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Mujeres y Lgbtttiq+: estrategias contra la violencia política

Por Miriam Lewin
Mujeres y Lgbtttiq+: estrategias contra la violencia política

Si decide participar en política, está naturalizado que una mujer o persona LGBTTTI+ tenga que pagar un precio alto, no en trabajo, sino en insultos.

Es probable también que se considere que “no está preparada”, que sus ideas sean menospreciadas. Que su vida privada, sus aptitudes para maternar, su cuerpo, su vestimenta, sus hábitos, sean sometidos a escrutinio y juicio en los ámbitos en los que se desempeña, en medios y redes sociales.

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Eso constituye violencia política por motivos de género. La paridad no es efectiva, porque las mujeres y LGBTTTI+ tenemos que afrontar un costo diferencial. Si una política se decide a visibilizar esta violencia, que a veces alcanza la virulencia de un linchamiento, a romper el silencio, es probable que incluso en su propio espacio político se la revictimice, discrimine o que se relativice el daño y su sufrimiento diciéndole: “Vos sabías a lo que te exponías cuando te metiste en esto”.

“Cuando una mujer participa en política, debería estar poniendo en juego sus esperanzas y sueños de futuro, no su dignidad ni su vida …”(Madeleine Albright).

La violencia política hacia mujeres y LGBTTTI+ puede ser simbólica, psicológica, económica, pero también sexual. Una de cada diez mujeres asegura haber sido chantajeada sexualmente cuando intentaba ocupar un lugar en una lista, dice un estudio del Observatorio Julieta Lanteri. Dentro de las agrupaciones, esas denuncias fueron desalentadas y las acusaciones de oportunismo electoral, fabulación o traición al ideario partidario cayeron sobre las que se atrevieron a revelar el acoso, abuso u hostigamiento por parte de un dirigente o compañero.

Se descree a priori de la capacidad de las mujeres que actúan en política. “Tenemos que argumentar tres veces más que los varones. Cuando hablamos, somos interrumpidas más que ellos”, se oyó en el Encuentro de Violencia Política organizado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género y la Defensoría del Público.

No rehuimos el debate, aunque sea apasionado, pero no toleramos que nos agredan.

Una de cada diez mujeres asegura haber sido chantajeada sexualmente cuando intentaba ocupar un lugar en una lista.

“Queremos hacer nuestro trabajo y nos lo hacen difícil. Quienes ejercen la violencia no pagan ningún costo. Por el contrario, son aplaudidos y prestigiados por animársele a una mujer que se anima”, dijo la periodista Romina Manguel.

“La violencia se ejerce con una intención clara, que nos callemos. No tenemos que quedarnos calladas, no importa la división partidaria, importa la unidad hacia ese ataque”, propuso Silvia Lospennato.

En el mismo sentido, Ofelia Fernández agregó: “No importa dónde te posicionás porque en definitiva lo que importa es sacarte de ese lugar”.

La violencia política hacia mujeres y LGBTTTI+ puede ser simbólica, psicológica, económica, pero también sexual.

Las propuestas esbozadas para resolver este fenómeno tóxico para la democracia, que tiene el propósito y el efecto de disciplinar y excluir a la mitad de la población y recluirla en las cuatro paredes de su casa, en los roles tradicionales, no van por el camino punitivista ni de límites a la libertad de expresión.

Se propuso en cambio, en el encuentro, fortalecer las redes de mujeres y LGBTTTI+ lograr bajar el costo de la participación política para las mujeres y aumentarlo para los perpetradores de violencia. Este lunes, otro grupo de comunicadoras, políticas y académicas siguió buscando soluciones efectivas en una nueva edición del Encuentro.

La exrefugiada y luego secretaria de Estado de los Estados Unidos Madeleine Albright señaló alguna vez: “Cuando una mujer participa en política, debería estar poniendo en juego sus esperanzas y sueños de futuro, no su dignidad ni su vida …” Así sea.

*Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Glenn Postolski: “La Defensoría del Público busca promover la calidad del debate”

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Tags: lgbtttiqmujeresviolencia política
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