Entrevista al vicepresidente de ARSAT sobre el DNU que declaró a las comunicaciones como servicios esenciales y los falsos argumentos de la oposición sobre una posible caída de inversiones. La conectividad como nuevo derecho humano y el fin de los abusos en la fijación de precios.
Luego de que el presidente Alberto Fernández declaró los servicios de telefonía, cable e internet como servicios públicos, las empresas y sus operadores políticos y mediáticos, agitaron el fantasma de que esa medida bloquearía los procesos de inversión y de innovación tecnológica en el sector. El vicepresidente de ARSAT Guillermo Rus responde: “Esas inversiones no vienen desde afuera sino que proceden de los 8 mil millones de dólares anuales que los usuarios de esos servicios abonan a esas empresas. Si este mercado no les resulta rentable, habrá otros prestadores que apreciarán la escala del negocio”. Rus recuerda que desde 2006, fecha en la que se crea ARSAT, hubo una inversión del Estado de más de 4 mil millones de dólares, notablemente disminuida durante el gobierno anterior que le “quitó regulaciones” al mercado de las telecomunicaciones.
Ya en el terreno de los satélites y el espacio exterior, charlamos con Rus sobre la Estación Espacial Internacional, una estructura en la órbita de la tierra de un tamaño de un estadio de fútbol, donde viven de modo permanente entre 6 y 10 astronautas de varias nacionalidades. Desde el año 2000 hay presencia humana en el espacio de modo continuo y ya se diseña una segunda Estación Espacial, pero en la órbita de la Luna. Más aún: ya se prepara un segundo descenso de astronautas en ese satélite en 2024.
“La pandemia terminó de poner de manifiesto la importancia de estos servicios, principalmente el de acceso a internet”.
Finalmente, la pregunta que no podía faltar: ya que por la Estación Espacial pasaron astronautas de veinte países y todos ellos pudieron ver y fotografiar nuestro planeta desde el espacio exterior: ¿La Tierra es redonda o plana?
– ¿Qué debemos entender exactamente del Decreto de Necesidad y Urgencia firmado por Alberto Fernández?
– Me parece que lo más importante de este decreto es la importancia que se les otorga a los servicios de telecomunicaciones y, particularmente, a las comunicaciones móviles en la vida diaria de todas las personas. La pandemia terminó de poner de manifiesto la importancia de estos servicios, principalmente el de acceso a internet. Se trata de prestaciones que permiten ejercer muchísimos derechos y son consideradas en este momento un derecho humano en sí mismo. El acceso a internet es un derecho humano universal, justamente porque está presente en la vida cotidiana de todas las personas, y donde no está, es un problema para esas personas. La pandemia lo puso especialmente de manifiesto: los chicos y chicas que no tienen acceso a internet no pudieron ir a clases, por ejemplo. Lo mismo pasa con el trabajo: estamos hablando de teletrabajo y si no hay acceso a internet todas esas posibilidades que nos da la tecnología no se pueden llevar adelante. Estamos en un contexto muy complejo en donde el Estado tiene que estar presente, tiene que mirar lo que está pasando y tiene que incidir para evitar justamente que parte de la sociedad quede excluida.
Además, venimos de cuatro años en los cuáles se retrocedió, cuatro años donde se gobernó por decreto y se habilitó la concentración y la exclusión en el sector de las telecomunicaciones.
“El precio lo ponían las empresas, lo que el decreto del Gobierno da a lugar es que el Estado también intervenga en la fijación del mismo”.
– ¿Qué significa que un servicio sea público y esencial?
– Que el Estado está presente. El Estado es el que da las licencias para que se brinden los servicios, es el que tiene la autoridad de control a través de ENACOM, para que esas licencias se ejerzan en el marco en el que se otorgan y las condiciones establecidas. Justamente lo que, hasta ahora, no estaba dentro de las condiciones era el precio. El precio lo ponían las empresas, y ahora lo que el decreto del Gobierno da a lugar, es a que el Estado también intervenga en la fijación del mismo para que el servicio sea accesible para toda la población. Claramente, no es una estatización en el sentido de la propiedad de las empresas, no hay nada en el sentido de que la propiedad de las empresas privadas del área pase al Estado. Claramente, el único sentido de esas interpretaciones es confundir.
– Una de las cosas que plantean los voceros opositores con esto de asimilar el servicio público a estatización es dificultar la comprensión de lo que significa la idea de servicio público. Una idea que, además, en el decreto presidencial aparece asociada a que el Estado recupera capacidades regulatorias. ¿Qué cambia en la relación entre el Estado y las empresas de telecomunicaciones a partir de ahora?
– Creo que el punto más importante va a estar en la tarifa que se aplique a los servicios. Estamos considerando que todas las personas tienen que poder acceder a estos servicios. No importa la condición socioeconómica en la que estén. Todos y todas tienen que poder acceder a este servicio y el precio en este momento es la principal barrera, sobre todo considerando que la mayor parte de la población está dentro de la cobertura de las comunicaciones móviles. Por supuesto, hay otros desafíos y creo que el carácter de servicio público que le adjudica a estos servicios el decreto presidencial, refuerza las medidas y la regulación en la que tiene que avanzar el Estado respecto a la cobertura. Todavía hay población rural y pequeñas comunidades donde no hay cobertura de móvil o no hay cobertura de internet fija. Obviamente no es la mayor parte de la población de la Argentina, pero es una parte considerable que hay que también abordar desde el punto de vista de la cobertura de servicio o de la oferta. Ahora, por otro lado, el decreto también dispara una reglamentación por parte del ENACOM de congelar los precios hasta fin de año. Ya estaban congelados por decreto y ahora se renueva ese congelamiento para que no impacte directamente en el destino que los argentinos les dan a sus ingresos. Esos son los dos puntos más importantes: la cobertura y el acceso.

– ¿Por qué crees que el argumento de la oposición, y de cierta parte del periodismo, consiste en insistir en que si el Estado regula entonces no van a venir las inversiones y por eso vamos a tener peor calidad de servicio, junto al fantasma de que corremos el riesgo de convertirnos en Venezuela o Cuba?
– En estos cuatro años de macrismo se desreguló un poco el sector. Se eliminaron medidas que ellos consideraban restrictivas para las inversiones y, sin embargo, las inversiones no vinieron. De hecho, hubo menor inversión porque hay menos competencia. En 2015, Nextel, Cablevisión, Telecom, eran empresas distintas. Ahora son una sola. Además, no aparecieron empresas nuevas a nivel nacional o con una cobertura importante. No hubo inversiones grandes o nuevas en el sector para generar más competencia. Repetimos: el modelo que aplicaron no generó nuevas inversiones. Es más, generó menos inversiones. Ahora, a partir de la reglamentación del decreto dictado por el presidente, el gobierno – a través de ENACOM – va a poder intervenir en la fijación de los precios. Eso se hace mirando hacia los usuarios, mirando los costos que tienen las empresas y las inversiones necesarias. Seguramente se llegue a tarifas coherentes que permitan alcanzar los objetivos que tiene el decreto sin que impacten directamente en la operación de los prestadores de estos servicios.
– Tratando de expresar la voz de las industrias o las empresas del mundo de las telecomunicaciones, Diego Cabot escribe en La Nación: “La Argentina ha sido siempre más propicia a la regulación que a abonar la libre competencia. Esta es una muestra más del vicio de la intervención, pero claro tiene una particularidad: hay redes de servicios públicos, el agua por caso, que se mantiene con inversiones hechas hace décadas. Solo mantienen caños de agua. Las tecnologías prescriben. La velocidad de internet poco tiene que ver con el óxido que muestran los reguladores argentinos”. O sea, dos ideas se encargan de resaltar: primero que las telecomunicaciones no serían un monopolio natural como la electricidad o el agua donde hay efectivamente prestadores únicos; el segundo argumento para la no regulación sería que las telecomunicaciones, tendrían una tasa de obsolescencia tecnológica mucho más alta, por lo cual exigirían inversiones de modo permanente. ¿Qué pensás de estos argumentos?
– Hay una cosa muy importante respecto a las inversiones que es lo siguiente: las inversiones no son fondos que vienen al país o salen de alguna cuenta y nos llegan desde afuera a todos los argentinos. Los usuarios pagamos todos los meses estos servicios y al año estamos gastando 8.000 millones de dólares. O sea, las inversiones salen de ahí. Si a estas empresas no les cierra la regulación argentina, seguramente habrá otras empresas interesadas en invertir para estar en este mercado. Me parece que hay que dar vuelta el sentido. Las inversiones las estamos haciendo todos los usuarios de los servicios. Por supuesto, los actuales prestadores invierten parte de esos ingresos porque el negocio de las telecomunicaciones es intensivo en inversiones. Estas empresas pueden invertir alrededor del 10 o 20% de sus ingresos anuales en tecnología para su infraestructura.
“Venimos de cuatro años en los cuáles se retrocedió y se habilitó la concentración y la exclusión en el sector de las telecomunicaciones”.
– ¿El porcentaje que no invierten a qué se destina?
– Obviamente es un negocio que tiene sus complejidades. Hay gastos operativos, hay necesidades de inversiones y también tienen sus ganancias, sus beneficios.
– Nos interesa volver sobre el tema de que las inversiones no son un flujo de dinero que viene de afuera, sino que son flujos locales que la empresa reciben como pago de sus servicios, lo que invierte mucho la lógica de los argumentos. Tal como está planteado en los puntos de vista de la oposición, parece que la regulación estatal lo que hace es frenar los flujos de inversiones externas y hace que todo el sistema de telecomunicaciones entre en estado de obsolescencia tecnológica.
– ¡Claro, totalmente! Y justamente tenemos una situación, en parte agravada en los cuatro años de Macri, de falta de competencia. O sea, si no hay competencia o si hay escasa competencia como pasa en algunos lugares de nuestro país, particularmente después de la fusión entre Cablevisión y Telecom, o hay un prestador que tiene capacidad de fijar un precio, entonces, las empresas hacen lo que quieren. A muchos les preocupa la fijación de precios por parte del Estado pero resulta que en muchos lugares la fijación de precios la hace directamente una empresa. Eso es preocupante porque puede llevar a situaciones de abuso en la fijación de precios y, por lo tanto, a la exclusión o a la imposibilidad de acceder a estos servicios de parte de la población, sobre todo en tiempos de pandemia. No se trata sólo de contar con servicios que nos facilitan la vida: son también servicios esenciales para educarnos y trabajar. Y esto también se está planteando a nivel mundial, tanto en sectores públicos como privados, con relación al 5G y a los desafíos de la siguiente generación de comunicaciones móviles para que la gente no quede excluida o desconectada. Eso está planteado de forma general. Obviamente hay iniciativas privadas interesadas en sus propios negocios como Google y Facebook, entre otros. Por supuesto, más gente conectada también son más usuarios para sus servicios.
“A muchos les preocupa la fijación de precios por parte del Estado, pero resulta que en muchos lugares la fijación de precios la hace directamente una empresa”.
Hay una mirada general, algunos con sus intereses particulares, que asume que si las personas no están conectadas a internet, principalmente a través del móvil que es la tecnología que más entró en todos los hogares, esas personas quedan excluidas y eso tiene un impacto muy negativo sobre su calidad de vida.
– ¿Este DNU es el puntapié inicial para que el Estado garantice infraestructura y mayor competitividad, para que pueda apoyar y reforzar nuevos actores que entren al negocio de las telecomunicaciones y además garantice producción local y de calidad para mejorar la vida de la gente?
– El Estado hasta 2015 había tomado muchas medidas. Bueno, ARSAT es producto de esas medidas. Hubo inversiones por más de 4 mil millones de dólares desde 2006, fecha en que se crea ARSAT. Esas inversiones se incrementaron para desplegar toda la plataforma de Televisión Digital Abierta (TDA) terrestre y para la red de fibra óptica. Hoy muchas de las localidades pueden tener internet de banda ancha porque llega la red ARSAT. Eran lugares a los que no llegaba la red de ninguno de los operadores privados. Podemos tener una Televisión Abierta sin necesidad de tener un abono para informarnos, para acceder al derecho que tenemos las personas a la información y la comunicación, sin tener que pagar un promedio de alrededor de 1000 pesos mensuales por el servicio de televisión por abono. Una televisión que no son 2 o 3 canales o hasta 5 que eran en el mejor de los casos la televisión analógica, sino que son más de 20 canales digitales. El servicio se mantuvo a pesar de la degradación a la que la sometió el macrismo. En muchos lugares ahora funciona mal porque no hubo inversiones en infraestructura. A veces el servicio se cae y cuesta reestablecerlo. Hay equipos que hay que reemplazar porque están obsoletos después de cuatro años de macrismo. Ahora se están retomando las inversiones en la plataforma para que ese servicio no tenga discontinuidad. El Estado invirtió muchísimo y volvió a invertir en 2020 en el tercer satélite de ARSAT. Este satélite es para llevar la banda ancha a todo el país, principalmente donde no hay infraestructura terrestre. En toda la zona rural, en las pequeñas localidades, en zonas de baja densidad de población donde no hay redes terrestres, no llegan las redes de fibras porque hay pocas personas y son inversiones que no son rentables. Hasta este momento los satélites no tenían capacidad de brindar ese tipo de servicio. Pero ahora, satélites como el ARSAT III o el SG1, van a tener esa capacidad: pueden brindar este servicio a más de 200.000 hogares. Si el Estado no hubiera invertido, tampoco lo hubiera hecho ni Telefónica, ni Claro, ni Telecom. Estamos hablando de un satélite que se va a fabricar en Argentina, en el INVAP. Si el Estado no estaba presente pensando en cómo internet puede estar en todos los rincones del país, las empresas por supuesto no lo hacían Y no estamos hablando de montos significativos para sus ingresos. Este es un satélite que va a brindar servicios durante 15 años con una inversión de alrededor de 230 millones de dólares. Se va a tardar 4 años en fabricarse. Si dividimos en el tiempo en el que va a operar y los ingresos que tienen estas empresas no son valores significativos. Entonces no es solamente una cuestión económica. Es una cuestión de mirada y de objetivos. Esta problemática no está dentro de las preocupaciones de las empresas.

– Volvemos al planteo del tema de la competencia. Vos decís que durante el gobierno que más insistió con el tema de la competitividad, el gobierno de Juntos por el Cambio, es cuando más se redujo la competencia y ahora la argumentación, de ese mismo sector, es que a mayor regulación estatal más va a bajar la competencia. Básicamente lo que dicen es: “si el Estado hace que todos los precios sean iguales, eso hace que desaparezca la competencia entre las empresas”. Con esas argumentaciones se generan grandes confusiones: ellos dicen que si el Estado interviene se reduce la competencia cuando, por el contrario, si el Estado interviene puede aumentar la competitividad en esas ramas de servicios.
– Uno de los elementos principales para que haya competencia es el Estado promoviendo. Y hay que separar. Creo que nuestro país es el octavo en extensión del mundo y no es todo igual. Una cosa es donde tenemos una alta densidad de población y otra es donde tenemos una densidad de población baja. Las grandes empresas no tienen entre sus prioridades a las zonas de baja densidad de población. Si no hay regulación que las obligue a desplegar servicios, no habría servicios en muchos puntos del país. Si el artículo de 4G de comunicaciones móviles no hubiera establecido que debían cubrirse todas las localidades de más de 500 habitantes, muchísimas localidades de nuestro país no tendrían comunicaciones móviles porque no sería atractivas para las empresas en lo económico. Si el Estado no los obliga a cumplir sus licencias a nivel nacional, probablemente no lo hagan. Y es uno de los pendientes que todavía tenemos: tres operadores con licencias nacionales, con espectro adjudicado para operar en todo el país, no están aún en todas las localidades de nuestro país. Entonces hay competencia por que el Estado está presente. Si no estuviera el Estado fomentando, financiando a través del servicio universal u otros instrumentos de financiamiento a nivel provincias, a niveles municipios a distintos prestadores de internet, no tendríamos servicios en localidades pequeñas o serían muy deficientes. En ese sentido creo que la presencia del Estado es fundamental para que haya competencia y haya alternativas para los usuarios.
– Es importante que nos ayudes a recordar cuáles son los monopolios, cómo están funcionando y qué características tienen.
– En materia de telecomunicaciones, la última fusión fue la de Cablevisión con Telecom. Telecom con lo que era comunicaciones móviles y telefonía e internet fija (Personal y Arnet). Cablevisión – Fibertel son una misma empresa. Nextel se sumó en los últimos años. Y anteriormente había sido la fusión entre Cablevisión y Multicanal. Ahora todas esas marcas son una sola. Personal – Arnet- Telecom- Cablevisión y Nextel es todo lo mismo. Es una sola que concentra alrededor del 40% de todos los ingresos del mercado de telecomunicaciones.
“El tercer satélite de ARSAT es para llevar la banda ancha a todo el país, principalmente donde no hay infraestructura terrestre”.
– ¿Y el otro 60% cómo está repartido?
– Tiene una incidencia muy fuerte Telefónica- Claro y Direct TV. Y un poco más atrás viene el grupo UNO con presencia en Mendoza y otras provincias. Y después un conjunto muy grande de pequeños operadores, pymes y cooperativas en las distintas localidades de nuestro país que tienen presencia local en una o en varias ciudades o pueblos. Esos son muchísimos actores pequeños.
– En otro plano, hay un montón de términos que nosotros vamos incorporando al vocabulario cotidiano pero que no necesariamente sabemos a qué se refieren. Por ejemplo ¿cuál es exactamente la diferencia entre 3G, 4G y 5G?
– En materia tecnológica significa más capacidad de transmisión de información. Van incrementando su capacidad, pero eso en materia de servicios fue generando transformaciones distintas. El 2G estaba acotado a la telefonía o a los mensajes. 3G ya implicó navegar por internet a través de los teléfonos (Smartphone) y 4G permitió los videos y materiales multimedia. Esto en relación a la transmisión de datos. Después tenemos una revolución en relación también a los dispositivos. Estos pasaron de ser teléfonos a computadoras. Y todo lo que eso implica en materia de aplicaciones. Ya son muy pocas las cosas que no podemos hacer en un teléfono respecto a una computadora. Y en el caso del 4G, justamente, generó ese cambio por el cual muchas personas que están conectadas, que tienen capacidades digitales plenas y no usan una computadora de escritorio, tienen solamente el teléfono. Eso generó una transformación muy fuerte en materia de telecomunicaciones de esta cuarta generación. Por eso también el decreto hace una distinción respecto a los otros servicios y a las comunicaciones móviles. En este momento, si el objetivo es que los chicos puedan seguir cursando, ello no pasa tanto por la entrega de una computadora sino por garantizar el acceso y la conectividad a internet. Se trata, en simultáneo, de disponer del equipo y de contar con conexión wi-fi. Ese es el punto más fuerte. Obviamente las tecnologías no se van anulando unas a las otras. Sigue siendo importante tener una computadora porque el celular, si bien asume muchas funciones, no la termina de reemplazar. Lo mismo pasa con la televisión y la televisión abierta. Si bien ahora sigue existiendo el televisor, si bien sigue teniendo un uso importante, este uso obviamente va cambiando. 4G implicó un cambio muy fuerte y si bien 5G va a tener mayor capacidad de transmisión de datos, tiene otro enfoque. Es internet para la industria, no tanto para los usuarios. Justamente ahí va a haber un cambio. Va a ser la quinta generación más pensada para la producción, en que las cosas estén conectadas, en que la industria esté conectada. 5G va asociado también a los autos hiperconectados, que se manejen solos, a la robotización. Todavía falta un poco para eso. No está todo definido. No todo el mundo conoce cómo va a terminar siendo y tiene impactos que no son fáciles de prever.
“Si el objetivo es que los chicos puedan seguir cursando, ello no pasa tanto por la entrega de una computadora sino por garantizar el acceso y la conectividad a internet”.
– ¿Hay alguna relación del 5G con la pandemia como aseguran algunos manifestantes en algunas marchas opositoras?
– Respecto al vínculo que algunos establecen entre el 5G y el COVID es sencillamente un delirio estilo terraplanismo. No hay nada que indique que haya una relación con el COVID. Obviamente hay un tema con Huawei y el 5G. Estados Unidos cuestiona los equipamientos de Huawei basándose en la legislación que tiene China. El temor es que las empresas chinas acumulen y entreguen información al gobierno de su país. Por eso EEUU dice que el equipamiento Huawei no va a ser seguro porque se trata de una tecnología industrial que podría ser usada con fines militares. Pero bueno, si el 5G es peligroso por los chinos, el 4G es peligroso por los otros fabricantes de tecnología.
– ¿Puede llegar a tener efectos ambientales estas tecnologías?
– No soy especialista en esto ni tengo los números en este momento pero los niveles de radiación de las comunicaciones móviles están muy por debajo de los que estipula como máximo la OMS. Lo que puede ser perjudicial para la salud son las intensidades de campo de radiaciones de ondas electromagnéticas muy potentes. Pero, cuantas más radios base hay, cuantas más estaciones para comunicaciones móviles hay, más baja es la potencia porque las antenas requieren emitir con menor potencia para que se puedan establecer las comunicaciones.
– ¿Qué hay de la posibilidad de los vuelos comerciales al espacio?
– Bueno, están avanzando. Desde el año 2000 hay presencia en el espacio de forma continua. Está la Estación Espacial Internacional que suele tener 6 personas (EE.UU., Rusia, Europa, Japón, Canadá) que en forma regular aporta a esa Estación. Ya hay toda una experiencia de vivir en el espacio en la órbita de la Tierra.

– ¿Qué características tiene esa estación? ¿Es grande?
– Es como una cancha de fútbol. Obviamente no todo es compartimento habitable porque son muy grandes los paneles y toda la estructura. Después tiene distintos módulos donde viven los astronautas, el máximo puede llegar a ser de 9 o 10 personas. En general hay 6. Es un artefacto enorme. El objetivo es aprender a vivir fuera de la capa protectora de la atmósfera. Hubo un astronauta brasilero, que ahora es Ministro de Ciencia de Brasil, que en su momento lo había mandado Lula a la Estación Espacial. El turismo espacial se puede hacer pero es caro. Brasil antes, y ahora Emiratos Árabes, mandaron astronautas al espacio. Los rusos te pueden entrenar pero sale 60 millones de dólares más o menos uno de esos viajes al espacio exterior. Entonces no es algo para cualquiera digamos, ¿no? Lo que sí está emergiendo ahora es el turismo espacial a través de una serie de empresas que ofrecen experiencias un poco más accesibles, de todas formas carísimas, lujosas. Hay dos empresas, Virgin Galactic y Blue Origin, que es de Jeff Bezos, el dueño de Amazon, que también está haciendo cohetes y otros artefactos para el espacio. Varios magnates tecnológicos experimentan con proyectos espaciales. Todavía no están operativos esos servicios pero se van a ofrecer viajes por encima de los 100 km que es el límite del espacio: ir hasta esa línea y volver. Son viajes por algunas decenas de miles de dólares.
También se está planificando la construcción de una segunda Estación Espacial pero ya no en la órbita de la Tierra sino en la órbita de la Luna. La estación Gateway está planificada para estar operativa alrededor de 2028 y también va a estar habitada de forma intermitente. Es un paso más en el camino de aprender a vivir en el espacio cada vez más alejado de la Tierra. Todos estos avances están en la búsqueda del siguiente paso: poder descender en Marte. Se está haciendo ese camino, aun cuando el descenso en Marte no tiene fecha. Lo que sí tiene fecha es el regreso de la Humanidad a la Luna a través de la NASA. En su slogan dice “la primera mujer, el siguiente hombre”. Eso va a tener un impacto a nivel mundial. La Humanidad vuelve a la Luna en 2024. Parece una fecha ambiciosa, pero está avanzando y hay una determinación muy fuerte de la NASA.
“El vínculo que algunos establecen entre el 5G y el COVID es sencillamente un delirio estilo terraplanismo”.
La astronáutica, vivir en el espacio, hacer turismo en el espacio, es algo que va a un ritmo lento, porque obviamente es algo complejo, pero va avanzando. Ya en algunos años se va a ir transformando y va a ser bastante más habitual… no muy popular pero habitual.
– Esta estación que está ahora en el espacio ¿cuánto se tarda en llegar y qué actividades desarrolla?
– El tiempo depende de cada nave. Los rusos con una nave de carga llegan en 6 horas. Otras pueden tardar un par de días. Depende cómo hagan ese viaje. En relación al amerizaje que sucedió hace unos días, les cuento que los norteamericanos habían perdido su capacidad de mandar astronautas desde su territorio. Con los accidentes del Challenger y después con el otro transbordador espacial, habían suspendido sus vuelos tripulados y los astronautas norteamericanos despegaban desde Rusia, lo que no les causaba ninguna gracia. Se sentían humillados de tener que hacer eso. Y a través de Space X y el Boeing lo que hicieron fue retomar el proyecto de lanzar astronautas desde suelo norteamericano. En el vuelo de este año, partieron dos astronautas de la NASA en la nave Crew Dragón de Space X, estuvieron unos días en la Estación Espacial y son los que regresaron hace poco. Lo anterior le volvió a dar a EE.UU. la capacidad de volar con una nave propia y con astronautas que salían de su territorio. También los europeos y japoneses van a poder volar. Ya recuperaron esa capacidad. Respecto a qué hacen en la Estación Espacial, algunos están poco tiempo, algunas semanas. Otros, pueden estar 6 meses o incluso más. Realizan muchos experimentos, tienen muchas tareas de mantenimiento, hacen caminatas espaciales o hacen distintas tareas para mantener esa infraestructura. Imagínate que si no la mantienen ellos no la puede arreglar nadie, o sea que cambian baterías, arreglan desperfectos, tienen muchas tareas de mantener la propia estación. Y llevan adelante muchos experimentos científicos, de distinto tipo. Hacen crecer cosas en la estación, prueban sistemas de comunicaciones, tienen rutinas muy exigentes y después tienen un monitoreo muy grande de sus actividades en el espacio. Hace poco voló un astronauta que tiene un mellizo, entonces los compararon antes del viaje, y los volvieron a comparar después. Hubo todo un estudio de cómo los había afectado vivir en el espacio. Para las personas estar en el espacio afecta la estructura ósea. No es simple. Si estamos preparando a la humanidad para vivir fuera de la Tierra es necesario tener mucho conocimiento de cómo nos afecta estar fuera del planeta.
“La posibilidad de un astronauta argentino hoy no está dentro de las prioridades, ni de nuestro presupuesto”.
La Estación Espacial tiene una serie de cámaras. Hay equipamiento incluso que permite poner una cámara privada: si uno quisiera colocar una cámara para mirar la Tierra desde la Estación Espacial tendrá un costo pero se puede hacer. Y hay cámaras en la Estación que observan la Tierra. Los astronautas sacan muchas fotos, hay como un relevamiento continuo a nivel fotográfico.
– Pregunta fundamental: vista desde el espacio exterior, ¿la Tierra es redonda o plana?
– Es plana, es plana (risas). Es terrible eso, es increíble. Hay astronautas hace 20 años orbitando la tierra, hay más de 20 países que fueron a la Estación Espacial, la televisión satelital funciona con satélites en una tierra redonda. Realmente no se comprende cómo han podido llegar a esa conclusión los terraplanistas.
– ¿Hay posibilidad de que en algún momento haya algún astronauta argentino?
– Y… no está dentro de las prioridades, ¿no? Claramente. Tampoco está dentro de nuestro presupuesto. Brasil mandó uno pero fue una política muy puntual. Pero si bien ahora no está en agenda, pensando un poco a futuro no es tampoco una locura, no sería un despilfarro tampoco. Por ahí no a nivel Argentina, pero sí más a nivel región. Como los europeos. No existe la estación espacial alemana, todo lo hacen en conjunto a nivel europeo porque requiere presupuestos muy grandes que no están incluso a la altura de cada país individual. Se potencian en eso. Podría ser una política si posible a nivel región. Ya ahí los presupuestos no serían tan significativos. Cuando esté la estación Lunar y se empiece a pensar más la Estación en Marte con objetivos más concretos va a tener otro impacto. Y va a tener otra importancia y, por entonces, sí podría empezar a meterse este objetivo en la agenda. Más a futuro y con una mirada regional creo que es algo que se va a tener en cuenta.