martes, marzo 21, 2023
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Ottaviano: “En la Argentina nunca tuvimos un escenario de tanta concentración comunicacional”

Por Emanuel "Peroncho" Rodríguez y Luis Zarranz

Entrevista realizada por Luis Zarranz y Emanuel “Peroncho” Rodríguez en el programa Fuera de Contexto que se emite los sábados, de 16 a 18 horas, en El Destape Radio. Repite los domingos a la medianoche. FM 107.3 –http://eldestaperadio.com En Spotify: Fuera de Contexto Radio.

-Luis Zarranz: Llegó el momento de presentar a nuestra entrevistada del día: es periodista, doctora en Comunicación, es docente universitaria, es una de las directoras de Radio y Televisión, fue la primera Defensora del Público de Servicios Comunicación Audiovisual, desde hace unos años conduce Volver a las fuentes de 6 a 9 por la 990, es Cynthia Ottaviano. Bienvenida a Fuera de Contexto. ¿Cómo estás, Cynthia?

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-Cynthia Ottaviano: ¿Qué tal, cómo les va? Muchísimas gracias por la invitación. La verdad es que es un honorazo estar acá.

-LZ: Por favor, gracias a vos. A lo largo de todo tu recorrido profesional has remarcado con mucho énfasis la necesidad de que se respete, de que se consagre, el derecho humano a la comunicación. Entonces, para empezar, te preguntamos ¿de qué manera caracterizás y cuál es tu mirada sobre el ejercicio de ese derecho en la Argentina de hoy? 

-CO: Sí, vos sabés que, yo creo que nos han mal formado o que nos han formado con la mirada mercantilista, con el negocio de la comunicación. Y, la verdad, es que a mí me fue llevando bastante tiempo poder concretar esta conceptualización que, por supuesto, es política, es eminentemente social, pero también es jurídica. Cuando hablamos del derecho humano a la comunicación, lo primero que estamos haciendo es reconocer que todas las personas, por el mero hecho de ser persona, tenemos derecho a dar y a recibir información, a buscarla, a difundirla. Pero esta es la parte que más me interesa, a reclamar. Comprendemos que se pueden causar daños en el marco de la comunicación y que entonces tenemos que tener la capacidad de poder reclamar, para que sea reparado ese daño y para poder construir una comunicación virtuosa. Entonces, desde mi punto de vista, el derecho humano a la comunicación es constitutivo de las democracias, no puede una democracia tildarse de tal, sin la posibilidad de que todas las personas tengan el mismo acceso a comunicar, a expresarse, a llevar adelante sus ideas, a la vez que, a recibir las de otras personas, pero, sobre todo, como te decía, a ser actores decisivos de una comunicación con este hecho, de poder reclamar frente a una vulneración. Y, entonces, cuando comprendemos que hay grupos que han sido históricamente vulnerados, esa vulneración ha significado el silenciamiento, la no capacidad, no de esas personas, sino impedirles la posibilidad de acceder a los medios de comunicación, es que te das cuenta de que han construido lógicas de producción que son profundamente mercantilistas, que van al negocio, pero que además son clasistas, son machistas, son etnicistas, son estéticas, son etarias y eso es todo lo que tenemos que modificar. Yo creo que ahora es cuando más nos podemos dar cuenta de esto. Porque, vos fíjate, que la comunicación es un derecho humano, como lo es la salud, como lo es la educación, pero en el marco de la pandemia, muchas personas no han podido acceder, por ejemplo, a la educación, si no es a través del derecho humano a la comunicación, por ejemplo, del acceso a internet. O, a mí también me ha pasado y supongo que a muchas personas, a la propia salud. He tenido algunos síntomas que presumían un COVID sospechoso y lo primero que me requirieron es que generara una atención de salud a través del teléfono, con el uso de internet. Y, finalmente, no llegué a un espacio hospitalario. Todo el proceso fue a través del teléfono. El propio trabajo, entonces accedemos al trabajo, que es un derecho también, a través de la comunicación, del derecho humano a la comunicación. A través de internet. Y por eso este tiempo ha sido tan claro, yo considero que el COVID fue como el luminol. No sé si lo tienen presente, vengo de la formación del periodismo policial y en las escenas del crimen se usa el luminol para ver esas manchas que a simple vista no se ven. Entonces ves los rastros de sangre, ves huellas que pueden estar y ese luminol deja en evidencia la escena del crimen. Deja en evidencia lo que pasó en ese lugar. Y, efectivamente, el COVID para mí fue el luminol de las desigualdades. Las desigualdades en los capitalismos inviables.

“Una gran deuda que tenemos en la Argentina es que nuestra Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está todavía masacrada, dañada, con este espíritu ultracapitalista del neoliberalismo de Mauricio Macri”.

Esta es la clave, estamos en capitalismos que son completamente deshumanizantes y que entonces ha quedado en evidencia las desigualdades en todos los campos, entre ellos, el de la comunicación. No tenemos todos las mismas posibilidades de acceder a internet, las desigualdades están pronunciadas, no solo en el acceso a internet, sino en tener los dispositivos necesarios, en tener una internet de calidad, en tener el conocimiento para poder manejar esos dispositivos, es decir, la alfabetización comunicacional y también las brechas de género. Entonces quedó muy en evidencia y creo que el Decreto 690 del Presidente de la Nación ha sido un retomar el camino de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en ese sentido, consagrando el derecho humano a la comunicación y la necesidad de establecer políticas públicas para garantizar entonces ese derecho humano. Que el Estado debe salvaguardarlo no es una idea creativa, no es una posibilidad, es una obligación que tenemos desde el Estado de salvaguardar los derechos humanos, de salvaguardar el derecho humano a la comunicación y generar las políticas públicas para que sea efectivo. No es enunciativo, no es que queda lindo, nosotros no lo tenemos consagrado en la Constitución Nacional, yo soy de las que creo tenemos que recuperar aquella Constitución del ´49 y profundizarla, sobre todo en el campo de la comunicación, es decir, tomar ese espíritu de la Constitución del ´49, que enuncia los bienes sociales, que prioriza, si querés, la propiedad común y trasladarlo al ámbito de la comunicación. Esa sería una de las formas de profundizar las democracias. Sobre todo, una gran deuda que tenemos en la Argentina es que nuestra Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está todavía masacrada, dañada, con este espíritu ultracapitalista que mencionábamos del neoliberalismo de Mauricio Macri. Que hoy también podemos, en este hecho reconocer, que concluyó el gobierno de Mauricio Macri, pero no así el neoliberalismo, que las consecuencias del neoliberalismo todavía las tenemos de manera constante y permanente en distintos ámbitos reconocidos de la vida social, política y cultural y, por supuesto, comunicacional del país.

-Emanuel Rodríguez: Cynthia, en algún momento, acerca de esto que mencionabas sobre la democratización del acceso a la comunicación, con el surgimiento de las redes, conocidas como 2.0, se habló mucho en todo el mundo de una democratización de la comunicación. De la posibilidad de que, al menos, se amplíe un poco el acceso a la comunicación ¿Creés que aquel diagnóstico sigue vigente, las redes sociales, hoy por hoy, profundizan el derecho a la comunicación?

-CO: No, absolutamente no. Ni siquiera me subí a esa corriente capitalista de las corporaciones que construyeron con una falsa idea como ocurre contemporáneamente de la libertad, de la posibilidad de la igualdad, porque se socializaban las herramientas, lo que nosotras y nosotros reconocemos como los fierros de la comunicación. “Ahora vas a tener la posibilidad de vos mismo grabar tu mensaje, de poder filmarlo, de poder subirlo”. Cada uno y cada una es un comunicador y una comunicadora”, internet es el Far West de la comunicación. En internet transcurren los mensajes de odio pero porque fueron primero pensados en un escenario constituidos para desestabilizar las democracias. No estoy hablando de la persona que individualmente tiene una reacción, sino que yo soy consciente de que existe un sistema que, de hecho, bueno, a esta altura ya hay muchas publicaciones, e  incluso hemos visto muchos documentales al respecto, por eso me siento tan acompañada. Porque, la verdad, es que hemos generado distintos valores en el desierto, los debates que he tenido en los múltiples ámbitos de educación formal e informal, incluso aquí en Argentina, de quienes daban por garantizada la democratización de la comunicación por el mero hecho de tener un telefonito e internet y no reconocer cómo son los usos del Big Data, de los algoritmos, de lo que se conoce como los robots, de las granjas de trolls, es decir, de todos los mecanismos generados por un sistema que es global, en la búsqueda del disciplinamiento social y de la desestabilización de las democracias, haciendo prevalecer los sentimientos, reconociendo generaciones de adicciones, para tenerte completamente atendiendo tu necesidad de calificar con me gusta, no me gusta, emojis y simplificaciones de la complejidad comunicacional. Entonces, evidentemente hay un embrutecimiento muy importante, porque resuelvo algo que pienso o que siento con un emoji. Resuelvo, bueno, los revolucionarios y las revolucionarias de Twitter son extraordinarios, la política de Twitter es algo que, la verdad, hace construir un escenario en el que hay personas que creen que verdaderamente pueden llegar a desarrollar políticas sin territorialidad o con la única territorialidad existente de las redes sociales, cuando no las dominan, nadie domina a las redes sociales. Una cosa es que sea una herramienta de uso en un marco complejo, un ecosistema complejo que no sólo es comunicacional, pero evidentemente las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación tienen dueños, que ya hemos visto con distintos hechos, no sólo con el Brexit, sino con lo que ha resultado como Cambridge Analytica y el vínculo con el macrismo, que ha sido poco explorado aquí en la Argentina. Pero, en definitiva, ¿quiénes son los que tienen los recursos económicos como para poder hacer esta extracción de datos? ¿Quién puede llegar a manejar? Bueno, están asociados a las derechas en el mundo, con lo cual, ya ha dejado de ser esto una teoría conspirativa, como nos decían al principio: ay, bueno, tenés una mirada muy negativa de la comunicación. En realidad, esto es una maravilla porque yo tengo la posibilidad de Facebook y poner lo que no puedo poner en ningún lado. En un escenario ultraconcentrado, por otra parte. Con lo cual, tenemos un momento histórico que es muy complejo para la Argentina, lo es para el mundo.

“Hay personas que creen que verdaderamente pueden llegar a desarrollar políticas sin territorialidad o con la única territorialidad existente de las redes sociales”.

En la Argentina tenemos una ultraconcentración comunicacional, nunca tuvimos un escenario de tanta concentración comunicacional en la historia de nuestro país, sumada a esa concentración comunicacional a nivel global. Entonces, hay que, desde mi punto de vista, tomar distintas medidas en diversos planos y a la vez, porque es la única forma, por un lado tenés la necesidad de acuerdos globales: a problemas globales, acuerdos globales, cuanto menos, regionales y, por otro lado, bueno, los locales que también son regionales de la comunicación concentrada más tradicional, que es la que podemos reconocer con el grupo Clarín-Telecom. Que ahora sí tenemos un monopolio, ahora ya nadie habla de eso. Ustedes recordarán, durante los debates la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que nos querían enredar en los debates, de si era un monopolio, o si era un oligopolio, si era oposición dominante, bueno, ahora ya no hay dudas. Porque Clarín-Telecom es la única empresa del país que puede dar todos los servicios, ya no sólo televisión, bueno, lo que llamamos el cable, además de telefonía fija, de telefonía móvil, además de televisión abierta, además de radio, además de papel prensa, además de todos los posicionamientos que tiene en espacios de la vida económica, política y judicial del país. Y, sin embargo, ya parece que de eso no se habla. Bueno, máximo triunfo entonces de la dominación. Una de las cosas que decía Rosa de Luxemburgo es que hay que hacer oír las cadenas, porque si no, no hay un reconocimiento de la propia esclavitud. Si no hay un movimiento de esas cadenas que me hacen resonar y dar cuenta que estoy apresado, evidentemente estoy en un conflicto. Bueno, hay que hacer resonar las cadenas, porque cuando estos poderes logran que ni siquiera se los nombre, llevan parte de su triunfo.    

-LZ: Cynthia, vos estás introduciendo algo muy interesante, porque estás sumando la cuestión de las corporaciones y de la concentración mediática y durante mucho tiempo el eje sobre quién impedía el ejercicio del derecho a la comunicación estuvo centrado en el Estado, digamos, quien censuraba era el Estado. Hoy entendemos que la censura no compete exclusivamente a lo que haga o deje de hacer el Estado, sino también a los intereses y las presiones de las corporaciones, como señalabas hace unos minutos. ¿De qué manera analizás, entonces, esta variable de las corporaciones? Sobre todo porque las asociaciones de prensa y demás, cuando denuncian la censura, son justamente parte de esas corporaciones.

-CO: Mirá, hay un catedrático estadounidense que se llama Owen Fiss, que fue uno de los primeros en enunciarlo y los llamó censura empresaria. Por supuesto el reconocimiento de lo que son los Estados, sobre todo en el siglo pasado, son los que generaban distintos niveles de censura. Pero hoy, por ejemplo, si lo trasladamos a una lectura un poco más completa de la última dictadura cívico-militar en la Argentina, sabemos que la censura se ejerció desde la Junta Militar, pero con la participación activa de los medios de comunicación, no con la complicidad. Entonces, no sólo hicieron negocios con una Junta Militar y una dictadura genocida, sino que fueron los estructurantes del silencio de ese genocidio. Es decir, de la censura, de la manipulación, y la tergiversación en acciones psicológicas y comunicacionales. Porque cuando vos repasás las notas del diario Clarín, de la revista Para Ti, de la revista Gente, de muchos medios de comunicación en la Argentina, con muy poquitas excepciones, el Buenos Aires Herald, lo que fue el diario La Prensa, vas a encontrar cómo primero contribuyeron a la construcción de una otredad amenazante: ¿Quién era el enemigo? ¿Dónde está su hijo? ¿Con quién está? Publicaciones de manera directa que decían: ¿usa barba?¿tiene morral? Es decir, te hacían el estereotipo del enemigo, el enemigo interno. Entonces primero construyeron con estigmatizaciones y estereotipaciones el enemigo interno. El enemigo interno era un subversivo, marxista, que venía a destruir los destinos de la patria, de la patria occidental, de la patria cristiana, obviamente eurocéntrica. Entonces, primero hicieron todo ese trabajo comunicacional, cultural, que tuvo que penetrar muy profundamente en esta sociedad para que durante los siete años, durante todo el tiempo que duró la dictadura cívico-militar no hubiera levantamientos en contra de la existencia de centros clandestinos de detención, de torturas, de fusilamientos, incluso a plena luz del día de personas que eran vacunadas, no para proteger la salud, sino para tirarlas de un avión. Y esas derechas, que siguen vigentes en la Argentina, que siguen expresándose también a través de los medios de comunicación, hoy son las que dicen que vivimos en una dictadura. Entonces hay altos niveles de complejidad en el análisis que tenemos que hacer del rol que tuvieron los medios de comunicación, estructurantes también, desde mi punto de vista, del genocidio, en la estigmatización, en el silenciamiento y artífices de la censura. Porque yo recuerdo que ha habido quien ha contado que uno de los máximos editorialistas del diario La Nación, hoy, en el siglo XXI, Joaquín Morales Solá, censuraba hasta a Clemente. Y, sin embargo, siguen teniendo vigencia. Bueno, esas son las paradojas dolorosas que seguimos teniendo en la Argentina y, por eso, desde mi punto de vista, así como podemos pensar que declarada la independencia murieron los colonialismos, declarada la derrota política del macrismo no murió el neoliberalismo, declarado el fin de las dictaduras cívico-militares, las prácticas siguen apareciendo en discursos de odio o, por ejemplo, todavía en plena democracia.

“Parece que ya nadie habla del monopolio del grupo Clarín-Telecom. Bueno, máximo triunfo entonces de la dominación”.

-E.R: Y, en ese escenario, ¿qué herramientas considerás que tiene el Estado o de qué manera el Estado puede promover una mayor pluralidad de voces? 

-CO: Creo que hay que, como te decía, actuar en varios ámbitos a la vez. Yo creo que necesitamos recuperar nuestra Ley de Servicios de Comunicación, como piso, que la consideramos siempre, nunca la pensamos como techo. Creo que a partir de la recuperación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual empieza un camino de reparación de un daño social muy profundo que se hizo aquí en la Argentina, porque no hay que olvidarse que esa ley nació de las bases, nació en la calle. Es muy hermoso, vos sabés que hay toda una teorización al respecto en Brasil, que les dicen dereitos da rua, los derechos de las calles, que son los derechos que se conquistan por las marchas, por las movilizaciones. A mí me parece una forma hermosa. 

-LZ: ¡Qué lindo eso!  

-CO: ¡Viste qué hermoso! Es decir, hay toda una conceptualización histórica al respecto de quienes lo han trabajado, pero además es una forma hermosa de decirla. Y el derecho humano a la comunicación en Argentina es uno de esos derechos de las calles, digamos, el derecho que nació evidentemente, no sólo de las movilizaciones, sino de las redacciones periodísticas, de los espacios sindicales, de los derechos humanos, de los distintos espacios de educación formal e informal, y ese poder popular que termina logrando que el Poder Ejecutivo con Cristina Fernández de Kirchner lo materializara por primera vez en la historia de este país, en un proyecto de ley que llegó al Congreso de la Nación Argentina, que siguieran después de los foros, las audiencias públicas en el Congreso de la Nación Argentina y que entonces tengamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Que, obviamente, pretendió ser bloqueada por la comunicación concentrada, pero que el Poder Judicial, también en audiencias públicas, que ustedes recuerdan que participé en nombre de la Defensoría del Público, logramos la ratificación. Entonces, un derecho nacido en la calle, con el poder popular, amplificado por el Poder Ejecutivo, llevado y logrado legislar en el Poder Legislativo y luego convalidado en el Poder Judicial, fue destrozado por el poder de la comunicación concentrada. Entonces, necesitamos reparar el daño que produjo la comunicación concentrada aliada con el neoliberalismo de Mauricio Macri, de Rodríguez Larreta, de María Eugenia Vidal, del señor Santilli, de Patricia Bullrich y de todos los radicales, incluso, que forman parte de ese espacio político que tanto daño le sigue haciendo a la Argentina. Un comienzo de reparación podría ser ese. Pero luego necesitaríamos escenarios donde logremos, por ejemplo, una ley de publicidad oficial. Necesitamos consensuar  las formas de distribución de publicidad oficial y de qué manera la distribución de la publicidad oficial lo que logra es comprender a la ciudadanía comunicacional. No puede manejarse por las lógicas de rating, que son lógicas comerciales. ¿Qué quiero decir con esto? IBOPE, que es la única empresa que aquí hace la medición de rating, la tiene establecida para el público ABC1, que es el que tiene plata y está en algunas ciudades de la Argentina, no está en todo el país. Entonces, cuando hablamos de rating, cuando hablamos de las planillas de rating de IBOPE, lo mismo pasa en América Latina, lo que estamos diciendo es que, en determinados lugares, hay personas que tienen recursos económicos, ¿para qué? Para comprar los productos económicos que se pautan en ese programa. Entonces es una mega herramienta mercantilista. Es una mega herramienta comercial. ¿Hay que denostarla? No, hay que saber simplemente qué alcance tiene. Con lo cual nunca el rating puede ser un criterio de distribución oficial, menos puede pasar lo que está pasando ahora. Que, incluso, canales que tienen menos rating que antes, reciben más pauta que antes. Porque ahí ya es la trampa de la trampa. O sea, estamos diciendo que hay una trampa en la distribución desde mi punto de vista de la publicidad oficial, por criterio de rating, pero, encima ahora, ni siquiera son los más vistos y, sin embargo, siguen recibiendo los mayores niveles de pauta. ¿Será por el poder de la comunicación concentrada, que conspira contra las democracias, no porque se me ocurra a mí, sino porque lo tiene dicho el Sistema Interamericano de Derechos Humanos? Lo tiene dicho la propia UNESCO, obviamente, lo tiene dicho Naciones Unidas en su completud. Necesitamos esta ley de publicidad oficial poniéndonos de acuerdo en cuáles deben ser los criterios de la distribución para  que llegue el mensaje y lleguen las campañas, como por ejemplo ahora en un escenario de pandemia, a toda la población argentina y no nada más a la que tiene plata y vive en las grandes ciudades y en las grandes capitales. Necesitamos otro marco normativo que es el de la sostenibilidad de los medios de comunicación. Porque es re interesante esto, ¿por qué el Estado tiene que ir al salvataje de una compañía láctea? o, ¿se acuerdan, cuando la propia Cristina Fernández de Kirchner propuso el salvataje de la General Motors? Se acordarán, que nos quedamos: epa, estamos salvando o queriendo salvar a la General Motors. ¿Por qué el Estado hace salvatajes, de deudas, de empresas generales y asume esas propias deudas y no va a sostener, a impulsar, la industria audiovisual? O te lo digo en otros términos, ¿cómo es posible que el Estado no destine recursos para la sostenibilidad de los medios de comunicación en general? No sólo audiovisuales. Aquí ya estaríamos hablando de un marco conceptual general, para que, justamente, transcurra el derecho humano a la comunicación que es constitutivo de las democracias. Y ahí sí, es una pluralidad de voces vinculadas directamente con los contenidos. Porque en el caso de la publicidad oficial, no se puede utilizar como premio y castigo y tiene que ser para distribuir los mensajes oficiales.

“Recuerdo que ha habido quien ha contado que uno de los máximos editorialistas del diario La Nación, hoy, en el siglo XXI, Joaquín Morales Solá, censuraba hasta a Clemente. Y, sin embargo, siguen teniendo vigencia”.

Las campañas, por ejemplo, como decíamos de vacunación ahora con las medidas preventivas del COVID. Ahora, también necesitaríamos ponernos de acuerdo en una alfabetización comunicacional, y yo lo he propuesto a la Defensoría del Público y avanzamos en ese sentido, de hecho desarrollamos manuales para que se trabajen en el aula en todos los niveles. ¿Qué quiere decir esto? Que tenemos que generar una ciudadanía comunicacional, con sujetos de derecho, que desde los niveles iniciales, desde el jardín, empiezan a trabajar en la posibilidad de decir, de enunciar. Vos sabés que nos constituye la posibilidad de expresarnos, de nombrarnos, de dar existencia a mundos nuevos, a través de nuestras propias ideas, cosmovisiones, historias. Y esto tiene que seguir a lo largo de toda nuestra formación, para tener las herramientas de deconstrucción de los sentidos, para saber cómo se usa…Jauretche ha sido extraordinario y la Academia le sigue negando la posibilidad de entrada como, de acuerdo con el espacio que tenga la tapa de un diario, cómo hay que acompañar la información debajo del título, cuáles son las fuentes de información, qué intereses tienen en este diario, es decir, digo diario, radio, televisión, la propia internet. Hasta para poder deconstruir los mensajes de Whatsapp y cómo llegar a no verme tan afectada por una fake news, la puedo combatir desarticulándola yo, porque aquí hay un sistema, pero, de lo que sí se trata, es de tener esas herramientas. Así como me enseñan a sumar y restar, porque cuando vaya a comprar algo, por ejemplo, voy a tener que dar un vuelto, y yo le voy a dar un dinero y voy a tener que hacer una cuenta ahí de suma o de resta, bueno, lo mismo tiene que pasar con los medios de comunicación, porque hay que descubrir los trucos al mago, no podemos seguir teniendo Copperfields, porque no son tales. La forma de saber que Copperfield no existe, es conociendo cómo son los trucos que hace. Entonces los niveles de afectación empiezan a cambiar. Entonces, si yo ya tengo una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual con la determinación de cuáles son los derechos, las obligaciones y, a su vez, las vulneraciones. Una institucionalidad creada para el ejercicio de esa comunicación, tengo una ley de publicidad oficial con reglas claras, una ley de sostenibilidad de los medios, tengo alfabetización comunicacional, tengo la posibilidad de crear redes con la comunicación comunitaria, alternativa y popular, bueno, empiezo a tener un escenario que es completamente distinto, por supuesto, y desde ya, que tengo que tener aportes profundos como con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en las OTT, lo que se conocer como las plataformas, en todas las nuevas formas de comunicación y que sean redistributivos, eso es lo virtuoso. No sé si lo tienen presente, pero en lo que llamamos nuestra Ley de Medios, la propia industria, parte de los gravámenes que pagan, ya sea por las licencias de radio y televisión, o por la publicidad, se redistribuyen y con esos recursos se dio existencia a la Defensoría del Público, por ejemplo. Parte de esos recursos también van a RTA, van al INCAA, bueno, esos son, desde mi punto de vista, los gravámenes, los impuestos virtuosos, aquellos que pueden ser redistributivos. Y aquí, hay que hacer exactamente lo mismo, con Netflix, con las nuevas plataformas y además solicitarles cuotas de pantalla, de producción local y nacional. Realmente hay que tener directivas muy claras desde mi punto de vista, para poder asociar las problemáticas nacionales a las narrativas en los distintos campos de la comunicación. Y que, si entonces tenemos, les voy a dar un ejemplo, profundas discriminaciones en las interseccionalidades, del colectivo LBTIQ+, una persona que además es migrante, que vive en una territorialidad olvidada y, que entonces vemos que no puede acceder a los derechos de la misma forma. Bueno, busco la manera de que esa problemática esté integrada: en novelas, en programas de televisión, en documentales. Es decir, el propio Estado se vuelve un actor transformador a la hora de proponer ficciones, documentales, periodísticos, es decir, impulsa aquello que necesita que también sea motor de las conciencias, de políticas públicas, de una sociedad más saludable. Lo que pasa es que la derecha ha hecho un trabajo extraordinario en la Argentina y entonces pareciera que es un pecado pensar en cómo transformar la sociedad a través de la comunicación. Y, sin embargo, yo creo que es absolutamente sustancial. Así que ahí tenés algunos de los caminos posibles, obviamente empoderando al sistema de medios públicos. Hay algo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que ha sido muy interesante, yo soy profe, y dirijo un Posgrado en la Universidad Nacional de Avellaneda y nos consideramos hijos e hijas de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Tenemos estudios de radio, de televisión, tenemos redacciones periodísticas en las universidades públicas, las que María Eugenia Vidal  y el propio Mauricio Macri no sabía para qué las teníamos, bueno, nuevas generaciones de estudiantes que acceden a la práctica en medios de comunicación y medios de comunicación que empiezan a generar contenidos y esperemos que se profundice eso. Entonces los caminos son múltiples, por eso te decía, son diversos en distintos campos y deben ser todos a la vez. También tienen que ser, desde mi punto de vista y por eso es que creé este posgrado, redefiniciones en las propias formaciones que tenemos en el campo de la comunicación, son absolutamente deficitarias, en muchas de ellas ni siquiera hay materias de ética, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, no se plantean bibliografías que no sean las tradicionales y las históricas que parecen que fueran las únicas. Y, en realidad, como este mundo no nos representa, tenemos que inventarnos un mundo nuevo. Y en esa invención, es donde tienen que estar las múltiples identidades, estas perspectivas identitarias que construyen un ideario que ni imaginamos.

“Las formas de distribución de publicidad oficial no pueden manejarse por las lógicas de rating, que son lógicas comerciales”.

Por eso para mí fue tan importante ser Defensora del Público, aprendí a ser mucho mejor periodista y, por eso quiero que haya muchas Defensorías en la Argentina y lo promoví siendo Defensora, porque cuando abrís la puerta, las ventanas, tu casa, tu alma, tu vida, tu sensibilidad y tus conocimientos a las millones de realidades que existen en la Argentina y en el mundo y cuando escuchás las angustias, las tristezas, las discriminaciones, las exclusiones, lo que significa no ser ni siquiera reconocido, no existir, no existir en los medios de comunicación, no ser siquiera representado, mirá que el camino es llegar a poder representarse a sí mismo, a sí misma, pero acá estamos hablando que ni siquiera son representados o representadas, prendan la televisión un toque, escuchen un rato de radio, no en este espacio de El Destape que lo celebro profundamente  y la verdad es que hacen un trabajo bárbaro o en otros espacios que podemos llegar a tener en la actualidad. Sino en los tradicionales, vamos a ponerle esa forma, comunicación concentrada hegemónica y los tradicionales, veamos los niveles de discriminación profundo que existen en las representaciones. ¿Cuánto nos falta para lograr representar esa realidad poliédrica? Entonces, bueno, evidentemente, todo esto es lo que hay que trabajar. Espacios de formación tradicionales, académicos, pero también informales. Recuperar ese espíritu de tener una radio, un folletín, lo que sea construido popularmente y de esa manera entonces ir teniendo la posibilidad también de la mirada crítica, por eso yo decía lo de la alfabetización comunicacional. Porque lo primero que surge es la reproducción del sistema, atentis con eso, yo acompañé a un montón de radios en sus creaciones, en escuelas, en pueblos originarios. Lo primero que surge es la reproducción de la dominación, porque claro, es como te han enseñado, es cómo lo tenés impregnado. Es todo un camino, amo a Paulo Freire, es todo un camino de sacudir las subjetividades, de reflexionar cuánto del opresor tengo proyectado en mi propia subjetividad y desmontar ese poderío para empezar a construir otro.  No es simple, no lleva un año. Ayer hablando con mi compañero, le decía: bueno, mirá, vos dame los setenta años de televisión, por ejemplo, la televisión pública cumple setenta años, dame los setenta años de los medios de comunicación y vamos a ver si sostenidamente con estas nuevas miradas o estas miradas históricas que han sido silenciadas, que han sido combatidas, no logramos una sociedad distinta. Yo estoy convencida de que, desde los medios de comunicación también se puede transformar. Porque hay una carencia enorme en la Argentina, ni siquiera hemos podido adelantar, vamos a poner el ejemplo de Julio Verne, como han hecho otras personas en el marco de la ficción, cosas que nos iban a pasar. Ni siquiera hemos tenido esa inventiva. En telenovelas o como pasa en Hollywood, que primero hay un presidente negro en el cine y después hay una realidad que se materializa en la figura de Obama.

-LZ: Cynthia, mencionabas la importancia fundamental de la Defensoría del Público de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, surgida a partir de lo que denominamos la Ley de Medios, contanos: ¿Cuál es el rol de la Defensoría? ¿Cuál es el papel que le asigna la ley a este organismo creado a partir de esta Ley de la calle, como decías anteriormente?

-CO: Y, mirá, mucho de lo que aquí hablamos está en las Defensorías, las Defensorías del público, del oyente, del televidente, las audidorias, como son en Brasil y en Portugal, tienen un rol de ser enlace y de ser puente entre las audiencias y los medios de comunicación. En la mayoría del mundo forman parte, o del sistema público de medios o de un solo medio de comunicación. En la Argentina fuimos los primeros en crear una Defensoría de alcance nacional. Después, por ejemplo, hizo lo mismo Uruguay, quiso hacerlo Brasil, quiso hacerlo Paraguay, es decir, fuimos modelos en ese sentido. Entonces la Defensoría del Público es la institución creada para  corregir esa gran asimetría que hay, entre una persona que mira la tele, que escucha la radio y ese medio de comunicación. Y hoy creo que es fundamental la tarea que tiene por delante la Defensoría del Público. Porque muchos de los artículos de la Ley de Medios están vigentes, como el 70 y el 71, que lo que nos vienen a decir es que quienes distribuyan, emitan, es decir, quienes tengan un beneficio en el marco de los medios de comunicación, no pueden promover discriminaciones de ningún tipo y tampoco pueden promover mensajes que puedan dañar la salud de la población. Entonces, esto nadie lo dice, está olvidado. Tiene un rol muy activo la Defensoría del Público en el marco de una pandemia. No sólo para recibir y canalizar esos reclamos y esas denuncias, sino también para seguir teniendo esta tarea de alfabetización que yo creo que es absolutamente fundamental. Enlace y puente, capacitando de manera constante y permanente, emitiendo recomendaciones, dialogando y buscando reparaciones. Para mí, lo más importante de lo desarrollado en esos cuatro años de trabajo, que fue muchísimo: audiencias públicas sistemáticas, todos los años, a lo largo y ancho de la Argentina, la Defensoría móvil que recorrió todo el país, levantando reclamos, denuncias, un estudio de radio, un estudio de televisión, dando clases, capacitando. La cantidad de guías de tratamientos responsables, todas las temáticas hemos tenido, obviamente la distribución de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, todas las políticas de inclusión de los grupos históricamente vulnerados, pero lo más importante para mí, siempre fue trabajar en el concepto de reparación, frente al daño que se puede causar y hoy lo vemos y lo vemos mucho. Porque alguien toma dióxido de cloro en un programa de televisión y luego nos vamos enterando en las noticias que otras personas que lo han hecho, el factor emulación existe, desde ya, en los medios de comunicación. Yo les voy a dar un ejemplo muy chiquitito, que seguramente ustedes tendrán alguno en su propia historia: como no quería desayunar, mi papá, pobrecito, buscó lo que hubiera para hacerlo y me ponía a mirar Heidi, que tomaba leche en un cuenco y comía un pedazo de queso y, finalmente, fue el único desayuno posible. En un cuenco de madera, como Heidi y comiendo un pedazo de queso.

“La derecha ha hecho un trabajo extraordinario en la Argentina y entonces pareciera que es un pecado pensar en cómo transformar la sociedad a través de la comunicación”.

Estoy segura de que ustedes deben tener alguna anécdota similar, en todas las etapas. Yo quiero jugar como Maradona, porque lo vi jugar a Maradona en la tele. Quiero decir, hay un montón de enseñanzas, porque a través de los medios de comunicación también se construyen pedagogías. Y el punto es: ¿cuáles son las pedagogías que construye una comunicación concentrada con intereses económicos, políticos, ideológicos muy reducidos y cuáles son las nuevas pedagogías que tenemos que constituir? De eso se trata y todo esto que estamos conversando es la matriz de la Defensoría del Público, un espacio que no tiene capacidad de sanción, pero yo te puedo enumerar un montón de casos que hemos resuelto, con reparaciones específicas. Se han vuelto a hacer programas, algunas publicidades dejaron de estar por los niveles de discriminación que asumían las propias empresas o las agencias de publicidad. La verdad es que se logró una acción virtuosa que tiene que seguir siendo profundizada. Por eso el macrismo no pudo con la Defensoría, ganamos el premio OEA a la innovación en la gestión de las políticas públicas efectivas, por ejemplo, así como fuimos reconocidos por universidades nacionales, otras universidades, como otras Defensorías y Defensoras y Defensores de todo el mundo y el macrismo no pudo, lo tuvo que intervenir, no lo pudo desarmar, que era la intención que tenían. Yo recuerdo un compañero, que no puedo nombrar, que vino llorando a la Defensoría y me dijo: Cynthia, tienen un plan para desarmar la Defensoría y me vinieron a ofrecer el 1% de los recursos de la Defensoría para que yo avale eso. Un compañero que tenía responsabilidad en la gestión. Entonces el macrismo tuvo un plan clarísimo para estructurar ese desarme de la Argentina a partir de la desestructuración de toda la política comunicacional que se había tenido durante los kirchnerismos y, de hecho, como ustedes saben, uno de los primeros decretos de Mauricio Macri a los pocos días de asumir, fue el desguace de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Entonces, lo que tenemos que remontar ahora, es todo ese daño que se produjo en la intervención del macrismo en la Defensoría del Público. Y bueno, es un camino difícil, porque como bien saben, se tarda muy poco tiempo en destruir algo y, lamentablemente, lleva tiempo volver a levantarlo. 

-E.R: ¿Le ofrecieron el 1% digamos, estamos hablando de una coima?

-CO: No, le ofrecieron, en esa reestructuración, darle a él el 1% de los recursos que tenía la Defensoría del Público, siempre y cuando él avalara públicamente que estaba bien que la eliminaran. Eso fue (risas).

-E.R: Tenían algo con el 1%, porque a sus financistas les pedían el 1%, una fijación con el 1%…

-CO: (Risas) Tenían algo. Fue muy duro ese momento, porque ver a un compañero de esa calidad profesional y humana llorando. Porque sentía niveles de presión altísimos, que no las aceptó. De hecho, bueno, no pudieron destrozarla y a mí me quedaba muy poco tiempo de gestión. Eran cuatro años, por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y, también, quien estaba a cargo en ese momento de la Comisión Bicameral, el radicalismo integrante de esa coalición de Juntos por el Cambio, a mí me ofreció que yo siguiera, me dijo: le garantizo el mismo sueldo. Para recordar los tiempos: de noviembre de 2012 a noviembre de 2016, es decir, que a mí me tocan tres años del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y un año del gobierno de Mauricio Macri. Entonces ya eran poder, manejaban la Comisión Bicameral que es donde se elige al Defensor o la Defensora del Público y con ese poder, ya desguazada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, yo lo fui a denunciar a Mauricio Macri ante la OEA, en su Comisión Ejecutiva, y la Relatoría para la Libertad de Expresión que sacó el decreto que desmantelaba la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual . Aún con ese antecedente, lo que intentaron, digo aún con ese antecedente, porque debieron haber comprendido que de ninguna manera yo iba a negociar absolutamente nada. Porque lo fui a denunciar en enero ante la OEA, cuando todavía las voces eran muy pocas, las críticas. Y así y todo me ofrecieron seguir adelante en la Defensoría del Público garantizándome el salario, así me lo dijo, pero sin elegirme, con un papelito que me daban firmado.  ¿Pero cómo puede pensar que yo voy a trabajar en el cumplimiento de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, estando con un papelito, incumpliendo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? ¿Y a mí qué me importa el salario? ¿De qué hablan? Digo, cuando estás en la posibilidad de la acción pública en el marco de los espacios institucionales de la democracia, no estás por el salario y el carguito, estás por la transformación que puedas hacer. Pero, bueno, evidentemente, en esos espacios piensan distinto, tienen el signo pesos en la mirada.

-E.R: Se suele repetir que vivimos en una época de posverdad, ¿qué es la verdad para una periodista? 

-CO: La verdad es algo que se construye colectivamente y la verdad es el bien más preciado que tiene una periodista o un periodista, sobre todo cuando es la búsqueda de esa verdad, la que tenemos que hacer de manera constante y permanente, búsqueda permanente, y, sobre todo, cuando ha sido ocultada por quienes detentan el poder. El poder de todo tipo, el poder económico, incluso eclesiástico, puede ser el poder militar. La verdad es ese bien más preciado y que debe ser resguardado y que, de manera permanente, debe buscarse, para reconocer la luz, para poder iluminar, para poder transformar. Comprendo esa clasificación de la posverdad. Aquí, a la hora de hablar de este tema, hay que reconocer el sistema del que comenzamos hablando. Porque mentir se ha mentido siempre y se seguirá mintiendo, tergiversar se ha tergiversado siempre y se seguirá haciendo, manipular se ha manipulado siempre y se seguirá haciendo. Lo que nunca ocurrió en la historia de la humanidad es la capacidad y potencia que tienen estas corporaciones transnacionales de construir, ya de forma maliciosa, una desinformación y multiplicarla geométricamente a altísimos niveles de velocidad, de manera de causar un impacto que nunca se había tenido en la historia de la humanidad. Y por eso es muy difícil la lucha contra ese sistema desde la individualidad, por eso es tan necesaria la corregulación.

“Cuando yo estoy usando Facebook, es Facebook quien me está mirando. Y es Facebook quien me está reconociendo y soy la mercancía de Facebook”.

Pensemos en los campos de la identidad, yo tengo un DNI, que para hacer un trámite, es decir, ese DNI está asociado a un número pero también está asociado a una dirección. Y, además, cuando vas a tramitar el DNI, o cuando vas a tramitar por ejemplo un pasaporte, te preguntan: ¿alguna persona, de referencia, conocido? Es decir, el propio DNI, es habilitante para la vida en sociedad y es un Documento Nacional de Identidad que me convierte en una persona única ante el Estado, más o menos, digamos. ¿Por qué tengo la posibilidad en internet de ser quien quiera ser pudiendo producir daños y que no me reconozcan quién soy? ¿Por qué no limitan o no nos ponemos a pensar de qué manera podemos generar transparencia? Porque vivimos en un tiempo de ultra vigilancia, que, vamos dejando huellas digitales, de manera constante y permanente en nuestra vida. Todo el tiempo, consciente o inconscientemente, que esta minería de datos sólo es procesable por lo que hablábamos antes, por los multipoderosos de este país y del mundo que son un puñado. Entonces, necesitamos tener corregulaciones que transparenten esa realidad, porque en esta época de hipervigilancia, esta figura es muy interesante, mirá: antes nosotras mirábamos a la televisión, ahora estos medios nos miran a nosotros. Es exactamente al revés. Antes, nosotros éramos las personas que disponíamos de ese mirar: la prendo, la apago cuando quiero y soy yo la que está mirando. Ahora es al revés. Cuando yo estoy usando Facebook, es Facebook quien me está mirando. Y es Facebook quien me está reconociendo y soy la mercancía de Facebook. Entonces, todo ese nuevo escenario, primero hay que poder reconocerlo, primero hay que poder comprenderlo y es bastante difícil de hacerlo, porque nos cambian todos los paradigmas que teníamos constituidos hasta acá. Y, una vez que lo podemos comprender, con la lentitud que eso significa, porque mientras nosotros y nosotras estamos conversando aquí en este espacio, se están creando nuevas maneras de captar nuestra atención, en esa lógica del tragamonedas y de la adicción. Entonces, ¿cómo hacemos para desarmarlas? Bueno, evidentemente el camino yo creo que es el de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pero trabajado también en paralelo a nivel regional. Ahora, qué retrasos tenemos, que ni siquiera hay espacios donde estamos debatiendo esto.

-LZ: Quisiera preguntarte también, porque hay cierto debate o discusión periodística, porque los medios de comunicación hegemónicos realizan operaciones de manera cotidiana, sin importarle lo cierto que pueda llegar a ser la información que brindan. El debate es si te parece que, periodísticamente, quienes estamos de este lado de la grieta, por decirlo de alguna manera, tenemos que dedicarle tiempo a esa agenda que proponen para desarmar esas operaciones o, por el contrario, hay que construir una propia. ¿Cuál es tu postura al respecto? 

-CO: ¿Te puedo decir algo, Luis? 

-LZ: Sí.

-CO: Ya la pregunta, si la desarmamos, contiene una trampa. Es una trampa binómica. La Argentina está encerrada en trampas binómicas. Yo no comparto la mirada de la existencia de una grieta y tampoco de: es una cosa o es la otra. ¿Por qué siempre tenemos que tener esa mirada de exclusión? Es: tenemos que mirar y desarmar las operaciones o tenemos que hacer una agenda nueva. ¿Y por qué no podemos tener múltiples maneras de posicionarnos en este momento histórico y contribuir a una épica comunicacional democrática? Que efectivamente requiere, por el escenario de concentración comunicacional, poder, muchas veces, desarmar. Porque te habrá pasado también, entrevisté a muchas personas. El otro día creo que el propio Axel Kicillof lo contó, que (la gente) no se quiere vacunar. Y que no se quiere vacunar porque cree que la vacuna es veneno. Una reproducción simple de lo que Hernández Arregui llamaba herraduras gramaticales justamente para esa dominación mental. Y son cosas que podemos repetir muy rápidamente: la vacuna es veneno porque es rusa. Eso después, bueno, lo habrás escuchado en la calle. Yo por lo menos lo he escuchado. Que te dicen: a mí me pasó, a familiares y, ahora no me quiero vacunar. Te vacunan con agua, esa es la otra. Hay varias cosas que vos reconocés que están replicando, que están repitiendo, sin la mirada crítica que se requiere. No solo de la comunicación concentrada, sino de este programa también, del mío, de todo lo que podamos construir comunicacionalmente. Entonces, yo creo que, como te decía, hay que actuar en los diversos campos, necesitás deconstruir esa información porque si no te transformás en alguien que está hablando de cosas que muchas veces en la calle no son tema de conversación. Y también creo en las micro resistencias. Necesitás brindar herramientas, elementos de  comprensión, de que eso es falso y hay que explicar por qué. Y necesitás generar nuevas agendas de manera constante y permanente. Porque estas agendas, que son agendas de establecimiento temático, pero, sobre todo, lo que a mí más me importa, es que tienen un enfoque predeterminado. Entonces, no sólo es, de qué hablar, sino cómo hablarlo. Y, por supuesto, que tenemos que introducir allí lo que veníamos conversando de la mirada crítica, del desarme de esas propias lógicas para hacer agendas verdaderamente nuevas. De qué manera construimos nuestra propia agenda en los términos de lo que antes era una agenda de papel, de las fuentes. Repasar cuales son las fuentes de información, a quién llamo cuando hablo de un tema de economía, por qué no puedo llamar a una lideresa de un pueblo originario para hablar de economía. Por qué no me puedo plantear la incorporación de la voz de una mujer campesina para hablar de los precios. Es decir, por qué no puedo romper con esos corsés que nos han mal enseñado y nos han mal formateado. Entre otras cosas, porque se necesita tiempo para pensar. Y la actual forma de los medios de comunicación, con un alto nivel de precarización laboral, que sobre todo, terminamos heredando, esta sí que es la pesada herencia del periodismo, del macrismo.

“La búsqueda de la verdad está en la transformación social. No trabajamos para un medio, trabajamos para un pueblo”.

Precarización laboral, multitarea, lamentablemente autocensura, por los propios niveles de censura y persecución sindical e ideológica que tuvo el macrismo, descomposición de la propia figura del periodista o la periodista, con la existencia de un reconocimiento profesional en el estatuto del periodista, descomposición en el sujeto profesional en la comunicación, que todo eso causa daños, a la sociedad. Entonces, no podemos pensar, porque tenemos mil trabajos, muy mal pagos, con falta de formación, sin capacitación en los lugares de trabajo y sin tener la posibilidad de frenar y decir: ¿por qué elegí este tema, esta persona para ser entrevistada, por qué tema musical, por qué estoy comunicando de esta forma? ¿Para qué lo hago, cómo lo podría hacer de otra manera? Entonces todo el tiempo es replantearnos lo que estamos haciendo y ver de qué manera lo podemos mejorar, pero mejorarlo en el sentido, no sólo de la calidad de la narrativa, sino en el sentido social, en el sentido de la inclusión, en el sentido de ser una verdadera herramienta de transformación social. La búsqueda de la verdad está en la transformación social. No trabajamos para un medio, trabajamos para un pueblo. Y la información no le pertenece a los periodistas, le pertenece al público. Vos fijate que eso ya nos posiciona desde un lugar totalmente distinto. Esa información le pertenece al público, porque la comunicación es un derecho humano. Y entonces, a partir de ahí, tengo que desmantelar los preceptos con los que nos quisieron bautizar en el camino del ser periodista. Bueno, efectivamente, hay que transformarlo todo. Que no da vuelta todo, no cambia nada. 

-E.R: Me da la impresión, al escucharte, que el primer paso para empezar a construir agendas propias es desactivar también la multiplicidad de agendas que impone el sistema, porque para frenarse a pensar es necesario desenchufarse un poco de la cantidad de debates simultáneos a los que te somete el sistema. Frenarse un poco, desenchufarse, parece ser el primer gesto de rebeldía necesario como para poder, a partir de ahí, empezar a pensar en la posibilidad de una agenda propia.   

-CO: Me encanta lo que decís, la rebeldía, la irreverencia, ¿dónde está nuestra rebeldía y nuestra irreverencia comunicacional? La verdad es que me súper interesa lo que estás diciendo porque era muy chiquita cuando terminé la Licenciatura en Comunicación y la tesis era de cómo la sobreinformación podía desinformar y su acceso generar una brecha comunicacional entre ricos y pobres. Ese es el título de la tesis, tenía veintidós años, era muy chiquita. Empecé la universidad con diecisiete y me marcó mucho esa búsqueda, te estoy hablando, en los ´90 empecé. Y efectivamente, hoy estamos sobrecargados de eso. La sobreinformación tiene como objetivo la desinformación. Entonces necesitás, primero, reconocer esa problemática. Que el bombardeo constante y permanente no te permite siquiera tener un segundo en la jerarquización periodística, en los criterios periodísticos. ¿Por qué esto es noticia? Esa pregunta me encanta, yo la llevo al aula todo el tiempo. ¿Por qué este hecho es noticia y por qué este no? Bueno, evidentemente hay que cambiar esa jerarquización, esos criterios periodísticos porque nos van a dar como resultado, que lo que hoy no es noticia,  termine siéndolo.

-E.R: Y ahí, ¿no juega también ahí como un riesgo, un miedo que nos han metido, a correr el riesgo de perder la discusión? si uno no está al tanto de determinadas agendas, se corre el riesgo de la derrota en el debate. Entonces, si no estás al tanto del último trending topic, de cuándo fue trending topic esto, de cómo viene la cosa sobre todo en las redes sociales donde el ritmo es atronador. 

-CO: Por un lado, me parece fantástico poder generar nuevas discusiones. De eso no tengo duda, evidentemente los debates son de una pobreza extraordinaria. Mirá, una de las cosas que me hicieron muy bien de dejar de ser Defensora fue dejar de mirar la televisión prácticamente. Estuve todo un par de años sin mirar televisión abierta y de cable, te lo digo en serio, miraba otro tipo de producciones y de narrativas porque, generan una, yo le llamo infoxicación, generan una infoxicación porque es una intoxicación de información. Y eso termina condicionando tu propia salud física y tu salud mental. Entonces hay que empezar a poner en vínculo las realidades emocionales y físicas de la población propia con las realidades comunicacionales. Como Defensora a mí me ha pasado muchísimas veces que médicos, médicas, psiquiatras, psicólogos, especialistas en esos campos y seguramente también a algún familiar se lo habrán escuchado, que el médico le dijo a alguna persona adulta mayor: no mire más los noticieros, no mire más los canales de cable, porque están ultrapolicializados y entonces lo único que tenés es un contenido de terror, de lógica del caos que, evidentemente, eso no constituye nuestra vida cotidiana y real. No quiere decir que los hechos no pasen, quiere decir que están maximizados y otros están silenciados. Bueno, esa es parte de la batalla cultural que tenemos que dar.   

“Declarada la derrota política del macrismo, el neoliberalismo no murió”.

-LZ: Comentabas que a los diecisiete años, tan joven, empezaste la Licenciatura, ¿recordás en qué momento fuiste consciente de tu vocación periodística, el momento en el que dijiste: quiero dedicarme a esto?

-CO: Sí, es un camino, no sé si extraño, pero bueno se los cuento. Yo era chiquita y quería ser corresponsal de guerra. Pero también parece que en algún momento había dicho que quería ser monja. A mí me crían en una escuela, en Inmaculada Concepción de Lomas de Zamora. Me hacen acordar a cuando participé en Feliz Domingo: hola, soy Cynthia Ottaviano, 5to año, Inmaculada Concepción, nombre y colegio, ¿te acordás? Si bien era laico, porque era de hermanas azules, francesas, antes de que yo empezara la escuela. Yo me crié en una escuela laica, mixta, mi grado era el que iba llevando la laicidad y el carácter mixto de la conformación del alumnado. Y bueno, por eso yo estudié francés desde muy chiquitita y después tuve la oportunidad de estudiar y de tocar los bancos donde habían estado Sartre y otros, ahí en una especie de groupie de parte de la filosofía francesa y bueno, me marcó mucho. En sí mismo, la escuela, la vocación de servicio, era un espacio con voto de pobreza y con el tiempo fui cambiando, después quería ser traductora de francés, justamente porque me gustaba mucho y disfrutaba mucho la lengua. Y en cuarto año dije, yo quiero estudiar Filosofía, en realidad. Porque tuve un profe de filosofía espectacular, eso pasa mucho, que te marcan. Por eso yo amo la docencia, por esa posibilidad de aunque sea un almita iluminar con algo y poder encenderle la vocación. Y la verdad es que yo hice actuación desde muy chiquita también, y estudiaba en la escuela municipal de arte dramático de Lomas de Zamora y quería ser actriz. Quería ir al conservatorio de arte dramático y mis viejos no me dejaron. Me dijeron que eso no era un estudio, yo estaba obligada a hacer la Universidad. Y me dijeron que eso no era una carrera universitaria. También eso lo deben haber escuchado, o les pasó a ustedes o les debe haber pasado a alguien alrededor. Bueno, yo me enojé muchísimo, me quería ir de la casa de mis viejos. ¿Cómo me iban a prohibir lo que quería estudiar? Mi abuela, a quien yo amo, bueno falleció ya, pero mi madre elegida, Tota, me dijo: mirá, yo lo lamento mucho pero no te puedo recibir, cuando cumplas dieciocho años, vení. Y me fui pésimo, te imaginás, ni mi abuela me recibía, una cosa horrible. Y entonces tuve que elegir una carrera universitaria, mis hermanos, mi hermana más grande estudiaba para ser abogada, que lo es, mi hermano más grande Relaciones Internacionales y claro, les vine yo diciendo: teatro, en definitiva, amante del teatro. Y me vi en la obligación de elegir otra cosa. ¿De qué otra manera puedo comunicar si no es a través del teatro? Y elegí Comunicación, elegí Comunicación Social, en realidad, después Periodismo. Y bueno, siempre escribí, en la escuela fui presidenta del centro de estudiantes, tenía todos los actos a cargo porque me encantaba, obviamente, la conducción en ese sentido y fui haciendo las dos cosas a la vez. Hacía, en la universidad que cursaba y seguía haciendo teatro. Y en la universidad un día casi me cambio, casi me paso a Filo en la UBA y no, yo me quería ir de la casa de mis viejos, me tenía que ir de la casa de mis viejos, entonces dije: no, me voy a quedar en esta carrera y la voy a terminar en carácter urgente. Cinco años era en ese momento. Efectivamente cuando cumplí dieciocho años me fui de la casa de mis viejos, me fui a lo de mi abuela, que me recibió. Seguí adelante con la Licenciatura, trabajé en un canal comunitario en Lomas de Zamora, trabajé en la Radio de Banfield, cuando era muy chiquita y ahí me empezó a picar, me parecía extraordinario, las mil vidas, yo era muy lectora de filosofía, pero también de narrativa tipo Graham Greene y de policiales, una amante del género policial. Y bueno, cuando ya estaba en segundo año de la facultad, un compañero me dice: vos sabés que en el diario La Prensa, en ese momento, están buscando pasantes porque hay un nuevo proyecto para competir con el diario Clarín. Y bueno, fui y quedé. Mirá qué chiquita era en todo lo que pensaba, por favor, que me dijeron: hay un lugar en educación, hay un lugar en internacionales y uno en servicios, en los diarios existía algo que se llamaba servicios que, ¿sabés qué era? Tenías que poner los turnos de las farmacias, los arribos y las partidas de Buquebus, no le interesaba a nadie eso.  Estaba tan temerosa, ¿saben qué pensaba, chicos, ahí? Que todo el mundo que escribía en el diario tenía que escribir muy bien, que sino no podía trabajar en un diario. Y que entonces cómo iba a empezar en una sección si no sabía escribir. Elegí servicios. Me fui a servicios, y bueno, en ese diario, conocí a Roberto Caballero, conocí a Hernán Brienza. Ellos estaban en policiales y yo quise ir a policiales. Y bueno, ahí ya enamorada. Fui una gran cronista, me gustaba muchísimo, me especialicé en homicidios. Vivía de barrio popular y de villa en villa. Bueno, hicimos una muy buena sección de policiales con Caballero, con Brienza. Mirá hoy dónde está cada uno, éramos muy chiquititos, en el diario con diecinueve, veinte años, ellos un poquito más grandes que yo son, pero éramos chicos igual. Y ya toda esa bohemia, entre comillas, de cerrar tarde,  nos íbamos a una parrillita en San Telmo que se llamaba Desnivel, que era espectacular y hablar con los viejos periodistas y te daban lecturas, yo llegué a vivir, cuando entré, todavía estaban las máquinas de escribir, miren de lo que les hablo. Entonces, llegué a vivir esas redacciones en donde aprendías más que en la facultad. Porque alguien te recomendaba un libro y al otro día te ibas a Corrientes, yo todavía voy a comprarlos, a las de saldo, obviamente. Y al otro día te preguntaban: ¿y la empezaste a leer? No le podías decir… ahora hay una desfachatez. Que vos por ahí le decís a alguien que se lea un libro y te dice: no, me distraje viendo Netflix, qué se yo, te pueden contestar cualquier cosa. Pero en ese momento no podías decir: no lo leí. Entonces decías: sí, sí, lo empecé a leer, ¿y cuánto leíste? diez páginas. No, pará, llegá a tal lado. Mirá, este autor escribió esta otra cosa. Ibas creciendo en un espacio de tanta generosidad, de tanto amor por la profesión, hoy está todo destrozado eso. Por algunas cosas curiosas que me pasaron en Tiempo Argentino, que me impactaron, pero te digo la verdad, en las redacciones periodísticas había todavía cafeterías y se tomaba todavía vino, yo te estoy hablando del año ´92 y te daban un ticket y te digo la verdad: en los policiales se tomaba Jack Daniel´s, se tomaba whisky, y además, te ibas al Ramos que todavía estaba abierto, a la Giralda. Bueno, hacíamos unas recorridas extraordinarias y te enseñaban los viejos a leer, a escribir y también a tomar, esta es la verdad de lo que vivíamos. Y, la última vez en Tiempo Argentino yo veía que los chicos de policiales tomaban yogurt. Me acuerdo que me generaba: ¡qué locura! Porque era algo, desde lo que veías, que no existía. Y todo se fue transformando definitivamente. Y vivimos también toda esa progresión de la máquina de escribir, las compus, y eso te obliga, si lo piensan dos segundos, a escribir de una manera distinta, porque cuando vos escribías con la máquina de escribir, escribías un párrafo y se lo llevaban a composición, se lo llevaban para componerlo y después que fuera a la imprenta, y vos te tenías que acordar lo que habías escrito en el primer párrafo (risas), y escribir el segundo con continuidad lógica. Andá a hacer eso ahora, que tenés tantas posibilidades, prestá atención cuántas veces vas y venís en un texto, borrás, volvés, bueno, todo eso también va configurando un mundo distinto. Y evidentemente, a mí me cuestan un poco a veces estas superficialidades, banalidades, espectacularizaciones y falta de formación en los medios de comunicación. La formación es fundamental, todo el tiempo deberíamos ser grandes lectores. Y Twitter, y Facebook, y las redes en general, nos roban un tiempo ultra valioso. Será por eso, que yo no tengo nada de eso.

ER: Cynthia, no puedo no cabecear el centro que tiraste. Qué nostalgia esas épocas en que ese diario los servicios eran una sección y no el staff.

CO: (Risas) ¡Perfecto¡ ¡Sos un genio! Pero atenti, porque en todas las redacciones había servicios de inteligencia. De hecho, tenemos una gran anécdota con Caballero, descubrimos quién era una de ellas. Estaba en la sección Espectáculos. Tenemos unas anécdotas extraordinarias, de todo tipo, te imaginarás, treinta años de profesión. Ya nos resultaba muy sospechoso una serie de cosas, y que yo tenga una mente muy paranoica no quiere decir que no me persigan. Mi mente constante y permanente que elucubra. Bueno, en fin. Teníamos mucha sospecha, hasta que pasó algo que creíamos que la habíamos descubierto, de hecho se fue de la redacción. ¿Y sabés cuando lo comprobamos? Cuando Santibañez echó a ciento de servicios de inteligencia de la SIDE, no sé si se acuerdan…

LZ: Sí, que salieron los listados.

CO: ¡Exacto! Y un día a Caballero lo citaron a una plaza, era ella para reconocer que era servicio de inteligencia y estaba entre las despedidas. Era una periodista común y corriente, de espectáculos, ultra simpática, no sabés lo que era. De hecho pasaba reportes de las cosas que hacíamos, yo me había dado cuenta y lo terminamos comprobando en esa etapa.

ER: ¡Qué fuerte todo eso!

CO: Pero oíme, era una. Ahora hay staffs enteros.

ER: Antes de cerrar la entrevista, Cynthia. Desde los comienzos de la carrera, te traigo ahora hasta este punto, felicitarte por este último doctorado que conseguiste, y en tiempos de pandemia fuiste a buscar el título.

CO: Es extraordinario que en ese doctorado en comunicación  de la Universidad Nacional de La Plata, los profes, las profes tienen un nivel académico extraordinario. Además, los compañeros y las compañeras que me tocaron. Fue en la larga noche neoliberal que cursamos, fue un espacio de aprendizaje académico sin duda pero profundamente humano. Nos encontrábamos para aprender, pero también para hacer catarsis y cranear de qué manera podíamos volver a restaurar la democracia y el estado de derecho en la Argentina. Y sí, me doctoré hace dos años, mi tesis está vinculada y se transformó en un libro que publiqué, salió de la imprenta y se declaró la pandemia, Derecho humano a la comunicación. Desconcentración, diversidad e inclusión. Los desafíos comunicacionales del siglo XXI desde las perspectivas de las Defensorías de las Audiencias. Lo fui a buscar el miércoles, un esfuerzo enorme de la Universidad Nacional de La Plata y un gran agradecimiento por ponerle el cuerpo a que estudiantes como yo que nos doctoramos pudiéramos recibir lo que le dicen el cartón, el título. Lloré, la verdad, porque fue además un esfuerzo familiar enorme, y celebrar que, así lo viví, que tenemos una doctora para la causa nacional y popular.

ER: ¡Qué grande! ¡Vamos!

LZ: Gracias, Cynthia, por este tiempo y por toda esta charla que nos lleva por tantas historias y nos ayuda a pensar esta época para transformarla.

CO: Yo les agradezco muchísimo a ustedes, compañeros. Les agradezco al Destape, a Ema, Luis, bueno, a toda la producción. La verdad es que están en el equipo de “los remeros”, somos los que remamos siempre, contra la corriente, contra lo que venga. Yo me he sentido muy acompañada por ustedes también en esa larga noche neoliberal, por eso mi agradecimiento enorme y el honor que les dije que es para mí que me den esta posibilidad de estar con ustedes en este rato, y con esa audiencia extraordinaria de El Destape que tiene un aguante. Bueno, muchas gracias, y como dice Paulo Freire: las cosas no son así, las cosas están así, así que sigamos luchando para poder cambiarlas.

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