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La democracia, el FMI y la oposición destituyente

Por Víctor Hugo Morales
Uno, dos, tres, muchos Basualdos

El tema fundamental de estos días cercanos a fin de año parece ser el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Da la sensación que inexorablemente debería tener que suceder. Yo me pregunto por qué. Porque si hay que firmar algo con lo que el gobierno argentino no esté convencido, no me gustaría que se traicione. La oportunidad es magnífica: hay un gran respaldo y consenso internacional. También hay un gran conocimiento del tema. Hasta buena parte de la población, aún la mal informada, sabe lo que ha hecho el FMI, y no me parece que sea cuestión de bajar el copete frente a estos bandoleros internacionales que le han hecho tanto daño a la República Argentina.

Claro, ahora son otros los interlocutores. Siempre hacen lo mismo. Provocan el daño y cuando uno va a la mesa de negociaciones, se encuentra con otra persona que viene y le dice: “Mucho gusto, yo soy el nuevo director general para la región, o algo parecido, soy el director de esto y de lo otro”. Y uno dice: ¿cómo se empieza esa conversación? Si el que estaba antes, si el que provocó el desastre, ahora no está para que se le pueda endilgar todo el daño que le ha hecho a la nación, a su pueblo, a toda la república.

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El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional: da la sensación que inexorablemente debería tener que suceder. Pregunto por qué. No parece que sea cuestión de bajar el copete frente a estos bandoleros internacionales que le han hecho tanto daño a la Argentina.

En este marco es muy importante la personalidad que tenga el gobierno argentino frente al Fondo Monetario Internacional. Sí, hay que pagar. Pero de ninguna manera, resignando nada. El gobierno argentino tiene la mejor oportunidad de todas las negociaciones para sentarse a la mesa del FMI de una manera exigente.

Tal vez, justamente por ello, la tapa de la mafia de Clarín de hace algunas horas está presionando que la falta de reservas le llevaría al gobierno, a apurar un acuerdo. Si el gobierno está apurado por el acuerdo está frito. Si el gobierno va y dice: tenemos que arreglar antes de fin de año y se muestra desesperado, se lo comen vivo. No creo que sea de ninguna manera como dice la tapa de la presa más mafiosa que existe. Pero sería importante que las altas esferas gubernamentales confirmaran que no es así. Sería bueno tener esa certeza. Sería muy plausible que el gobierno argentino asegura y cumpla que no va a resignar ninguna de las banderas.

Claro que otro capítulo es que la oposición asuma su responsabilidad con el Fondo. Como lo pide Axel Kicillof: “Por lo menos no se hagan los distraídos con respecto a la responsabilidad que tienen y con respecto a la solución que hay que buscarle, con los condicionamientos que existen. Hacen como si la deuda fuera un problema nuestro, como si no lo hubieran tomado ellos. No es que no asumamos nuestra responsabilidad. Pero la deuda involucra a todos los argentinos. Por mucho tiempo. Nadie puede hacerse el distraído”.

Otro capítulo es que la oposición asuma su responsabilidad con el Fondo.

La deuda involucra a todos los argentinos. Es una verdad total la de Kicillof.

Sergio Palazzo, diputado nacional electo del Frente de Todos y secretario general de La Bancaria, aseguró que ya hay un logro, una pequeña victoria, que es que el FMI va a tener que hacer una revisión de lo prestado, porque está comprobado que violó los estatutos del organismo. Son esos pequeños logros. Como el de la sobretasa. “Ellos aceptaron que el préstamo fue para que Mauricio Macri lograra su reelección. Y el propio Macri reconoció que los dineros entregados por el FMI fueron utilizados en fuga de capitales cuando expresó públicamente que habían sido entregados a los bancos porque, según él, tenían miedo que volviera el kirchnerismo”.

¿Quién debe marcar los tiempos: el FMI o el estado nacional?

Mientras el gobierno se da esa pregunta, la oposición trabaja en derrumbar al gobierno. “Negociación de la deuda, otro foco de tensión en Cambiemos”, fue otro titular reciente de la mafia y habla de que en la oposición no quieren quedar como idiotas útiles. La mafia les sugiere tensionar, no regalarles el acuerdo, forzarlos a que cierren filas o inclusive a que rompan y voten distinto entre ellos. Esa es la intención de Juntos por el Cambio. Esa es la intención de la mafia mediática. Que el Frente de Todos se quiebre para generar, aparte de lo que generaron en endeudamiento, una crisis política en el frente de gobierno. Una maniobra malintencionada y desestabilizadora de esa oposición que nos endeudó y que ahora quiere jugar políticamente para que el problema no pueda resolverse.

Son decididamente unos canallas.

En mi mesa de luz está para siempre un libro de Sheldon S. Wolin, “Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido”. Hace a nuestro tiempo. Elegí un párrafo singular: “La existencia de grupos de interés, organizados políticamente, con bastos recursos, que operan en forma permanente, sincronizados con las agendas y procedimientos parlamentarios y ocupan puntos estratégicos en los procesos políticos, revelan la profundidad del cambio sufrido por la concepción del gobierno representativo. La ciudadanía se está viendo desplazada. Se ha cortado la conexión directa con las instituciones legislativas que deberían representar al pueblo. Si el objetivo principal de las elecciones es ofrecer legisladores maleables a los lobistas para que les den las formas deseadas, merece llamarse gobierno irrepresentativo o clientelista”.

Es una de las páginas más notables de las 400 de este excepcional libro. No se lo pierdan. Está hablando de algo a lo que asistimos todos los días, permanentemente. Los sectores poderosos, las corporaciones tienen su representación parlamentaria. Ahí están Elisa Carrió, Patricia Bulrrich, y tantos otros. Ni hablar de Macri que se representa a sí mismo: él es una corporación que tuvo acceso, nada menos, a presidir el país, y por caso, tiene altísima responsabilidad en la toma de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Son muchos los que trabajan al servicio de esas corporaciones. Y que son beneficiados por la fortuna de creer que representan a un sector del pueblo. Jamás. Nunca van a representar al pueblo, simplemente porque nunca van a dejar de estar condicionados y obligados a representar a esas corporaciones. Como la más poderosa en la Argentina que es el periodismo.

En ninguna otra parte se evidencia así. Salvo alguna excepción como puede ser Brasil, con ‘O’ Globo. Tienen un muy fuerte poder sobre las otras corporaciones. La mafia de Clarín, es decir lo que representa Héctor Magnetto es inmensamente más poderosa que otras corporaciones como la de Paolo Rocca, sencillamente porque Rocca no le puede hacer ni cosquillas a Magnetto y éste sí puede destruir a Rocca en su honra, en sus ganas de vivir en 48 o 72 horas, si se le ocurriese.

Por supuesto que se da con la deuda y con la posición de la llamada oposición ante la negociación.

Esta pertenencia de diputados y senadores a esas corporaciones, a ese interés económico, le quita a la democracia la posibilidad de representar legítimamente al pueblo, que a su vez tiene que entender quién lo representa para luego poder estar en pugna con esos representantes. En la medida en que vota eso, vota en contra de sí mismo.

Este libro de Sheldon S. Wolin, un teórico formidable de la democracia, que nació en 1922 y murió en 2015, es altamente recomendable, casi imprescindible. Este libro, que es tan ejemplar para mí en cuanto al análisis de la democracia, nos está diciendo, entre otras cosas, que la democracia representativa está en decadencia. Lo está porque representativa debería significar una representación real de los sectores en pugna. Y no es así. Porque las corporaciones, siendo muchísimas menos personas, infinitamente menos personas, tienen mucho más poder que millones y millones que conforman aquello que llamamos pueblo.

Lo cotidiano se vuelve mágico

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Tags: Alberto FernándezClarínFMIMacrivictor Hugo Morales
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