La Ciudad de Buenos Aires transita una encrucijada después de un difícil 2020 y que parece extenderse al 2021 ¿Cómo creamos oportunidades para todos y todas en este contexto? ¿De qué forma construimos un camino virtuoso y productivo en la ciudad y con qué recursos? A la crisis económica de los años macristas, se le sumó la crisis de la pandemia, dejando al aparato productivo de la ciudad en una situación complicada. Pero la crisis no es coyuntural, sino más bien política y de sentido, en cuanto al modelo que hay que construir, para crear soluciones estratégicas y eficientes. El sistema de toma de decisiones de los últimos 13 años en la ciudad, se agota, sin nada más que ofrecer a los porteños y las porteñas, que ser espectadores de la exclusiva cadena de negocios inmobiliarios y especulación financiera.
Es momento de ser creativos, y de abrir nuevas oportunidades, de potenciar las virtudes que tenemos en nuestros trabajadores altamente calificados, cuyos talentos y capacidades son reconocidos en todo el mundo. Se puede observar, en casos concretos, cómo en las grandes ciudades toma protagonismo una economía que no para de crecer: la economía de conocimiento. Un sector que, a través de distintas iniciativas de envergadura como startups, pymes y medianas empresas en la industria tecnológica, transforma las ideas en proyectos productivos que generan puestos de trabajo de calidad y enormes rendimientos en valor agregado. Tal es así, que esta industria pujante, la de la economía del conocimiento, ya representa el 8% de las exportaciones totales, y en pandemia pasó a ocupar el segundo lugar en conglomerados exportadores, luego del complejo agroexportador.
“El magro 0,002% del presupuesto porteño destinado a Ciencia y Tecnología, es una evidencia de la decisión del Gobierno de la Ciudad de ignorar el potencial de la economía de conocimiento”.
Esta actividad de la economía tuvo un protagonismo esencial el año pasado, brindando soluciones tecnológicas al sector de la salud, y demandó nuevas fuentes de trabajo en un contexto de incertidumbre. Por otro lado, podemos observar en los grandes centros urbanos, cómo crecen espacios destinados a la innovación tecnológica, que traccionan una redefinición en la matriz productiva; Córdoba y Rosario son algunos ejemplos. Otras ciudades como Paraná, Misiones y Mar del Plata multiplican estas experiencias desarrollando sus distritos tecnológicos. El espíritu innovador de creativos y talentos que conducen estos proyectos de articulación público-privada, empuja la transformación necesaria para esta etapa de complejidad global en la que se encuentra nuestra ciudad.
Esta tríada de centros urbanos conformada por la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, con sus desarrollos que nacieron bajo la órbita de la economía del conocimiento, podrían convertirse en un entorno potente en materia de innovación y tecnología integrados a un modelo de país productivo, que piensa estratégicamente los desafíos del futuro. Tenemos que seguir estimulando iniciativas con este enfoque para que nuestras grandes ciudades, con la fuerza de la integración federal, se posicionen entre las principales urbes del mundo. Es por eso que presenté un proyecto para transformar la Ex Carcel de Caseros, un espacio abandonado y en desuso de la Ciudad de Buenos Aires, en un Centro de Desarrollo Productivo y Tecnológico, que incluya la primera Agencia Porteña de Ciencia y Tecnología, una incubadora de empresas tecnológicas, y un Espacio para la Memoria respetando la identidad del barrio.
“Presenté un proyecto para transformar la Ex Cárcel de Caseros, un espacio abandonado y en desuso de la Ciudad de Buenos Aires, en un Centro de Desarrollo Productivo y Tecnológico”.
En ese sentido, es llamativo que la Ciudad de Buenos Aires no apueste a dar un salto en su matriz productiva, para posicionarse a la vanguardia de América Latina; especialmente, porque tenemos todo para hacerlo: la mayor concentración de recursos humanos altamente calificados del país y con el mayor presupuesto público. Resulta difícil no concluir que se trata de una decisión política, ya que el magro 0,002% del presupuesto porteño destinado a Ciencia y Tecnología, es una clara evidencia de la decisión del Gobierno de la Ciudad de ignorar el potencial de la economía de conocimiento, para generar un ecosistema que cree más trabajo, más empresas, más producción; en fin, más riqueza para las porteñas y los porteños.
Enfrentemos la realidad: si en 13 años de gobierno el PRO-Cambiemos no apostó por una ciudad productiva e inclusiva, sería necio esperar de ellos algo distinto. Como decía Albert Einstein, la locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes.
Hay caminos alternativos. Uno de ellos es el que traza el gobierno nacional del Frente de Todos, que en medio de la peor crisis económica que haya experimentado la Argentina, con el derrumbe del comercio mundial, el presidente y su equipo, a pesar de las dificultades, logra reiniciar la recuperación de la economía, con varios indicadores económicos que mejoran de manera sostenida. Uno de los ejes centrales de ese camino es darle protagonismo a la tecnología, la innovación y la ciencia para el desarrollo económico. Así, las leyes de Economía del conocimiento (Ley 27506), y la de financiamiento de la ciencia (Ley 27614), entre otras acciones, marcan un rumbo en el que se apuesta al conocimiento.
“Si en 13 años de gobierno el PRO-Cambiemos no apostó por una ciudad productiva e inclusiva, sería necio esperar de ellos algo distinto”.
Esta tarea requiere de la articulación entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y locales, para que las políticas públicas puedan alinearse en un mismo sentido de transformación y desarrollo. Así, los centros urbanos de nuestro país que mencioné antes, son parte de este proceso, a través de la promoción de parques y centros tecnológicos, clusters, de facilidades impositivas, de incentivos, acciones en las que se combinan políticas públicas del estado nacional, provincial y municipal.
Vivimos una etapa que requiere de nuestra capacidad creativa para dar un salto a las encrucijadas y los problemas que detienen nuestro crecimiento colectivo. Tenemos urgencias que resolver, sin descuidar la planificación estratégica de nuestro futuro, el de las próximas generaciones. Los recursos, la experiencia y la iniciativa para hacerlo están. Con más trabajo y más producción debemos seguir construyendo los puentes indispensables que nos acerquen a la Ciudad que todos y todas merecemos.
*Comunera de la comuna 4 de CABA. Referente PYME de la economia del conocimiento.