La muerte de Ramona nos afecta por mil motivos. Por su profunda injusticia, por la bronca que provoca, por su denuncia sobre la falta de agua en medio de la pandemia y por las recurrentes mentiras de los funcionarios de la Ciudad. En su último video, que difundió La Garganta Poderosa y se viralizó en cuestión de horas, ella nombra varias veces al vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, porque en este tiempo tan doloroso no hizo otra cosa que mentir junto a Horacio Rodríguez Larreta.
Fueron esas mentiras, y otras cosas claro, las que mataron a Ramona. Sabemos que cuando llega el coronavirus, muchas veces mata. Pero si además llega en un contexto como el de la Villa 31, donde las condiciones de vida son otras y, encima, no hay agua durante ocho días como ella denunció, la muerte tiene otro significado, suma otras responsabilidades.
El motivo de la indignación es todo lo que ha mentido el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es imposible afirmar que un funcionario sea el único responsable de lo ocurrido. Pero sí es nuestro deber denunciar que es una vergüenza la manipulación realizada al video de Ramona para borrarle el nombre de Santilli. Como si de esta manera pudieran borrarse todas las mentiras del gobierno porteño.
Tanto Santilli como Rodríguez Larreta tienen que hacerse cargo. Empezaron con las mentiras cuando afirmaron que el agua no llegaba a la Villa 31 por culpa de la empresa Aysa. Alcanzó una sola aparición de su titular, Malena Galmarini, para explicar que Aysa solo llega hasta el perímetro, hasta el límite de la villa. Dentro del lugar, todo es responsabilidad de la Ciudad.
Después llegó la mentira de Diego Santilli, afirmando que los vecinos ya tenían agua. La respuesta de Ramona llegó en formato de video, con su imagen abriendo una canilla sin una gota de agua. Es por eso que Ramona le hablaba a Santilli directamente.
Invito a Diego Santilli a hablar sobre el video de Ramona, para que intente justificar todo lo que tenga que justificar desde el gobierno de la Ciudad. Después yo diré lo mío.
Estas falsedades se sumaron a las mentiras de un funcionario de Urbanización llamado Diego Fernández y del propio Horacio Rodríguez Larreta, prometiendo en 2017 que todas las obras de infraestructura de la Villa 31 iban a estar terminadas en 2018, para que el lugar tuviera los servicios esenciales del resto de la ciudad de Buenos Aires.
Estamos hablando de la ciudad más rica del país. ¿Saben lo que es la Villa 31 en el mapa de la República Argentina? Menos que una bolita. No tiene tamaño, pero a pesar de eso no pudieron cumplir sus promesas. ¿Cómo iba esta misma gente a gobernar el país desde ese lugar tan insensible?
Pero claro, todas estas mentiras cuentan con la protección de un blindaje feroz. El mismo que permite a los funcionarios de la Ciudad afirmar que el responsable era Aysa, cuando no lo era; o asegurar que en la Villa 31 había agua, cuando no la había. Por eso necesitaron sacar el nombre de Santilli del último video de Ramona, para que los medios cómplices lo difundieran sin provocarles demasiado daño.

Es por todo esto que Ramona se convirtió en testimonio de lo que la pobreza, la indiferencia y la mentira pueden provocar. Sola con su alma, abriendo una canilla sin agua para desnudar las mentiras de Larreta y Santilli, su denuncia tuvo la fuerza de una garganta realmente poderosa.
Es mucho el dolor. Es mucha la mentira y es mucho el blindaje mediático. El periodismo se presta a manipulaciones de la realidad que ya superan todos los límites.
Invito a Diego Santilli a hablar sobre el video de Ramona, para que intente justificar todo lo que tenga que justificar desde el gobierno de la Ciudad. Después yo diré lo mío, por supuesto. No es mi propósito convertirlo en el único responsable por la muerte de Ramona. Tiene la cuota de responsabilidad de otros tantos funcionarios, pero no debió mentir. Lo que Ramona denuncia en su último video es simplemente eso: que mienten.