabajan en los vacunatorios. Son jóvenes por la libertad. Pero no por la libertad propia, sino por la de los demás, que es la mejor libertad. La libertad de los otros. La libertad para mí, y que se jodan los demás, no es libertad. La verdadera libertad y eso lo escribió muy bien André Malraux en ‘La condición humana’, es cuando uno sacrifica su propia libertad por estar abocado en una tarea solidaria: que los demás sean libres”.
Justamente, ese punto que menciona la ex presidenta es el central en la batalla cultural y política. Ese es el meollo. En el nombre de la libertad, la oposición enferma y mata. Una sociedad que margina no es libre. Se es libre si se es consciente de la realidad, si hay justicia, si hay verdad.
Lo que más gravitó en el ánimo y también en la locura, fueron los medios de comunicación de la República Argentina.
Es un tema que atraviesa a la Argentina desde siempre, desde sus albores, desde la gestación. Aunque en los últimos años volvió con un nivel de odio enloquecedor, siniestro, destructor, que viene del fondo mismo de la historia. Podría recoger como hecho inicial, aunque seguramente haya otros, el asesinato de Dorrego a manos de Lavalle, con el pretexto de un fusilamiento: el establisment, el sistema, los ricos, los liberales son los que deciden la muerte de Dorrego. Y lo hacen para poner en marcha algo que nunca más va a cerrar: ahora lo modernizaron, le pusieron la palabra grieta. La diferencia es crucial, es tremenda.
La propia vicepresidenta se refirió a los días de su juventud, en los que no se podía ni mencionar a Perón o a Evita, por ejemplo. “En ese tiempo no había posibilidades de no vacunarse (en aquélla ocasión con la Sabin oral contra la poliomielitis) porque en el gobierno estaba Perón… Hay cosas que escapan a la grieta: son producto de la irracionalidad que, debemos decir, no sólo es producto de la Argentina”. Luego, certeramente, concluye: “Habría que luchar por otras libertades que la de no vacunarme, de enfermarme, de contagiar al otro. Luchar por las libertades en serio”.

Debería ser así. Es lo deseable. Aunque cuando ella dice que las vacunas escapan a la famosa grieta es cuando uno encuentra una amable discrepancia. Porque las vacunas, así como todo lo demás del presente en la Argentina, se resuelve en esa diferencia entre los que quieren un mundo y los que pretendemos otros.
Está muy bien debatir si la libertad pasa por que nos dejen salir los fines de semana o la idea de que con las vacunas vamos a salir y ser felices. Tal vez recuperemos la vida como era entonces, de eso se trata. Queremos retornar a la modesta vida que teníamos hasta el que apareció el Covid-19 y cambió absolutamente todo. Pero en ese marco, tengamos muy en consideración que lo que más gravitó en el ánimo y también en la locura, fueron los medios de comunicación de la República Argentina.
El tema siempre hace a los medios. No hay un jugador más importante. CFK los nombró con sus apellidos. Son los que envenenan, son los que proyectan buena parte de los males que se le hacen al país. Los que hablan de libertad y van contra ella.
Traer vacunas y vacunar a la gente no es hacer política. No, a eso se le llama gobernar.
Es la verdadera pelea, la lucha política contra el partido único mediático.
Tal vez, a modo de muestra postrera, podría referirme a la sorpresa que me causó una apreciada colega al consultar mi opinión sobre la grieta y el modo de hacer política con la pandemia “tanto del oficialismo como de la oposición”. Lo hizo con esa frase final posiblemente ganada por el discurso casi heterogéneo de los medios de oposición. Reviste una enorme gravedad que se naturalice de ese modo. Se trata de un punto de vista que parece considerarse como resumen entre un sector y otro de la grieta. Pero lo real es que no se comparece para nada con la realidad.
¿Cuál es la forma de hacer política para ganar votos del gobierno: traer vacunas, vacunar a la gente? ¿Y si no lo hiciera le llamaríamos política? No, a eso se le llama gobernar. Podrá equivocarse en muchos aspectos pero en esto claramente hizo lo mejor para toda la gente. A pesar de la lluvia torrencial de piedras que recibió sin parar. Hizo lo mejor que pudo y no le está yendo mal en comparación con el mundo.

Al contrario de la postura opositora que actuó todo en función de la muy mala política, del daño como bandera para poder quedarse con algunos votos miserables, los que retienen en función de lo que han hecho con la pandemia. ¿Es comparable la actitud responsable del gobierno nacional que la de un impresentable Rodríguez Larreta cuando ordena que abran todo? ¿Cuándo se ufana: ‘yo soy un liberal, yo hablo de la libertad de estudiar”, pero lo hace después de haber realizado todo lo posible para destrozar la educación?
Aporta enorme argumento a los imbéciles: habla del trabajo y la libertad sabiendo que es un gran verso.
Pero la pregunta de esa periodista igualaba todo. Cuántas veces escucharon ‘esa forma de hacer política’ sin diferenciar a unos y a otros. Cuántas veces tenemos a un comunicador insistiendo en esa falsa igualdad, en embarrar a todo el mundo en el mismo lodo. Es una manera drástica de mentir.
Meter a todos en la misma bolsa es una enorme mentira que utilizan los que creen que la libertad va por esos senderos.