Acostumbrades a las series coreanas, la presencia japonesa es una novedad en las plataformas, al menos por estos lares. La serie “La periodista” es una sucesión de episodios dirigidos por Michihito Fujii e interpretada por estrellas de la pantalla nipona: Gou Ayano, Yonekura Ryoko, Masato Hagiwara, Ryûsei Yokohama, Shinobu Terajima y Tomorô Taguchi.
El guion es una adaptación de la novela de la escritora Isoko Mochizuki. La historia no es novedosa: una periodista se enfrenta a la corrupción de un gobierno cuyo signo político nunca es explicitado. Pero ni falta hace por señales claras como la reducción de la política al marketing, por ubicarse en la etapa pandémica de manera liberal y resistiéndose a parar los Juegos Olímpicos de Tokyo: las políticas del actual primer ministro Fumio Kishida del conservador Partido Liberal Democrático de posiciones proamericanas y privatistas.
En un principio, la historia es un cuento idealista de una heroína contra el power, pero el horror aparece sin amagues.

En este escenario, la periodista Anna Matsuda del Diario Touto la emprende por motivos éticos y políticos contra un hecho de corrupción en la que se ve envuelta la primera dama. Hasta acá, la historia es un cuento idealista de una heroína contra el power, pero el horror aparece sin amagues: los servicios de inteligencia como pilar de la gobernabilidad, la relación redes y medios monopólicos que titulan según intereses no confesados y un sistema de justicia cómplice, al menos en un primer momento, nos suena a algo bien conocido en nuestra democracia.
Sin aspavientos, la historia transcurre “mostrando” los problemas de empleo en las juventudes, los nuevos modos de lectura, la pretendida apoliticidad de les más pibes y prácticas culturales como el suicidio por honor, las noches sobres tatamis y la “monocromaticidad” de la moda del sol naciente que nos resulta lejana. “La periodista”, una serie para ver relajades y poner el ojo más allá del voluntarismo individual.