La Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió devolverle a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el porcentaje de coparticipación que el ex presidente Mauricio Macri le había otorgado por decreto durante su única gestión, y que el presidente Alberto Fernández le quitó durante la pandemia. Esta última decisión correspondía a equilibrar la balanza teniendo en cuenta no sólo los aportes al Producto Bruto Interno que genera cada provincia y su número de habitantes sino también, y más aún, los gastos y la balanza comercial que disparan los resultados económicos de cada provincia. Sin demasiados preámbulos, entonces, y por unanimidad, los jueces parecen haber olvidado que la equidad es menester de la justicia, o debería serlo, porque si no es otra cosa: es arbitrariedad. O cosas aún peores.
El fallo del máximo tribunal especifica que: el Estado Nacional no puede reducir unilateralmente el nivel de recursos comprometidos. “El primero te lo regalan, el segundo te lo venden”, es el título de una famosa canción de Los Twist y es, también, el resumen de la irónica y endeble decisión de los cinco jueces. Y es que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recibía, históricamente, el 1,4% de la coparticipación federal de impuestos, pero en el inicio de su gestión, y en alevosa sintonía con su color político, Mauricio Macri incrementó por decreto esa cifra a 3,75 por ciento. La ironía se viste de sarcasmo: para aumentar la coparticipación por decreto fue necesario quitar esos fondos de otras arcas y redirigirlas directamente al bolsillo de los porteños. Claro que las leyes nunca son retroactivas, pero sí lo son la indecencia y el oprobio.
Los jueces parecen haber olvidado que la equidad es menester de la justicia, o debería serlo, porque si no es otra cosa: es arbitrariedad.
Sobre llovido, mojado: el jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, anunció tras el fallo de la Corte que eliminará el impuesto a las tarjetas de crédito y que reducirá la tasa de Ingresos Brutos. Todo ello en una ciudad que acumula un 23,6% de pobreza y que dejó sin vacantes escolares a más de 50 mil chicos y chicas durante el año en curso. La cínica decisión de la Corte de restituir los fondos que habían sido otorgados por decreto, y la insolente implementación que el jefe porteño le dará a ese dinero, lo único que dejan a la luz es que la Argentina ha perdido las cualidades dictadas en el artículo primero de la Constitución Nacional. Ni Representativa, porque las decisiones cruciales no son tomadas por representantes que elige el pueblo a través del voto sino por un poder judicial puesto a dedo, ni Republicana, porque la justicia se entromete sin vendas en los ojos en los demás poderes y barre la división y el equilibrio que los sustenta, ni Federal, porque la convivencia entre los distintos gobiernos del territorio y el gobierno Federal es inviable si los dos primeros puntos no se cumplen. Están tirando la República por el inodoro, a cambio de unos pesos, y valiéndose de impunidad.

Existe una escena de una película argentina en la que dos hombres, sentados en la escalinata de una iglesia, dialogan sobre el origen de las posesiones y el derecho. Juca, un obrero desempleado, le dice a su amigo Barata:
-Pregúntele al dueño de una hectárea de tierra si sabe dar las razones para explicar por qué esa tierra es suya.
Su amigo, coherentemente contesta que el dueño dirá que es suya porque se la compró a su antiguo dueño. Pero Juca insiste:
-Y el antiguo dueño, ¿a quién se la compró?
Barata repite su respuesta: al antiguo dueño. Juca se saltea un sin fin de preguntas idénticas y lanza la última:
-Y el primer dueño, ¿a quién se lo compró?
Barata, confundido y derrotado, contesta lo único coherente y real:
– A nadie: la tomó por su cuenta.
Y Juca diserta mirándolo a los ojos:
– ¿Con qué derecho? No lo sé, ni lo sabe nadie… el derecho lo inventaron después para que no les quitara nadie lo que habían tomado, sin ningún derecho.

El fallo es indudablemente de corte político, y en sincronía con un ataque simultáneo a la democracia argentina. Hace pocas semanas, el Poder Judicial expidió la condena que intenta proscribir a la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, luego, la sentencia a Milagro Sala. Todos los caminos llevan a Roma: las condenas, sumadas al arbitrario y fabulado aumento de coparticipación, se encaminan hacia el intento de un gobierno de facto articulado entre la Corte Suprema y el Poder Judicial. Están haciendo la de Nerón: empezaron el incendio y lo miran desde sus balcones, mientras esperan ansiosos construir su propio domus aurea. El presidente anunció que va a recusar a los jueces de la Corte Suprema y a pedir la revocatoria in extremis de la resolución cautelar dictada. Ya lo dijo Pedro Albizu Campos: Cuando la tiranía es ley, la revolución es orden.