El pasado 4 de agosto comenzó a cerrarse uno de los principales capítulos del reciente ciclo de sobreendeudamiento externo que sufrió el país. El acuerdo con los acreedores privados de bonos en legislación extranjera es un primer paso para proyectar la recuperación económica post-pandemia y también le permite al Estado disponer mayores recursos actuales para el combate contra el covid-19, sus efectos y consecuencias. El arreglo acordado es una condición necesaria, pero no suficiente, para volver a poner al país de pie, como sostiene el presidente Alberto Fernández.
No es una condición suficiente porque aún queda otro paso importante en materia de deuda externa, que es la negociación a pronto comenzar con nuestro mayor acreedor, el FMI. Si bien los vencimientos importantes con el Fondo se inician en septiembre del 2021, la acumulación de vencimientos durante el lapso 2021-2023 es inviable por donde se lo mire. Es por ello que, si bien no será una renegociación a contrarreloj como la de los bonistas privados (ya que el tiempo en este caso no apremia), las negociaciones con el FMI siempre presentan sus complejidades, dadas las condiciones que suelen intentar imponer y más aún en el contexto crítico de la pandemia actual (ajuste fiscal, en jubilaciones, baja del gasto público, entre los más usuales).
“El arreglo acordado es una condición necesaria, pero no suficiente, para volver a poner al país de pie”.
Sí es una condición necesaria, dado que descomprime fuertemente el horizonte de vencimientos para los próximos años. Para poner en números, durante la actual gestión (2020-2023) vencían bonos de deuda externa en legislación extranjera por U$S 26.500 millones, mientras que con el acuerdo concretado solo se pagarán U$S 2.000. Si tomamos un periodo de gestión gubernamental más (2020-2027), los vencimientos originales estaban pautados en casi U$S 55.000 millones, mientras que el cronograma actual será de U$S 21.100 millones, un alivio en divisas de U$S 33.800 millones para dos periodos de gestión. Con todo, la quita total lograda por la re-estructuración (principalmente en intereses, con una reducción en un 60%) fue de U$S 34.500 sobre un total de U$S66.280 millones, lo que representa un 10% del PBI actual.
Es decir, el gobierno consiguió en ocho meses de gestión, y transitando desde marzo una pandemia sin precedentes (con un grado de incertidumbre histórico), cerrar un acuerdo sustentable en el cual reduce considerablemente los esquemas de vencimientos a corto plazo para destinar mayores recursos a la economía y le permite ahorrar un total equivalente al 10% del producto bruto. Si a esto se le suma la re-estructuración de deuda externa en divisas en legislación nacional (aproximadamente U$S 46.000 millones), a la que el ministerio de Economía decidió darle el mismo tratamiento que al de legislación extranjera, el alivio en divisas para los próximos cinco años (si se logra el acuerdo en legislación local, que viene avanzado) será de U$S 42.500 millones, mientras que el ahorro total por la quita realizada en ambos canjes será equivalente a U$S 39.500 millones, un 11,4% del PBI.
“Las negociaciones con el FMI siempre presentan sus complejidades más aún en el contexto crítico de la pandemia”.
Estos números son importantes para entender la búsqueda del gobierno en volver a desendeudar el país desde que asumió en diciembre de 2019. Para tener una magnitud palpable de lo que representan los ahorros del canje en la economía real, lo que se ahorra de vencimientos de intereses para este año gracias al acuerdo con los acreedores de bonos en legislación extranjera equivale a 10 meses extra del programa ATP, una de las medidas más importantes que se viene desplegando para más de 200 mil empresas en el contexto de emergencia global que nos encontramos. Por otra parte, el ahorro del 10% del PBI conseguido por el acuerdo equivale a 251 millones de Ingresos Familiares de Emergencia (IFE) extra, otra de las medidas troncales lanzadas producto de la pandemia del covid-19, que hoy llega a casi 9 millones de personas. Es decir, equivale aproximadamente a 28 meses del IFE para los receptores actuales. Si se mide en términos de jubilaciones mínimas que paga ANSES, la quita equivale a 149 millones de jubilaciones nuevas.
Otro punto que se destaca de la renegociación con los bonistas es que el acuerdo se logró en tiempo récord en comparación al resto de las re-estructuraciones argentinas a lo largo de las últimas décadas. En 9 meses (el acuerdo se volverá efectivo el 4 de septiembre) se logró un acuerdo exitoso, mientras que, para poner un parámetro cercano, en el default del 2001 se tardó aproximadamente 42 meses en conseguir un arreglo con más del 75% de los bonistas que permitió salir del mismo, dado que se logró en abril del 2005.
“Para tener una magnitud de lo que representan los ahorros del canje en la economía real, la quita equivale a 149 millones de jubilaciones mínimas nuevas”.
Ahora bien, el debate debería empezar a girar en torno a lograr enterrar los ciclos de sobre-endeudamiento externo que tantos problemas nos han traído en los últimos 45 años. Para ello, hay que entender las causas por las cuales un país como el nuestro necesita divisas, y las diferentes formas de adquirirlas. En este sentido, a causa de la imposibilidad de usar nuestra moneda para efectuar pagos internacionales para, por ejemplo, las importaciones de insumos, bienes intermedios y de capital necesarias para el aparato productivo, las alternativas para obtener divisas son: el saldo comercial, las inversiones extranjeras directas y de cartera y la toma de deuda en moneda extranjera.
Enfocándonos específicamente en la toma de deuda en moneda extranjera, si se utiliza para financiar un saldo negativo en la cuenta corriente, puede aliviar la restricción externa en el corto plazo, pero, no obstante, como los préstamos externos devengan intereses y amortizaciones de capital en divisas, el endeudamiento excesivo sin considerar la capacidad de repago de la economía termina llevando a la economía al default, como ocurrió en 2018. La gestión anterior emitió deuda en moneda extranjera de manera irresponsable, con las consecuencias conocidas en la macroeconomía. El desmedido endeudamiento externo heredado, combinado con la pandemia a los tres meses de gestión, condicionó de antemano el programa económico de la actual gestión. Por ello es tan importante destacar este primer paso fundamental para normalizar la macroeconomía y volver a niveles sustentables de endeudamiento. Poder tener más espacio en los presupuestos nacionales para políticas de crecimiento y desarrollo productivo, asistencia social, inversión en salud y educación, pagos de jubilaciones, obra pública, entre otros, es fundamental para construir un país más justo e igualitario.
“El desmedido endeudamiento externo heredado, combinado con la pandemia a los tres meses de gestión, condicionó de antemano el programa económico”.
Si bien el acuerdo con los tenedores de bonos bajo legislación extranjera es auspicioso, es menester evitar que lo ocurrido en materia de endeudamiento externo vuelva a suceder. Para ello, es vital tener en cuenta la capacidad que tiene el país para generar divisas genuinas, cuyo origen está en la actividad productiva vinculada al comercio exterior y no en las finanzas. Nuestra estructura exportadora es de base primaria, donde dos de cada tres dólares que entran al país son por productos primarios o manufacturas de origen agropecuario (MOA). Es de suma importancia que exista legislación para que la toma de deuda externa esté atada a la capacidad de generar divisas mediante las exportaciones de bienes y servicios, como forma de garantizar la devolución de los compromisos asumidos sin caer en grandes crisis que tanto daño hacen al país y la sociedad. Se trata de una medida prudencial, básica del mundo de las finanzas, cuando el deudor no genera ingresos en la misma especie en la que se endeuda. Dichas limitaciones para la toma de deuda en legislación extranjera deberían estar legisladas por ley, estableciendo ciertos umbrales para que la administración de turno pueda endeudarse si lo requiere, pero hasta ciertos niveles, y una vez superados los umbrales, se deba pasar por el Poder Legislativo en caso de que el Poder Ejecutivo justificase necesitar más financiamiento externo. También, un rol importante lo tiene el mercado de capitales local. Será un desafío relevante poder fortalecer a mediano plazo el financiamiento externo en legislación local o directamente en bonos en pesos. Para ello es fundamental el tratamiento equitativo que decidió hacer el Ministerio de Economía con el canje de deuda externa en legislación local, incentivando la confianza y mostrando intenciones de promover este tipo de endeudamiento a futuro.
“La necesidad de divisas externas va a disminuir en cuanto nuestra industria sea generadora de mayor cantidad de productos con valor agregado”.
Por consiguiente, una premisa fundamental para las emisiones de deuda externa en legislación extranjera debe ser la limitación en base a la capacidad exportadora de la economía. De esa forma, la toma de créditos externos no sería un obstáculo para ingresar en un sendero de desarrollo. El sobre-endeudamiento externo, en nuestra historia reciente, ha sido una de las causas por la cual el país no logró consolidar un modelo de desarrollo sustentable y sostenible.
Finalmente, es importante considerar lo relevante que es modificar la estructura productiva argentina y el patrón de inserción en el comercio internacional. El desarrollo de los sectores que promuevan el progreso técnico será vital para elevar la productividad de la economía en su conjunto en el largo plazo y reducir las diferencias de productividad intra e intersectorial existentes, al mismo tiempo, que se generarán empleos formales y de calidad, con sus consecuencias positivas en la reducción de la pobreza, la informalidad y la distribución del ingreso. La transformación del aparato productivo incide claramente en la inserción del país en el comercio internacional. De nuestras exportaciones dependerá el corrimiento de la restricción externa para crecer. Las exportaciones de materias primas no son suficientes para llevar adelante un modelo de desarrollo y de crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo. De modo que, de nuestro patrón de inserción, se definirá nuestro nivel de crecimiento. En consecuencia, la necesidad de divisas externas va a disminuir en cuanto nuestra industria sea generadora de mayor cantidad de productos con valor agregado y que éstos sean parte importante de nuestra canasta exportadora. Solo de esa manera nuestra economía logrará alcanzar niveles importantes de generación de divisas, de inversión productiva y, por lo tanto, de un crecimiento sostenido con inclusión social, en el largo plazo.
*Director General de ANSES y Director de la Licenciatura en Economía de UNdAv.