Los discursos de odio y la discriminación son moneda corriente en muchos medios, y más aún en las redes sociales y plataformas virtuales. Las fake news cada vez ganan más protagonismo, y la Infodemia avanza en tiempos de Coronavirus. Su abordaje desde la Defensoría del Público. La concentración de la información y la recuperación del espíritu de Ley de Medios en una entrevista con el académico.
El Director General de Planificación Estratégica e Investigación de la Defensoría del Público, Glenn Postolski, se refirió al accionar del organismo frente a la violencia política en los medios de comunicación al señalar que cuando hay discursos discriminatorios, o que instan a la violencia explícita, el organismo tiene que resguardar al público”.
En diálogo con Contraeditorial, el ex decano de la Facultad de Ciencia Sociales de la UBA, agregó que el lugar del organismo “siempre es un lugar tendiente a promover la calidad del debate, no la de perseguir, ni la de censurar”.
En relación a la Ley de Servicios de Comunicación Postolski – quien participó de la elaboración de los 21 puntos básicos por el derecho a la comunicación- manifestó que “hay que tratar de recuperar aquellos mecanismos que fueron vaciados por los decretos sancionados por (Mauricio) Macri desde el inicio de su mandato”, en tanto hizo hincapié en que “tiene que haber una política de comunicación que tiene que ser tanto desde el Estado como desde una construcción de una conciencia social en donde buena parte de la construcción de proyectos y modelos de sociedad tambien pase por generar otras formas de circulación discursiva”.
“Hay que resguardar al público cuando hay discursos discriminatorios o que instan a la violencia explícita”.
– ¿Como se trabaja la erradicación de la violencia política en los medios sin que los periodistas se sientan atacados o censurados? ¿La Defensoría puede intervenir?
– La Defensoría no interviene sobre el discurso, pero cuando hay discursos discriminatorios, o que instan a la violencia explícita, tiene que hacerlo resguardando al público. Los responsables de que ese discurso circule por los medios son el emisor, el licenciatario o la productora, y es con quiénes hay que trabajar para que cuando la persona que ellos tengan al frente de un programa aparezca con esos discursos, ellos tengan la capacidad -en el momento- de actuar y delimitar, o intervenir sobre presiones por parte del entrevistado, o de los invitados participantes, para caracterizar una diferenciación sobre esos discursos. Si lo que existe es omisión por parte de los licenciatarios, o los productores, entonces, la Defensoría entra en un proceso de mediación. Más que nada el rol de la Defensoría siempre está en la capacitación, la formación, en generar materiales para comprender que el lugar de responsabilidad que tienen los medios es el de construir un debate político, cultural e inclusive ideológico, y que este sea maduro siempre en términos de enriquecimiento de la audiencia y no de permitir que proliferen discursos misóginos, discriminatorios, sea cual sea la índole. Muchas veces se pasa por alto toda la dimensión de clase en los discursos discriminatorios que circulan en la Argentina, eso suele ser bastante común. Y el lugar de la Defensoría siempre es un lugar tendiente a promover la calidad del debate, no la de perseguir, no la de censurar, ni nada por el estilo. Algo que hay que pensar sobre las propias prácticas periodísticas frente a los discursos políticos, es que rápidamente la política se transforma en un tema policial o en un melodrama donde todo tiene que ver con ambiciones, con odios. El periodismo ha transformado a la política en un subgénero de ese tipo de narración y en ese sentido hay que volver a construir un lenguaje y un abordaje de la mirada de lo político en lo que debe ser una sociedad como la nuestra.
“No se puede pensar la vigencia del derecho a la información si no se construyen condiciones para que no sea degradado por las fake news”.
– Los medios han llegado a reproducir escuchas ilegales, y en el tratamiento perdieron de vista que fueron obtenidas de manera ilegal, ¿que opina de esta práctica periodística?
– Se naturalizó como parte de la materialidad periodística -de la producción discursiva periodística- el uso de informaciones que son producto del accionar ilegal. Eso se ha naturalizado y de hecho hay discursos que lo pretenden legitimar. Cómo cuando de repente se establece que el secreto de la fuente permite que el periodista en búsqueda de una sacrosanta verdad objetiva puede recurrir a los sótanos de una democracia como suele decirse ahora en torno a los servicios de inteligencia. Creo que hay un peligro si se naturaliza que determinados sujetos que juegan al margen de la ley se transforman en fuente legítima. Porque esto termina siendo, por lo general, un tipo de sincronía de intereses de servicios de inteligencia, aparato judicial, y la lógica del poder propietario de los medios hegemónicos en la caracterización de figuras políticas, o de formas políticas que tiene como sustrato una voluntad persecutoria y no la de enriquecer el debate social.

– Otro problema que padecen las audiencias son las fake news. ¿La Defensoría está planteando alguna acción para abordar el tema?
– Las Fake News es uno de los temas que nos preocupa. La Defensoría tiene la necesidad de ampliar sus funciones. Sin dudas hoy buena parte de lo que enriquece y genera debate social pasa en el mundo digital. La Defensoría no tiene competencia en el mundo digital por el momento histórico en el que se sancionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (2009) y los acuerdos que se llegaron en su momento y por lo cual fue creada. Entonces, necesita tener por un lado, una ampliación de su campo de intervención, pero sin duda no puede dejar de vincularse, estudiar, investigar y generar informes sobre lo que también genera daños al lenguaje democrático. Y sin dudas las fake news, más aún en un contexto de pandemia, es uno de los temas centrales para pensar, reflexionar. Inclusive como parte de reactualizar el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que es el que hablaba del derecho a la información. Hoy no se puede pensar la vigencia de ese derechos humano fundamental si no se construyen condiciones para que ese derecho no sea degradado por las fake news.
“Se naturalizó como parte de la materialidad periodística el uso de informaciones que son producto del accionar ilegal”.
– ¿La nuevas tecnologías vinieron a romper con la concentración de la información y generar nuevas formas de construir sentido o todavía son los grandes grupos de medios los que ganan esa batalla?
– Las nuevas tecnologías trasladan las inequidades del mundo real al mundo de lo virtual. Si vos te fijas en toda esta etapa siguen siendo los medios hegemónicos los que controlan la agenda de lo que se debate y cómo se lo debate. Todo lo que circula por las redes sociales tiene como punto geométrico de difusión cuando algo de lo dicho atraviesa esos medios. Si vos te fijas los portales que más se leen en internet y cómo los temas rebotan, siempre vas a ver que los primeros tres lugares que impulsaron esas discusiones están atravesados por algunas de estas formas de capital privado comercial dedicado al negocio de la información. Te estoy hablando de Infobae, Clarín, y lo que caracterizamos como medios hegemónicos.
– ¿El macrismo dejó un contexto comunicacional difícil al desgarrar la Ley de Medios?
– La Ley de Medios está vaciada en su espíritu. La ley sigue estando vigente. Lo que hay que encontrar son las herramientas de esa ley todavía vigente para profundizar lo que esa ley traía como voluntad de transformación del escenario comunicacional en términos de diversidad de pluralidad y de mayor participación. Hay que tratar de recuperar aquellos mecanismos que fueron vaciados por los decretos sancionados por Macri desde el inicio de su mandato para reparar esa situación, pero hay que poner en vigencia todo lo que está en vigencia para que exista una mayor pluralidad de voces.
“La Ley de Medios sigue estando vigente, pero está vaciada en su espíritu”.
– ¿De esa manera se alientan múltiples voces?
– Eso en la ley está, pero no es solo alentar las múltiples voces, eso no es solo a partir del articulado de la ley, tiene que haber una política de comunicación que tiene que ser tanto desde el Estado como desde una construcción de una conciencia social en donde buena parte de la construcción de proyectos y modelos de sociedad tambien pase por generar otras formas de circulación discursiva. Si no todo se reduce a si estás con la vida o con la economía, como si fuera que todo es blanco y negro como se lo viene machacando desde el inicio de la cuarentena. Cuando estás con la vida nunca vas a dejar de lado la dimensión de lo económico. Y toda la batería de iniciativas desde el Estado es justamente contener en un momento de tanta afectación económica a los sectores más golpeados. Entonces, me parece que frente a la construcción subjetiva que permite a los medios hegemónicos todo el tiempo retroalimentar en términos antagónicos la mirada sobre el accionar de lo público, nosotros tenemos que tratar de encontrar la fisura y también encontrar otras formas de circulación de voces y de construcción de sentido.
– ¿La Defensoría está trabajando para lograr la paridad de género en los medios de comunicación?
– La Defensoría está participando mucho en todos los foros y en los diferentes proyectos de ley que están en discusión en el Congreso. Por supuesto que hay un criterio que debe primar, una lógica de paridad. Entendida la paridad en la centralidad del dispositivo. No la existencia de tantas mujeres como mero hecho decorativo. Que la palabra política, la palabra económica, la palabra de temas centrales tengan una voz uno diría de mujeres, pero es mucho más plural el tema de los géneros. Porque inclusive el cupo trans es algo que debe ser tomado. La participación de todos, la igualdad debe ser un horizonte por el cual la Defensoría va a trabajar.