En el cierre de una jornada histórica del Congreso de la Nación, que sesionó por primera vez de manera virtual, el presidente del bloque de diputados nacionales del Frente de Todos, Máximo Kirchner, cuestionó la falsa premisa “hambre mata cuarentena” que plantean algunos medios y se preguntó, en forma retórica, “¿Cuando el hambre va a matar a la concentración de la riqueza en Argentina?”.
Kirchner también rechazó los argumentos de quienes hablan de una “pandemia económica” y cuestionó a quienes “piden que los empleados vayan a producir en bolsas Ziploc” y después “le piden al Estado que les ayude a pagar los salarios”.
A continuación, la transcripción del discurso completo del diputado Máximo Kirchner en la sesión del 13 de mayo de 2020:
“Señor presidente: antes de empezar quiero mandar un saludo y un agradecimiento a todas las empleadas, empleados, trabajadores y trabajadoras del Congreso por las ganas que le ponen. Sé que cuando vuelvan a sus casas van a tener que dejar quizás los zapatos o las zapatillas a un costado, bañarse y seguir un montón de normas para cuidar a sus seres queridos. Así que, desde ya, un agradecimiento para todos y todas por las ganas que le ponen.
Lo dice alguien que muchas veces, ante este tipo de sesión -no voy a mentir- tuvo sus dudas en cuanto al funcionamiento. Hoy, por lo menos, hemos llegado a un punto de acuerdo y convergencia en relación con algunos proyectos para poder sesionar. Obviamente, en el futuro habrá iniciativas que son quizás más divergentes.
Por otro lado, yo escuchaba recién todos los análisis y las palabras en el inicio de la sesión respecto de las instituciones.
La verdad es que lo que ha hecho el presidente con los jefes de bloque de la Cámara de Diputados no fue habitual entre 2015 y 2019. Ninguno de los jefes de los bloques mayoritarios opositores al gobierno del expresidente Macri, fueron convocados por el presidente, nunca. Para el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional de 44.000 millones de dólares, nunca se convocó a alguien. Se decidió entre muy poquitos el futuro de muchos. En ese momento, quizás, las instituciones no eran tan importantes. Pero incluso, cuando se dice que hemos vuelto a 2006, hasta sería interesante analizar lo siguiente. No deberíamos al Fondo Monetario Internacional 44.000 millones de dólares, ya que habíamos cancelado la deuda en diciembre de 2005 con dicho organismo.
Es más, cuando uno mira el impacto económico por ejemplo de Chile, ve que Piñera recurre al Fondo Monetario Internacional por la pandemia y solicita 24.000 millones de dólares.
Argentina, sin pandemia, tuvo que recurrir al FMI por decisión de su presidente y pedir 44.000 millones de dólares, porque no sé qué cosa había pasado con la lira turca. Si hacemos una regla de tres simple para comprender la magnitud del desastre económico que se atraviesa y la responsabilidad que hay que tener, es fácil. La lira turca generó que la Argentina tuviera que ir a pedir el rescate del Fondo Monetario Internacional de 44.000 millones de dólares. Imaginemos entonces con esta pandemia mundial, tan bien descrita por el diputado preopinante, el escenario en el que ciento sesenta o ciento setenta países se dan de bruces contra el suelo.
Imaginemos también cuando hablamos de la certeza de los presupuestos, para construir certezas y saber cómo construimos la inversión estatal, que siempre es llamada “gasto” por algunos, pero para mí es inversión estatal; inversión en salud, educación y vivienda.
Hay que hacer un poco de memoria para darnos cuenta de que, en el año 2017, el Congreso votó un presupuesto y a las 24 horas, en una conferencia de prensa, el 28 de diciembre, ese presupuesto voló por los aires cuando modificaron todos los parámetros de inflación, que pasaron del 5 al 15 o al 20 por ciento. Ese presupuesto se destrozó.
“Cuando hablamos de pandemia económica les quiero recordar que la Argentina voló por los aires el 19 y 20 de diciembre de 2001, sin que hubiera ningún pequeño virus“.
Llegamos a 2019 prácticamente sin funcionamiento del Congreso, y no teníamos presupuesto. Para colmo, la situación empeoraba hora tras hora; íbamos hacia una elección, terminaban las PASO, y el lunes, por poco el presidente incendiaba el país, disparaba todas las variables económicas y la gente empezaba a retirar el dinero. Estas son las cosas que sucedieron. Hago esta aclaración porque si no, pareciera que tenemos un discurso, dependiendo del lugar del que nos toca hablar.
Cuando hablamos de pandemia económica les quiero recordar que la Argentina voló por los aires el 19 y 20 de diciembre de 2001, sin que hubiera ningún pequeño virus surcando y arruinando la vida de la gente. Estalló por los aires.
La economía se trata de ideas que se expresan y también reformulan la acción de los políticos; después tienen su impacto en la vida cotidiana de una sociedad. Entonces, creo que lo que sí tenemos que pensar es en buscar coincidencias respecto de lo que debemos debatir y discutir. Me refiero no solo a esta coyuntura que nos toca atravesar, sino a lo que sobrevendrá.
Entonces, cuando se mira lo que pasó desde el 2000 a la fecha, es decir, desde el siglo XXI hasta ahora, se da cuenta de que entre los años 2002 y 2004 la OMS declaró la alerta mundial sobre el SARS; la gripe A, es decir, la H1N1 allá por el mes de junio de 2009 hasta 2010; el MERS en el 2012 y ahora éste último.
Hemos tenido cuatro episodios -éste último, calificado como pandemia, al igual que el N1H1, y los otros con alerta- que han impactado seriamente en las sociedades. Si hiciéramos un promedio algo caprichoso podríamos decir que cada cuatro o cinco años el mundo está viendo cómo aparecen este tipo de enfermedades. ¿Dónde impactan este tipo de enfermedades y ésta en particular? En las grandes ciudades, en las grandes megápolis.
Cuando uno mira a la Argentina se observa que el problema -al menos, por los números que tenemos- se da en que prácticamente el 75 por ciento de los contagios pertenecen a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y al Gran Buenos Aires.
“Cuando algunos se dan cuenta que hay una capitalización política aprobada por la sociedad entran a golpear una medida correcta”.
Serían algo así como 14 mil kilómetros cuadrados sobre una superficie de 2.700.000 kilómetros cuadrados. El problema que tenemos es que todo está concentrado en un lugar y, sobre todo, en la Ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo, si se hubieran mantenido y potenciado las políticas de corredores federales en Aerolíneas Argentinas, que comunicaban a nuestras provincias sin tener que pasar por Aeroparque, las provincias que hace muchas semanas que no tienen contagio se podrían estar comunicando, activando y actuando comercialmente. No lo podemos hacer.
También tenemos el caso del puerto de la Ciudad de Buenos Aires como un emblema de la salida e ingreso de gran parte de la economía argentina. Estas son las cosas que tenemos que discutir porque es lo que va a venir. O sea, cómo hacemos una Argentina sustentable que necesita por estos días negociar la deuda externa, que también debe ser sustentable en el futuro. Ahí es donde la sociedad va a ver si estamos de acuerdo o no.
Por ejemplo, para estos proyectos que hoy votamos y que tienen que ver con la suspensión de Ganancias para sectores que están haciéndole frente al virus, la clave es de dónde van a salir los recursos. Es decir, cómo vamos a hacer o planificar.
Hace unos días escuchaba a la presidenta del partido político que gobierna la Ciudad Autónoma de Buenos Aires decir que el presidente de la Nación se había enamorado de la pandemia. Lo cierto es que más allá de la imposibilidad de que se materializara ese amor –en el caso de que existiera- se trató de una medida correcta. Se tomó a tiempo.
Si el presidente capitaliza políticamente una medida tomada está bien. No está mal; está bien. Estas son las cosas que muchas veces tenemos que entender. Cuando algunos se dan cuenta que hay una capitalización política aprobada por la sociedad entran a golpear una medida correcta.
Entonces, empiezan a decir que el presidente se enamoró de la cuarentena, cuando es una medida correcta. Se ha dado el ejemplo de Chile respecto de aquella conferencia de prensa celebrada un domingo a la noche por parte del presidente de la Nación. Entonces, ¿qué hacen los medios de comunicación? Señalan que Chile expresa su molestia y su desacuerdo.
Por ejemplo, algunos medios señalaron que el gobierno de Chile cuestionó el “triunfalismo” de los gráficos que mostró Alberto Fernández. El diario La Nación tituló lo siguiente: “La debilidad de Fernández por compararse con otros países ya le generó dos roces diplomáticos en un mes”. Eso es “caranchear”, porque lo que quería explicar el presidente era las razones por las cuales tomaba estas medidas.
“La próxima pandemia todos tendremos una bolsa Ziploc a producir. ¿Para quién? Para los que luego les reclaman al Estado que se haga cargo de sus sueldos”.
Sinceramente cuando uno ve lo que sucede en el hermano país trasandino se puede decir que no tomaron las medidas que nosotros dijimos. La gente se muere. Se juega con cosas que no tienen repuesto. La gente se muere. Hoy Chile tuvo que ir, en la mayoría de sus comunas de la región metropolitana, a una cuarentena total. Después veremos dónde impacta esto.
Muchas veces dicen que hay que abrir la economía. Hoy andaba por la calle y veía a la gente con barbijo y con máscara de plástico. ¿Hasta dónde nos van a llevar? ¿Hasta dónde van a llevar a la gente? Rebaja de sueldo, barbijos, cosas plásticas en la cabeza.
La próxima pandemia todos tendremos una bolsa Ziploc a producir. ¿Para quién? Para los que luego les reclaman al Estado que se haga cargo de sus sueldos. Es el Estado el que le paga a muchas industrias argentinas la mitad del salario. Obviamente, no hay consumo, no se mueve la economía. Los lugares donde están ubicadas las fábricas de producción argentina que generan trabajo industrial son aquellos en los que hay mayor concentración por habitante. Es una Argentina que se ha vuelto muy chiquita en un punto y desperdicia gran parte de su territorio y sus oportunidades.
Concretamente, la provincia de Buenos Aires tiene 140 casos por millón de habitantes o 14 por cada 100 mil habitantes; la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene 993 casos por millón de habitantes o 99 por cada 100 mil habitantes. Podríamos comparar también Lomas de Zamora, La Matanza y CABA. ¿Saben lo que pasa? Son las formas y estilos de vida.
Hay un proyecto del señor diputado preopinante, de la doctora Carrió y del ex diputado Massot aprobado hace dos o tres años vinculado con la creación del RENABAP. Tenía un fideicomiso.
Mucha gente -que nunca se preguntó cómo vivían millones de argentinos y argentinas- se preocuparon respecto de que esas personas no podían hacer cuarentena debido a que vivían en situación de hacinamiento. De repente entramos a ver títulos como “hambre mata cuarentena”.
¿Cuándo el hambre va a matar la concentración de la riqueza en la Argentina? Porque esto un día va a terminar. Nosotros tenemos que pensar seriamente en cómo construimos un país más justo. Dado que la Organización Mundial de la Salud señala que este tipo de enfermedades se dan en forma más frecuente, ¿cómo vamos a afrontar el futuro? ¿Cómo vamos a coordinar la producción con la ecología? El 14 bis con el 41. Se los digo en capicúa. Tenemos una oportunidad para construir y cuidar a la gente. Tenemos la responsabilidad de cuidarla.
“¿Saben lo que implicó la cuarentena en muchos sentidos? Que la carga viral que vayan a recibir nuestras médicas y médicos sea menor“.
Mis abuelas siempre me decían –cuando uno no se porta muy bien siendo chico y ante el reto podía tener una respuesta incorrecta- que hay que respetar, porque los viejos de hoy fueron los jóvenes de ayer y los jóvenes de hoy van a ser los viejos de mañana. Cuando llegue a esa edad quiero que me cuiden y no que sea un valor fungible para que arranque la economía y se muera el que se tiene que morir porque la cuarentena es también cuidar a la gente.
¿Saben lo que implicó la cuarentena en muchos sentidos? Que la carga viral que vayan a recibir nuestras médicas y médicos sea menor, porque el gran problema en el sector de salud empieza cuando se desborda el propio sistema por la cantidad de enfermos que llegan.
El otro día vi esto en un pequeño documental del diario El País, d e España, donde médicas y médicos contaban su experiencia y también referían que no solo son nuestros y nuestras mayores los que se mueren: también le sucede a la gente joven. Entonces, en ese sentido creo que debemos tener una mirada lo más criteriosa posible, lo más cercana a la realidad y con los más altos niveles de empatía que podamos.
El otro día una amiga de la izquierda, Myriam Bregman, me acercó un problema que tenían; también el diputado que en este caso está allá, a mi derecha, Del Caño. (Risas.) El problema era que la fábrica ex Stani ‐hoy Mondelez-, tope de gama en la producción de alimentos -está entre las tres o cuatro más grandes-, puso a producir golosinas a los trabajadores, obviamente bajo la condición de industria alimenticia y servicio esencial.
Dicha fábrica se “stockeó” todo lo que pudo y dijo: “Hasta acá llegué”, porque ya estaba llena de mercadería; o sea, produjo con el valor actual para vender, vaya a saber cuándo, todas esas golosinas, y les baja el sueldo a los trabajadores y a las trabajadoras, suspendiendo la actividad. Equivocadamente, el gobierno había homologado ese acuerdo. Así que espero que eso se corrija.
Yo no tengo problema en decir estas cosas. No me quiero arrepentir después de no defender a los que nosotros tenemos que defender acá. ¿Saben por qué? Porque no puede ser que siempre ellos sean los primeros. Esta vez, la primera tiene que ser la gente.
Tenemos que poner en el centro de la acción del Estado a la gente, a la gente de carne y hueso, a esa que en los barrios más populares y marginales la está pasando realmente mal, y a aquellos que piensen que esto es cosa de viejos y de pobres, que la lengua se le haga a un lado, si tienen gente a la que quieren. Es cosa de todos y todas salir adelante de esto; por eso tenemos que aprender a cuidarnos entre todos y todas.
Debemos dar a las discusiones que tenemos por delante el contenido necesario, lo que implica pensar no solo en la Argentina de hoy, sino también en la de mañana y hacia los próximos diez años.
Por ejemplo, con leyes como la que propuso un diputado preopinante, sobre el RENABAP, podríamos fondear ese fideicomiso para poder disponer lotes con servicios y terminar así con el hacinamiento de nuestra gente en los barrios populares.
Ahí sí voy a creer que la clase política realmente ha madurado. Hasta que eso no suceda, no lo haré.
Para cerrar, no solo quiero agradecerles porque me he extendido en mi tiempo y nadie me lo ha reclamado, sino también por el hecho de que siempre que se convocó a la oposición, participó.
El otro día vi, incluso, al jefe Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con Axel Kicillof y con el presidente de la Nación. Esa es la manera, y si hay mucha presión, si el presidente siente presión de los sectores económicos, si el jefe de Gobierno en una ciudad compleja siente presiones de sectores económicos para abrir a lo que dé lugar sin tener en cuenta a la gente, que sepan que cuentan con nosotros para aguantar esa presión y preservar lo que tenemos que preservar, que es la vida de la gente”.