
En “Gloria Bell”, una impecable, como siempre, Julianne Moore personifica a una empleada de la clase media americana divorciada que durante el día administra papeles y de noche va a una discoteca donde suenan los clásicos de la música disco de los años 80. Pero como en toda salida nocturna, el baile es parte de un ritual de tragos y roces. La monotonía diaria de la oficina se rompe en el encanto de “Ring my bell”, Donna Summer, Earth-Wind and Fire. Y también, en una relación que comienza con Arnold, interpretado por el maravilloso John Tuturro.
La historia “amorosa” se enhebra con las noches de boite, los tragos de colores con sombrillitas y los intentos de conciliar la antigua vida de Gloria (exmarido y familia) con el rumbo que parece abrirse por ese encuentro. Gloria parece gozar de su vida de papeleo diario y sacudida nocturna, pero el encuentro con Arnold le reaviva el mandato de “no estar solo/a” y ella lo intenta. El resto hay que verlo.
En una narrativa “ajustada”, “Gloria Bell” indaga esa zona gris de la vida urbana donde las relaciones son cada vez menos valoradas, pero también difíciles. Imperdible.