Al poder, a la forma clasista de vivir, a un gran sector de la clase política, le cuesta mucho, muchísimo, hacerse cargo de los desastres que promueve. No sólo por lo expuesto este fin de semana que marcó un ataque con todos los tanques de la mafia mediática por el fallo sobre la ex presidenta Cristina Fernández.
Miremos también algunos otros episodios.
Un joven de 17 años, hijo del poder, le da una trompada asesina a un hombre de 64 años, y lo deja en la vecindad de la muerte. Pero no se quiere entregar, no puede hacerse cargo. Ni él ni su familia. Es tan agradable la vida que tiene por vivir, cómo perder el tiempo pagando por un ataque, cobarde, a traición, violento. Nadie cercano lo lleva de la oreja para mostrarle el hecho terrible que cometió, el desastre que promovió porque le rayaron el auto.
Te matan a golpes, te pisan con una 4×4, te arruinan la vida con mentiras, roban dineros del pueblo. Pero no sienten culpa. ¿La culpa? Esa te la debo.
No hace mucho, un hombre manejando una 4×4 discutió con alguien que iba en una moto y decidió pasarlo por encima. En su furia descontrolada, lo mató. No podía o no quería hacerse cargo y estuvo tres meses escondido hasta que lo encontraron casi de casualidad. No podía sobrellevar la idea de pagar por lo que había hecho. No quería o no podía asumir la responsabilidad, la obligación moral y legal de cualquier ciudadano.
¿Estas actitudes ciudadanas no son acaso el reflejo de lo que muestras ciertas clases políticas?
El PRO gobernó pidiendo plata, sólo eso. Pero no asume su desastre sino todo lo contrario. El FMI dio un préstamo delincuencial a la Argentina, pero ahora, si puede, quiere cobrar como si hubiera sido Papá Noel.
Te matan a golpes, te pisan con una 4×4, te arruinan la vida con mentiras, roban dineros del pueblo. Pero no sienten culpa. ¿La culpa? Esa te la debo.
Los medios de comunicación, los diarios de la mafia, volvieron a ejercer el peor periodismo del mundo hace unas horas, en un hecho que luego tomaron ciertos pistoleros políticos: el caso Hotesur-Los Sauces. Mientras los medios decían que se cayó la causa, que “CFK fue sobreseída sin juicio”, la realidad nos marca que no hubo delito. Pero en lugar de hacerse cargo por el daño provocado huyen hacia adelante promoviendo, entre otras cosas, más agresiones en el domicilio de la víctima. Una cosa tan bochornosa. Provoca sofoco pensar en lo que se dio el viernes a la noche cuando Clarín y La Nación mandaban a la gente a la esquina donde vive Cristina Fernández de Kirchner: fracasaron, no fue casi nadie, pero lo intentaron.
Pero de nada quieren hacerse cargo. El primer comentario de la tapa de Clarín, luego de la resolución de la causa, fue: “La doctrina Cristina. Una doctrina procaz que le hace tanto daño al poder judicial”. ¡Qué sinvergüenzas! “Cristina Kirchner fue sobreseída sin juicio oral, sin testigos, sin prueba documental”. Parece un atajo innoble, un atajo ilegal. Hay que hacer el juicio a como sea, sí o sí, aunque no haya un solo motivo. Son unos bandidos, unos bandoleros. Los elementos que se arrimaron indican que no hubo un solo elemento para seguir.

Lo sostuvieron Clarín y La Nación sin la responsabilidad de haber leído una línea de la decisión. Ni los que votaron de una forma, ni lo de la jueza que votó en disidencia y sostuvo que mejor era ir a un juicio: un disparate porque apostaba a que durante el juicio oral apareciera alguna prueba, a ver si finalmente hay algo para condenarla, cuando los otros jueces vieron que no hay nada, lo que se dice nada… No hay lavado, todo bancarizado, todo claro. ¿Qué es eso? Una especie de ir a la pesca. Un despropósito absoluto. Bastaría con leer una muy buena nota de nuestro colega Néstor Espósito, llamada “Final de una causa judicial movida por la torpeza y la saña”, en la que detalla profusamente cada uno de los motivos para no realizar el juicio.
Pero a ellos no les importó nada. Inventaron el tema. Lo llevaron adelante. Tuvieron la compañía de Margarita Stolbizer, de Laura Alonso, de toda la derecha y fueron provocando todo este dolor tan grande que fue este país durante tanto tiempo. Seguimos estando muy en manos de esta justicia que durante años reptó en nombre de los intereses del poder real, las operaciones, las estigmatizaciones, las ruindades, las mezquindades. Son los responsables de la destrucción de los principios éticos esenciales para la vida de una república.
Junto con los medios que nunca vieron lo que pasó con Macri: tenía montado un sistema de escuchas ilegales en la CABA, tenía un procesamiento confirmado por la Cámara Federal y la de Casación Penal. Tenía una acusación y estaba rumbo al juicio oral: ¿qué pasó? En un momento determinado lo eligieron presidente. Y el juez Casanello se dio cuenta que faltaba una pruebita. Anuló la clausura del sumario sólo respecto de Macri, pero mandó a todos los imputados al juicio oral. ¡La excepción fue Macri! ¿Qué ocurrió después? Había que hacerles el juicio oral a todos los demás imputados, pero iban a demostrar que Macri estaba involucrado de pies a cabeza. Entonces los mismos que habían confirmado esos procesamientos inventaron que la causa era por delito de acción privada y anularon todo. Nadie sabe qué pasó porque no se lo informaron a la sociedad. Bandidos: no publicaron ni una sola línea. No dijeron que era un procedimiento “procaz”.
Es la incidencia negativa que tiene el Poder Judicial sobre una sociedad que no tiene porqué saber cómo funcionan estas cuestiones jurídicas. Todo lo que han hecho en tiempos de la mesa judicial, del memorándum con Irán (que ni entró en funciones, que no provocó ni un inconveniente), del dólar futuro (cuando se enriquecieron tipos como Magnetto, como Quintana, pero querían mandar presa a CFK), cuantos más mamarrachos jurídicos que se van cayendo porque pasó el tiempo necesario.
Y encima los medios envenenan todo con las información falsas.
Puntualicemos entonces, lo que pasó este viernes que hace a lo demencial de algunos políticos y naturalmente a los medios de comunicación. “Hernán Lombardi organizó un cacerolazo contra CFK y no fue nadie”, fue el título de Página/12. Es verdad. Fueron 10 personas. Del ejército de los que queman barbijos, de los que llevan piedras por los muertos por Covid, de los que pelean contra la cuarentena o gritan en cualquier lado “somos Nisman, somos Vicentín”. En realidad lo que hizo Canalla Lombardi -posiblemente más activo que tiene el PRO-, fue solamente subirse al oportunismo en la pelea de los supuestos duros del Pro contra los blandos, mientras la mafia de Clarín y La Nación ponían móviles y azuzaban a la gente para que fuera a la esquina donde vive Cristina Fernández.
Cristian hace política, incomoda, provoca, exige, dice cosas que obligan a los demás a hacerse cargo.
Nada les da vergüenza. Tampoco escuchar a Axel Kicillof avanzando, por ejemplo, en la extraordinaria campaña de vacunación, después de haber dicho todo lo que dijeron, contra ese proceso, contra la cuarentena. Me la paso rezongando ante tanta mentira y falacia. Pero, como suele decirme un amigo, el poder es eso. Hacerlo sin ningún tipo de prurito, sin piedad. El poder se ejecuta de esa manera. El poder no se plantea nada. Si dudara, no sería el poder. Y cuando algo no le sale bien, manda a persiguir…
Mintieron durante años sobre Cristina Fernández, pero esta vez no les ha salido bien. Esta vez La Nación no fue a hacerle una nota a la vecina del piso de arriba para decir que CFK no la saluda cuando se cruzan en el ascensor. ¿Se puede creer que la Nación haya publicado una nota con ese tema? ¿Quién que no es cínica, no es hipócrita, saludaría a una vecina que pone banderas y carteles insultándola todo el tiempo? Pero ellos no tienen el menor pudor de cruzar todos los bajofondos del periodismo más venal y vergonzoso. Son criminales mediáticos.

En cambio, la vicepresidenta le respondió a la sociedad con una carta en la que pide que todos se hagan cargo. Deja de manifiesto que es Alberto Fernández el que gobierna: lo dice para la oposición y también para lo propios. A todos les dice que se hagan cargo: también a sus propios compañeros del Frente de Todos, dentro y fuera del Congreso, por caso ante la negociación con FMI, así con tantos otros temas. A todos les recuerda que deben asumir las verdaderas representaciones. Mientras, la oposición, quiere mostrar una posible ruptura, pero no se miran a sí mismo.
Cristina Fernández, cada vez que habla, que escribe, que se exhibe de algún modo, demuestra que es una dirigente de nivel extraordinario, así también que se mueve en un contexto político de tremenda chatura. Ella respaldó la negociación con el FMI y le reclamó a la oposición que se haga cargo de sus responsabilidades sobre el endeudamiento. Pero, por el contrario, aparece el irresponsable e impresentable del ex presidente que pretende responderle y sólo atina a fogonear la crisis con los peores métodos golpistas, azuzando el “que se vayan todos”.
Cristian hace política, incomoda, provoca, exige, dice cosas que obligan a los demás a hacerse cargo.