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Dinamita a las instituciones

Por Roberto Caballero
Macri: armas, mentiras y cinismo

El tema de las últimas horas a señalar es la decisión que ha tomado el ex presidente Mauricio Macri, de desconocer por segunda vez el llamado a indagatoria del juez federal de Dolores Martín Bava, por el espionaje de familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan, el submarino que se hundió allá por noviembre del 2017. Acá hay un aspecto recurrente y es que Macri es capaz de enunciar, es capaz de hablar de la República, del Estado de Derecho del cual ha sido violador constante.

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Se trata de una situación que si tuviera como protagonista a un funcionario del actual gobierno, o a un funcionario de los gobiernos de Cristina Kirchner, sería un escándalo nacional y también internacional. Pero como se trata de un niño mimado del establishment, como se trata del presidente que el establishment y las corporaciones eligieron para el país en el cuatrienio 2016-2019, evidentemente existe para él una suerte de protección, blindaje, comprensión.

Tiene una enorme gravedad institucional en un país que está lleno de enormes gravedades institucionales.

Lo que sucede es grave, estamos hablando de un ex presidente, que debiera tener un mínimo de respeto por el Poder Judicial. Sabiendo la existencia del lowfare, sabiendo cuáles eran sus objetivos, ni Cristina Fernández de Kirchner, ni Amado Boudou, ni Julio De Vido, ni ninguno de los funcionarios perseguidos por el régimen del propio Macri, eludió la acción judicial. Tampoco lo hicieron ni Milagro Sala ni Luis D’elía. Cada vez que se los requirió fueron al juzgado, cuando tuvieron indagatoria fueron indagados, cuando tuvieron que ir a prisión injustamente fueron a prisión por una decisión del Poder Judicial, emanada de un funcionario judicial.

Este contraste es muy obvio, muy evidente, pero también entiendo que si el tratamiento o el abordaje que se da es que Macri pueda hacerlo y los únicos que no pueden hacerlo son los otros, hay un desequilibrio enorme en cómo tratamos los temas. El alter ego del ex presidente Macri, Pepín’ Rodriguez Simon, sigue prófugo de la justicia. Los hombres implacables del lowfare, uno murió como Claudio Bonadio, y el otro, el fiscal Stornelli, eludió ocho llamados a indagatorias. Los llamados a indagatorias no son para ser eludidos: son para ser respondidos, son para acatar el llamado y presentarse en el juzgado. Es un acto de la defensa en realidad. Pero uno no puede decidir si voy o no voy. Uno va, en todo caso se niega a declarar, en todo caso presenta un escrito, pero el hecho de ir, presentarse, implica un reconocimiento del proceso. Es una obviedad. Este poder judicial es el que dejó Mauricio Macri: si él mismo está cuestionándolo, habría que fijarse que es lo que hizo cuando intentó y logró colonizar una parte de ese Poder Judicial con jueces adictos que estuvieron ahí para perseguir, para demonizar, para protagonizar la cacería que hubo contra el kirchnerismo.

Esto tiene una enorme gravedad institucional en un país que está lleno de enormes gravedades institucionales. Ayer mismo veíamos como en las horas previas a una reunión con el secretario de comercio interior, la COPAL, que es la cámara que agrupa las empresas alimenticias, cuyo presidente es el mismo que el de la UIA (la Unión Industrial Argentina) Daniel Funes de Rioja, sacaba un comunicado que, si utilizáramos una metáfora futbolística, fue una paralítica, una de esas patadas prohibidas. Porque nadie va a dialogar desde esa pretensión o desde esa condición de matonaje. A fin de cuentas de eso se trató: hubo una acción de matonaje contra un funcionario que representa al gobierno, en este caso nada más y nada menos que Roberto Feletti, secretario de Comercio Interior. Esta idea de que yo me voy a negar a pactar, a negociar, a cumplir con lo que charlamos, no es la actitud. Están tan acostumbrados a su propia impunidad, a hacer con el país lo que ellos quieren, que muchas veces creo que atraviesan límites que ni ellos mismos se dan cuenta.

Finalmente el gobierno impulsa el congelamiento durante 90 días de 1500 productos, que forman parte de una canasta ya de por sí bastante astronómica, difícil de cubrir para millones de argentinos y de argentinas.

Esto tiene que ver con que Mauricio Macri no se presente a una indagatoria, y que lo haga desde Twitter, con esa desfachatez que nos tiene acostumbrados. Ocurre en un país donde también pasan otras cosas: entre ellas, que las grandes corporaciones que públicamente desafían al gobierno democrático, que les exige moderación, prudencia, en relación al tema precios, porque la gente no puede pagar los productos de primera necesidad que necesita para vivir.

Así se transforma en una discusión sobre la libertad de las empresas a poner precios a las cosas. Es interesante el planteo del Secretario de Comercio, un debate abierto: les dijo que traten de producir más bienes y de producir mayores productos, y que no trasladen a precios sus ansias de rentabilidad. Ganen más porque venden más cosas. No ganen más porque aumentan más las cosas. Es una obviedad. Tenemos el 50% de la población bajo la línea de pobreza: ¿Qué quieren hacer? ¿Qué lugar en la sociedad se arrogan estas corporaciones empresarias para decirle al gobierno que ellos no van a moderar ni las subas ni nada? Que no quieren tener ningún tipo de control o regulación. ¿Viven en una isla? ¿No se dan cuenta lo que pasa a su alrededor?

Estamos hablando de empresas que han repartido utilidades en el primer semestre del año contra la mitad de una Argentina famélica, hambrienta, o con problemas para llegar a fin de mes. Entonces no hay mucho que discutir. En realidad, lo primero que habría que preguntarse con una mano en el corazón es cómo no se produjo antes, y por qué en vez de 1500 productos no son 5000.

Alguien me dirá que no entiendo nada de comercios y de negocios. No, no me dedico a eso, pero soy como tantos y como tantas, capaz de ir a un supermercado y entender que si una leche vale entre $90, $100, $110 y $120, los salarios tendrían que ser el doble. Entonces, o aumentan salarios o bajan los precios, no hay mucha opción. Son empresas que buscan una ultra rentabilidad pero que la consiguen en base a la angustia de millones de personas, ¿en qué cabeza cabe que eso sea la normalidad? Yo le diría a la COPAL, a la UIA, a la AMCHAM, a Molinos Río de la Plata, que moderen sus pretensiones de humillar a un gobierno, de debilitarlo, en su afán por maximizar esa rentabilidad, esas ganancias que tienen. Debilitan a un gobierno que está tratando de sacar a la Argentina de un pozo enorme, muy profundo y muy oscuro que ayudaron a armar, cuando impulsaron a Macri a la presidencia.

Nadie se los dice, nadie se los reprocha. Han sido tratados con mano de seda en todo este tiempo. Alguien debería empezar a decirles que son tan corresponsables de todo lo sucedido como el que más. Pedirles que no aumenten por 90 días los precios, no parece ser un sacrificio mortal, no van a romper su plan de negocios ni van a pasar a ser pobres. Esto me hace acordar a las definiciones de acuerdo salarial extraordinario, que algunos hablaban y parecían que los iban a dejar en la calle: pagaron todo porque lo podían pagar, lo que no querían era pagarlo, por un capricho ideológico, porque están en desacuerdo con que el estado imponga normas, reglas, que tome decisiones en beneficio de la mayoría.

Viven en un país que es invivible para la gran mayoría. Quieren a la Argentina simplemente para generar riquezas, fortuna y fugarla al exterior. Es como un país dormitorio. Me subleva esa idea pero sobre todo me subleva que debiliten al gobierno en plena campaña electoral. Ayuden a que este gobierno funcione, a que este gobierno pueda dar respuestas a gente que hoy por hoy sabe cómo empieza el mes, pero no sabe cómo termina. Usted, Funes de Rioja, váyase a su casa, tómese un tecito y cálmese. Como todos los que están aumentando precios así porque la gente un día se va a cansar y va a detectar que el problema no es el gobierno, sino ustedes. Los equivocados son ustedes: el único motor de la vida no debería ser el lucro. Tampoco me quiero chupar el dedo: si quieren ganar plata, gánenla. Lo que no pueden es ganar plata a costa del sacrificio de millones de personas que hacen malabares para que les alcancen sus ingresos mensuales No se construye un buen país de esa manera.

Están tan acostumbrados a su propia impunidad, a hacer con el país lo que ellos quieren, que muchas veces creo que atraviesan límites que ni ellos mismos se dan cuenta.

Son desfachatados. Preséntese a indagatoria, señor Macri. Vaya y diga lo que tiene que decir. Sino el Juez Bava que aplique el artículo 288 del Código Procesal Penal: vaya a buscarlo de los pelos y llévelo al juzgado. Con Cristina Fernández no tuvieron necesidad, porque estuvo ajustada a derecho todo el tiempo. Las barbaridades que le hicieron a Boudou: a él lo fueron a buscar, ¿Por qué no lo van a buscar a Macri? Están dinamitando las instituciones. Es como cuando el grupo Clarín no quiere pagar, no quiere retrotraer, en realidad, los aumentos que se da a sí mismo. El grupo se da aumentos, el Estado se los desconoce, intenta regular, va al poder judicial: el Estado cumple con los amparos porque no puede violentar al poder judicial.

¿Se resuelve, o no se resuelve el tema de la legalidad en la Argentina? Parece que la legalidad sólo se le aplica al que se le puede aplicar. Pero aquellos que tienen un poquito de poder tienen unas ínfulas impresionantes. Es todo lo contrario a la democracia. Es abuso de poder.

Fuente: Caballero de Día, AM990

Desgrabación de Camila Valsangiacomo.

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Tags: Funes de RiojaMauricio MacriRoberto FelettiUIA
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