El piquetazo en el cráneo que puso fin a la vida de León por el mercader de la muerte -que se hacía llamar Jacques- fue una escena surrealista en Coyoacán. Uno de los más resonantes crímenes políticos ejecutado por un militante stalinista tuvo un final insólito y cruel: el perdón de la víctima y el premio al asesinato. Lo que es cierto es que que en toda traición la falta de decoro es la regla y cualquier festejo de servicios secretos no oculta la ignominia.
En México, en el país más surrealista del mundo -como decía Breton- a Trotsky al menos lo abrazó calurosamente Frida. La accidentada mujer del tranvía lo acogió glamorosamente proponiendo un trío pintoresco, que a la postre le resultó también penoso. La cárcel es generosa para todos y todas.
Unos años antes, en las sierras Tarahuamaras, Artaud fue iniciado por los sacerdotes del Sol en el peyote que lo hicieron según su relato reinventar la vida y renacer la imaginación. Aunque pocos meses duró su travesía en el país de los aztecas: la falta de opio de mejor calidad y de billetes resultaron un tema sensible. El teatro de la crueldad se hizo carne con su arresto en Dublín, su deportación y sus nueve años en asilos de alienados en el país de su Van Gogh. Otro encierro es útil también para no escuchar mentiras o verdades.
Cravan confesaba que por momentos sentía incapacidad de originalidad, que buscaba darle lustre a sus viejos poemas no sin advertir que el verso era como un hijo incorregible.
La cárcel y el manicomio siempre aparecen en algún lado de la historia para mostrar que el poder estatal maneja los hilos de los cuerpos y a veces la impunidad de los crímenes nos sienta bien para cerrar los ojos. Los desaparecidos no obstante nos exigen abrirlos y si es necesario, a los golpes.
Durante la Primera Guerra Mundial, en Francia, en España y en Estados Unidos surgía la vanguardia artística que precedía les annes folles: el cubismo, el futurismo, el orfismo se disputaban las concepciones del arte y de la vida. Los papeles protagónicos fueron para Apollinaire, Picasso, Duchamps, Picabia, Cocteau, Cravan, que en sus encuentros o desencuentros forjaron el movimiento dadaísta y el surrealismo.
Fabian Lloyd o Arthur Cravan, el pugilista poeta, sobrino de Oscar Wilde, nunca retaceó ni su lenguaje ni sus puñetazos. El campeón francés semi-pesado asestaba sus golpes con cintura a los artistas plásticos de su época como un delincuente: sus pinturas no eran más que su secreción; el pintor que empleaba colores puros era como el literato que escribía siempre mierda.
Aspiraba al éxito y encontraba divertida la celebridad, aunque declaraba que deseaba a su vez la vida maravillosa del fracasado.
En el primer número de la Revista literaria Maintenant, que la vendía solitariamente el autor a la salida del Hipódromo, celebró provocativamente el deceso de uno de ellos: “Estamos felices de conocer la muerte del pintor Jules Lefebvre”.
Cravan confesaba que por momentos sentía incapacidad de originalidad, que buscaba darle lustre a sus viejos poemas no sin advertir que el verso era como un hijo incorregible. Imaginó entonces el nacimiento de la prosopoesía, algo futuro, que comenzaba en prosa y que insensiblemente con aproximaciones, las rimas lejanas se fueran acercando entre sí hasta que naciera la poesía pura.
Según Cocteau el poeta era el vehículo, el medio natural de fuerzas desconocidas que lo maniobraban, que aprovechaban la pureza para expandirse por el mundo y si no resolvían los problemas contra los cuales uno no podía desprenderse al despertar, al menos los planteaban hasta el hastío: el poeta era el tipo ideal del indeseable.
Si tenía alguna pequeña cualidad de poeta era justamente los amores locos y las necesidades inmoderadas.
Cravan que aspiraba al éxito y que encontraba divertida la celebridad, declaraba que deseaba a su vez la vida maravillosa del fracasado. El arte era para burgueses entendiendo como burgués a alguien sin imaginación.
Una publicación demoledora sobre la pintura de los artistas independientes en 1914 culminó con incidentes. Apollinaire, entre otros, pidió retractación por la ofensa que le significó haber sido llamado judío. También se sintió calumniada su pareja Marie Laurencin. El sistema penal siempre está al acecho.
Cravan -sin haber entendido cuál había sido el tenor de la infamia pero lúcido para esquivar castigos innecesarios- se retractó sin más jugando con palabras que harían confundir a cualquiera que pudiera amenazarlo, incluso con una pena. Terminó las disputas diciendo que Guillaume era un católico romano que se parecía más a un hipopótamo que a una jirafa, que su cabeza correspondía más a la de un tapir que a la de un león y que disparaba mejor contra un buitre que contra una cigüeña. Respecto a Marie aseveró que era necesario que se le levante la pollera y se le introduzca una gran paleontología en el Teatro de Variedades. El arte no era una pequeña pose delante de un espejo.
El poeta pugilista viajó con distintos pasaportes apócrifos a varios países ya en guerra, asestando golpes de poesía o de puños,
La guerra hacía huir a quienes podían, como también con mucho gusto a los desertores del conflicto bélico. Mientras que el poeta pugilista viajó con distintos pasaportes apócrifos a varios países ya en guerra asestando golpes de poesía o de puños, otros presentarían batalla inatendidas desde el teatro, como Cocteau con su Parade con música de Satie y escenario de Picasso, que provocaron un verdadero escándalo.
Cravan, en cambio, decidió alejarse de París en donde veía que el arte vivía más del robo, de astucias y de combinaciones, en dónde la fuga era calculada, en donde la ternura era reemplazada por la sintaxis y el corazón por la razón, en dónde no había un solo artista noble que respirara y en dónde cien personas vivían de la falsedad de lo nuevo.
El poeta del golpe jugó con lo lícito o ilícito como si jugara con la suerte.
La venta de un cuadro putativo de Picasso y uno verdadero de Matisse le permitieron trasladarse a Cataluña, en donde enfrentaría en Barcelona al campeón del mundo Jack Johnson.
Cuando Estados Unidos entró en guerra, el poeta con falso pasaporte ruso se enroló para viajar por el país aprovechando su vestimenta de soldado norteamericano.
La pelea duró seis rounds y Cravan sabía que perdería porque no se había puesto los guantes en dos años. Johnson fuera del ring -decía el poeta- era un hombre de escándalo, todo lo que hacía atraía una manada de policías; lo admiraba más por su excentricidad que por su puño izquierdo.
Desde la ciudad de Gaudí viajaron juntos en el Montserrat dos vidas acechadas y prematuramente descartadas: dos futuros asesinados. A finales de 1916 Trotsky deportado de Europa conoció a Cravan quien, según su memoria, vociferaba en el trasatlántico diciendo que prefería demoler la mandíbula de los yankees en un noble deporte que hacerse quebrar las costillas por un alemán.
Duchamp y Picabia lo invitaron a dar una conferencia en el Grand Central Palace de Nueva York sobre “Los artistas independientes de Francia y de América” como si fuera el reflejo de aquella intervención de 1914 en París. Cravan llegó ebrio y comenzó a desvestirse, a insultar a los asistentes, entre ellos, a mujeres elegantes, a mecenas de arte, hasta que intervino el orden del que siempre manda y terminó encarcelado.
El poeta pugilista que imaginó viajar a Buenos Aires para ser infeliz murió asesinado a los treinta y un años por los dueños de algún poder.
Cuando Estados Unidos entró en guerra con Alemania y convocó incluso a extranjeros en su suelo, el poeta con falso pasaporte ruso se enroló para viajar por el país aprovechando su vestimenta de soldado norteamericano con el objetivo de llegar a Canadá en donde la farsa llegó a su fin. Vestido de mujer engañó a las autoridades pero se vio obligado a abandonar este país bajo un falso nombre, primero en un barco danés y luego en una barcaza mexicana.
Emiliano Zapata y Pancho Villa habían sido explosivos en el México revolucionario que sería el destino final del poeta errante, quien al parecer quería encontrar alguna mina de plata para sobrevivir, pero a quien la miseria económica le arrancó la sonrisa y las balas del poder, la vida.
Cravan había confesado alguna vez que imaginaba simplemente viajar a Sudamérica para ver mariposas, lo que quizás a otros parecía absurdo, ridículo, impracticable, pero era más fuerte que él: si tenía alguna pequeña cualidad de poeta era justamente los amores locos y las necesidades inmoderadas.
A finales de 1918, la policía mexicana anunciaba que había abatido a dos hombres en los bordes del Río Grande, cerca de la frontera con los Estados Unidos. Uno de ellos podía corresponder al poeta y boxeador desaparecido Arthur Cravan pero su cuerpo nunca fue encontrado.
¿Para qué sirven los textos jurídicos, los discursos académicos, el Poder Judicial, si en América vivimos rodeados de violencia policial, de muertos, de desaparecidos estatales y la autoridad legitima un castigo surrealista desde hace más de un siglo?
El poeta pugilista que imaginó viajar a Buenos Aires para ser infeliz murió asesinado a los treinta y un años por los dueños de algún poder, sin que sepamos aún el por qué.
En la Facultad de Derecho de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, en oportunidad de la presentación de un libro sobre la descolonización de la criminología, el genial músico Andrés Calamaro llamó la atención de juristas, fiscales y jueces advirtiéndoles que un poeta no hubiera dudado en insultarlos y tomarlos a golpes de puño.
Quizás sus palabras pudieron pasar desapercibidas y fuera de contexto pero su cita no fue ingenua de ninguna manera.
Nuestro cantante popular puso en jaque a la academia y, por lo, menos dejó este interrogante: ¿Para qué sirven los textos jurídicos, los discursos académicos, el Poder Judicial, si en América vivimos rodeados de violencia policial, de muertos, de desaparecidos estatales y la autoridad legitima un castigo surrealista desde hace más de un siglo?
Mientras los poetas nos golpean en el rostro es posible pensar entonces que la teoría penal solo es una pésima pieza de literatura fantástica. Habrá que ofrecer otra.
*Doctor en Ciencias Penales. Rector organizador del Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo”.