“El valor de Buenos Aires es la tierra. Las ciudades producen conocimiento, producen ciencia y tecnología. Pero en términos de habitar la ciudad, de vivirla, una barrera para poder hacerlo es poder acceder o no a la tierra. Poder alquilar, poder comprar. O, por el contrario, no alcanzar a hacerlo. Durante el macrismo y ahora durante el larretismo, elaboraron un proceso muy concreto en ese sentido, por lo que nosotros decimos que su política de viviendas es expulsiva, sobretodo porque apunta a que la Ciudad se encarezca cada vez más. Una ciudad cada vez más cara y que, a su vez, los negocios que se hagan con esa tierra queden para los amigos, para los socios”. La especialista que aborda la tan polémica cuestión de la vivienda en territorio porteño es Camila Febe Rodríguez. Actualmente se desempeña como Coordinadora de Empleo Verde y Desarrollo Sostenible en Acumar, e integra la mesa porteña de La Cámpora. Fue dos veces comunera de la comuna 15ª, representando al Frente para la Victoria.
Se entusiasma con el tema y advierte que “la CABA tiene el mayor déficit de m2 por habitantes en espacios verdes, en Latinoamérica, sólo superada por Lima” y al mismo tiempo señala que “construir al lado del río un barrio de lujo es una locura en términos climáticos”. También denuncia: “El gobierno de la Ciudad cuenta como espacios verdes los muros de los viaductos. Llevan una contabilidad que es ficticia porque cuentan como espacios verdes a los canteros de plazas y a las paredes verdes”.

-Se denuncia reiteradamente que el plan de gobierno, incluso desde que Mauricio Macri tomó la administración de la CABA, tiene sus pilares en un aspecto mercantilista.
-Es un gobierno basado en extraer el mayor beneficio en los negocios inmobiliarios. Implica que todas las políticas que se generan, rondan esa idea de desarrollo, ni más ni menos. A partir de esto te das cuenta que la cuestión Costa Salguero (Nota de la redacción: la Justicia porteña declaró inconstitucional la ley que autorizaba la venta) no es un agujero negro o una anomalía sino que es, puntualmente, un ejemplo muy cabal de cómo ellos piensan que se debe desarrollar la ciudad. Acá la prioridad no es que los barrios tengan más metros de espacios verdes, como se podría esperar. La Ciudad de Buenos Aires es la que cuenta con el mayor déficit de metros cuadrados por habitantes en espacios verdes en Latinoamérica, sólo superada por Lima.
-El efecto a corto plazo puede ser muy dañino.
-Vos tenés una ciudad cuyo acervo constructivo, su stock de inmuebles, crece desmesuradamente pero no hace que crezcan ni los espacios verdes para que esa gente que habita los inmuebles, tenga los espacios de recreación necesarios, espacios de salud. La OMS y la ONU, todos los organismos, establecen que no se puede vivir de manera saludable en un ambiente que está deteriorado, como no se puede vivir de manera saludable arriba de un basural. Es vivir en una Ciudad que no tiene espacios verdes suficientes, que –ya es ampliamente reconocido- que prestan características de sanidad muy importantes en los ecosistémicas. Por ejemplo, hacen que se regule mucho mejor su temperatura. Una ciudad como ésta, que está sometida al incremento de la temperatura mundial, se encuentra cada vez más afectada por el efecto que se llama “isla de calor”. Significa que el efecto se acentúa en conglomerados como la CABA. Si uno se va al campo, a 200 kilómetros, los días pueden seguir siendo muy calurosos, pero por la noche la temperatura baja, uno puede descansar. En la Ciudad de Buenos Aires, por el nivel de constructividad que hay, por los materiales que se emplean, por el asfalto, por la cantidad de concreto, etcétera, ese calor se retiene, los lapsos de calor son más prolongadas, y además las noches con más calurosas. Eso provoca muerte. Ocurre en todo el mundo. Además provoca un estrés generalizado. Y ni qué hablar del gasto de energía, la gente se encierra en la casa y prende el aire acondicionado, hay cortes de luz… Esa falta de espacios verdes altera todo el ecosistema.
“La Ciudad de Buenos Aires es la que cuenta con el mayor déficit de metros cuadrados por habitantes en espacios verdes en Latinoamérica, sólo superada por Lima”.
-¿Las otras grandes ciudades se dan ese debate?
-Por supuesto. El gran debate pasa por qué manera construir lo que se llama “ciudades adaptadas” y resilientes al cambio climático. En toda discusión urbana, en África, en India, en Oriente, en Europa, en los Estados Unidos, en todo el mundo, se piensa en cómo adaptar las ciudades al cambio climático. Las temperaturas son más altas, hay períodos de sequía más prolongados, hay “eventos climáticos” más fuertes, con mayor nivel de resistencia y más recurrentes. Y además se prevé que se eleve el nivel del mar.
-¿Cuáles son las consecuencias que produce este efecto?
-Genera un deterioro tremendo en todas las infraestructuras de las ciudades. Todos los gobiernos están pensado qué hacer de acá a 15, 20, 30 años. Pero lo que hace Larreta es querer construir al lado del río un barrio de lujo. Se trata de una locura en términos climáticos. Una de las funciones ambientales que tiene el río es hacer que ingrese aire en la Ciudad, que se refresque, que sea un pulmón. Incluso el Plan Urbano Ambiental tiene un punto que pregona que hay que proteger la correntía de aire del río. Y que no hacerlo es criminal. En una ciudad donde tenés el déficit de espacios verdes que hay en la de Buenos Aires y se abre la posibilidad de contribuir con siete hectáreas de espacios verdes, es increíble que no lo hagan. Dicen que si no ponen viviendas, no saben cómo garantizar la seguridad…

-¿Cómo se armó esa excusa?
-En la Legislatura, cuando Larreta hizo la presentación del proyecto de Costa Salguero aseguró que esa es “la forma que podemos garantizar un espacio urbano seguro”.
-Parece una confesión de ineptitud.
-Así funcionan. Si a más de 12 años de gobernar la ciudad, no saben cómo desarrollar espacios verdes públicos seguros, consíganse otro laburo… Además hay otros ejemplos en la CABA de ese tipo de emprendimientos, como es el de la Costanera Sur, que ha resultado de enorme relevancia ambiental, en la que podrían apoyarse y hacer una construcción transformadora. Tienen la propiedad que no sólo se recupera el vínculo con el río, sino que a la vez se preservan otras características ecosistémicas. En estos tiempos de pandemia se evidenció más que nunca, que esos espacios están vinculados a la salud: dónde poder salir a caminar, a distraerte, a socializar de una manera más segura… Cosas que tienen que pasar tanto en los grandes parques como en las plazas que queden a 5 o 10 minutos de caminata de los hogares. Eso es lo que no tiene la Ciudad.
“En la Ciudad, quien hace huertas comunitarias es tratado como un terrorista”.
-¿Es lo que llaman inequidad de la distribución de los espacios verdes? Hay barrios como Boedo que tienen porcentajes bajísimos de esos espacios. Y cuando los generan, por ejemplo, el Parque Mariano Boedo, en Loria y Carlos Calvo, lo llenan de cemento y le dejan las antiguas paredes de lo que era un galpón, con lo que además ni se puede ver el interior del parque.
-El gobierno de la Ciudad cuenta como espacios verdes los muros de los viaductos. Todas las recomendaciones serias dicen que en las ciudades debe haber al menos entre 10 y 15 m2 de espacio verde por persona. La Ciudad da la cifra de 6 m2. Pero las contabilidades serias dan que en realidad tiene la mitad de esas cifras. Llevan una contabilidad que es ficticia porque cuentan como espacios verdes a los canteros de plazas y a las paredes verdes. El déficit que tiene la CABA es mayor del que acusan. No se convierte en un escándalo por la cobertura mediática que soporta a Larreta. En términos de salud, los espacios verdes son tan necesarios como una salita o un hospital. En la pandemia se vio eso. Imaginate una madre o un padre que está trabajando con dos niñes chicos que, ahora, encima, no deberían ir a la escuela y tenés el transporte restringido. Necesitas la plaza como necesitas el aire. Nuestro derecho es convivir en un ambiente sano. Hoy las ciudades salen a comprar tierras para construir plazas. Pero la CABA quiere venderlas.
-¿La cuestión de las huertas comunitarias?
-Hay ciudades que compran espacios para realizar huertas comunitarias. En la CABA, quien hace huertas comunitarias es tratado como un terrorista. Hubo una persecución tremenda. Ahora hicieron un proyecto de huerta y se lo regalaron a un restorán de Palermo. Toda esa visión neoliberal de Ciudad que tiene el macrismo es muy antiecológica, muy impresentable. El neoliberalismo nunca va a pensar una ciudad adaptada a las necesidades del cambio climático.

-Suena casi anacrónico. Otras ciudades del mundo gobernadas por gobiernos de derecha sí piensan en el cambio climático.
-Es que acá sólo buscan el negocio. Esa adaptación que requieren las ciudades modernas debe tener una mirada comunitaria. Debe servir a la comunidad. Y desde la jefatura de la Ciudad creen solamente en los proyectos privados para los que más tienen, nunca van a poder construir una ciudad sostenible. Es lo que pasa también con las bicisendas. Impusieron la moda de las bicis públicas y ahora lo privatizaron. Es un sistema ineficiente e inequitativo. Dijeron que iban a conectarlo con las secundarias y con las universidades pero nunca llegaron a hacerlo. Lo que se impone en el mundo es el sistema de transporte polimodal. Que se pueda usar la bici, viajar en tren, subirla al subte: ese sistema acá nunca se completó. Cerraron las ecobicis del sur justamente porque no pudieron garantizar el funcionamiento.
-¿La cuestión del transporte público tiene conexión con lo ambiental?
-Estamos viendo ahora, en la pandemia, que el gobierno de Larreta discontinuó por completo la construcción de nuevas líneas de subte, el tipo de transporte más sustentable, más ecológico, más rápido, el que podría llegar a ser más popular, el que menos congestión provoca. Fue discontinuado. Y el servicio privatizado es un desastre. No están pensando en cómo hacer que la gente se traslade mejor.
-Pero hace más de 12 años que gobierna un partido que sigue contando con el voto mayoritario.
-Por eso se debe ganar la Ciudad de Buenos Aires con un proyecto ambiental igualitario. Estamos convencidos que no hay nadie que no quiera vivir en una ciudad ambientalmente sostenible.