Facundo Manes es un personaje muy especial. Quiere hacer creer que caminando por el medio, por la equidistancia, hace algo por la vida, y justamente hace todo lo contrario. Dijo: “La mayor parte de los argentinos está cansado de la grieta. En el medio, estamos atrapados todos los argentinos. La mayor parte de los argentinos quiere un país que se enfoque en el siglo XXI, que quiere progresar”. Es una frase, nada más. Otra frase cargada de oquedad. ¿Cómo sabe lo que quieren los argentinos? ¿Por qué lo dice? La estupidez siempre resulta difícil de sobrellevar, sobre todo cuando está respaldada por una forma de inteligencia para la oralidad.
¿De qué está hablando Manes? ¿Qué es la grieta así como la están presentado?
La grieta en sí misma, presentada como un hecho argentino de este tiempo, es un mamarracho. Siempre me pareció parte de una enorme mentira. La grieta es algo que viene desde el fondo de la historia. Cuando el general Juan Lavalle asesina al general Manuel Dorrego, con el pretexto de un fusilamiento, es toda una clase social la que le escribe, la dice, lo incita, lo arrastra a ese crimen. Porque, quienes apostaban al libre mercado –se llamare como se llamare, en aquella época-, querían sacarse de encima a los colectivistas que representaba Dorrego. Pero todo el siglo XIX, que es maravilloso para estudiarlo, muestra a dónde llegaban en las diferencia atroces que había entre una derecha conducida por Bartolomé Mitre y Domingo Sarmiento, a los que le parecían encantadores los asesinatos de quienes estaban en la vereda de enfrente, quienes a su vez sufrían muchísimo y denunciaban aquello que padecía la gente a la que defendían.
“Yo soy un amante de las grietas. Cuando no tengo nada que compartir con alguien, lo profundizo” (José Manuel Ubeira).
Todo el siglo XIX, la grieta. Todo el siglo XX, también. Y lógicamente, lo mismo en este siglo XXI. ¿Cuál es la novedad? Dijeron una palabra y jugaron a que la grieta era impulsada desde determinados sectores. La grieta es ampliamente necesaria. En contraposición a sus detractores vacuos, escuché las reflexiones muy sensatas y necesarias del abogado José Manuel Ubeira, que me importa compartirlas: “Yo soy un amante de las grietas. Cuando no tengo nada que compartir con alguien, lo profundizo. Lo hago en cualquier aspecto de mi vida. Yo no ahorro confrontaciones. No me parece que esté mal confrontar”.
Me parece formidable. ¡Cómo no va a haber grieta! Es necesaria. Debemos decidir cuál de las partes que está en un lado y en otro, debe gobernar. Esa es la discusión. Algunos quieren un gobierno en el que el Estado es nada y quieren un gobierno en el que el Estado es mucho. Vaya la diferencia que se produce en eso. Somos muy distintos ideológicamente, esos sectores que están en pugna. ¿Cuál es el acuerdo que propone Manes? ¿Que el que quiere un poco más de justicia, un poco más de equidad, de trabajo, de respeto por la dignidad de las personas, se abstenga y diga que no quiere ser parte de esta discusión? Al contrario. Debe darla. O, acaso, del otro lado, la derecha, acepta como si tal cosa que se queden con el Estado, que hagan lo que quieren, que den subsidios, que cobren más impuestos. ¿Ellos se retiran de la discusión?

No va a suceder nunca. Es necesario discutir sobre cómo queremos el mundo. Lo plantearon mil veces. Decenas quisieron aplastar las ideologías, quebrarlas, igualar todo en un mismo plano. Pero no pudieron lograrlo. Miremos lo que pasa en Perú, para tomar un ejemplo bien reciente. O lo que ocurre con Lula y Bolsonaro en Brasil. ¿Cómo no va a haber grietas? Y lo que transcurre en Estados Unidos entre demócratas y republicanos, entre amantes de Donald Trump y los defensores de Joe Biden, con todos los defectos que puede tener en tanto presidente del Imperio? Es evidente que unos piensan y sienten distinto a los otros. Ni qué hablar de lo que sucede en el resto del mundo, en Europa, en Oriente, en Afganistán cómo no acabamos de presenciar…
Estamos discutiendo cómo queremos al mundo, nada menos. ¡Cómo vamos a cerrar la grieta! Por el contrario, tenemos que fortalecer nuestras convicciones y nuestra lucha y llevarlas después a un plano donde la democracia decida, de momento, quien se hace cargo de este mundo tan controversial y tan injusto.
Vuelvo, entonces a lo que con una cierta ironía y mucha clase, afirma Ubeira: la grieta está bien. No es una buena idea pretender terminar con ella.
Miremos cómo reaparece Macri, volviendo a mentir.
Porque lo que pretenden ellos, en realidad, es solapar, olvidar, tomar distancia de esos cuatro años aciagos, tremendos, dolorosos, pésimos, del gobierno del macrismo al frente de las corporaciones. Y lo que no producen es cumplir con su obligación, que es reclamarle ética o moral a quienes gobernaron. Es que ya no la tienen, porque no la tuvieron nunca. Ellos lo saben. Manes lo sabe. Saben que fue un gobierno que en materia de crueldad no tuvo jamás ningún tipo de reparos. El gobierno de Mauricio Macri, tan parecido como lo es él espiritualmente a la dictadura, a las prácticas indeseables, lideró una banda de desaforados lanzados a robar y a encarcelar a todos lo que fueran el enemigo. ¿Qué grieta quieren desterrar?
Por estas horas se percibe tan claramente las recurrencias que avalan estas posiciones. La rabia, el enojo sincero, la justificación de la grieta que producen las actitudes de siempre de estas bandas. Los títulos de Clarín, cualquiera sea la temática. Las frases tendenciosas de LN+ en una y otra cuestión, con agresividad, con perfidia, con falsedades. Miremos qué rápidamente mostraron la hilacha, miremos cómo reaparece Macri volviendo a mentir, aún sin la mínima necesidad: un mentiroso compulsivo, serial. Las estupideces que dijo la semana pasada. Un cómico de la vida política del país, desesperado por retomar terreno mediático en su interna frente a su ex che pibe, su servidor de café, Horacio Rodríguez Larreta, quien hasta se podría convertir en presidente si la derecha volviese a ganar. Por eso Macri dice esas cosas absurdas, sin detenerse. ¿Cómo no va a existir grieta con un personaje de esa calaña?

Hace algunas horas, el propio Máximo Kirchner hablaba de las prioridades del momento, de las urgencias, de cómo sacar a la Argentina adelante y le reclamaba un gesto a la oposición: olvídese, Máximo, lo deberán hacer ustedes, acompañados de los ciudadanos que tengan conciencia de lo que está sucediendo y estén dispuestos a poner el hombro. No va a haber ayuda de la oposición. Menos ahora tan cerca de las elecciones. Ellos van a ser más crueles que nunca. Van a mentir, como siempre, y van a hacer todo el daño que les sea posible. Están preocupados y ojalá que sea simplemente en referencia al intento de la derecha de retomar formas de poder político y sumarlo al poder real que nunca soltaron. Ojalá no se concrete porque si no volveríamos a tiempos en que no se podía vivir. Basta recordar lo que sucedió en la república, en la economía, en la vida cotidiana, en la democracia en los cuatro años de macrismo. Esa democracia, que con todos sus defectos, permitió quitarlos del poder político, al que quieren retomar con sus diarios intentos de Golpes de Estado. Son bestias desbocadas llevándose todo por delante. A pesar de que muchos de ellos hablan de dejar de lado la grieta.
Son unos farsantes.