“La jugada la vi muy clara. Los ingleses no iban al roce, y estaban un poco cansados. Y el central no se decidía si ir a buscar un pase mío a Valdano o a Burru que venían. Tomé la decisión de amargar que iba a pasarla y seguí. Seguí. Seguí. Y cuando uno de ellos se tira al pie, yo la tiro al ladito. Yo seguí. Y bueno, después fue algo muy rápido todo, muy cantado. Yo en el estadio de Wembley había hecho una jugada muy parecida y mi hermano Hugo me había retrucado después: ‘Lo tendrías que haber gambeteado al arquero’. Siempre me quedó eso. Yo seguía. Pensé pegarle tres dedos al segundo palo. Pero como lo vi a Shilton tan grande, digo ‘lo amago’ y lo hice. Me comí una patada impresionante del rubio que me seguía. Pero con la alegría del gol, ni la sentí… Y seguí. Fue el festejo más grande…” (Diego Maradona, una de tantas veces en estos 35 años).
Hace 35 años. Cómo nos mentíamos. Decíamos que la guerra no tenía nada que ver con el fútbol. No mezclemos las cosas, pontificábamos. Pero la realidad es que teníamos la guerra clavada como una enorme espina. Y que el partido también tenía que ver con la guerra, en algún lugar impreciso, metafórico. Tenía que ver con aquel dolor. Debía ser Diego Armando Maradona quien se hiciera cargo junto con sus compañeros. Fue Diego quien les iba hablando, al ingresar a la cancha: “Éstos nos mataron a los pibes”. Era injusto, los jugadores ingleses no tenía nada que ver. Pero Diego quería hacer entender quiénes eran aquéllos a los que necesariamente debían vencer.
“El partido también tenía que ver con la guerra, en algún lugar impreciso, metafórico”.
Para Inglaterra no hubiera sido sino un triunfo más. Pero para la Argentina, para la albiceleste, para Maradona y sus muchachos, era algo muy grande lo que buscaba. Todos éramos conscientes de lo que pasaba. Las horas previas, la noche, el transcurso de la jornada fue tremendo, esperando el partido. Ese que le daría a la Argentina lo que es la mayor satisfacción del deporte y una de las más grandes de toda la vida.
No hay un momento más unánime y más perfecto para los argentinos que el gol de Diego. Nunca todos gritaron tanto al mismo tiempo. Porque los goles también tienen sus divisiones, sus grietas, gente que puede celebrarlos o no. Pero ese gol, salvo algún sector periodístico que estaba mortificado porque la Argentina podía lograr el campeonato del mundo, todo el pueblo lo festejó.
Hace 35 años todos los argentinos estaban a buenas con la vida, con el orgullo, con el amor por las artes, con todo lo que conllevó ese gol. Gracias a Diego Armando Maradona.
Por eso se lo recuerda tan especialmente. Con el dolor de que no esté acá, al lado nuestro. Para la llamada repetida, para el diálogo de siempre, la charla emocionada, el siempre sensible recuerdo.
Ya no está Diego. Y eso hace que este 22 de junio sea todavía más especial. Será inolvidable por siempre. Se extenderá por el tiempo, en todos los segundos. Todos los instantes, para todos los tiempos. Es ese momento, las 16:09 exactamente, cuando arrancó por la mitad de la cancha, el genio del futbol mundial.
En algo esotérico vivimos siempre ese gol, todos, en un grito, en un puño apretado para que ese sonido esté conectado con el cielo.
“Alguna vez dije que fue una sinfonía barroca en su decorado, clásica por su perfección”.
Los relatores solemos intuir lo que va a pasar. No digo en ese pase de Enrique a Diego, un pase cualunque. Pero cuando arranca Diego, cuando la tira hacia adelante y empieza a correr, intuí sí que algo grande iba a suceder con la jugada. El desplazamiento tiene una energía inicial, tiene una potencia de big bang y los relatores estamos entrenados para saber qué es lo que va a suceder. Por entonces, tenía una frase que decía ¿qué nace aquí? Sólo la usaba para cada jugada que creía que iba a terminar de una manera especial. Cuando Diego arranca por la mitad de la cancha, el genio del fútbol mundial, lo intuyo.
Aquella maravilla, esa jugada tan artística, con tanto coraje. Hay que tener coraje para llevar la pelota todo ese recorrido, dale que te dale, y te sale uno, te sale el otro, y siempre escapando. Hay que tener coraje para seguir y decidir que uno va a definir la jugada, que ya no hay más remedio, que no se puede apoyar en Valdano o en Burruchaga. Era él. Hay que tener coraje. Como en la final lo tuvo Burru, cuando corrió y corrió en soledad. Siempre me pregunto, cómo no se paró de golpe y se dijo “no esto es demasiado, yo me vuelvo”. Lo mismo que Diego: cómo en un momento no pasó la pelota y ya estaba bien. Después de la primera escapada, ya estaba bien. Ya era una gran jugada. Hubiéramos dicho: “Qué genio este Diego, cómo pasó la pelota a Valdano…”. Pero él siguió. Se la podía dar a Valdano. Pero no. Siguió. Después del partido, ya en las duchas le dijo: ‘vos sabes que te venía buscando la manera para pasártela…’

Pero siguió. Siempre siguió. Y decoró la jugada en una verdadera obra de arte, dejando a los ingleses tendidos en el piso. Y a los argentinos colgados de la gloria.
Pasó un tiempo en que me daba un poco de vergüenza porque era como que me había desnudado ante todo el mundo. Me dio pudor, era un gol que tenía mucha historia, mucha locura. Con bronca periodística, con bronca con los mexicanos porque estaban a favor de Inglaterra en algunos sectores del estadio. Lo que significaba que el equipo alcanzara un lugar que parecía no sería capaz de lograr. Un equipo muy resistido, combatido. Carlos Bilardo fue uno de las primeras víctimas de las persecuciones sistemáticas del periodismo en la Argentina.
Todo eso explota en el gol y ahí hay una cuestión visceral, fuera del centro de la vida de cada uno. A mí me daba un poco de vergüenza. Pero se me pasó. Me debo haber preguntado quién soy yo para no querer ese relato.
Alguna vez dije que fue una sinfonía barroca en su decorado, clásica por su perfección, de la que sólo unos pocos pentagramas se salvaron del incendio de los años.
Ya no está Diego. Y eso hace que este 22 de junio sea todavía más especial.
El gol que cambió mi vida. El gol que les cambió la vida a todos los argentinos.
“…la va a tocar para Diego, Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del futbol mundial, y deja el tercero y va a tocar para Burruchaga… Siempre Maradona! Genio! Genio! Genio! ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Goooooool… Gooooool…
¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego Maradona! Es para llorar perdónenme… Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿de que planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés. Para que el país sea un puno apretado, gritando por Argentina…
Argentina 2 – Inglaterra 0… Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona… Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2, Inglaterra 0…” (Hace 35 años)
Fuente: AM750. La mañana