Hace 10 meses ya que la Plaza de Mayo no es la misma. Se podrá decir que el mundo entero no lo es desde que el Covid-19 sembró sombras, temor y muerte. Pero esas baldosas alrededor de la Pirámide, que jueves a jueves eran transitadas por ellas, esas marchas que comenzaron bajo el temible fusil de los dictadores y que desde entonces, por más de cuatro décadas, venciendo al sol, la lluvia, los gobiernos, las diferencias, la soledad, acompañadas por miles, siempre muchas, algunas de ellas con achaques, pero invariablemente con la energía que les queda, con la alegría de su lucha y el dolor a flor de piel.
Nunca faltaron, cada jueves. Pero hasta a las Madres de la Plaza, frenó el coronavirus. Frenó sus marchas, sus caminatas, sus sonrisas en público… Pero no frenó a Hebe.
“Hoy decidí que voy a escribir sobre qué significa la pandemia para las Madres”, dijo en “Todos los Miércoles Pueden ser Jueves”, su programa de Radio Caput. Siempre habla a corazón abierto. Cada frase suya, cada concepto, va a fondo, sorprende, marca agenda. Ahora anunció que va a escribir un libro. Pero además explicó del modo que sólo puede hacerlo una de ellas cuál es la sensación actual, la motivación que tienen para seguir y poner en papel lo que sintieron, lo que aún sienten, durante esos meses sin marchas: “Después lo creerán o no, pero es muy fuerte. No espero que nos entiendan, porque para entenderlo hay que vivirlo. Para nosotras es difícil no poder ir a la Plaza. Nadie se imagina cómo hacemos para no ir a la Plaza y sentir que vamos. A veces tenemos diálogos increíbles”.
“Escribir mis sentimientos no es fácil, pero voy a tratar de escribirlos lo mejor posible”.
Ellas reconstruyeron su vida de ese modo. Así nos marcaron el camino. Aunque lo que verdaderamente importe sea lo que sienten ellas, lo que siente Hebe: “Hay algunas Madres que no aguantan más, sobre todo Visitación y Rosita, que son las que más quieren volver a la plaza, aunque sea a dar una vuelta. A veces tenemos diálogos increíbles. Hacemos como un radioteatro, nos damos la mano, nos preguntamos si tenemos bien puesto el pañuelo y hacemos como que nos vamos para la Plaza. Y esto no quiero que se pierda”.
Por si fuera necesario, Hebe explica: “La gente no entiende lo que se siente en la Plaza cuando te faltan los hijos y las hijas. Escribir mis sentimientos no es fácil, pero voy a tratar de escribirlos lo mejor posible”.
Y luego, la confesión, desgarradora, frontal, trasparente: “Imaginate lo triste que sería que se mueran todas las Madres y que nadie pueda relatar esta situación. Porque ahora hacen libros de todo, te duele la uña del dedo y ya te hacen una novela, una película, una canción, pero nosotras tenemos muchas cosas profundas, de las que quiero que quede registro”.
“Para nosotras es difícil no poder ir a la Plaza. Nadie se imagina cómo hacemos para no ir a la Plaza y sentir que vamos”.
El micrófono es su propio teléfono. El estudio su living. La mirada, la de siempre. Justamente en qué habrá estado fijando la vista cuando dejó volar su imaginación en el diálogo con Javier Corcuera: “Esta mañana estaba pensando cómo poder plasmar todo lo que las Madres me dicen, cuál es la personalidad de cada una. Pina (Josefa de Fiore), que es italiana me dice: ‘Tenes alguna novedad hoy?’. Y le contesto que sí y ya se pone contenta…”.
Así tiene pensado escribir. Así como cada en cada paso todas ellas hacen historia, también lo hará esta vez Hebe y parte de su legado quedará asentado en papel. “Bueno, estas son las cosas que tienen que estar escritas, aunque parezcan una pavada. Esos diálogos son necesarios”.
Tal vez haya cientos de libros que cuentan esas historias, incluso algunos con testimonios textuales de muchas de ellas. Ninguno será igual que este, claro.
“Voy a agarrar una hoja especial para cada madre y voy a ir anotando”, dijo Hebe, después se quedó en silencio de radio por unos largos segundos. Pero, seguro, estaba sonriendo.
“¿No te parece una buena idea?, preguntó, ya sin ocultar su alegría en una carcajada…
*Desgrabación: Camilo Caballero