El Presidente fue uno de solo dos mandatarios latinoamericanos que asistieron al gran evento del año en China, asistió al foro de la Franja y la Ruta, firmó acuerdos con su par Xi Jinping, puso flores en el mausoleo de Mao y, entre otros anuncios, extendió la delegación diplomática de nuestro embajador en Beijing a los asuntos en la vecina República de Mongolia. Si Ud cree que nos referimos a Alberto Fernández se equivoca, todo eso hizo Mauricio Macri hace muy pocos años. Pero la derecha que ahora brama entonces lo elogió.
Esa patética doble vara moral que apesta no fue porque —pese a todo eso, y pese a que fue el jefe de Estado argentino que más bilaterales tuvo con pares chinos— Macri desperdició oportunidades, no consiguió una sola inversión salvo la del parque solar en Jujuy, no pudo avanzar en la central atómica ni en el Belgrano Cargas o tiró para atrás las represas de Santa Cruz, sea por taras ideológicas, desinteligencias entre sus ministros y entre algunos de ellos con la Embajada en Beijing (entonces a cargo de Diego Guelar, que empujaba y era tan activo como es ahora Sabino Vaca Narvaja) o presiones de EE.UU.
El doble estándar de las miradas mediáticas sobre el reciente viaje a China de Fernández es puro más papismo que el del Papa (que por cierto hace pocos días retiró a sus representantes en Hong Kong y Taiwán levantando comentarios sobre un nuevo acercamiento a Beijing, con el que el Vaticano no tiene relaciones pero quiere recomponer). Y lleva directo al triste espectáculo de las noticias falsas, el impresentable recurso del off the record para ser la voz del Imperio y un paso por el ridículo periodístico (uno más, y van…) desde el cual es difícil volver, más cuando la apuesta crece cada día.
El Presidente actual responde con ironías. No va a instalar un modelo maoísta en Argentina, aclara. Su vocera, ante algunos planteos, se queda muda del asombro por tanto imbécil preguntando.
Durante la reunión del G-20 del 2018, el entonces presidente Macri condecoró a Xi Jinping con la máxima distinción de nuestro país. Estaba presente su canciller Faurie, que ahora está tan crítico y apostaba a la Franja y la Ruta. Fue en la residencia presidencial de Olivos. ¿Le preguntaron al mandatario si se había vuelto marxista?
El PRO, como el PJ, la UCR y otros partidos de izquierda, como el PCA, fue uno de los partidos que saludaron al PCCh en su centenario, el año pasado. Pero ahora hasta Macri twitea contra los acuerdos recientemente firmados.
La política hacia China, segunda potencia mundial, pivote de Asia Pacífico, el mayor polo de concentración y distribución de riqueza actual, y con la mayor población del planeta —todo lo cual ya de por sí debería disuadir las opiniones de quienes ven que acercarse a ella es “aislarse del mundo”— es una de las pocas políticas de Estado que pudo ir armando la Argentina. Algunos medios y opositores insisten en querer su demolición.
(*) Director periodístico de la revista y portal DangDai, sobre relaciones entre Argentina y China