
Las últimas mediciones sobre las afiliaciones religiosas de les argentines muestran una caída de los índices en la autopercepción como cristianes de gran parte de la población. Y en dentro de esta caída que es católica (en todos sus colores), hay un subida que es evangélica (también en todos sus matices), todo medido por la Segunda Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas realizada por el CONICET ¿Pero no autopercibirse como cristiane en una encuesta implica haber hecho tabula rasa de una práctica implícita en una moral que llegó a estas tierras a sangre y espada y que erradicarla sería como promover una lobotomización generalizada? Sabemos que “religión”, “fe”, “espiritualidad” y “creencia” no son sinónimos, pero sí parecen usárselos de ese modo cuando cierto laicismo ultra criollo se lanza a una caza de brujas, a pesar del justo reclamo de la necesidad de separación de iglesiaS y Estado. Y de “laicidades”, porque estimades, no existe una sola. Así como no existe “una” religión, “una” fe, “una” espiritualidad ni “una” creencia. Quizá por eso la definición que una vez supo dar el Padre pasionista Carlos Saracini resuena como interpelación: la fe cristiana es un “camino de dudas y certezas”. Contrario a todo fundamentalismo, la contradicción entre la fe, la razón y la experiencia sigue siendo un fantasma agitado por los fanatismos de buenos modales o sin ellos.

La fe como práctica no es ajena al más perfecto de les atees. En su maravilloso libro “Esa increíble necesidad de creer” Julia Kristeva escribe que la creencia aparece como esa práctica de fe que hacemos en la construcción de nuestras subjetividades individuales y colectivas ¿No es el amor a les xaternidades un salto de fe? ¿Y el amor? ¿Y los secretos a les amigues? ¡La amistad! ¿Nuestra relación con la medicina? ¿Ser comunidades o sociedad? Parece que la fe no es ninguna de esas caricaturas del ateísmo y del laicismo extremis como proyección de una abyección que a varies, también digamoslo, les gusta encarnar a cambio de diezmos, fama y reproducción de vidas odiantes en cines devenidos templos, gritos en plazas, templos de medio pelo o recoletas góticas iglesias y otros estilos.
Una vida de sola razón sería tan horrorosa como la de pura fe o en una pretendida límpida y pedagógica experiencia. Y esto en distintos modos y mediadas, armoniosas o no, lo sabemos todes para frustración de unes y otres: “Humane tan humane solo Dios” apuntó Leonardo Boff y templos y laboratorios tambalearon por igual.

De hecho religión y cultura, aún en la definición de “Proceso material de producción de estilos de vida” tal como la caracteriza el marxismo cultural de Raymond Williams no niega la palabra conservadora de T.S. Eliot quien en sus “Notas para la definición de la cultura” desmenuza lo que él llama la especial relación entre fe y cultura a la que metaforiza con la noción en “encarnación”, no la de las molestas como las uñas de los pies, sino la de un proceso renovado una y otra vez en los vaivenes pacíficos o conflictivos entre individuo, grupo, clase y sociedad.
Sin ánimo de producir silogismos, es innegable que los más de 500 años de colonización, la esclavitud y migraciones de carácter mayoritariamente cristiano han trazado las coordenadas de nuestros cultivos individuales y colectivos que hoy debemos repensar ante la brutal crisis del sistema capitalista.
Por todo esto, Nicolás Panotto del GEMRIP pone manos a la obra con un tema que genera prejuicios justificados e injusticados: la creciente participación cristiana pentecostal en política, en este caso en el tumultuoso e interesante proceso chileno, las identificaciones y rechazos de este sector a la derecha y a la izquierda

Marianella García Integrante del Colectivo de Teología de la Liberación “Pichi Meisegeier” nos habla de Ivonne Gebara palabra y acción de mujer en la Teología de la Liberación, y sus encuentros y encuentros con la cúpula
Alvin Góngora, Teólogo político colombiano, analiza las encrucijadas de las “dinámicas de la fe” y la cultura en el actual conflicto de eclosión del modelo neoliberal en la Nación colombiana, el papel en la violencia que el Plan Colombia le “regala” a este país todos los días y la fe como herramienta de liberación.
El Padre Juan Rega de la Iglesia Católica Romana Argentina, o “el curita de la tercera”, nos regala un hermoso ensayo sobre la relación entre fe cristiana y cultura popular y hace una apuesta fuerte: “Entendemos que al mal estructural se lo vence con estructuras virtuosas, y la forma política de esas estructuras es la organización, la comunidad organizada”
Hernán Dalbes, Vicario de la Iglesia Luterana Unida nos presenta una nueva línea de reflexión cristiana protestante que retomando los debates de distintas teologías, hoy se le anima, con nombre y apellido, a las formas de discriminación que habían quedado “implícitas” en el significante liberación.
Gustavo Gómez Pascua, Pastor y ex Presidente de la Iglesia Luterana Unida, aborda las “gramáticas de la fe” necesaria para repensar los aportes del cristianismo protestante en las olas neoliberales y neoconservadoras que asolan siempre de tanto en tanto y abre horizontes posibles de proliferación de buenas nuevas.
Recomendamos
- Series: “Algo en que creer” y “Greenleaf” en Netflix
- Libros: Catálogo de la Editorial JuanUno1
- Música: Mantras budistas de Jane Winter en Spotify o Youtube