(Reseña de “Tiempo sin lluvia”, del escritor galés Cynan Jones. Traducción de Esther Cross. Chai Editora. Buenos Aires 2020).
Tiempo sin lluvia es una historia que transcurre en un solo día. Pero un día donde están todos los días: el tiempo de la guerra y el después de la guerra, el de los que no vivieron la guerra, el tiempo de las personas y los animales, el del por venir. Una potencia de este texto es justamente la capacidad de que todos esos tiempos convivan en una historia, como sucede en la vida de las personas y de las comunidades. Dijo su autor: “Se trata de un día difícil en una granja”.
Es un relato trabajado con una lengua bella. Descriptiva. Que empieza con un ternero muerto lamido por la vaca incrédula de que no viva y con otra vaca que está por parir pero huye enloquecida por el calor y hay que salir a buscarla. Un historia que se cuenta desde todos los puntos de vista, incluso el de la naturaleza.
Los personajes son una mujer (que es también una madre); un padre; un adolescente varón que es el hijo y una nenita que es la hija de esta pareja que se ha desgastado. Todos se quieren, pero están desconectados y no pueden decirse qué les pasa.
“Se trata de un día difícil en una granja”, dijo su autor Cynan Jones, en una síntesis planteada en modo extremo.
La mujer está empezando a envejecer y padece entonces, como todas las mujeres que vamos perdiendo la juventud, el nuevo cuerpo que se siente como extrañeza deforme. Está quejosa, sufre migrañas constantemente, y mientras él busca a la vaca que huye, piensa en si la desea, pero sobre todo en que necesita que ella esté bien. También piensa si será posible abandonar todo y en su hijo que se está yendo a la universidad y en su padre que ya murió. Fantasea con la posibilidad de una tragedia que transforme el malestar y el agotamiento de hacer todos los días lo mismo: “Se pregunta si no podría unirlos algo que le pasara a él y pudiera sobrevivir, como un cáncer, para que se dieran cuenta de lo que se podía perder”. Perder para empezar de nuevo. Fantasea como todo el mundo lo hace en algún momento: si lo peor ocurriera.
En la historia un perro viejo será sacrificado porque tiene un tumor, y de tan viejo no ha tenido la agilidad para evitar la mordedura de una rata. Alguien piensa que a los perros se los sacrifica cuando sus olores molestan a los humanos, pero que este no va a ser el caso, se lo va a sacrificar porque se está muriendo con dolor. Es la niñita la que recibe al veterinario que va a matar al perro, porque la madre se ha recostado por el dolor de cabeza, y el padre sigue buscando a la vaca que a esa altura se ha metido en el pantano. La escritura está llena de olores: a café caliente, a mañana y pasto. Las ansias de olor a tierra mojada.
“Si pienso por qué me conmueve la historia, creo que es porque a pesar de todo es una familia que se ama”.
En medio del relato central, hay una pequeña historia de dos hermanos: el hermano mayor y el menor. Es una historia de amor sagrada. De las ínfimas piedades que muy de vez en cuando suceden entre todos los hermanos. Yo por ejemplo me acuerdo cuando mi hermana josefina (la del medio, que estaba en segundo grado) le trató de hacer creer a mi hermana rosario (la mas chica, que había entrado en primero) que el quiosco de la escuela estaba cerrado para ahorrarle la pena de que su moneda no alcanzara para nada. O también me acuerdo de cuando nos mudamos con mi hijos a una casa muy vieja, y que mi hija mas chiquita le cedió el cuarto pegado al de los adultos a su hermano mayor porque todos sabíamos sin decirlo que él tenia miedo por las noches. La vida está llena de esas insignificancias sin las cuales no seriamos humanos. Tiempo sin lluvia es en ese sentido un profundo relato humano.
Si pienso por qué me conmueve la historia, creo que es porque a pesar de todo es una familia que se ama.
Todos los personajes esperan algo. Mientras entran y salen, caminan ese borde donde nada tiene sentido, o al revés, es posible preguntarse nuevamente por el sentido de todo. Algo acontece con desgarro inesperado, pero no clausura ese cruce, sino que lo hace evidente: “Sabe que la apacible dignidad de su padre, su talento para amar tanto y sin vueltas se debían a eso, a que se había enfrentado cara a cara con todo lo que sentía. Piensa: la tragedia nos enfrenta con lo que sentimos como este sabor me hizo acordar, sin que pudiera evitarlo, a cuando jugábamos a los soldados. Tenemos que aceptar lo fuerte que es nuestro amor por las personas. Si nada nos obliga a conocerlo en toda su profundidad, solamente captamos la luz de la superficie”.
*Cynan Jones, el autor, nació en 1975 en la costa oeste de Gales. Dijo: “Cuando empezás a escribir tenés dudas sobre todo”.