La justicia de Bolivia rechazó esta semana el recurso de amparo interpuesto por la defensa de Evo Morales y ratificó la inhabilitación del expresidente para postularse a una banca en el Senado en las elecciones generales del 18 de octubre próximo.
“Bajo amenazas y presiones de procesos, el dirimidor tomó una decisión política ilegal e inconstitucional. La historia demuestra que podrán inhabilitar a Evo pero no podrán proscribir al pueblo”, fue la primera reacción de Morales ante un fallo que lo marginó de las próximas elecciones, pero no le hizo perder la esperanza en los bolivianos.
Precisamente, las maniobras judiciales y el golpe de Estado que lo derrocó, el exilio y la posibilidad que el pueblo boliviano vuelva a gobernarse son analizadas por el propio Evo Morales en su nuevo libro Volveremos y seremos millones, que acaba de publicar en la Argentina la editorial Ariel.
Para entender el contexto en que se produjo esta nueva proscripción de Evo Morales, Contraeditorial presenta algunos fragmentos de “Volveremos y seremos millones”:
El día después de la mentira
Les habla Evo Morales.
Buenas tardes, compañeros y compañeras.
Mis sueños muchas veces son muy certeros.
Hace un tiempo, en Cochabamba, después de visitar mi casa, tuve un sueño. Me sorprendí porque estoy en la cúspide de una cordillera. Llegué y sorpresivamente llegó ahí un drone y después otro.
Me miraban, me acuerdo.
¿Me apuntaban? Me lo pregunto.

Y hay algunos sueños más así que tuve, pero si no les di importancia, es un error pues.
Hay que darles importancia a los sueños.
En los sueños empiezan las responsabilidades. Así es la vida política, es la lucha social.
Solo estoy convencido de que, si bien estoy asilado, no es por corrupto, no es por delincuente, sino por defender al pueblo, por desarrollar Bolivia, por cambiar Bolivia junto con los movimientos sociales.
Ustedes eligen cuándo continuamos la historia que estábamos viviendo, actuando, impulsando.
Era votar ahora, ya, en semanas, días, horas; era votar el 3 de mayo.
“Si bien estoy asilado, no es por corrupto ni por delincuente, sino por defender al pueblo”.
Ahora ya, con la pandemia en manos de la usurpadora y de los golpistas, la elección será después. Iba a ser el 6 de septiembre, pero también esta fecha han pospuesto, y el gobierno de facto busca posponerla, cuanto más mejor, para atornillarse al poder.
Que sea pronto, que pronto vuelvan la Constitución y la ley, que pronto vuelvan el derecho y el progreso.
Que sea pronto, que volvamos a vivir todos y todas en el Estado Plurinacional de Bolivia.
El 21 de febrero de 2016 celebramos un referéndum popular en Bolivia.
Un referéndum que preguntaba por SÍ o por NO, sobre una eventual reforma de la Constitución Política del Estado. Una reforma que daría a toda la ciudadanía un derecho que la Constitución recortaba. El derecho a la repostulación, sin límites.

Quienes querían que la Constitución consagrara sin pe ros ni restricciones el derecho de toda la ciudadanía a re postularse, a repostular su candidatura para todos los cargos políticos electivos; un derecho para toda la ciudadanía, sin exceptuar a nadie, ni siquiera al Presidente, votarían que SÍ; quienes querían seguir sin este derecho, que NO.
Me acuerdo exactamente de cómo Bolivia había llegado a votar en ese referéndum.
Del sindicato de mineros de Huanuni, por un tema específico, convocaron una reunión con la Coordinadora Nacional por el Cambio con David Choquehuanca.
Y ahí nos sorprendió, por entonces, el ex secretario general de la Central Obrera Boliviana (COB), Juan Carlos Trujillo, pidiendo que yo debía ser votado otra vez Presidente. Y, para eso, hacer un referéndum para modificar la Constitución.
“Que volvamos a vivir todos y todas en el Estado Plurinacional de Bolivia”.
Argumentos que dio: está bien la economía, somos factor de unidad —o soy factor de unidad—. Y, en conclusión, dijo: «Debe continuar Evo».
De la respuesta que di son testigos tanto David Choque huanca como Álvaro García Linera y todos los miembros de la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam).
Dije: «Esa iniciativa de ustedes la pueden debatir en otro lugar. Y aquí, en el Palacio Quemado, puedo ayudar con al guna asistencia técnicojurídica, averiguar si es viable o no».
Quedamos.
No significa que yo había aceptado. Pero tampoco podía estar en contra de la iniciativa de la COB y de todos los sectores sociales. Bueno, todo un proceso. Finalmente se decidió ir al referéndum.

Y el referéndum lo perdimos por falta de 70 mil votos y por tanta mentira además de eso.
Porque muchos de los que votaron NO votaron otra cosa. Votaban NO en contra de la persona del presidente Evo Morales. Porque en ese verano me habían acusado de desconocer a un hijo mío y de maltratar a su madre. Votaron por una mentira. Porque era mentira.
El hijo del Evo Morales con la Gabriela Zapata no existía.
Nunca había sido. La madre había mentido. Nunca había sido madre.
Pero esto se supo, todos lo supieron, después del 21F.
Hubo una gran reacción del pueblo boliviano. Había ganado la mentira, dijeron.
No había perdido el SÍ por el 2 por ciento de los votos. Había ganado la mentira por el 2 por ciento de los votos. Los votantes que decían NO habían creído una mentira y votado una mentira. No podían saber que era una mentira. Pero la verdad siempre llega. Siempre se sabe qué es mentira. Pero esta verdad, para el pueblo boliviano, recién llegó y recién se supo, recién se demostró, después del 21F.
“Me habían acusado de desconocer a un hijo mío y de maltratar a su madre. Votaron por una mentira”.
Después del referéndum tuvo que admitir la acusadora Gabriela que le habían pagado para que mintiera. En la trama de la mentira, urdida en Santa Cruz, habían participado integrantes de la embajada de Estados Unidos, intereses de las élites cruceñas, en su momento, gente y operadores de los medios.
Hubo una gran reacción. A favor de la verdad. Reaccionó todo el pueblo boliviano…
Mi corazón simple en un país con taquicardia
Yo nací en la comunidad Isallavi, en el cantón Orinoca, en el altiplano.
Lo primero que pensé, cuando volvía como dirigente primero, como presidente después, a muchos lugares donde había vivido, lo primero que me viene a la mente cuando vengo a Orinoca, fue lo que me dije:
—No quisiera que haya un niño como Evo en aquellos tiempos.
Quería terminar con ese niño Evo, que no haya más. Y cuando paso por los alrededores donde pasteaba, donde pasaba, otra vez:
—Ojalá nunca más haya un niño Evo, un Evito, que se tomaba agua junto al ganado.
Los estancos de agua. Que se llenaban de bichos. ¿Cómo tomábamos el agua? Agarrábamos un vaso, sacábamos el agua, pasábamos los bichos por una coladora y chupábamos para que los bichos no entren. Eso era cada día, no había agua potable.

Entonces, pensaba eso, me decía eso:
—Ojalá a esta hora, siempre habrá un paseador, pues que tengan ya mejorado, agua potable, refrescos.
Eso es lo que pienso, porque pasaba varias veces por los arenales, arenales de Orinoca. Lugares donde pasteaba lla mas siendo niño.
De mis hermanos han muerto cuatro, hemos sido siete. Dos varones antes de la Ester, Ester, uno más ha muerto después de la Ester —y ahí viene Evo.
Y de los cuatro hermanos que murieron, ¿de qué murieron?
Murieron de niños, sí. De niños. En el altiplano era casi normal eso. De la mitad de hijos, más de la mitad muere. La última era la niña, una bebé, Reina. De esa sí me acuerdo.
Mi papá, ya cuando era chico, siete, ocho años, me lleva ba al santuario del Tata Quillacas. Me llevaba ahí a oscuras para la bendición, oración, oraciones. Después de caminatas a pie por dos días llegábamos. Dos días tardábamos en llegar a esa iglesia católica. Todo era por mi salud.
Me dieron la vida mis padres, que han muerto sin saber que su hijo iba a ser presidente. Yo siempre agradezco a mis padres los valores. Valores bien de mi papá, de mi mamá:
—No robar, no mentir, no ser flojo.
“Ojalá nunca más haya un niño Evo, un Evito, que se tomaba agua junto al ganado”.
Es como una ley cósmica del movimiento indígena. Es algo sagrado dentro del movimiento indígena. Por eso también, en algún momento, se consideraba que el movimiento indígena era la reserva moral de la humanidad: en solidaridad, en complementariedad, en comunidad. Donde no hay propiedad privada. Es así: todos trabajamos. Algo histórico.
Ahora no he conocido la violencia familiar, la agresión contra las mujeres: eso viene de la familia. Mi padre, ¿qué me decía? Me decía:
—Evito, no se pega a la mujer. La mujer es costilla del hombre. Si pegas a la mujer, tú mismo te estás pegando, porque es costilla del hombre.
Esa doctrina, ¿de dónde vendrá eso? De Adán viene, me dicen. No importa. Lo que importa no es de dónde viene, lo que importa es:
—No se pega.
No a la violencia doméstica.

Y mi madre, igual. Ella decía:
—La familia Morales no pega a las mujeres. Hay que respetar a la familia Morales por eso.
Y, ¿qué más me decía mi mamá? Me decía:
—Tu papá nunca me ha tocado.
Yo un poco en broma le decía:
—Si mi papá nunca te ha tocado, entonces no hubiera habido Evito.
Claro, mi mamá quería decir que nunca le había pegado. Una vez me dijo mi mamá, estábamos en la cocina. Cocina hecha de barro y las ollas de barro también. Papá, Mamá, Ester, Hugo y yo. No sé si era a la noche o a la mañana. Yo estaba ahí, mi hermano Huguito, el más pequeño estaba ahí, a los catorce, quince años. Mamá aquí, papá aquí y Ester ahí. Mi hermanito Hugo con barbita. Yo no tengo barba, mi papá tampoco llevaba barba, él se rasuraba. Entonces le digo:
—Mami, mira al Huguito con barba. Yo no tengo barba, tampoco tiene papá barba. Tú solo sabes quién es el papá del Huguito.
Casi me da un sopapo ahí. Mi hermana calladita. Mi papá serio, enojado conmigo.
“La familia Morales no pega a las mujeres. Hay que respetar a la familia Morales por eso”, decía la madre de Evo.
Después de una época que migramos a Argentina y de hacer el servicio militar, nos vinimos con la familia al Chapare. Los cocaleros en el Chapare, en el Trópico de Cochabamba, lo que hacíamos es cosechar y entonces la cosecha de la coca salía al mercado de Sacaba, que era mercado de coca. Antes no había mercado en Sacaba. La coca se vendía en las calles, en la calle Roma, en el centro de Cochabamba. Llegaba a la mañana, se compraba, se empaquetaba y eso era. Después se ha conseguido un mercado de coca en Sacaba. Y todos llevábamos la cosecha al mercado de coca de Sacaba.
Hasta 1985, yo ganaba más con arroz y otros productos, pero el Decreto Supremo 21060, la ley neoliberal, abrió la importación. Entonces era mejor plantar coca, vender coca y comprarse arroz de Brasil o de Argentina. Con la libre importación todo entró libremente, y el arroz de Brasil era más barato que el arroz que producía.
Yo, por ejemplo, plantaba en tierra virgen o en otros asentamientos, plátanos, papaya.
Crecían casi de mi tamaño.
No podía levantar.
Tenía que partir el racimo de plátano para cargarlo. Aunque era barato, se ganaba más antes del Decreto Supremo 21060.

Sacábamos la mercadería al puerto de San Francisco por canoa, la sacábamos por embarcaciones.
El racimo de plátano costaba como un boliviano y la botella de CocaCola estaba tres o cuatro bolivianos. Tenías que vender tres racimos para tomar una botella de CocaCola. Me dolía. Pero siempre así ganábamos…
Seremos millones
Después del Golpe, yo estaba en México, un poco repasando la historia. En Chile, pensé, votaron a su primer presidente socialista, Salvador Allende.
Yo conocía la historia de antes, de mucho antes. De niño.
Yo me acuerdo perfectamente de cuando el primo hermano, Florencio Morales Ayma, se vino a su suerte hacia Cochabamba para estudiar.
Mi tío Marcelo Morales Ayma era del Partido Comunista, marxista leninista maoísta. Hablaron bastante, hablaban de UCAPO (Unión de Campesinos Pobres) y de cómo del FRI (Frente Revolucionario de Izquierda) nacieron guerrilleros.
“Tenías que vender tres racimos para tomar una botella de CocaCola”.
Tenía relaciones con la izquierda sudamericana o latinoamericana, mi tío Marcelo Morales. Y a mi primo, cuando Salvador estaba de presidente, le mandó a Chile a estudiar becado.
Mi tío era minero. Ex minero. Pero de la mina se fue a la mal llamada «colonización»: a asentamientos campesinos en tierras fiscales del Estado.
Mi tío Marcelo no era hermano de mi padre; mi papá lo tenía como adoptado, hasta ese momento no había tenido un hijo varón.
Cuando mi primo Florencio vino de Cochabamba a Ori noca, yo estaba pasteando ovejas cerca de Isallavi y a mí me ha traído una bandera de China, roja, con sus estrellas ama rillas.
Y me hablaba de Mao Tse Tung, que del campo a la ciudad hacía la revolución. Me hablaba de la revolución popular, del Libro rojo. A mí me llamaba la atención. Me informó, y un poquito leía yo
Era jovencito, yo. Y me he ido con la bandera roja a pastear ovejas. Le he plantado ahí. La bandera roja ahí y yo pasteando ovejas. Carros llegaban y sorprendidos con la bandera roja, el comentario era:
—La familia Morales, ¡qué comunistas!

De niño también, de jovenzuelo, escuchaba yo satanizar al comunismo, los medios de comunicación repetían:
—Si eres comunista, no vas a conocer a tus hijos. Decían:
—Si eres comunista, tu mujer, ¿con quién va a acostarse para que puedas tener hijos?
Oías por la radio:
—Si eres comunista, no vas a tener propiedad, te van a quitar tus llamas, tus ovejas.
Una campaña brutal contra el comunismo era.
Mi primo me contaba que había estado en Chile cuando fue el golpe de Estado, me decía:
—Fue una matanza total y la pregunta era cómo vamos a salvar la vida.
Y llegó un avión de la Cruz Roja Internacional y les dijo: —¡Suban!
Subieron y no sabían adónde iban.
Pero mi primo sabía que le iban a salvar la vida. Volaron, volaron y aterrizó en Gibraltar. Ahí estaban con comida, cuatro o cinco días. Y de ahí lo llevaron a Alemania. Y lo que también me he informado, ahí leyendo libros, la reacción de la derecha contra Salvador Allende, cómo habían preparado el golpe en Chile. No sé si en un reportaje o algún libro leí que a los transportistas les pagaban 50 dólares para que hagan paro indefinido. «Claro, si a mí me están pagando, podría estar años en paro», pensé.
“Este golpe de Chile de 1973 parece similar al de Bolivia en 2019”.
Y lo que me ha sorprendido es que a los ganaderos que tenían que garantizar carne a la ciudad de Santiago, antes del Golpe se les ha pagado, se les ha dicho:
—Carneen y entierren.
Y han botado carne, carne, a la tierra, para que le echen
la culpa al socialismo y para que la gente se levante contra Salvador.
Este golpe de Chile de 1973 parece similar al de Bolivia en 2019.
No eran iguales, pero había similitudes…
Acá en Argentina tuve mi primer buen sueño. Mi primer sueño lindo después del Golpe. Soñé con un puente en Tapocaya, la zona linda de Cochabamba, ese puente ahí construido, pero no inaugurado, no usado, no probado todavía. En el sueño veo el puente, al caminar, está lindo el puente desde abajo. Subo ahí, caminando, el puente crece. Buena construcción, ahí se veía bien un puente terminado. Entonces, camino, camino, aparece como un fierro cruzando. Abajo, agua cristalina, linda. Agua cristalina, es muy buena; el agua turbia es malo. Un ave pasa y levanta vuelo. Después de mucho tiempo soñé el vuelo.
“Vamos a ganar con más del 50 por ciento. Salvo que hubiera fraude, claro”.
El día antes del discurso de asunción del 22 de enero de 2006, lindo no soñé antes de jurar como presidente. Estaba soñando, el sol salió, entró la nube, estaba saliendo y ahí desperté. Entonces dije, me dije:
—¿Qué está pasando?
Porque hice mi informe —mi discurso—. Me apunté mi discurso.
Entonces, tuve que estar hasta las dos de la mañana, las tres de la mañana, me dormí a las cinco de la mañana. Había estado soñando eso despierto, prendo la televisión, no sé qué canal era, prendo, y los orinoqueños ya estaban bailando en Plaza Murillo. También me sorprendo, orinoqueños, ¡y otro conjunto también, paceños! ¡Ya era una fiesta colorida en la plaza! Y un poquito recordé, recuerdo, cuando gané de dipu tado en 1997, a la posesión de base no me dejaron entrar a Plaza Murillo los policías. Entonces tuve que pedir, siendo diputado, que me lleven al Congreso. No me dejaron entrar. La avenida estaba llena. Después reflexiono, esa Plaza Murillo todavía es territorio indígena, aymara. Reflexiono que antes no teníamos derecho a entrar a Plaza Murillo. Y ahora, fiesta total en la plaza, primera vez. Histórico.
Me preguntan, acá en Argentina:
—Si tuvieses que decir, Evo, hoy, ¿cuántos votos pensás que van a sacar?
Yo les contesto:
—Vamos a pasar el 50 por ciento. Pero hay sorpresas. Estoy seguro. Vamos a ganar con más del 50 por ciento. Salvo que hubiera fraude, claro.
Porque en 2020 como en 2005 habrá un nuevo triunfo. Una renovada victoria del Movimiento al Socialismo y del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos. Triunfará de nuevo con un nuevo binomio.
Y vencerá un binomio socialista e indígena. Triunfará el binomio Luis Arce Catacora David Choquehuanca Céspedes.
Y será como en 2006
Y ahora con la Casa Grande del Pueblo a sus espaldas. Como Evo Morales lo hizo en diciembre de 2006, pronto el nuevo presidente y vicepresidente podrán gritar desde el balcón del Palacio Quemado a la multitud urbana y campesi na reunida en la Plaza Murillo, con la misma fuerza y convic ción que antes, pero con el orgullo de las tareas cumplidas en catorce años de gestión del Estado Plurinacional de Bolivia:
—¡Kawsachun coca, wañuchun yanquis! Para los que no saben lenguas originarias:
—¡Viva la coca, mueran los yanquis!
Buenos Aires, domingo 26 de julio de 2020.