Mientras la alianza militar de Occidente hoy se victimiza con Ucrania, en 1999 fue responsable de una masacre en la ex Yugoslavia. El viaje de Hebe.
En la primera quincena de abril de 1999, semanas antes de cumplir sus por entonces primeros 22 años de lucha, las Madres de Plaza de Mayo viajaron a la ex Yugoslavia y brindaron, con sus cuerpos y su presencia física, su total solidaridad para con los pueblos que estaban siendo masacrados por los bombardeos de la OTAN. Hebe de Bonafini y Hebe de Mascia, en representación de la Asociación, fueron las Madres que recorrieron las calles de Belgrado. Durante la estadía de siete días en un país convulsionado por el conflicto bélico, la delegación realizó múltiples actividades.
Además de visitar un campo de refugiados, las Madres acompañaron una noche una de las movilizaciones diarias más importantes realizadas por el pueblo de la ciudad: pararse en el único puente que hasta ese momento había sobrevivido a los misiles, para evitar su destrucción.
“Todos los días tienen una actividad, que es un concierto en una plaza y, por la noche, cubrir el puente, porque se los volaron todos, y sólo les queda uno, que es histórico y une la ciudad. Nos dijeron si queríamos ir y estuvimos de acuerdo”, precisaba por entonces Hebe, en una entrevista con el Periódico de las Madres realizada apenas regresó a Buenos Aires, reproducida en la edición de mayo de 1999.
Además de visitar un campo de refugiados, las Madres acompañaron una de las movilizaciones más importantes: pararse en el único puente que había sobrevivido a los misiles para evitar su destrucción.
“Fuimos a la plaza y empezó el concierto. Se llena de gente, miles de jóvenes. Y va también la gente que se casa. Van con el traje de novia y cantan canciones alegres, que levantan mucho el ánimo. El concierto dura tres o cuatro horas. Como no hay clases, van todos los pibes”, ampliaba Hebe.
Tras el evento cultural, la delegación se trasladó al puente. “Esa noche hubo muchos bombardeos, muchas sirenas todo el tiempo, pero como nadie se va al refugio, tampoco fuimos nosotras. Cuando estábamos en el puente empezaron a sonar las sirenas. Se veía toda la defensa antiaérea, esas luces como rayos ultravioleta, y las bombas que caían cerca: estaban bombardeando una refinería y salía humo negro que caía justo sobre los campos de refugiados”, señalaba Hebe.
También precisaba que el campo de Belgrado que visitaron las Madres albergaba a “refugiados kosovares, albaneses, de todo. Les llevan comida dos veces por día, la gente no trabaja, tienen un cubículo para vivir, un baño para un montón, galpones. Los chicos con una carita de tristeza espantosa”.
Durante la recorrida por el país del este europeo, las Madres visitaron un barrio de mineros absolutamente destruido por los misiles, y vieron escuelas bombardeadas y la sede del Ministerio del Interior “caído como un helado, porque los misiles destruyen así”.

Según recuerda hoy Hebe, es recién a “10 mil metros de altura que la luz de los misiles se ve. Más arriba, no. Después, caen exactamente donde los teledirigen y derrumban los objetivos con mucha precisión”.
Sobre las disputas políticas subyacentes a la guerra, Hebe destacaba que “no hay un solo cartel de Milosevic. Por ningún lado decía ‘viva este tipo’. Por todos lados dice ‘no queremos la guerra’. La gente está como loca pensando que no se quiere ir. Aunque algunos sí se van, cazan las cosas y se van; otros se quedan. Lo mismo que los pobres kosovares y los pobres albaneses, que los matan en el camino. Pasa que Estados Unidos creó este tipo, lo inventó, lo puso bien diablo, para tener la excusa como tienen siempre”.
Respecto del conflicto étnico entre serbios y croatas, Hebe era muy clara: “Fuimos allí a apoyar a los pueblos, no queríamos protección especial, ni entrar en conversaciones con el gobierno”.
El discurso
Una vez arriba del puente, Hebe fue invitada a hablar. Su discurso fue pronunciado en español y traducido simultáneamente al inglés y del inglés al yugoslavo. “Pero aplaudían antes, sin necesidad [de traducción] porque sentían lo que yo sentía”, recordaba Hebe, que habló del entonces presidente norteamericano Bill Clinton, de la OTAN, del no a la guerra y “la gente entendía muy bien”. Además, “el discurso se pasó muchas veces porque le di con todo a Estados Unidos y a todos los países que están apoyando esto”.
Tras salir de Belgrado, las Madres recorrieron Francia, España e Italia. En el país galo, hicieron una presentación judicial, que replicaron luego en España, solicitando que las guerras, la destrucción indiscriminada de ciudades y la muerte de población civil por ejércitos regulares sean declaradas crimen de lesa humanidad. La presentación fue ampliamente difundida en Europa, alcanzó la tapa del periódico Le Monde y generó polémica, porque “la mayoría apoya la guerra, a la izquierda le han hecho creer que es la única posibilidad de sacar al Cuco”.
“Estamos aquí para decirles a todos que el único enemigo es el imperialismo”, sostuvieron las Madres en una carta abierta dirigida a las mujeres yugoslavas.
Exactamente al revés de lo que sucede hoy, que la OTAN se viste de víctima en Ucrania y la ofensiva bélica es condenada por Europa occidental por el solo hecho de que no la ejecuta Estados Unidos, que cargó las armas del presidente Zelenski (acusado de nazi por Putin) pero escondió la mano.
En Italia, en tanto, las Madres organizaron un concierto para denunciar los crímenes de la OTAN y repudiar los bombardeos.
Mientras desarrollaban la gira, las Madres emitieron una carta abierta, de carácter público, dirigida a las mujeres yugoslavas, en la que afirmaron que “las Madres de Plaza de Mayo no estamos aquí para apoyar a un sector contra el otro, sino para decirles a todos que el único enemigo es el imperialismo. Esta tierra yugoslava hoy está fragmentada por los intereses y las manipulaciones de las grandes potencias”.
“Hallaron la excusa para apoderarse de los Balcanes”
En la edición 163 del Periódico Madres de Plaza de Mayo, correspondiente a mayo de 1999 y que recoge toda la información sobre el viaje a Yugoslavia, las Madres se reservaron el editorial, en la página 2 del mensuario, para explicar su posición política ante el conflicto bélico que mantenía en vilo al mundo. A continuación, el texto completo.
“El imperialismo de Estados Unidos, con sus garras y sus misiles, está llegando al máximo de la soberbia capitalista invasora. Los Estados Unidos en Latinoamérica hicieron estragos imponiendo las dictaduras más salvajes. A nosotras, que al principio de nuestra lucha no entendíamos nada, nos costó creer que para llevar adelante una política económica de explotación y esclavitud fuera necesario hacer desaparecer a miles y miles de mujeres y hombres de todo nuestro querido Tercer Mundo.
“Cuántos pueblos fueron diezmados
por los hombres de Estados Unidos.
Cuántos países invadidos por sus ejércitos.
Cuántos millones murieron bajo sus bombas”
Madres de Plaza de Mayo, mayo de 1999.
Los Falcon verdes, las armas, la preparación en las prácticas de las torturas más terribles, la infiltración, la formación de escuadrones de la muerte; y luego, gobiernos puestos como títeres que como el de Chile o el de Menem, en nuestro país, se dejan dominar por el imperialismo norteamericano.
Cuántos pueblos fueron diezmados por los hombres de Estados Unidos. Cuántos países invadidos por sus ejércitos. Cuántos millones murieron bajo sus bombas.
Hoy, la matanza del pueblo yugoslavo, justificada por los países que integran la OTAN. El gobierno español y la prensa le llama ‘bombardeos humanitarios’. En Norteamérica lo llaman ‘defensa de los derechos humanos, guerra por la paz’.
El sacrificio de un pueblo y la masacre de las bombas jamás pueden ser por la paz. La ambición del imperialismo yanqui no tiene límites. Para sacar a un hombre como Milosevic no necesitan bombas ni misiles. Ellos encontraron la excusa perfecta para apoderarse de los Balcanes.
Para las Madres, a diferencia de los menemistas y aliancistas que lo avalan como el mejor demócrata, Estados Unidos es el país más sanguinario, el más dictador, el más asesino, el más invasor, el más inhumano.
Y si su pueblo no reacciona a tiempo, se convertirá en el pueblo que más sangre permitió que se derrame en el mundo, por su culpa”.