Este lunes, cuando empieza otra semana, otro mes, se hilvana con los mismos números de la realidad, con algo más de otoño pero también con más cercanía del invierno. Con todos sus riegos, con esas medidas latentes a las que aludieron el viernes el presidente de la Nación, Alberto Fernández y también el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, pero que ignora olímpica e impunemente, sin respetar la ley el jefe de gobierno de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta.
Claro tiene cómplices, tiene un respaldo fenomenal.
Larreta, encima, en medio de esta locura, en medio de una interna feroz de gente indeseable para la vida política de la Argentina, para el cuidado de la vida, recibe el ataque de Patricia Bullrich porque no hizo todo presencial, porque dejó algo afuera a los del secundario. Y ella, tan inmoral como es, cruza espadas con Quiroz en la demencial pelea por la Ciudad. Va y ataca ferozmente. Para colmo, apareció una encuesta por estos días, en este momento en el que pelean con mucha prensa por detrás, en la que el ministro de salud porteño aparece un poquito arriba, con un 52 %: entonces cree que siendo más cruel, más dañina, más brutal, más fea como personaje, enamora más a los personajes de la derecha. Se muere la gente alrededor, pero no le importa nada, el drama, el dolor de la familia.

Pero fundamentalmente, del recorrido del fin de semana nos queda el comportamiento horrendo de los grupos de medios de comunicación más concentrados, los más poderosos. Los habituales, los que tenemos más conocidos, más los que conllevan más intereses internacionales. Son Telefé, Clarín, La Nación con la plata dulce de Mauricio Macri. La CNN en español, que viene con sus millones y millones de dólares para también participar de la discusión local: no le alcanza con el daño que también su propia señal original.
Ahí están instalados en nuestras vidas.
Es mucho, mucho. La cantidad de millones de dólares usados para erradicar, todos ellos de sus vidas al gobierno que la democracia designó hace poco más de un año. No sólo en la Argentina sino como un concepto implementado en toda Latinoamérica. Y ahora van con niñitos que lloran, tan pequeños como son. Hicieron que salieran a “militar por sus derechos”, esos derechos que no le respetan sus mayores… Un gobierno que a diferencia de Larreta, como Telefé defiende, “¡no piensa en la educación!”. Claro, para ellos, el que sí piensa en la educación es ese gobierno mamarracho que la destruyó en todos estos años de un modo nunca visto. Pero no, para ese canal, él sí la defiende…
Todos los días comentamos cómo los bombardeos sobre la Casa Rosada son incesantes. Ya no son los aviones como en el ´55. Ahora son los canales de televisión. Que dejan caer una inmensa cantidad de bombas. Y como son grandes responsables del estallido del Covid, puede decirse que esas bombas siguen matando, no como aquellas que escondieron durante muchísimo tiempo y que asesinaron en la Plaza de Mayo a cientos de personas. La situación, metafóricamente, se parece. Hoy los pilotos del ataque son aquellos que manejan los canales.

Hoy tomo a un señor que ni siquiera conozco, un histórico de Clarín y Telenoche, Roberto Mayo que ahora dirige las noticias cargadas de horror, de mentira, de escarnio a la democracia, que se emiten en Telefé. Mayo fue además un empleado de Macri, y técnicamente lo sigue siendo. Lo fue en la campaña del 2015. Se supo en el momento. Está en varios libros. Se trata de un tipo del ex presidente y con antecedentes de años trabajando para el Grupo Clarín, que por entonces se cruzaba de trabajo para recalar en un canal argentino, pero que tiene que ver con la embajada de los Estados Unidos.
Macri tenía el poder y debía colocar a toda la gente que lo había ayudado. Quedó al frente de toda la infamia mediática de un canal. Se podría ser una columna de más de cien páginas con eso…
Vamos a compartir un poco de ese funcionamiento de la mafia mediática. Algunas de las cosas que dijeron alegremente. Ponganse en el lugar del presidente que debe tener televisores en la oficina. A ciertas horas le pondrá volumen. Y debe escuchar eso que dicen:
- “Ministra, hay algunos números que no me cierran mucho… El presidente había prometido para febrero, 10 millones de vacunas. Hoy no llegamos a 5 millones de personas vacunadas. ¿No es un fracaso?”
- “A usted le parece bien que se hayan vacunado militantes de 30 años de La Cámpora que salían haciendo la V de la victoria y no algunos ancianos”.
- “Mucha angustia, preocupación por cómo afecta a las criaturas. Un lugar en el que están los chiquitos (frente a la residencia de Olivos), insólitamente en una protesta… pidiéndole al presidente que revea esta medida (…) Los chicos ha tenido consecuencias terribles en lo emocional, en lo mental”.
- “Debería pedirle perdón a la gente por ofrecer la misma receta medieval de hace un año en un mundo que ya tiene vacunas. Lo que estamos viendo es que los que le van a demandar encierro a la gente, son los mismos que fueron ineptos para asegurar el mínimo servicio público”.
- “En la Argentina se le tiene tanto miedo al virus como a los que gobiernan”.
Es una pequeña muestra. Apenas un puñado de menciones. Pero alcanzan para saturar. Es enloquecedor. Una y otra manifestación contra el gobierno para convencer que es “un horror de país”. Algo que después lo combinan con que la juventud se quiere ir de la Argentina. Es muy duro.

Telefé recibe además una fortuna de pauta publicitaria estatal. Cobra lo que la debilidad del poder político le entrega a todos estos medios. Son millones y millones de pesos. Es que si no se los diera, lo atacarían todavía más. No sé hasta dónde pueden llegar. Yo revisaría cuales son los criterios de la distribución de la pauta, su procedimiento. ¿Por qué se tiene que entregar el dinero del Estado a los que más tienen y más daño hacen? ¿Para qué? ¿Para asegurarse que cada tarde tiren otras dos o tres bombas sobre el techo de la Casa Rosada? Esto es así desde antes de que antes de que este presidente haya empezado a gobernar. ¿Cómo se hace para gobernar si nada se luce, si todo se destruye? Si cada noticia la convierten en un misil contra la credibilidad y el esfuerzo de un tiempo de tantas dificultades.
Son mentirosos y manipuladores. Y en este contexto, son criminales.
Y tratando de esquivar las bombas, nos toca también asistir a los desmanes de una Justicia que permite los robos de los poderosos empresarios así como si tal cosa. Así, el fallo de la Sala II en lo Contencioso Administrativo Federal, con un tal José Luis López Castineira: un pecado tremendo del gobierno de entonces de 2010, que llegó a juez con un concurso que denunció su propia ex mujer, en el que le habían dado las preguntas anticipadamente. Y traicionó a quienes lo acompañaron en el 2010. Y lo hace porque Clarín sabe todos esos chanchuyos, conoce la historia de Castineira de pe a pa; por supuesto así consiguió que sea alguien que le responda ciegamente, que actuara en línea con ese conocimiento que tienen sus patrones, que lo destrozarían si no toman la medida que tomaron con otro magistrado, Luis María Márquez. ¿Qué hicieron? Nada menos que suspendieron el DNU que declara servicio esencial a la telecomunicaciones, involucrando a la lista interminable de empresas de esta mafia. Dos jueces del sistema judicial más corrupto en el mundo, tienen más poder que 18 millones de argentinos que quedan ahí, a merced de una banda desaforada, encabezada por Clarín.

Que es juez y parte
Se llama Eduardo Casal. Sin pudor ni cortedad, al frente de la Procuración de la Nación le dice al país y a la Corte Suprema del Bochorno, que Larreta tiene razón. Miguel Licht, hombre de la Justicia, que respetamos mucho, tuiteó lo que dijeron hace un año los integrantes de esa Corte: por supuesto que son gente que dicen algo y luego lo borran con el codo. Aseguraron que el tribunal se sometía y acompañaba a las decisiones del Poder Ejecutivo nacional en tanto a la pandemia, ya que es el que debe marcar los lineamientos en ese sentido. Sirve para ver que una decisión contra el gobierno sería una canallada total. Parece que están a punto de cometerla…
Para finalizar, el sábado en La Nación: “Sin acuerdo con la ciudad, Fernández insiste en seguir sin clase presencial”. El que insiste es el presidente. Pesado, porfiado, insiste. El responsable no es Larreta, es él que “insiste”. El que toma la decisión de salvar vidas. Pero miren qué mafia: el título del mismo sábado de Clarín era “Abrir o cerrar escuelas, otra vez el eje de la disputa”. ¿Abrir o cerrar escuelas? ¿De verdad, Clarín, que esa es la disputa?
La discusión es sobre si la escuela atiende a distancia debida o si atiende a cercanía de muerte.
Pero ellos, liderando el crimen organizado de la argentina juegan a lo que venga. Y arrojan una bomba tras otra.